Si no sabes casi nada de Ashley Biden (Delaware, 1981), eso quiere decir que su esfuerzo ha merecido la pena. Es la única hija del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la primera dama, Jill Biden, y hermanastra de Hunter y Beau. Y por ahora ha conseguido mantener un perfil bajo a propósito. Pero, aunque esté aquí, concediéndome una entrevista, y haya contratado a un publicista, me repite varias veces una frase a lo largo de la conversación: «Nunca he querido que mi vida fuera pública». Y es más que evidente que la exposición le inquieta.
Sin embargo, ser la niña de los ojos de uno de los hombres más importantes del mundo conlleva esta presión: «No es que vaya a convertirme en una estrella de cine, pero creo que, en esta posición, si me es posible, tengo la obligación de dar voz a ciertos temas». Ashley asegura que cuenta su historia no porque quiera ser el centro de atención, sino porque desea compartir las lecciones aprendidas durante el tiempo que se ha dedicado