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Emeral
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Libro electrónico282 páginas4 horas

Emeral

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El universo de Torok se amplía en esta segunda entrega. En la que los héroes de la luz deberán enfrentarse a la misma esencia del mal, Emeral. La poderosa ciudad volante desde la que los magos oscuros quieren imponer su tiranía sobre los reinos del norte. Una lucha épica en la que nuevos personajes se incorporan a la historia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 dic 2022
ISBN9788411445344
Emeral

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    Emeral - Luis Aduriz González

    1500.jpg

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Luis Adúriz González

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1144-534-4

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Para mi familia pasada, presente y futura. Por ayudarme a ver… la luz y la verdad.

    A mis padres, Luis y Ana, en su quincuagésimo aniversario de boda.

    A mis buenos amigos… por estar siempre ahí.

    1. EL JURAMENTO MÁGICO

    La ciudad flotaba, silenciosamente, entre las nubes, dando a sus habitantes una privilegiada vista de la majestuosa cordillera de los gigantes. Titanes de hielo y metal, reluciendo bajo el sol y proyectando sus gigantescas sombras sobre el valle. Mientras la luz de la mañana coloreaba sus elegantes edificios con una pátina de oro, transformándolos en un mar de rutilantes estrellas. Sus perfectas formas se elevaban hacia al cielo, como un árbol de oro. Y en el mismo corazón del navío solar, una majestuosa torre octogonal se alzaba sobre el resto. Cubierta de símbolos arcanos y gemas, dispuestas en complejos patrones geométricos, sobre todas sus fachadas. Se trataba de la torre del dragón, puente de mando del navío celeste y casa del navegante, que yacía acostado sobre su plataforma de metal arcano, rodeado de infinitos rayos de energía esmeralda, que mágicamente lo conectaba al navío y a toda su tripulación, permaneciendo sincronizados dinámicamente. El sueño de la ciudad flotante se vio bruscamente interrumpido por un sonido estremecedor. La ciudad temblada violentamente y los elegantes edificios de venían abajo, como si fuesen de arena. Mientras unos brazos colosales retenían al navío, en un abrazo mortal. Los colosos habían despertado y era el final para la todopoderosa Dragonia.

    Záril se despertó, pensativo, al ver cómo la astronave era destruida, una vez más, ante sus ojos. Se trataba de un sueño recurrente que había tenido desde que tenía memoria y que su poderoso maestro, Dariel, no había conseguido identificar. El aprendiz estaba seguro de que no se trataba de un recuerdo parcial de algún vivolibro. Ni de las infinitas misiones a diferentes planos del multiverso. Con un acto de su voluntad, el krisal interrumpió el hechizo de levitación y comenzó a descender, poco a poco, hasta que sus pies tocaron el frío suelo de su habitación. El krisal era alto y estilizado, de piel esmeralda y ojos negros, como el carbón, una mirada penetrante y el pelo oscuro, muy corto. Una suave vibración en sus muñequeras mágicas le recordaba que debía acudir al ritual. Mirando hacia sus brazaletes mágicos, aparecieron en el ojo de su mente la lista de los hechizos de teletransporte. Activando el hechizo del portal, apareció un círculo de energía bajo sus pies. Mientras, la habitación se volvía cada vez más inmaterial, tan solo unas tenues líneas de luz que desaparecían a lo lejos, al mismo tiempo que los brazaletes vibraban con la energía del salto. El suave aroma de la mañana recibió al joven en una inmensa plaza. Situada en el extremo norte de la ciudad y rodeaba por un bosque de árboles frondosos y milenarios. En el centro de la plaza, el gran obelisco, cubierto de símbolos arcanos y alzándose hacia el cielo, como una lanza celestial por encima de la arboleda. Záril levantó su mirada y vio cómo los eternios, sus hermanos mayores, estaban empezando a colocarse, cada uno en un sitio, alrededor del obelisco. Sobre unas inmensas losas grabadas con símbolos arcanos, formando círculos concéntricos alrededor del mismo. En los círculos internos se situaban los eternios, mientras, los krisales quedaban relegados a los círculos externos. Mientras que los maestros oscuros se situaban fuera de la zona del conjuro, supervisándolo todo. Záril miró a su alrededor y pudo ver cómo el resto de los adeptos ocupaban sus posiciones, meticulosamente. Al tiempo que los maestros espirituales, como Dariel, comprobaban la perfecta y minuciosa colocación de cada adepto en la red de energía mágica. A una señal de Dariel, los eternios comenzaron a cantar, con unas melodiosas voces, el juramento en el lenguaje arcano, respondiendo los krisal a cada verso. Conforme la invocación avanzaba, el aprendiz sintió que el aire de todo el recinto se estaba cargando con energía mágica del conjuro, al tiempo que las runas mágicas resplandecían. Una poderosa corriente de energía fluía desde los círculos exteriores a los interiores y desde allí al pilar oscuro. Haciendo que las runas de los pilares brillasen como el mismo magma y que el aire se cargase de un olor a tormenta de verano. El ritual duró tan solo unos minutos, lo suficiente para respetar las normas de los ancianos y asegurarse el correcto funcionamiento de la ciudad eterna. Al poco tiempo, los colosos desaparecieron para volver a sus tareas en las múltiples dimensiones del universo, mientras, los krisal, como Záril, eran conducidos por sus maestros espirituales hacia las dimensiones de estudio. Se trataba de un espacio, multidimensional, desde el que se podía viajar a cualquier parte del espacio-tiempo. Siendo la principal fuente de formación de los habitantes de Emeral, hasta los cuarenta y cinco años, edad en la que se realizaba el ritual mágico que permitía a los krisal como Záril convertirse en todopoderosos eternios.

