Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla
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«El Discurso sobre la agricultura en La Habana y medios de fomentarla(1792) es el escrito más considerable de Arango, y en él se trazan las bases de aquella reforma. Esencialmente, constituye la primera formulación, en el terreno económico, del pensamiento relativista cubano, que después ha de desplegarse con otras derivaciones. A despecho de su «asimilismo» en el orden político —es decir, la afirmación teórica de la identidad de derechos administrativos y civiles entre la Metrópoli y su colonia—, lo que en el fondo anima el pensamiento de Arango y Parreño es, en cierto modo, una idea contraria: la de que Cuba es tierra distinta, ámbito de intereses propios y peculiares, entidad no asimilable a la Madre Patria, ni susceptible, por tanto, de ser regida por las normas del absolutismo peninsular. En Arango se hallaba, pues, en germen, la doctrina central cubana de todo un siglo.»
El Discurso sobre la agricultura de La Habana es mucho más que un manual de agricultura. En este libro Arango va más allá del estudio minucioso de la producción del azúcar. Lleva su análisis al fomento de su cultivo por razones geopolíticas.
No en vano cincuenta años después Cuba gozaba de una poderosa economía gracias a su producción de azúcar. Y, también, cabe decirlo, sustentada en la mano de obra esclava que requería tal producción.
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Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla - Francisco de Arango y Parreño
Francisco de Arango y Parreño
Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9816-789-4.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-114-2.
ISBN ebook: 978-84-9007-828-0.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla 11
Verdadero origen de los males que nos ha traído el descubrimiento de América 12
Remedios que se han aplicado desde que reina la casa de Borbón en España 13
Obstáculos que encontraron los buenos deseos e ideas del señor Felipe V 13
Sus providencias en favor de la Isla de Cuba 14
Verdadera época de la resurrección de La Habana 15
Toda la felicidad que hoy tiene la debe a las sabias y benéficas providencias del señor don Carlos III 16
Otras causas de los progresos de la agricultura habanera 17
Las cosechas iban llegando a un punto que era menester pensar en proteger sus salidas al extranjero 18
La decadencia con explicación de los motivos 20
Revolución de Francia favorable a los frutos de La Habana 21
Ocasión favorable para aumentar sus cosechas 22
No lo pueden conseguir si no se le facilita en el extranjero una salida ventajosa 22
Inconveniente que hay para eso ejemplificado en el ramo del azúcar 23
Primer inconveniente 24
Segundo inconveniente 25
Tercer inconveniente 26
Cuarto inconveniente 27
Quinto inconveniente 28
Sexto inconveniente 31
Séptimo y último inconveniente 31
Reflexiones sobre estos inconvenientes 32
Demostración de que son mayores los que hay para el cultivo de algodón, café y añil 33
La misma demostración sobre el tabaco 33
Algunos creerán intempestivo que pidamos el remedio de estos males en la presente época: se engañan 36
Es muy fácil conseguirlo siempre que se remedie prontamente los inconvenientes expuestos 38
Designación del único remedio proporcionado a estos males 42
Proyecto 62
Oficio al señor fiscal del Consejo de Indias 74
Esquela que se entregó a los ministros del Consejo de Indias 84
Nota de los sujetos propuestos a S. M. en 1787 para los empleos del Consulado de La Habana 87
Respuestas de don Francisco de Arango a los reparos que se hicieron a su Discurso sobre la agricultura de La Habana 93
Reparo I 93
Al Primer Reparo 93
Reparo II 95
Reparo III 97
Al tercer reparo 98
Reparo IV 98
Al cuarto reparo 98
Reparo V 98
Al quinto reparo 99
