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Los días que ni a Dios le salían las cuentas
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Los días que ni a Dios le salían las cuentas
Libro electrónico207 páginas3 horas

Los días que ni a Dios le salían las cuentas

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Y Dios bajó a la tierra. Humor ácido sobre ¿las dos Españas?

Si Antonio Machado viviera hoy no podría decir que una de las dos Españas le helaría el corazón. Tal vez escribiría que una de lasdiez, doce o quince Españas le helaría ese corazón.

El autor de esta novela, o acaso ensayo, en clave irónica trasmite en tiempo real el sainete en que han convertido los políticos españoles la XII legislatura. Naturalmente todo lo hacen por el interés general, y el bien de España, pero Jesús Nazario de María protagonista de esta historia no acaba de ver que eso sea cierto y revestido de su divinidad busca una solución.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento9 ene 2017
ISBN9788491129868
Los días que ni a Dios le salían las cuentas

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    Los días que ni a Dios le salían las cuentas - Enrique Rodriguez Gomez

    A Modo de introducción

    Este que les habla, o más propio este que escribe, ha publicado el libro Canciones entre líneas; una serie de relatos breves en uno de los cuales : 0rfelina el obispo el cura y la Santísima Trinidad, se relata como Dios vino a la tierra, a la ciudad de Salamanca, a resolver un conflicto, que naturalmente resolvió, que para eso es Dios, y que terminó enamorado de la bella ciudad helmantica, si es que la divinidades se pueden enamorar, pero qué en todo caso la experiencia le resultó satisfactoria.

    Ahora en España, donde; por si algún lego en la materia no lo sabe se le dice ahora: Salamanca es una ciudad de España; hay un barullo considerable por mor de unas elecciones, que han tenido que repetirse por un quítate tú, que me pongo yo, dando un resultado que a lo peor deriva en unas terceras elecciones y estas en una cuartas, y es posible que el resultado hagan nacer unas quintas, que los humanos somos muy brutos y cuando nos ponemos a hacer gansadas las hacemos en serie.

    Así que la Santísima Trinidad decidió enviarse en su Segunda Persona a Salamanca en forma humana, por estar más cerca y no tener que hacer esfuerzos suplementarios, porqué hasta Dios se cansa a veces y son ya muchos siglos de andar resolviendo problemas desde tan lejos; al fin y al cabo a Adán y Eva los primeros zoquetillos que le crearon dificultades, los tenían a mano, mismamente en el propio Paraíso, pero Afganistán estaba lejos, África también, esos ingleses que andan con una cosa que llaman Brexit tampoco caen a mano, y los canallas que dejan morir congéneres en el Mediterráneo tampoco les pillan cerca, solo por citar algunos casos, que hay muchos más.

    ¿Y por qué a Salamanca y no a Madrid donde se cuecen estas habas? Cosas de Dios, o le gustó su vivencia anterior, en todo caso si hay que ir a Madrid se va, o bien en el rápido Alvia, o simplemente yendo sin más como una rayo de luz; esto es un pequeñísimo milagro para la Segunda Persona de la Trinidad, que no se olvide que todo lo puede.

    Este que les habla o más propio que les escribe, no va a llamar a Mariano Rajoy o a Pedro Sánchez, de forma distinta; Felipe VI es Felipe VI, el ínclito periodista Marhuenda, es Francisco Marhuenda, Ana Pastor es la sagaz periodista y su enlutado compañero Antonio García Ferreras, el director de Al rojo vivo. Hay otra señora Pastor de nombre Ana, casualidad, presidenta del Congreso de los Diputados. La señora que destapó la trama Gurtel es Esperanza Aguirre, por citar alguno ejemplos y prometo ser respetuoso, pero aviso: antes de bajar a la tierra Dios se personó, en mi casa, concretamente fue la Tercera Persona, la que tiene forma de paloma y me dijo que escribiera según mi leal saber y entender, pero que si algún aludido se metía conmigo se lo dijese, que su ira bíblica caería sobre él o ella, ya lo he avisado, así que empiezo.

