LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS, QUE EMPEZÓ SIENDO UN CONFLIC-TO RELIGIOSO, A RAÍZ DE LA RE-FORMA PROTESTANTE, MANTUVO EN LIZA A LOS PAÍSES DE LA EURO-PA CENTRAL, PERO PRONTO AQUEL CONFLICTO TOMÓ TINTES POLÍTI-COS Y SE CREARON DOS GRANDES BLOQUES BELIGERANTES QUE APOYARON RESPEC- TIVAMENTE LOS INTERESES DE LOS HABSBURGO Y DE LOS BORBONES. Ni siquiera la católica Francia, que siempre había recibido del papado notables prerrogativas por su temprana conversión al catolicismo, vio incongruente su alianza con algunos países protestantes y su ofensiva contra otros que defendían su credo.
LA REBELIÓN DEL PUEBLO
En aquel clima de tensión en todas direcciones, España decidió aliarse a los enemigos de Francia y movilizó sus ejércitos bajo el criterio de don , conde-duque de Olivares, y valido del monarca . Por ser un lugar estratégico, las primeras tropas cruzaron Cataluña y se obligó a sus habitantes a hospedarlas y alimentarlas sin el permiso de las autoridades locales, quebrantando con ello uno de los privilegios del principado que lo eximía de alojar tropas en tránsito. El pueblo no tardó en rebelarse contra los tercios imperiales representados por castellanos, irlandeses, italianos,