Reparo VI 100
Al sexto reparo 100
Reparo VII 100
Al séptimo reparo 100
Reparo VIII 101
Al octavo reparo 102
Reparo IX 102
Al noveno reparo 103
Reparo X 104
Al décimo reparo 105
Reparo XI 106
Al onceno reparo 106
Reparo XII 107
Al duodécimo reparo 107
Reparo XIII 107
Al décimo tercer reparo 107
Reparo XIV 108
Al décimo cuarto reparo 108
Reparo XV 108
Al décimo quinto reparo 108
Reparo XVI 108
Al décimo sexto reparo 109
Reparo XVII 109
Al décimo séptimo reparo 109
Reparo XVIII 110
Al décimo octavo reparo 110
Reparo XIX 110
Al décimo noveno reparo 111
Reparo XX 111
Al vigésimo reparo 111
Reparo XXI 113
Al vigésimo primer reparo 113
Reparo XXII 114
Al vigésimo segundo reparo 114
Reparo XXIII 115
Al vigésimo tercer reparo 115
Reparo XXIV 116
Al vigésimo cuarto reparo 116
Reparo XXV 116
Al vigésimo quinto reparo 117
Reparo XXVI 117
Al vigésimo sexto reparo 117
Reparo XXVII 119
Al vigésimo séptimo reparo 119
Reparo XXVIII 120
Al vigésimo octavo reparo 120
Reparo XXIX 121
Al vigésimo noveno reparo 121
Reparo XXX 122
Al trigésimo reparo 122
Reparo XXXI 123
Al trigésimo primer reparo 123
Reparo XXXII 124
Al trigésimo segundo reparo 124
Reparo XXXIII 124
Al trigésimo tercer reparo 125
Reparo XXXIV 126
Al trigésimo cuarto reparo 126
Reparo XXXV 126
Al trigésimo quinto reparo 127
Reparo XXXVI 127
Al trigésimo sexto reparo 127
Reparo XXXVII 128
Al trigésimo séptimo reparo 128
Reparo XXXVIII 128
Al trigésimo octavo reparo 129
Carta del señor conde de Vistaflorida 130
Carta de señor estachería 130
Libros a la carta 133
Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla¹
Nada es tan falible y equívoco como las esperanzas humanas. ¿Cuáles mejor fundadas que las que lisonjearon a España cuando descubrió el Nuevo Mundo? ¿Quién no temió su poder? ¿Quién no envidió su fortuna? ¿Y quién no confiesa ya que este precioso aumento ha tenido mucho influjo en la debilidad y decadencia de esta gran Monarquía? Todos los españoles lloran con amargura lo que celebraron sus mayores con tanta alegría y entusiasmo; pero la diferencia está en que unos maldicen a América, y otros los desgraciados principios con que se empezó a gobernar; aquéllos hablan a ciegas, y sin buscar el remedio gastan todo su tiempo en llorar y declamar.
Éstos, por el contrario, tratan de buscar las raíces de los males que sentimos; suben a la dichosa época de nuestros Reyes Católicos, y corriendo desde allí la dinastía austriaca nos van descubriendo en ella los males y sus remedios. Sigamos los ilustres pasos de los verdaderos patriotas y llenemos los deseos de nuestro sabio Gobierno.
Verdadero origen de los males que nos ha traído el descubrimiento de América
Por los desvelos de aquéllos logramos hoy la ventaja de que pasen por verdades, y aun por verdades eternas, los cosas que en el siglo anterior apenas se habían elevado a la clase de problemas. Ya nadie niega ni duda que la verdadera riqueza consiste en la agricultura, en el comercio y las artes, y que si América ha sido una de las causas de nuestra decadencia fue por el desprecio que hicimos del cultivo de sus feraces terrenos, por la preferencia y protección que acordamos a la minería, y por el miserable método con que hacíamos nuestro comercio.
Remedios que se han aplicado desde que reina la casa de Borbón en España
Gracias a la casa de Anjou que ha sabido despreciarlo, y que en prueba de su desprecio nos ha quitado de encima los galeones y las flotas; que estableció los correos marítimos; que abrió la comunicación entre los reinos de América; que subdividió los gobiernos de aquellas vastas regiones; que facilitó la entrada en todas los provincias de España a las embarcaciones que vienen de nuestras posesiones ultramarinas; y que, por último, trata de animar por todos medios la industria de la nación, adoptando con prudencia los sólidos y justos principios.
