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Ellas y el marqués
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Ellas y el marqués
Libro electrónico222 páginas3 horas

Ellas y el marqués

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La España de los grandes vividores.

El Marqués de Figueruelo de la Pradera por la gracia del rey. Sus andanzas, sus socios, sus negocios al filo de la navaja. La España de charanga y no precisamente de pandereta, sino de euros conseguidos sin parar en barras. Esta novela no se basa en hechos reales... pero está cerca de ellos.

El gran hombre, como todo humano, tambien tiene su canción triste.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento2 abr 2018
ISBN9788417426569
Ellas y el marqués

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    Ellas y el marqués - Enrique Rodriguez Gomez

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.

    Ellas y el marqués

    Primera edición: abril 2018

    ISBN: 9788417382377

    ISBN eBook: 9788417426569

    © del texto:

    Enrique Rodríguez Gómez

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España — Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    1

    La Universidad Católica de Salamanca es considerada por los salmantinos como un colegio, claustro, o seminario para ricos. Esto no debía ser así, ya que en la ciudad castellana no hay tantas familias ricas como para llenar tan insigne corporación y los foráneos tampoco son tantos, pero si es cierto que despide un aroma de elitismo, que no posee la Universidad Estatal, a pesar de que esta tiene gran fama y predicamento.

    A la Universidad Católica llegan muchos estudiantes, que no consiguen plaza en universidades públicas, niñas y niños de papá y vocacionales de las carreras religiosas, como Derecho Canónigo o Teología. La admisión es mucho más lasa que en la Pública, aunque luego los ochavos a pagar son más; todo sea para loor y gloria del Señor y sus empleados en la tierra.

    Y en ese templo del saber acaba de lograr su licenciatura en Filosofía, a pesar de sus escasas aptitudes para el estudio, Rubén Pérez Sánchez, que de entrada no dice nada, pero que es nada menos que el único vástago y por tanto heredero de Faustino Pérez González, que tampoco dice gran cosa, hasta que no se añade Marqués de Figueruelo de la Pradera. El recién licenciado tenía veintiséis años. Desde los diez y siete a los veintiuno, o sea desde que acabo el bachillerato, hasta que se matriculó en la Universidad Católica, había andado «por ahí». Es decir había estado haciendo el zángano y persiguiendo muchachas. Las ventajas de tener un padre y una madre ricos y despreocupados por lo que hiciera o dejara de hacer su hijo.

    El Marqués de Figueruelo de la Pradera, título concedido por el Rey Emérito en sus tiempos de Rey Jefe del Estado, es algo bruto en sus formas, tampoco en sus decires es precisamente un docto hablante. Culto… culto, tampoco lo es mucho, por mejor decir no lo es nada. Pero ¡ah! rico es muy rico y ya se sabe que los denarios abren puertas, derriban murallas y soslayan dificultades. Era y sigue siendo muy campechano; casi siempre con un cigarrillo, a veces encendido, a veces apagado, yendo de lado a lado en la comisura de sus labios. Negocios tenía y sigue teniendo varios, en realidad muchos. Se le conoce como «Faustino el construcciones», pero, ni mucho menos, se ha dedicado solo a construir; se le podía denominar de más maneras por la diversidad de sus empresas.

    Muchos hombres de negocios y el marqués lo era en grado superlativo, suelen meterse en «eso de la construcción». Él no fue menos y fundó «Promociones Figueruelo»; la tierruca tiraba y poner el nombre de su pueblo en el mapa nacional le hacía ilusión. Comenzó su actividad con unos chalecitos en el Cubo del Vino, pueblo cercano a Zamora. Nada del otro mundo, ya que no dejaba de ser un principiante en el negocio. Poco después se inició en Salamanca, con la rehabilitación de unas cuantas casas en la zona monumental.

    Empieza construir en el País Vasco y lo hace en Bilbao, Baracaldo, Durango, Éibar, Ermua, Amorebieta y Zorroza. Casi al mismo tiempo hace lo propio en Barcelona y Badalona y poco después en Reinosa, Medina del Campo, Zamora y Valladolid. También unas casitas en Arcos de la Sierra, en la provincia de Cuenca y en Colmenar Viejo, población cercana a Madrid.