    1

    En la calle Alfonso de Castro, justo en la trasera del Corte Ingles que ocupa lo que en tiempos fue el cuartel de caballería de Salamanca, se encuentra la pequeña agencia inmobiliaria: el Charro, cuyo nombre ha sido tomado en honor de Julián Sánchez el Charro ilustre guerrillero que se fajó con furia y denuedo en la guerra de la Independencia y que daba nombre al cuartel que ahora ha trocado en un Corte Inglés . La inmobiliaria se ubica en un local pequeñito en el que Pilar, a la que llaman Piluca, se basta y sobra para atender a la no mucha clientela. Piluca es hija de los dueños, Marisa y Ángel, pero la joven despierta y con su licenciatura en empresariales, no los necesita, ella puede sola.

    Piluca está esperando un cliente al que ha de entregar las llaves de una vivienda que ha alquilado en la calle Rodríguez Fabrés. Serán dos o tres meses los que un ciudadano que se llama Jesús Nazario de María vivirá en ella. Nazario y de María son apellidos, pero leído todo seguido a Piluca le produce una risa floja, ya que ni buscados a propósito tales patronímicos serían más chocantes. El caballero es, según el mismo le había relatado en conversación telefónica, un profesor que viene a Salamanca a algo relacionado con unas charlas en unos cursos de verano de la Universidad salmantina.

    Piluca espera basándose en el nombre, lo que no deja ser un augurio sin nada que lo asevere, a un cascarrabias vejete y pesado, eso sí con buen dominio de idiomas, porque según le relató los cursos tenían como destinatarios a estudiantes de varias nacionalidades; vaya que sería un pesado y aburrido erudito.

    Jesús Nazario de María, llega a las puertas de la inmobiliaria, mascullado como Dios puede mascullar, es decir de forma bondadosa, Le molesta andar de humano, haciendo cosas de humano, cuando no deja de ser la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Podía haberse metido sin más en esa casa, entrando como un rayo de luz, o directamente no tener casa y pasar el tiempo en cualquier sitio, un tejado mismamente, en forma de un ratoncillo o de rayo de luz, y tomar la apariencia humana cuando menester fuese, pero la Tercera Persona, la que tiene forma de paloma, en realidad de palomo, había insistido en que salvando situaciones que surgieran, hiciera vida de terrícola normal por aquello de vivir mejor la experiencia.

    —¡Oh, demonio, es decir Lucifer….siempre quieres complicar las cosas! Bien comprendo amada Segunda Persona que puedes usar todo tu poder si es necesario, pero trata de hacer vida normal de una persona.

    —Te recuerdo que hace más de dos mil años terminó mal aquello de ser persona.

    —Esto va ser más fácil, un milagrito o un par de ellos de nada y vuelta al Paraíso.

    —No se… no sé, y eso que yo lo es todo, los panes y los peces fueron muy fáciles comparados con arreglar este desaguisado.

    La Primera Persona sonreía tras su espesa barba blanca, nunca había interferido en los desacuerdos de las otras dos Personas de la Trinidad, le divertían. San Pedro que andaba por allí se acercó y mirando a Dios Espíritu Santo le dijo:

    —Ni siquiera a millones de kilómetros de distancia os ponéis de acuerdo y eso que sois solo uno a pesar de ser tres.

    —Pedro no te insubordines —le atajó Dios Padre que te dejo sin vino.

    La Segunda Persona sonrió allá abajo: dejar a Pedro sin vino era un castigo demasiado severo. Claro que Dios Padre no iba a hacer tal cosa, pero Pedro, por si acaso, dio media vuelva y se fue a escuchar a un coro de monjas que interpretaba el Mesías de Haendel, eso sin olvidar de llenar su vasito de buen y oloroso vino.

