Doble Filo
Por Carlos Rubio
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Basada en un hecho real sucedido en la ciudad de La Habana a finales de los años 40s(el asesinato de una prostituta llamada Lola a manos de uno de sus amantes), la novela Doble Filo nos conduce a través de sus páginas hasta este violento suceso.
La mayor parte de la novela está narrada en primera persona, desde el punto de vista de otro de los amantes de Lola, un abogado prominente cuya relación con ella comenzó cuando él era aún estudiante universitario. Un narrador omnisciente nos ofrece, en tercera persona, episodios de la niñez de Lola, los cuales hacen relucir su personalidad egoísta y caprichosa. Las conversaciones telefónicas entre dos de las vecinas de Lola –amas de casa que cultivan el arte del chisme— ofrecen al lector una tercera interpretación de esa misteriosa mujer.
Pero Doble Filo va más allá de la vida de Lola. Es un texto que explora minuciosamente la obsesión de un hombre por una mujer, obsesión que se impone por sobre todo lo que es importante en su vida, que lo conduce a una traición total, hasta convertirla a ella en el centro de su universo.
Carlos Rubio
CARLOS RUBIO was born in Cuba and came to the United States in 1961. After finishing high school, he attended Concord College and West Virginia University. A bilingual novelist, in Spanish he has written Saga, Orisha and Hubris. In 1989 his novel Quadrivium received the Nuevo León International Prize for Novels. In English he is the e author of Orpheus's Blues, Secret Memories and American Triptych, a trilogy of satirical novels. In 2004 his novel Dead Time received Foreword's Magazine Book of the Year Award. His novel Forgotten Objects was published by Editions Dedicaces in 2014. Since then he has completed two Spanish-language works, Final Aria and Double Edge. The latter was a finalist in the International Reinaldo Arenas Literary Contest and was subsequently published by Ediciones Alféizar in 2019. His latest book is entitled The Successor. CARLOS RUBIO was born in Cuba and came to the United States in 1961. After finishing high school, he attended Concord College and West Virginia University. A bilingual novelist, in Spanish he has written Saga, Orisha and Hubris. In 1989 his novel Quadrivium received the Nuevo León International Prize for Novels. In English he is the e author of Orpheus's Blues, Secret Memories and American Triptych, a trilogy of satirical novels. In 2004 his novel Dead Time received Foreword's Magazine Book of the Year Award. His novel Forgotten Objects was published by Editions Dedicaces in 2014. Since then he has completed two Spanish-language works, Final Aria and Double Edge. The latter was a finalist in the International Reinaldo Arenas Literary Contest and was subsequently published by Ediciones Alféizar in 2019. His latest book is entitled The Successor.
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Doble Filo - Carlos Rubio
UNA HISTORIA DUDOSA Y ENVUELTA EN EL MISTERIO
LOLA ERA UNA PROSTITUTA de La Habana y la mató uno de sus amantes. No pudo soportar que fuera tan puta y le clavó un puñal en el pecho. El suceso se produjo a las tres de la tarde y su victimario, que dicen era médico, pensó que el crimen sólo ocuparía dos líneas en los titulares de la prensa capitalina de la tarde.
Pero se equivocó y no se sabe porqué el presidente de Cuba Ramón Grau San Martín, en un discurso casi al término de mandato en 1948, miró su reloj y dijo ¡Coño las tres de la tarde! La hora en que mataron a Lola
. Y la frase quedó acuñada para siempre en la memoria popular de los cubanos y no hay oriundo de esa hermosa tierra que no sepa a la hora que ultimaron a la susodicha.
Incluso una conocida canción evoca el hecho. Eran las tres de la tarde/ cuando mataron a Lola/ y dicen los que la vieron/ que agonizando decía/ yo quiero ver a ese hombre/ que me ha quitado la vida/ yo quiero verlo y besarlo/ para morirme tranquila.
A PESAR DE TODAS MIS minuciosas investigaciones, no he logrado encontrar más información sobre Lola u otros detalles de este violento suceso. ¿Quién era? ¿Tenía familia? ¿Qué circunstancias la condujeron al tipo de vida que llevaba? Lo único que sabemos con certeza es que vivía en la esquina de Nueva del Pilar y Belascoaín, y la hora de su trágico final. La fecha exacta se desconoce. Su vida será siempre un misterio.
No queda otra alternativa sino recurrir a la imaginación, ya que ésta permite hacer conjeturas sobre la infinidad de permutaciones temporales que precipitaron los hechos. Aquí ofrezco mi propia versión, una de las muchas posibles, sobre la vida de Lola. Es una versión personal, vista a través de los ojos de un hombre que fue uno de sus más fieles amantes por muchos años.
Carlos Rubio
I - SU RECUERDO
Hoy es el día más triste de mi vida. Afuera nada ha cambiado; desde el amplio ventanal de mi despacho, como de costumbre, puedo percibir claramente el ir y venir de los transeúntes rumbo a su trabajo, el suave vaivén de los almendros obedeciendo dócilmente los caprichos de la brisa tropical y el trinar de los ruiseñores al regresar a sus nidos. De vez en cuando, interrumpiendo el fluir natural de la mañana, se oye el pregón de los frecuentes vendedores ambulantes -–ensalzando las virtudes de sus variados productos—que desde temprano montan guardia en el parque central. Una vendedora de flores acomoda su tarima multicolor bajo la sombra protectora de la glorieta ubicada en el centro del parque.
