Fue como consecuencia del Decreto de Expulsión de los moriscos de 1609, que el cardenal Richelieu, valido de Luis XIII de Francia, calificó como «el acto más bárbaro de la historia del hombre». Por el mismo, la población morisca de Aragón, Valencia y Murcia debió abandonar sus hogares. Junto a ellos, 3000 moriscos abandonaron Hornachos a finales de enero de 1610. De la travesía de estos últimos por Andalucía dan fe los Anales de Sevilla, de Ortiz Zúñiga, y las Relaciones, de Cabrera de Córdoba, así como un romance que figura en el Romancero General de la Biblioteca de Autores Españoles:
A todos los de Valencia y Aragón que viven cautos los de Madrid y Toledo los de Córdoba y Hornachos
El destino de la mayoría de los moriscos fue las costas de Berbería. Los hornacheros eligieron, como nuevo hogar, Salé la Vieja, (hoy Rabat y entonces Salé la Nueva), a orillas del río Bu-Regreg y puerto natural del reino de Fez, uno de los cuatro que constituían el Imperio de Marruecos en los siglos xvi y xvii. La ciudad de Salé como foco de destino de los moriscos peninsulares venía de antiguo. Los primeros llegaron tras el fin de la Reconquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, y a estos los siguieron los moriscos castellanos que no abrazaron la fe cristiana tras la Pragmática de