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La Primavera
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Libro electrónico121 páginas1 hora

La Primavera

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Información de este libro electrónico

Este librito tiene dos cuentos, una poesa larga y varios ensayos. Mientras estos cuentos, poemas y ensayos son inherentemente diferentes, tienen algo en comn, como un hilo que atraviesa un collar de flores. Ese hilo en este caso es el relativismo cultural que es fundamental en cualquier pueblo sea altamente industrializado o primitivo. El relativismo cultural transciende las bases comunes de la historia de la humanidad, de la globalizacin de la tecnologa, y mantiene cada pueblo nico en sus costumbres, su estilo de convivir con los dems, igual que la firma de cada persona. La primavera da ejemplos concretos de esta singularidad autntica del ser humano.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento30 abr 2015
ISBN9781506503493
La Primavera
Autor

Jayanta Banerjee

Dr. Jayanta Kumar Banerjee is a professor of mechanical engineering at the University of Puerto Rico in Mayagüez. He has studied, worked, and travelled extensively in Asia, Europe, and in North, Central, and South America. He publishes in the areas of engineering, social sciences, and education and also writes poems and short stories in English, Spanish, and Bengali.

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    La Primavera - Jayanta Banerjee

    Copyright © 2015 por Jayanta Banerjee.

    Imagen de portada por EDDY.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:     2015906464

    ISBN:          Tapa Dura                    978-1-5065-0351-6

                        Tapa Blanda                 978-1-5065-0350-9

                        Libro Electrónico         978-1-5065-0349-3

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 29/04/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    711848

    ÍNDICE

    Dedicatoria

    La Primavera

    Conocida - Conciencia

    La Maldición (Imprecación) En La Despedida

    Bengala Estará Siempre Salpicada De Sangre

    El Relativismo Cultural

    La Universidad Tecnológica (Parte I)

    La Universidad Tecnológica (Parte Ii)

    Investigación Interdisciplinaria

    Los Servicios De La Extensión Universitaria Para La Educación Continuada

    La Carrera Vocacional En El Tercer Mundo

    En Apoyo A Los Paises Del Tercer Mundo

    DEDICATORIA

    A: Eligia Briceño

    Una madre increíble, incomparable, inmaculada e inolvidable.

    Serás feliz y olvidarás toda la decepción por tu propia gloria grandiosa

    Rabindranath Tagore

    LA PRIMAVERA

    En las ciudades de Suramérica circulan una especie de microbuses o busetas como parte del sistema de transporte público. Es un transporte muy práctico porque las busetas llegan hasta el último rincón de la ciudad. No hace falta automóvil privado o taxi. Además, las busetas tienen sus rutas y paradas bien definidas y la gente respeta la fila de espera.

    Hace unas semanas cuando estuve esperando en una de esas paradas, llegó una buseta y le pregunté al conductor, ¿va al centro? Él respondió, No señor, pero voy por la Avenida Carabobo.

    En ese instante una rubia muy bien vestida, con anteojos oscuros y una falda de brillantes colores, sentada en la primera fila cerca de la entrada, aparentemente se puso muy entusiasmada y añadió, Sí, suba; la Avenida Carabobo pasa muy cerca del centro. Obviamente ella se dio cuenta de que yo no era de la ciudad de San Cristóbal: la Ciudad de la Cordialidad tal como se llama, en la frontera entre Colombia y Venezuela.

    Subí a la buseta y me senté sobre un puesto en una fila transversal al lado del conductor de manera que la rubia me pudiera ver. Yo no la podía ver directamente sino solo por el espejo retrovisor del conductor. La buseta siguió por la Séptima Avenida y cuando llegó a la encrucijada de la Avenida Carabobo, el conductor me dijo en un tono de cordialidad, Señor, este es el sitio más cercano del centro. Estamos apenas a unas cuadras de la Quinta Avenida. Aquí voy a virar a la derecha.

    Le di gracias al conductor y él me respondió con una sonrisa que implicaba, Señor turista, tenga un buen día en nuestra Ciudad de la Cordialidad.

    La rubia también se bajó de la buseta y me preguntó espontáneamente, ¿A qué parte del centro va? Al Banco Consolidado. Ah! Por la Quinta Avenida. Voy al Centro Cívico que queda una cuadra antes de llegar a la Quinta Avenida. ¡Qué bien! Caminemos juntos, entonces. ¡Cómo no!

    Ella tiene los ojos azul claro, igual que el cielo primaveral que reina en esta ciudad eternamente; tiene el cabello largo; es delgada y de mediana estatura.