Desde el fondo de la casa me llegan conversaciones difusas; reconozco la voz de mi esposa instruyendo a la sirvienta sobre las tareas para ese día. Nuestros dos hijos ya se han marchado al colegio.
Todos los días me levanto temprano, y después de desayunar con la familia, suelo leer el periódico y trabajar un par de horas en el despacho, antes de salir de casa hacia el bufete. Sí, reconozco que soy un hombre metódico, regido por horarios que me he impuesto a mí mismo. Algunos, y no sin razón, me tildarían de mañoso.
Inesperadamente las imágenes enmarcadas por el ventanal se hacen difusas. Me quito los lentes y busco en la gaveta superior un paño para limpiarlos, pero de inmediato me doy cuenta de que no es necesario. Sin quererlo mis ojos se han anublado de lágrimas rebeldes que resbalan escurridizas por mis mejillas, caen al vacío para entonces dejar pequeños círculos crecientes sobre el papel secante que cubre parte del escritorio. Cierro los ojos y enjugo las lágrimas con el pañuelo de hilo que llevo en un bolsillo interior del saco. Ha sido un momentáneo lapso de flaqueza que no he logrado controlar, pero afortunadamente estoy solo. Sé que debo estar preparado para el resto del día, para el resto de la vida; estoy consciente de que estos sentimientos perdurarán indefinidamente y me acompañarán hasta ese momento en que cierre los ojos por última vez.
Ya pasada la crisis, devuelvo el pañuelo a su escondite interior y abro los ojos. Sobre una esquina del escritorio descansa la edición matutina del diario que circula por toda la nación. En la tercera sección, casi como una nota al pie, se encuentra la noticia que tanto me ha afectado. Estoy seguro que para la mayoría de los lectores ha pasado desapercibida.
Crimen Pasional: El día de ayer, exactamente a las tres de la tarde, murió de una certera puñalada en el corazón, una joven residente del edificio ubicado en la esquina de Nueva del Pilar y Belascoaín. El presunto infractor ha sido identificado como un prestigioso galeno, residente de esta ciudad y quien actualmente se encuentra detenido. Hasta el momento no se han dado a conocer los motivos ciertos ni los sucesos que culminaron en tal tragedia.
Al volver a leer las escuetas líneas siento que un sudor frío se apodera de mí y que las manos me tiemblan, pero esta vez logro controlar mis emociones y contener las lágrimas. Es una carga de debo afrontar solo y sin ayuda; nadie conoce la relación íntima y clandestina que mantuve con la difunta por tantos años. ¿Por dónde empezar? Mi cabeza es un caos donde convergen los recuerdos de los encuentros secretos, las mentiras y subterfugios de los últimos diez años.
II - SU RECUERDO
Hoy es el día más feliz de mi vida. Afuera nada ha cambiado; desde el amplio ventanal de mi despacho, como de costumbre, puedo percibir claramente el ir y venir de los transeúntes rumbo a su trabajo, el suave vaivén de los almendros obedeciendo dócilmente los caprichos de la brisa tropical y el trinar de los ruiseñores al regresar a sus nidos. De vez en cuando, interrumpiendo el fluir natural de la mañana, se oye el pregón de los frecuentes vendedores ambulantes -–ensalzando las virtudes de sus variados productos—que desde temprano montan guardia en el parque central. Una vendedora de flores acomoda su tarima multicolor bajo la sombra protectora de la glorieta ubicada en el centro del parque.
Desde el fondo de la casa me llegan conversaciones difusas; reconozco la voz de mi esposa instruyendo a la sirvienta sobre las tareas para ese día. Nuestros dos hijos ya se han marchado al colegio.
Todos los días me levanto temprano, y después de desayunar con la familia, suelo leer el periódico y trabajar un par de horas en el despacho, antes de salir de casa hacia el bufete. Si, reconozco que soy un hombre metódico, regido por horarios que me he impuesto a mí mismo. Algunos, y no sin razón, me tildarían de mañoso.
No me creo un hombre malvado; trato de ayudar a quien puedo y jamás le he deseado el mal a nadie. Nada de lo sucedido ha sido ni mi invención ni mi responsabilidad; el destino ha continuado su marcha y estos hechos imprevistos –sin importar lo trágico que puedan ser— me han
liberado de la esclavitud en la que me había sumido por tantos años. Al pensar de nuevo en la tragedia, sin quererlo mis labios esbozan una leve sonrisa de triunfo. Inmediatamente me siento culpable y me controlo; ha sido un momento de debilidad que no he logrado reprimir. Afortunadamente estoy solo. Sé que debo estar preparado para el resto del día, para el resto de la vida; estoy consciente de que estos sentimientos ocultos perdurarán indefinidamente y me acompañarán hasta ese momento en que cierre los ojos por última vez.
De nuevo pienso en mi nueva situación: ya soy libre de su influencia y su control. Sobre una esquina del escritorio descansa la edición matutina del diario que circula por toda la nación. En la tercera sección, casi como una nota al