    —Buenos días, Záril —le saludó ceremoniosamente Dariel, su maestro instructor, mientras se materializaba delante de él—. Como ya sabes, hoy es tu cuadragésimo quinto cumpleaños, y necesitas hacer el gran viaje antes de poder realizar el ritual de transformación.

    Con una rápida invocación, el mago materializó un vivolibro de lo más curioso. Se trataba de un grueso tomo forrado en piel, como el de los humanos de los siete reinos, con una gran esmeralda en la portada. El adepto podía sentir el flujo de una poderosa energía primigenia emanando del hermoso volumen.

    —¿Estás listo para el gran viaje? —preguntó el maestro.

    —Estoy listo, maestro —respondió el aprendiz—.

    Dariel extendió sus dos brazos apoyándolos suavemente sobre la frente del aspirante, mientras este sostenía el vivolibro esmeralda con sus dos manos. De las manos del maestro comenzó a surgir un flujo de energía mágica, que pasaba a través de su discípulo calentando todo su cuerpo y convergiendo hacia el misterioso tomo, haciendo que la esmeralda de la portada brillase como un sol, hasta que finalmente se abrió el hermoso volumen. El libro estaba vivamente ilustrado y escrito con una elegante grafía en un idioma totalmente desconocido para el krisal, de signos extraños en un idioma que el estudiante desconocía totalmente, quizás el idioma de los arcanos que habían construido Emeral hace eones. Colocando una de sus manos sobre él, sintió una aguda punzaba, mientras, el libro cobraba vida haciendo fluir todo su contenido a través del krisal que, dando un potente grito, cayó totalmente inconsciente al suelo.

    2. LOS GUARDIANES DEL BOSQUE

    El sol comenzaba a filtrarse, poco a poco, en la sencilla habitación del templo donde se encontraba Senia. Se trataba de un simple cuarto en el que dormían los privilegiados estudiantes que estaban a punto de convertirse en guardianes, como la joven. Todavía recordaba con total nitidez cuando, tras la muerte de sus padres, sus familiares la dejaron al cuidado del templo, con tan solo diez años. La vida en el templo fue especialmente difícil durante los primeros años, debía levantarse al alba todos los días para ir a recoger agua del manantial a los pies de la montaña del templo para regar los huertos. Todavía recuerda con claridad el primer día, en el que tan solo fue capaz de subir un vaso pequeño de agua con el que iba a comenzar a regar su primera planta. Estaba muerta de miedo, pensando en todos los peligros que le podían asaltar a lo largo del camino. Así que cuando, por fin, consiguió volver a la cima de la montaña, se encontró con la gran maestra Nikara junto a Ren (el guardián del templo), sentados en un banco mirando el esplendoroso paisaje del mar del norte. Los dos tenían el aspecto típico de los habitantes de las praderas. Estatura mediana, rasgos suaves, ojos claros y piel muy blanca, con el pelo claro. En cuanto vieron a Senia, se levantaron a que les enseñase el agua que había traído. Todavía recuerda Senia, con gran estupor, cuando al mirar dentro del vaso en vez de agua había un líquido totalmente negro, como el b. Nikara y Ren le sonrieron a la pequeña y le explicaron que el agua de aquella fuente era muy especial. Capaz de absorber las emociones de las personas mientras la subían desde el manantial hasta el templo. El miedo hacía que el agua se volviese negra, mientras que el resto de las emociones le daban diferente coloración.