    En Madrid construye un magnífico edificio en la Cuesta de Santo Domingo, que se quedó el propio Faustino, para convertirlo en un bloque de despachos, oficinas y gabinetes, con destino al alquiler. A la vez en Salamanca edifica una manzana entera en el Barrio Garrido y ochenta viviendas de lujo en pleno centro de la ciudad. Acto seguido setenta en la avenida de Torres Villarroel y nada menos que cien en un enorme edificio, que colindaba con tres calles al lado de la Plaza de Gabriel y Galán. Lleno de amor provincial por Salamanca, también por la plata, nuevos bloques de viviendas con la marca de Promociones Figueruelo se erigieron en Béjar, Vitigudino y Villarino de los Aires y como al desgaire, unos chalés en Pereña de la Ribera, localidad cercana a Vitigudino, dieron vida al paisaje; tampoco era cuestión el no dar salida a los materiales sobrantes de otras construcciones. Culminó su periplo charro con tres bloques de viviendas en su Figueruelo de la Pradera y en este su pueblo también edificó un auditorio para quinientos espectadores, que solo ha visto una actuación, la del grupo sinfónico «Soledades», extraña premonición, que tuvo lugar en la fecha de su inauguración, quedando luego para que los niños del colegio, que se ubicaba enfrente, representaran obras para ellos y sus señores papás. Después un polideportivo, con un pabellón de deportes, que albergaba una piscina climatizada, una cancha para baloncesto, balonmano y futbol sala. Anexo al pabellón un campo de futbol. Este polideportivo se bautizó con el nombre de «Darío Piñeiro» en honor al alcalde de Figueruelo de la Pradera.

    A todas estas construcciones y promociones había que añadir el que en el Polígono Industrial de Figueruelo de la Pradera, dos de cada tres edificios, que albergaban las industrias allí instaladas, tenían el sello de Faustino Pérez y su Promociones Figueruelo. Pero el orgullo del Marqués de Figueruelo llegó a su máxima expresión con la edificación de la urbanización Nueva Luz y en ella, como mascarón de proa, la gran mansión Villa Helmantica, donde se instalaron los marqueses. Cercano a Nueva Luz edificó un hotel, el hotel «Estadio», del que era y sigue siendo propietario el señor marqués.

    Pero faltaba la guinda del pastel: en el lado oeste de Nueva Luz se levantó «Piscinas Nueva Luz». Una pileta olímpica, otra circular de grandes dimensiones y una tercera infantil, un merendero, un restaurante con cafetería aneja y un gimnasio magníficamente dotado se alzaron orgullosos. Este complejo sería explotado por Faustino Pérez y desde su nacimiento fue una sólida fuente de ingresos, incluso durante el invierno. Cuando las piscinas cerraban, el gimnasio y el restaurante seguían funcionando a buen ritmo.

    Parte de los grandes beneficios que obtiene Faustino con las edificaciones de Promociones Figueruelo y con las construcciones en el Polígono, son invertidos por este para hacerse con un cuarenta por ciento de acciones de una gran empresa eléctrica: «Eléctricas Otero», que opera no solo en España, sino también en Europa y en el Golfo Pérsico. Se convierte en accionista de referencia y es elegido presidente del consejo de administración. Poco después esta eléctrica cambia de ubicación y se afinca en el Polígono de Figueruelo, construida por Promociones Figueruelo, que obviamente obtiene los beneficios correspondientes al construirla.

    Al mismo tiempo en el Polígono se instala una fábrica de calzados: «El Tigre». Promociones Figueruelo es la constructora que se hace cargo. Faustino no pasa factura, porque llega a un acuerdo y cambia lo que ha de percibir por el diez y ocho por ciento de las acciones de esta sociedad anónima. Con ese porcentaje accionarial pasa a ser consejero. Calzados El Tigre era una fábrica importante, que exportaba a toda Europa y sus ejecutivos quisieron cambiar Elche por Figueruelo de la Pradera. La fábrica de la población alicantina se había quedado pequeña. Las condiciones del Ayuntamiento de Figueruelo habían sido mejores que las de otros posibles emplazamientos.

    Con todos estos movimientos Promociones Figueruelo se convierte en una empresa constructora del mismo nivel que las más importantes de España. Si se valoraba que el Polígono de Figueruelo fue construido en gran parte por Promociones Figueruelo, pocas constructoras podían hacerle sombra. Además el Polígono fue la locomotora que tiró de Promociones.