    Empezamos a caminar por la Avenida Séptima y ella comenzó a hablar sobre la educación en Venezuela y su deterioro paulatino en todo el país durante la última década. ¿Es usted maestra? pregunté. Sí, en pre-escolar. Adoro a mis niños y me da tristeza cuando los veo pasar por la primaria, secundaria y la universidad porque veo su deterioro continuo cada vez que dan un paso en esta torre de marfil que se llama la educación.

    En ese momento, recordé una frase famosa del filósofo y matemático británico Bertrand Russell: El ser humano nació inocente, pero no era estúpido. La educación lo hizo un estúpido.

    ¿Cuántos alumnos tiene usted? pregunté. Cuarenta niños en un solo salón. ¡Demasiados! Ese es otro problema de nuestra educación. Los niños necesitan atención individual para su buen desarrollo, especialmente en esa edad. Después de un breve silencio continuó, con 30, 40 ó 50 niños en un salón es un verdadero desastre.

    Llegamos al Centro Cívico de la ciudad donde ella tenía que hacer su diligencia pero al parecer quería continuar con su discurso, un aparente monólogo, sobre las fallas del sistema de educación en todo el país. Entonces, yo quería ofrecerle algo a ella pero no sabía cómo. De repente le pregunté, ¿le provoca tomar algo; un refresco, un juguito ó un café? ¿Pero usted no tiene que ir al Banco Consolidado? Sí, pero tengo tiempo todavía. El banco cierra a las cuatro de la tarde.

    En el primer piso del mismo Centro Cívico hay una fuente de soda que se llama La Boheme; bien limpia, abierta y alegre. Nos sentamos en una esquinita en una mesa pequeña con cuatro sillas. Ella se sentó en una silla opuesta a mí para que pudiéramos conversar en una forma cómoda en lugar de mirarnos el uno al otro en una forma diagonal.

    Ella comenzó de nuevo, Realmente estoy buscando un nuevo horizonte, quizás en otro país. Aún cuando me encanta enseñar a leer, escribir y a contar a estos chiquillos míos, me da tristeza a pensar en su futuro. ¿Qué se espera del porvenir de ellos en nuestro país? Ella trató de esconder sus lágrimas y yo le acerqué mi pañuelo, diciéndole Tiene una profesión muy noble, de verdad –. Ella me interrumpió, Realmente me siento sola porque estoy sola. Mis padres murieron en un accidente de automóvil cuando yo tenía apenas siete años y me dejaron como una huérfana en esta bendita ciudad. No tengo ni siquiera hermanos.

    Ella se quedó quieta de repente; tal vez le dio pena al decirme éstos. Yo quería romper ese hielo de silencio y le dije, Por favor, continúe. Me parece que se siente muy sola, muy triste –-en realidad me encantaría escucharla. ¿Pero no tiene que ir al Banco Consolidado? Ah! Sí. Casi se me olvida este asunto del banco. Ella comenzó de nuevo, Prácticamente estoy de vacaciones porque los maestros escolares están de huelga. No estoy haciendo nada en estos días. Tengo tiempo. ¿Podríamos vernos esta noche? Realmente necesito hablar con alguien que me escuche con paciencia, con seriedad.

    Me sentí un poco de dolor en mi pacho. Tal vez es el dolor de mi propia consciencia. ¡Tengo que tomar un vuelo esta tarde a Caracas y de ahí cambiando el avión a San Juan, Puerto Rico y luego a Mayagüez! Le dije suavemente en una voz baja, Señorita, de verdad quisiera verla de nuevo; me agradó conversar con usted, en particular sobre el tema de la educación escolar –. Ella no me dejó de terminar. Vivo sola en un edificio de apartamentos. Le doy mi teléfono. Me puede llamar a cualquier hora.

    Me di cuenta de que sus ojos abrieron de nuevo en optimismo. Sacó un papelito de su cartera y yo le presté mi bolígrafo. Mientras ella escribía me di cuenta de que sus dedos estaban temblando y sus mejillas blancas se pusieron rosaditas. Aún sentado en la silla opuesta separada por la mesa sentí el calor de su cuerpo, el aroma de su piel. Recordé una línea de mi autor favorito, Gabo (Gabriel García Márquez): El aroma de los pétalos recién abiertos que mandaba el jardín amaneciente –. Ella me entregó el papelito y mi bolígrafo, pero su mano siguió temblando. Me di cuenta que escribió no solo su nombre y teléfono sino su dirección también.

    El mesero trajo la cuenta. Al pagar nos paramos y salimos muy lentamente hacia la Plaza Bolívar. Ella muy cerca de mí, de manera que yo podía escuchar el vahovahovaho de su corazón. Estamos en la plena primavera de San Cristóbal. Durante esta temporada la ciudad se pone muy hermosa. Dentro de una semana comenzará la

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