    En estas estaban cuando Jesús Nazario de María empujo la puerta de la agencia y Piluca aún sin querer respingó de forma visible. No era precisamente aquel hombre un vejete desteñido, más bien era el hombre que a la joven le pareció el más atractivo que había visto nunca. La propia Segunda Persona lo vio y mando un pensamiento hacia arriba:

    —Ya os dije que no nos pasáramos en el aspecto.

    Teresa de Jesús que acababa de escuchar el Mesías de Haendel que cantaban las monjitas llegó ante las dos Personas que observaban desde las alturas del Paraíso preguntó:

    —¿Qué hace Dios Hijo por ahí abajo?

    —Una misión —contestó Dios Padre.

    —¿En Salamanca? Ya sabes Dios mío que yo conozco bien esas tierras

    —Si por allí anda.

    —Pues le habéis mandado muy bien hecho, se lo van a comer las mozas.

    —Teresa más respeto.

    La buena santa se marchó murmurando que el género masculino, Dios incluido, tenía poca sesera.

    Piluca observó al recién llegado con algo cercano al embobamiento. Sus hermosos ojos negros, su cabello igual de negro cayéndole lacio hasta la mitad del cuello, con unas hebras blancas aquí y allá. Su mentón firme, con una ligera perilla también blanca y perfectamente recortada. Manos largas y cuidadas. Jesús Nazario de María la observaba a ella esperando que aquel reconocimiento terminara cuanto antes.

    —Bien señorita aquí estoy —lo que faltaba esa voz. Piluca cada vez estaba más turbada.

    Rio tontamente. Junto las manos y miro los papeles que tenía delante.

    —Bueno. Ya le tengo todo preparado señor Nazario. Por su parte ya he recibido la fianza, que por el tiempo que va a permanecer en Salamanca, creo yo que cubrirá toda su estancia— .Abrió el cajón de arriba de su mesa y le entrego unas llaves: esta es la del portal y está la de la puerta del piso. Yo tengo otro juego por si hay algún problema. ¿Me permite por favor su DNI?

    —No tengo, no soy español. Lo que si tengo es pasaporte.

    —¡Ah! Es cierto; perdone me despisté —Esa voz ¿seguro que ese hombre tendría alguna imperfección?

    —Bien esta todo en orden —volvió a hablar Piluca—¿Sabe dónde está la calle Rodríguez Fabrés?

    —No, pero no se preocupe la encontraré.

    —¿Tiene coche?

    —No buscaré un taxi.

    —Hagamos una cosa —le interrumpió ella— Tómese un café o algo en el bar de al lado, mientras acabo un par de cosas que tengo que hacer y le llevo yo.

    —No. No se moleste.

    —No es molestia ya casi es hora de cerrar, por diez minutos antes no pasará nada. Yo le llevo y le enseño la casa.

    El camino de la agencia a la vivienda fue para Piluca una experiencia cercana a lo increíble ¿puede alguien enamorarse, y de que aquella manera, en un instante? La respuesta fue sí. Jamás había experimentado semejante sensación. Creyó estar en el séptimo cielo y sintió algo que nunca había sentido. Jesús Nazario percibió lo que ocurrirá. Posiblemente habría problemas. Tendría que pechar con ello.

    2

    Amanecía cuando la Segunda Persona se levantó de la cama. Se duchó cosa que no tenía por qué hacer ya que de un plumazo o más bien de un solo pensamiento quedaría libre de cualquier suciedad, que para eso era omnipotente, pero había decidido emular lo más posible a los humanos. Cuando tantos siglos atrás anduvo por Judea, salvo los milagros, se puso al día sobre las costumbres de aquel entonces, así que trataría de hacer lo mismo cuantas más veces pudiera. Claro que esperaba que en esta ocasión no decidieran hacerle lo mismo a él que en el pretérito.

    Luego se sentó en el tresillo del salón y puso en marcha la televisión y como el mando le haría levantarse o hacerlo venir al vuelo se limitó a pensar:

    —TVE.