    —Si regases tu planta con esa agua negra, solamente crecería el miedo dentro de sí, corrompiéndola por dentro y haciendo de sus frutos un peligro —comentó Ren a la pequeña—. Aquí vas a aprender a controlar tus emociones, porque si no los controlas, serán ellas los que controlen toda tu vida.

    —Vamos, anímate, Senia, que todos hemos pasado por lo mismo que tú y todos lo hemos conseguido dominar con tiempo y esfuerzo —comentó Nikara—. Ahora vamos a regar tu planta con un poco de agualuz que han traído los alumnos más avanzados y vas a ver lo que sucede—.

    Ren cogió un cubo de uno de los huertos de los alumnos avanzados y vertió tan solo unas gotas del oro líquido sobre la planta. En ese mismo instante, se podía sentir una curiosa vibración en el aire, como si la pequeña planta estuviese agradeciendo el agualuz.

    La vida en el templo estaba totalmente organizada, los estudiantes se dividían en pequeños grupos en función de su conocimiento, comenzando por el grupo negro (los recién llegados), pasando por todos los colores hasta llegar al grupo blanco (amor). La formación de cada estudiante era totalmente personalizada, ya que cada uno tenía diferentes puntos fuertes y zonas de mejora. En el caso de la joven, la emoción que más le costó controlar fue la ira. Tardó casi dos años en conseguir que el agua que subía de la fuente no se tornase roja como la sangre. Haciendo que las plantas de su pequeño huerto creciesen de forma amenazadora, haciendo sus frutos totalmente incomestibles. Lo cierto es que más de una vez Senia llegó a desesperarse con el tema, pensando que no iba a ser capaz de controlar esa sensación que muchas veces le quemaba por dentro ante las injusticias de los siete reinos y los innombrables krisal y eternios. No podía soportar el hecho de vivir en un mundo de escasez y sufrimiento mientras que en la ciudad esmeralda todo era un auténtico paraíso, sin ni siquiera dignarse a salir de su mundo perfecto para ayudar a los necesitados, pasando continuamente sobre todos los reinos como si fuesen simples hormigas. Recuerda con claridad el día que se le vino todo encima, no es que no fuese capaz de controlar su ira, sino que cada día la cosa iba a peor. Así que nada más verter el agua roja en su pequeño huerto, vio cómo las plantas comenzaban a ponerse rojas como el carmín y con un fuerte zumbido comenzaron a arder. La joven quedó totalmente aterrada, pero haciendo un gran esfuerzo, cogió una pala y comenzó a lanzar tierra sobre las plantas inflamadas hasta que consiguió taparlas por completo y apagar el incendio. Al momento llegó Ren para ayudarla a volver a organizar el huerto y después Nikara la llamó para comentar el tema.

    —Buenas tardes, Senia —dijo Nikara—, quería comentar contigo el incidente de esta tarde. La verdad es que quería felicitarte por lo bien que has sabido resolver una situación. Has demostrado un gran coraje e imaginación, utilizando los recursos con gran creatividad y no dejando que te invadiese el miedo. Tanto Ren como yo pensamos que estás lista para que des un paso decisivo en tu formación y te prepares a fondo durante este año para que pases el próximo año el desafío del guardián y te conviertas en uno de nosotros.

    La estudiante todavía podía sentir la enorme emoción que supuso para ella el poder pasar al último desafío, sabía que todavía tenía mucho que mejorar a lo largo del siguiente año, pero sentía una enorme fuerza y paz interior que hacía que se sintiese totalmente invencible.

    Unos golpes en la puerta de su habitación hicieron que la aprendiz volviese a la realidad

    —Buenos días, Senia —dijo Ren—, te están esperando todos en la entrada del templo. Es hora de que pases el desafío.

