El Libro de los Siglos y los Instantes: (Poemas 2013-2021)
Por Javier Soverna
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En su título se deslindan las dos corrientes que prevalecen: la histórica, externa, que, nunca de manera cronológica, comprende, con un universalismo digno de Carl Grimberg, desde ciertas circunstancias del Antiguo Egipto y Asiria, hasta las propias de la Argentina moderna y contemporánea (Héctor Panizza, Borges, Pablo Gianera, etcétera). Y la personal, interna, individual o íntima, cargada de experiencias vitales y sensaciones propias. Los Siglos serán la "historia" y los Instantes, los "momentos personales".
Comprendiendo la diversidad e inmensidad de este libro (tarea no sencilla pero que vale la pena emprender, por enriquecedora), se alcanza una visión muy amplia del pensamiento y la estética del autor; en fin, de su singular poética. El Libro de los Siglos y los Instantes se nos revela como un texto imprescindible de nuestro tiempo.
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El Libro de los Siglos y los Instantes - Javier Soverna
Soverna, Javier
El libro de los siglos y los instantes : poemas 2013-2021 / Javier Soverna. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-1867-5
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD A861
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA
www.autoresdeargentina.com
info@autoresdeargentina.com
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
A mis padres
Fenómenos del ping-pong
Un salón inmenso. Dieciséis mesas
Y espacio entre ellas para evitar el choque de nucas
Cuando me tocó ser espectador
Levanté una pelota abollada del suelo
Y saqué el encendedor del bolsillo
Una llama alargada salió de él
Y la pelota volvió a ser esférica
El aire en su interior
A temperaturas elevadas
Se expande, sube, empuja
Esa es la explicación del fenómeno
El rastreador y el mensajero-maratonista
El rastreador se mueve con soltura por las llanuras
El ámbito del mensajero-maratonista es la montaña
Los caminos inaccesibles, escarpados
(Un jinete con un caballo
Resolverá con mayor velocidad y eficacia
La entrega de un mensaje urgente a través de la llanura)
¿Un rastreador podrá seguir las huellas
De un mensajero-maratonista en su recorrido
Y develarlo?
¿Los mensajeros-maratonistas temerán a estos rastreadores?
Exploración del Barrio Envión
Cumplí nueve años
Mis padres querían mudarse
Y estaban buscando otra casa en Haedo
Encontraron una que les gustó
En la calle Las Flores
Pegada al pasillo principal
Del primer grupo de monoblocks
Que conforman el Barrio Envión
(O Barrio Envión nº 1
)
En éste, delimitado por las calles
Directorio, Primera Junta y Las Flores
(Y el pasillo principal al sur
Que si por él se avanzaba
Comunicaba con Puan, calle sin salida)
Se podían reconocer cuatro sectores
A partir de la corporeidad
De los bloques de los edificios
Los fui conociendo como un explorador
Con el paso del tiempo
Sorprendiéndome con la novedad
Todavía no se había comprado la casa
Que yo ya me había lanzado a recorrer el primero
Reconocí inmediatamente su carácter oscuro y laberíntico
Lleno de plantas, flores, arbustos y árboles
Comprendido por caminos entrecruzados
De baldosas
de cemento
Reconocí también la falta de pasto
Que dejaba ver la tierra
Pero entonces no pensaba en ese escenario
Como el lugar a frecuentar
No pensaba volver a recorrerlo
Pero volví
Una vez hecha la mudanza
No sintiéndome extranjero
Avancé por el largo pasillo principal
(Siempre siguiendo el camino de baldosas
de cemento)
Y llegué al segundo sector
Más grande y luminoso, espacioso
Con pasto abundante
En donde había un tanque de agua
Y la garita
de los jardineros
Allí predominaban los colores amarillos y los verdes tenues
No quise seguir avanzando, para prolongar en el tiempo
La intriga, el descubrimiento, la sorpresa y la diversión
Al tercero llegué al día siguiente
Un árbol gigante
(El más grande de todo el Barrio)
Cargaba el aire con sombras azuladas y verdosas
Los gabinetes oxidados se veían bajo esos tonos
Entendí que era el sector que más me gustaba
Avivaba mis sensaciones de melancolía
Esa misma tarde supe que faltaba poco
Para desentrañar ese laberinto
Y decidí acortar la diversión
En el cuarto sector
No existía el desorden y la cantidad de vegetación
Ni la oscuridad
Y las cosas se ubicaban prolija y armoniosamente
Su color era el verde
Llegué entonces a un banco de madera
Me senté
Con las fachadas de los edificios a espaldas
Y observé la calle Primera Junta, y su tránsito
La vuelta también iba a ser fantástica
Sería la segunda vez que pasaría
De principio a fin o de fin a principio
Por lo que todo seguía pareciéndome novedoso
El árbol, el tanque de agua
El palier de uno de los edificios
Un grupo de chicos más altos que yo
(Tendrían unos once o doce años)
Tenían naranjas en sus manos
Y no eran del barrio
¿Cómo lo supe?
Cuando comenzaron a correrme
Y yo a esquivar naranjazos
Y a doblar en cada esquina a toda velocidad
Escuché que uno de ellos dijo:
¡Cuidado con este pendejo
A ver adónde nos va a llevar!
Y así en el laberinto los perdí de vista
Y así volví a mi casa, cansado y radiante
Porque ya era un especialista
Y el éxito cansa, como la imperiosa carrera
En los pasillos, aunque favorece a la alegría
Procesos y trabajos
Nuestro trabajo: juntar viruta de fundición
escallas pequeñas
obtenidas de la fundición de cilindros
camisas de automóviles
(alterados por un torno)
Se las pasaba por zaranda
un colador grande de alambre fino
para sacarles el polvo
y guardaba en tachos
En las acerías las vendíamos a buen precio
Usaban la viruta para sellar
las lingoteras al suelo
moldes en los que se fabricaba el acero
unidos por canales en una fosa
(los hombres trabajaban adentro de ella)
Este salía fundido de los hornos
y era trasladado en cucharones
por grúas
hasta la boca del tubo que conducía a los canales
A las lingoteras subía el acero por vaso comunicante
En contacto con la viruta se enfriaba, endurecía
y no derramaba
Escenas asirias
Alla greca:
Nace en Nimrod (Asiria). Sus padres son príncipes
y poseen un palacio lujoso en la ciudad.
A la edad de dos años aprende a tensar las correas
de su honda: los pájaros no huyen porque caen muertos.
Aprende a manejar el arco y la flecha
y a conducir el carro de combate.
En busca de aventuras que le presten fama y renombre,
ansiando igualar las hazañas de los héroes del pasado
(y entre todos admira a Puzurashur),
a los catorce años de edad
abandona el palacio paterno.
Lleva consigo su escudo y su lanza.
En la llanura, en donde los leones devoran el ganado,
cobra su primera víctima: una leona, a la que vence
arrojándole una garrafal piedra.
Mata con su lanza al león de Nimrod, que asola
la región