Obstáculos que encontraron los buenos deseos e ideas del señor Felipe V
Según ellos, consiste nuestro interés, siguiendo el sistema actual de Europa, en sacar de aquellos dominios la mayor porción de frutos posibles para tener una balanza ventajosa de comercio, es decir, para vender a las demás naciones más géneros que los que recibimos de ellas. Ocupado de esta idea, el señor Felipe V hubiera tal vez llevado al mayor punto de aumento la agricultura de América si el melancólico estado en que se encontró la Metrópoli no hubiese necesitado del todo de su atención, y si por otra parte no hubiese desconcertado sus luminosas máximas la crasísima ignorancia del comercio nacional. Sin embargo, alguna vez alzó sus benignos ojos sobre aquella vasta porción de su imperio, e hizo en diversos lugares ensayos muy oportunos.
Cuba,² esa preciosa alhaja que por sí sola bastaba para vivificar la nación para hacerla poderosa, debió a sus paternales desvelos la consideración y memoria que no se le había prestado en los anteriores dos siglos; olvidada y despreciada como las demás colonias en que no se satisfacía de repente auri sacra fames, solo servía para gastar el situado que le iba de la ciudad de México. De sus primordiales poblaciones, la única que se conservaba con un cierto aire de importancia era la de La Habana, que por su feliz situación fue desde muy temprano el principal punto de la defensa de la Isla, y logró que los galeones y flotas entrasen en su anchuroso puerto cuando regresaban a España y dejasen una parte de sus inmensas riquezas.
Sus providencias en favor de la Isla de Cuba
A impulsos de estos auxilios caminaba lentamente su población e industria, pero condenados a vivir sin saber de la Metrópoli, sin ropa para vestirse, sin vino para celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, y sin embarcación alguna que en cambio de estos objetos les extrajese el sobrante de sus frutos. Tuvieron por gran bien que el señor Felipe V consintiese en la erección de una Compañía exclusiva que mantuviese el comercio. Con poca diferencia de tiempo, mandó formalizar allí un arsenal para la construcción de navíos; vino consecutivamente la guerra de 1729, y marchó a aquel puerto una escuadra considerable al mando de los generales Reggio y Spínola; se aumentó la guarnición y se trató de enviar situado para la compra de tabacos. Continuaron las visitas de las flotas y galeones, y con todos estos medios, con todos estos canales de riqueza abierto por aquel Soberano para su felicidad, La Habana había adelantado muy poco en 1760. Víctima del monopolio de la Compañía exclusiva, que encadenaba su industria y le daba dura ley en la compra y en la venta de las cosas comerciables. Los males llegaron al colmo, y por último apuraron la paciencia del vecindario. Todos clamaron a la vez contra un Cuerpo semejante, y reunieron sus voces para elevarlas al Trono.
Verdadera época de la resurrección de La Habana
Mas, en el mismo momento de esta fermentación, se encendió la infeliz guerra de 1760; guerra para siempre sensible a todo buen habanero, pues le puso en contingencia de salir del suave yugo de la Monarquía española, pero que puede señalarse como la verdadera época de la resurrección de La Habana. El trágico suceso de su rendición al inglés le dio la vida de dos modos: el primero fue con las considerables riquezas, con la gran porción de negros, utensilios y telas que derramó en solo un año el comercio de Gran Bretaña; y el segundo, demostrando a nuestra Corte la importancia de aquel punto, y llamando sobre él toda su atención y cuidado. Apenas se recobró de las manos enemigas, cuando se comenzaron a trazar los medios de su perpetua conservación en el dominio de España. Esta obra no consistía solamente en el establecimiento de soberbias fortificaciones, ni tampoco en la existencia de soldados y