    3. EL GRAN VIAJE

    Záril tardó más de un mes en recuperar el conocimiento, a pesar del enorme poder de la magia emerali y de los intensos cuidados de los maestros. El aprendiz se encontraba realmente mal, como si algo hubiese explosionado en su interior, aniquilando su cuerpo y nublando su mente, haciendo tremendamente doloroso el menor movimiento. Mirando hacia su cuerpo, comprobó que se encontraba totalmente vendado con símbolos mágicos de regeneración, para acelerar su recuperación. Con un movimiento de su voluntad, intentó conjurar con el poder de la magia un hechizo, pero sin ser capaz de sentir la mínima chispa de energía en su interior. Llamó varias veces a los maestros oscuros, pero ninguno le respondió, tampoco su gran maestro. Un sopor incontrolable se expandía por todo su cuerpo, haciendo que el adepto volviese a sumirse en un profundo sueño. Mientras, el joven permanecía envuelto en el hechizo, los maestros emeralis cubrieron su cuerpo con una gruesa manta de cáñamo y, teletransportando su cuerpo fuera del navío, dejaron que la silueta del krisal se perdiese entre un frondoso bosque para siempre. Una sensación cálida hizo que Záril recuperase, lentamente, la consciencia, podía oler la fragancia de la hierba en el aire y sentir una suave brisa meciendo la manta de cáñamo que cubría su cuerpo. Pero estaba demasiado aturdido y dolorido como para poder determinar su paradero. Concentrando toda su voluntad, conjuró el poder de su magia, pero era totalmente incapaz de sentirla, como si alguien hubiese bloqueado sus poderes reduciéndolo a la condición humana. Haciendo un gran esfuerzo, consiguió rodar lentamente hasta sacar todo su cuerpo de la gruesa manta y mirar a su alrededor. Se encontraba en medio de un bosque que estaba totalmente seguro de no haberlo visitado antes en sus innumerables saltos a través del multiverso, o en sus sesiones con vivolibros. En las bibliotecas de Emeral había experimentado multitud de saltos multidimensionales con los vivolibros y había sido testigo de todos los grandes momentos de la historia arcana y en ninguno recodaba lugares en los que la magia hubiese sido eliminado por completo. Incluso si un gran mago como él, sin ser todavía un eternio inmortal, salía de Emeral, seguiría conectado a la fuente del poder durante décadas antes de que su poder comenzase a debilitarse. Záril notó cómo todo su cuerpo se llenaba de una enorme onda de amargura, al ser consciente de que la única explicación posible era que había perdido su magia. Intentó una y otra vez llamar a Dariel, pero nadie respondía a sus llamadas. Poco a poco empezó a ser plenamente consciente del enorme peligro en el que se encontraba. Porque sabía con certeza que no disponía de ningún poder, de que aquel bosque no era la ciudad volante (sino uno de los siete reinos), que el sol comenzaría a ponerse dentro de unas pocas horas y que los depredadores de los bosques eran nocturnos. Haciendo un gran esfuerzo físico, se arrastró hasta el árbol más cercano para poder ponerse en pie. El cuerpo le ardía por dentro en una combinación de dolor e incertidumbre ante los peligros del bosque. Primero se incorporó y, buscando la rama más baja, comenzó a trepar por la corteza del roble. La fortísima constitución krisal, específicamente diseñada para la adaptación a cualquier escenario posible y trabajar con el poder de la magia más poderosa, había dado una energía sobrehumana a Záril, pero era plenamente consciente de que no le iba a durar mucho. Miró a su alrededor intentando identificar algún refugio en el que poder pasar la noche, pero no encontró nada. Finalmente decidió que su única alternativa ponerse a salvo era subir por el árbol. Así que, haciendo un esfuerzo sobrehumano buscó la zona del árbol con más salientes para ir escalando poco a poco. El cuerpo temblaba del esfuerzo, la respiración se hacía cada vez más agitada y podía sentir el corazón golpeando con fuerza en su pecho. Se trataba de una situación de vida o muerte, ya que el sol estaba comenzando a ponerse poco a poco. Con un esfuerzo titánico, consiguió ponerse en la rama más baja del árbol. Ahora disponía de una buena vista de la zona, pero no estaba seguro de que fuese lo suficientemente alta para mantenerse a salvo, así que volvió a buscar la mejor zona para ponerse definitivamente a salvo. El bosque empezaba a oscurecer con rapidez y Záril comenzó a ponerse cada vez más nervioso, así que, haciendo un gran esfuerzo, comenzó a subir hacia la siguiente rama. El bosque estaba cada vez más oscuro y a Záril le costaba cada vez más ver el camino hacia la siguiente rama, así que tuvo que concentrarse en todo su cuerpo para poder sentir mejor la superficie del árbol. Cada paso era un auténtico infierno, pero Záril consiguió poner toda su voluntad en el siguiente paso. Hasta que, finalmente, consiguió tocar con la punta de sus dedos la rama del siguiente nivel. Estaba totalmente agotado por el esfuerzo, pero ya estaba a solo un paso de su supervivencia. Mientras recuperaba el aliento, comenzó a notar una fuerte bajada en la temperatura en el bosque. El sol se había puesto y seguramente estaría cerca alguna zona montañosa posiblemente nevada. En cuestión de minutos, el cuerpo comenzó a temblar visiblemente como consecuencia del esfuerzo y de la bajada de las temperaturas, así que Záril decidió hacer el último esfuerzo antes de que el cuerpo quedase extenuado. Fue en ese momento cuando empezó a escuchar aullidos en la lejanía, haciendo que los pelos se le pusiesen de punta. No era capaz de distinguir cuántos eran, pero cada vez aumentaban y se estaban acercando rápidamente. Podía escuchar con claridad chasquidos en la maleza cercana mientras unas sombras borrosas se acercaban hacia donde estaba. Con un último esfuerzo, dio un pequeño salto y consiguió agarrarse con las dos manos a la rama. Pero sus pies resbalaron en el esfuerzo quedando Záril colgando de ella. Podía escuchar, con claridad, a las criaturas debajo del árbol, rozando con sus zarpas la corteza del árbol saltando con fuerza intentando morderle las piernas. El tiempo pareció detenerse en el momento en que le fallaron las manos a Záril, en un segundo pasó toda su vida por delante: recordaba con total precisión cuando su cuerpo de krisal se materializó en la laguna sagrada, a su maestro Dariel ayudándole a salir del agua, a todas las vidas que había vivido en los portales multidimensionales con su maestro, sus largas horas de estudio en su querida biblioteca, sus prácticas interminables de magia, sus juramentos diarios y, sobre todo, los magníficos eternios y ese gran futuro, como inmortal, que la vida le había arrebatado en el último momento. Mientras notaba cómo su cuerpo caía hacia la oscuridad del bosque, sabía que era el final.