    El canal apareció como por encanto, pero no había nada de interés, era demasiado temprano y la apagó con otro pensamiento. Dudó que ropa ponerse y decidió vestir un camisa clara y un pantalón azul. Pensó en ello y quedo vestido. No tenía ninguna ropa en ningún armario, pensaba que quería y dicho y hecho. Fue hasta su habitación y se observó en el espejo del armario.

    —Vaya no está mal —se dijo

    —Hijo mío más modestia —la voz de la Primera Persona sonó dulce como siempre

    —Es que me veo bien.

    —Nos vemos, que estás por las tres Personas.

    —Cierto Padre…cierto. Intentaré no olvidarlo.

    Mientras estaba cavilando sobre esta España sumida en una auténtica chirigota política la Segunda Persona discurría también sobre las muestras de salvajismo vengativo que el español ¿cómo buen latino? era capaz de manifestar sin que al parecer nadie pusiera en su sitio a los salvajes. La muerte de un torero en la plaza había hecho emerger a los antitaurinos los que amaban a los animales, pero también a que no amaban a nada ni a nadie. Dios no metía a todos en el mismo saco, a los que llenos de odio manifestaban ¿en defensa de un animal? ¿Es que los seres humanos no eran también animales? con los que con argumentos honestos protestaban de lo que consideraba la fiesta taurina como algo a eliminar. Se unían los que en su tiempo le hubieran crucificado como aquellas huestes que lo hicieron.

    Eso de las redes sociales pudiera ser un buen invento, pero que cafres sin control pudieran manifestar bestialidades sin límite, debería ser perseguido con más ahínco y era verdad que Jesús Nazario, habitante en la tierra por un tiempo, no era por su condición un perseguidor, pero algo habría que hacer.

    Sentado en una terraza de la Plaza Mayor leía un diario que relataba la monstruosidad de un profesor valenciano lo que ante la muerte de un torero había manifestado. No era un iletrado y él mismo lo dejaba claro, explicando que era un profesor; simplemente era un ser capaz de destilar odio. No manifestaba tampoco sus ideas que podían ser cabales para que desapareciera la llamada Fiesta Nacional. No partía de brindar fórmulas para que algo, que no solo a él sino a otros muchos les pareciera un maltrato a un ejemplar de una raza criado para ser lidiado. Nada de esto ocurría, simplemente ponía de manifiesto cuando había gozado con la muerte de un torero, un hombre como él, y todo lo que iba a hacer en su tumba.

    La Segunda Persona volvió a leer lo que aquel hombre había escrito:

    "Muere un tal Víctor Barrio de profesión asesino de toros en Teruel (en su casa le conocerían a la hora de la siesta) yo que soy un ciudadano muy educado hasta el punto de ser maestro me alegro mucho de su muerte, lo único que lamento es que de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela, esto que digo lo ratifico en cualquier lugar o juicio. Hoy es un día alegre para la humanidad. BAILAREMOS SOBRE TU TUMBA Y NOS MEAREMOS EN LAS CORONAS DE FLORES QUE TE PONGAN ¡¡¡CABRÓN!!!"

    —¿Y a estos vamos a ayudar Dios Padre?

    —No todos son iguales, querido Hijo. Si nos sirve de consuelo, que no, ni siquiera sabe puntuar un texto, lo que le hace tan mal profesor como malvado.

    La segunda Persona le había cogido el gusto a desayunar en las terrazas de las cafeterías salmantinas. Hoy día trece de Julio, con calor impropio de las diez de la mañana, escogió la de la cafetería El Toscano frente a la románica iglesia de San Marcos a la que no pudo acceder como humano y que quería ver, por estar cerrada, así que no tuvo más remedio de transfigurarse y penetrar de forma subrepticia.

    —Que si Padre, que debo actuar como un mortal cualquiera— contestó a la protesta de la Primera Persona —, pero es que está

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