    Pero Faustino quería diversificar y decidió hacerse con una finca semiabandonada cercana a la frontera con Portugal. Nada menos que dos mil cien hectáreas en desuso por disputas entre los cinco propietarios, todos familiares, que la habían recibido en herencia y que no se ponían de acuerdo en venderla o intentar hacerla productiva. Cada uno de los propietarios era dueño de una casa en la finca, y todos ellos eran copropietarios del pequeño cementerio y una no menos pequeña ermita, que se encontraban dentro del predio. Pero tanto las casas como la ermita y el cementerio, teniendo en cuenta que su estado era deplorable, necesitaban considerables trabajos de rehabitación. Los cinco propietarios, dos hermanos y tres primos de esos hermanos, eran gente de ciudad con sus trabajos y sus vidas, por lo que rehabilitar «La Aurora», amén de lo costoso que resultaría, no era para ellos algo prioritario.

    Eso era un problema menor para el Marqués de Figueruelo. Se distraen unos materiales de las obras que se están ejecutando en el Polígono. Unos obreros y unos peones de esas obras se dedican a dejar «La Aurora», así se llamaba la finca, presentable. ¿Qué se tiene que desplazar maquinaria? Por unos días no pasa nada: se desplaza. En definitiva que a Faustino le saldría casi gratis cambiar la fisonomía de «La Aurora».

    Las cinco casas de «la Aurora» no tienen ni luz eléctrica ni baños. El agua se recogía de lo que caía de los tejados o se iba buscar a un manantial, que estaba en el centro de la finca. El invierto era duro, muy duro. El viento rugía alrededor de ellas, ya que no tenían defensa por ningún lado. Las velas y los candiles de carburo eran toda la iluminación de que disponían las viviendas. No había carreteras asfaltadas, sino caminos polvorientos en verano y embarrados en invierno. El abandono en toda la heredad propiciaba la crecida de matorrales y malas hierbas. Animales de toda especie habían tomado posesión de aquel lugar. Jabalíes y zorros compartían terreno con ratones, ratas, bastardos, o lagartos. Las aves de presa perseguían palomas y otras aves. Pero donde todo era desolación Faustino veía ganancias; dos mil cien hectáreas eran muchas hectáreas, nada menos que veintiún kilómetros cuadrados que podía dedicar a la cría de ganado y a cultivos. Imaginaba las casas rehabilitadas y la pequeña ermita y el minúsculo camposanto convertidos en artísticos monumentos.

    Los que conocían a Faustino podían describir lo que su instinto le decía cuando se embarcaba en algo. Se trasformaba, pero nunca se aceleraba. Se convertía en un hombre tan tranquilo como eficaz. Entendía que no apresurarse era importante, pero sin roncear. Siempre había que saber jugar con los tiempos. Un lema suyo era: «en cada momento cada cosa» y pensaba que con la testosterona no se ganaban premios Nobel. Prestaba atención a todos los entornos y terminaba deduciendo que nada era imposible. Tiempo atrás había leído una pequeña historia que le marcaba el camino:

    Frank O´Connor, escritor irlandés, contaba en un libro escrito por él, que cuando era niño; un día él y sus amigos caminaban por la campiña, querían llegar a un lugar que le habían dicho que era hermoso. Al llegar a un huerto unas altas tapias parecían impedirles seguir su camino. Se despojaron de sus gorras y las lanzaron por encima de esos muros, tendrían que ir a por ellas; así no tuvieron más opción que superar las tapias. El muro que significaban esos cinco propietarios parecía difícil de sobrepasar, pero Faustino ya había arrojado su gorra.

    Faustino entendía, que si los cinco propietarios hacían un frente común las dificultades para conseguir comprar «La Aurora» serían mayores. Habría que abrir una brecha entre ellos y diseñó un plan que demostró que imaginación no le faltaba.