    4. EL DESAFIÓ DEL GUARDIÁN

    Desde la montaña del templo se podía ver una imagen de increíble belleza. El sol saliendo del mar, como si realmente hubiese pasado la noche en las profundidades del mismo. Los rayos iban poco a poco calentando el agua del mar y las playas a los pies de la montaña del templo, llenando el aire con una suave brisa de sal, ocle y arena. Un día realmente hermoso en medio de la paz de la naturaleza que Senia estaba disfrutando con todo su ser. Habían sido muchos los años que había entrenado muy duro, diariamente, para conseguir llegar al estado que le había enseñado su maestra: que en esta vida no puedes controlar la realidad (siempre en continuo movimiento), pero sí la forma en la que esa realidad afecta a tu vida. Siendo el control de los sentimientos la base de los guardianes del templo, cuyo blasón es el árbol sagrado y el lema: «Controlar tus sentimientos es controlar tu vida». Una suave palmada en el hombro hizo que la joven volviese a la realidad, los dos estaban en la fuente mágica y el guardián había terminado de llenar dos barriles de agua que pesaban exactamente lo mismo que la joven. Ahora Senia tenía que cargar con ellos hasta el templo sin que se le cayese una gota de agua y consiguiendo que, al final del trayecto, el agua fuese agualuz (la que genera un profundo sentimiento de amor universal). Ren le pasó una vara larga para que pudiese colgar los dos barriles y esperó hasta que la estudiante estuviese lista, con los dos barriles en perfecto equilibrio.

    —Ya estoy lista, Ren —confirmó la joven. Y dando un pequeño primer paso, comenzó la ascensión. El guardián iba junto a ella, ajustando su paso al de la aspirante. El camino estaba lleno de guardianes (ya que los estudiantes no podían asistir a la ceremonia) que se habían congregado para asistir al gran acontecimiento. Distanciándose de tal manera que ocupaban todo el camino y recitando ceremoniosamente el lema de la orden cuando Senia pasaba por delante de cada uno de ellos El sol estaba alcanzando su punto más álgido y la joven podía sentir el calor de las piedras del camino reverberando hacia su cuerpo. La brisa marina ya no llegaba a estos tramos del camino y el cuerpo de la aprendiz estaba totalmente empapado por el esfuerzo. Las piernas temblaban levemente del esfuerzo continuado y los hombros los tenía inflamados por el gran peso del agua. No obstante, su mente se mantenía tranquila, concentrándose solamente en el siguiente paso, como le había enseñado su maestra. Su respiración estaba perfectamente controlada, para optimizar el gasto energético y enviar el suficiente oxígeno a sus músculos para seguir subiendo. Cada pequeño paso era un acto de total concentración, al mismo tiempo que su mente construía un fuerte sentimiento de amor hacia todo y todos. El mar, el cielo, el sol, la naturaleza, los habitantes de los siete reinos, incluso los de Eternal. El camino se hacía cada vez más sinuoso, por lo que tuvo que recortar el paso y en algunos casos girar suavemente los barriles para sortear las ramas de algún que otro árbol.

    Comenzaba a ponerse el sol y Senia podía distinguir con claridad las esferas del templo acercándose cada vez más, habían encendido las antorchas en el edificio y se podía ver con claridad a la maestra con el resto de los guardianes esperándola a las puertas del

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