Carlota Joaquina de Borbón tenía solo diez años cuando, en 1785, fue enviada a Portugal para casarse con Juan de Braganza. La boda pretendía limar asperezas y dar un cauce favorable a las relaciones entre ambos países, que arrastraban un largo historial de tensiones y hostilidades, cuyas ramificaciones llegaban, a menudo, hasta los dominios americanos. Cuando, a finales de 1807, las tropas de Napoleón invadieron Portugal, la corte completa, con funcionarios incluidos, se trasladó a Brasil. Entre diez mil y quince mil personas cruzaron el Atlántico, custodiadas por la flota británica.
Las cosas también se precipitaron en España. Las desavenencias de la familia reinante llevaron a la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, y a Napoleón, a aprovechar su condición de mediador entre ambos para hacerse con el poder e instalar a su hermano José en el trono, con lo que se ahorraba, al mismo tiempo, una costosa campaña militar en suelo español. Tras la instauración