    Un gestor de fincas, contratado por Faustino para que se encargara de la posible compra de «La Aurora», se puso en contacto con la familia Galván, que ese era el apellido de Luis e Ismael, hermanos, y Jorge, Alipio y Aurora, primos de aquellos y entre ellos; la heredad «La Aurora» tomaba el nombre de la tatarabuela de esta última—. Faustino le había dicho que hiciera una oferta de compra y que en ella propusiera a uno de los dos hermanos pagarle el doble de la cantidad que a los otros cuatro propietarios. En esencia lo que hizo fue muy simple: aplicar una sencilla estratagema, que obtuvo el resultado esperado. Cuando Luis Galván habló con su hermano y se comunicaron entre ellos la recepción de la oferta, la sorpresa fue mayúscula. Ismael no podía creer, que siendo dueño de la quinta parte de la finca, igual que Luis, propietario de una casa, también igual que Luis, la parte de la ermita y el pequeño cementerio, lo mismo que Luis; a este se le ofreciera el doble. Puesto en contacto con sus tres primos el pasmo y estupor fue enorme; solo Luis recibiría el doble que los otros cuatro.

    —Tú has negociado esto —le dijo una enfadada Aurora a su primo Luis.

    —No es verdad. Yo no he hecho nada.

    El posible frente común saltando por los aires. Luis empezó a darle vueltas a la idea de vender su parte y el debate se trasladó, no a si se vendía o no, sino en por qué a Luis se le ofrecía algo tan distinto a los otros. En realidad Faustino propuso a Luis Galván lo que hubiera planteado a todos. Unos días más tarde el Marqués de Figueruelo se hacía con la propiedad de «La Aurora», pagando a todos por igual con la oferta que le había hecho a Luis. Dos largos años se necesitaron para rehabilitarla, lo más complicado fue hacer llegar el agua desde un riachuelo hasta la heredad. Cuando transcurrieron esos dos años «La Aurora» se convirtió en uno de los mayores latifundios agrícola— ganaderos de España. Faustino arrendaba la finca por parcelas y en ellas el ganado lanar, vacuno y porcino de distintos dueños tuvo su cobijo. Las cinco casas fueron rehabilitadas y también se arrendaban. A «La Aurora» no le faltaron clientes.

    En el año 2006 en Figueruelo de la Pradera se construye un centro de salud, que, para atender a unos veinte mil habitantes del propio pueblo y adyacentes, reunía las mejores condiciones de toda la provincia. Era un soberbio edificio de tres plantas, al que no le faltaba un detalle. Las mejores habitaciones para las guardias de los facultativos y enfermeras. Superiores consultas y salas de espera. Piedra de Villamayor de la mejor calidad en su fachada, que parecía invitar a enfermar solo para llegar ante ella. Y un pequeño detalle: un presupuesto colosal, que se convirtió al final en más del doble de lo inicialmente estimado; todo fuera por la salud de los figuerenses y los de los pueblos aledaños. Este impresionante edificio además batió un record: Faustino entregó al alcalde Piñeiro el diez por ciento de lo cobrado. La broma estribaba en que el Ayuntamiento pagaba, Promociones Figueruelo cobraba y de lo cobrado, el diez por ciento se lo entregaba al alcalde de ese Ayuntamiento; interesante cuadratura de un círculo. Y no fue la primera, ni la última vez, que esta situación se repitió. La misma maniobra ya había sido ejecutada, cuando se construyeron el Auditorio y el Polideportivo y se repetiría en el momento en el que, el faraónico edificio del Ayuntamiento sustituyera al que existía en el presente, pero eso ocurrió años más tarde.

    La actividad de Promociones Figueruelo tuvo su final —aunque reaparecería años después en una sola ocasión—, con la edificación de un bloque de viviendas en Puig d´en Valls, localidad ibicenca, y una urbanización en Puerto del Rosario, la capital de Fuerteventura. El qué el estado de salud de su arquitecto jefe, Juan Conde, que lo había sido de todos y cada uno de los proyectos, no fuera bueno y que el señor Marqués, dicho en lenguaje coloquial, estuviera forrado, fueron las claves para el final de la actividad constructora de Faustino Sánchez. El hecho se produjo en el año 2007 y con esta decisión tuvo suerte ¿o acaso fue intuición? No sufrió la crisis de los años 2008 y siguientes. El final de su actividad constructora en absoluto frenó otras tareas. En los años duros que se avecinaron su fino olfato para los negocios le permitieron hacerse más fuerte.

    Una inmensa finca lindando con la frontera portuguesa. Una empresa eléctrica de las más importantes de Europa, Viviendas construidas por Promociones Figueruelo en media España y el más importante constructor en el Polígono de Figueruelo. Una agencia de viajes. Accionista mayoritario de una compañía de transportes de mercancías, también

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