Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Relatos Antológicos: Volumen 3
Relatos Antológicos: Volumen 3
Relatos Antológicos: Volumen 3
Libro electrónico124 páginas1 hora

Relatos Antológicos: Volumen 3

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Buena parte de los relatos y, en especial, los microrrelatos de esta colección tienen una cualidad epigramática. De hecho, nada más comenzar a leerla (y debo aclarar que, contra mi costumbre, lo hice al azar y por el medio, caso práctico), se me vino inevitablemente a la cabeza el metaepigrama de Juan de Iriarte en el que el poeta define el género: "A la abeja semejante, para que cause placer, el epigrama ha de ser pequeño, dulce y punzante". Se situaba así don Juan en la estela de Escalígero, quien, en el tercero de sus "Poetices libriseptem", había caracterizado el epigrama por estar dotado de breuitas etargutia, esto es, de brevedad y agudeza. Pues bien, ambas cualidades (y con más de salado que de dulce, pese a Iriarte) caracterizan buena parte de estos relatos, que prefieren este registro al de la intriga enigmática a lo Monterroso.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 jun 2021
ISBN9781005575441
Relatos Antológicos: Volumen 3
Autor

Editorial Alvi Books

Alvi Books es una marca editorial registrada, de origen anglo-español, fundada por capital íntegramente familiar, productora de contenidos culturales, informativos, formativos y de entretenimiento, principalmente para los mercados de habla hispana. Es una editorial on-line de éxito en Europa y América Latina, y tiene una destacada presencia entre los principales sellos de coedición en Europa.Gestada en Gerona como Academia Svafor y el impulso de la venta directa low cost de cursos en formato digital, pasó a llamarse Editorial Planeta Alvi, Ltd. en 2014 y se consolidó rápidamente como una marca de prestigio con capacidad para combinar tradición y futuro, incorporando la venta de obras en formato impreso. En 2018 cambia de estrategia comercial y con ello también su denominación comercial por la actual de Editorial Alvi Books. En 2024 traslada su sede social a la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos.Desde su expansión en el sector editorial impreso, al que ha ido incorporando selectos clásicos editoriales ilustrados del mercado de habla hispana, se ha proyectado hacia nuevas áreas de negocio, nuevos productos, nuevos soportes y nuevos mercados.Hoy, las publicaciones de Editorial Alvi Books están presentes en más de doscientos países y tiene un público potencial de más de setecientos millones de personas para sus obras publicadas en español. Cuenta con la colaboración de medio centenar de distribuidores editoriales, que reúnen a los autores más destacados de la literatura clásica y contemporánea. Además, ha emprendido iniciativas de comercio electrónico y de distribución de sus productos a través de grandes plataformas de distribución en internet.Una de las características de Editorial Alvi Books es su capacidad de innovación en el mundo editorial, puesto que desde su nacimiento ha introducido nuevas formas de entender la coedición, la promoción y la comercialización de contenidos, aportaciones que se iniciaron en el sector editorial tradicional y se han extendido a los nuevos formatos para la distribución de contenidos. Los contenidos de Editorial Alvi Books se presentan en formato multimedia y en soporte físico por internet.La Editorial Alvi Books fundamenta su filosofía en una serie de principios que tienen como base a las personas, la ética, la calidad y la excelencia en el servicio.

Lee más de Editorial Alvi Books

Relacionado con Relatos Antológicos

Libros electrónicos relacionados

Antologías para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Relatos Antológicos

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Relatos Antológicos - Editorial Alvi Books

    Somnolencia

    Javier Salazar Calle

    LOS PÁRPADOS SE CIERRAN, inexorablemente. El sueño me ha sido esquivo esta noche, como la suerte en la lotería me lo es siempre. Yo lo he perseguido con ahínco, con empeño, cegado por la desesperación de quien anhela con todo su cuerpo, de quien necesita sin más dilación, el reconfortante aliento del descanso, ese hálito de frescura por la mañana. Sueño traicionero, Judas de las necesidades.

    ¿En qué piensa un insomne? En que tal vez lo mejor fuese levantarse y aprovechar ese tiempo, en lugar de ver cómo se escapa entre los dedos de la mano, como si fina arena de playa fuese. En que tal vez lo mejor fuese no moverse de la cama, cerrar los ojos e intentar engañarse a sí mismo con la simulación de un letargo, con la vana esperanza de embaucar a quien no se deja coger por extrañas artimañas. En que tal vez lo mejor fuese buscar ayuda en elementos externos, en infusiones o pastillas o técnicas mentales que me llevasen en volandas, como si viajase sobre una esponjosa nube, a lugares imaginados, a evocaciones de experiencias vividas en otras noches menos dolorosas.

    El sueño, envidiado amigo de los que tienen a Morfeo como aliado, acérrimo enemigo de los que, por el contrario, nos tenemos que conformar con mirar hacia la diosa Selene noche tras noche, oscuridad por oscuridad, como si la oscuridad nos hubiese sido dada por don. Infausto regalo de los arcanos espíritus de las sombras, castigo por pecados jamás cometidos, impía deidad de los que con el mal trafican.

    Mis párpados caen ahora que no deben, justo cuando necesito la chispa, esa claridad de mente que soluciona las complicaciones, las dificultades que surgen diariamente en el trabajo. ¿Si me dejase llevar ahora conseguiría caer sumido en las tinieblas? Seguro que sí, ¡maldita inoportunidad! Justo ahora que no lo quiero, justo ahora que menos lo necesito.

    Y llegará la noche, el cansancio tomará el control de mi cuerpo, la expectativa de un respiro merecido, la aparición de lo tantas veces mendigado... Pero cuando me acueste podré volver a escudriñar en la negrura de la habitación la figurita fluorescente de la estantería, volveré a tener conversaciones mentales con ella, la rogaré, una vez más, que se apiade de mí y me abandone al cansancio extremo acumulada en largas noches de vela. Probaré a levantarme y dar una vuelta por la desértica casa, probaré a hacerme el dormido esperando engatusar al sueño, probaré a tomarme una infusión relajante con un pastilla, lo probaré todo y algo acabará funcionando, más tarde que temprano, pero acabará funcionando. Hasta que al día siguiente vuelva la nocturna batalla.

    Los párpados se cierran, inexorablemente. El sueño me ha sido esquivo esta noche, como la suerte en la lotería me lo es siempre. Yo lo he perseguido con ahínco, con empeño, cegado por la desesperación de quien anhela con todo su cuerpo, de quien necesita sin más dilación, el reconfortante aliento del descanso, ese hálito de frescura por la mañana. Sueño traicionero, Judas de las necesidades.

    Un reloj suizo

    Emiliano Moscardini

    LA FÁBRICA PARECÍA UN PRECIPICIO, el ruido de la maquinaria abstraía a los hombres como en un ensueño monótono, eran engranajes que se movían coordinados, sincronizados por las manos del relojero, siempre arriba, observando desde su cubículo que todo funcionara como era debido, sagaz, rapiña. No soportaba sus ojos posados sobre mi espalda, me herían, latigazos de una esclavitud asalariada, eso éramos, esclavos de un miserable sueldo, que para poco alcanzaba, llenar el estómago para afrontar otro día de sometimiento engordando el bolsillo del rapaz.

    Mi tarea, una simpleza, tomar la plancha de acero, colocarla en la moldeadora y retirarme a buscar la siguiente, cronometrada con el infeliz operario del control remoto de la máquina, esperando a que otra hormiga extraiga la pieza formada y acomodar la plancha siguiente. Mis horas, mi vida, frente al metal que nada decía ni oía.

    Por el altavoz oí la frase Sánchez, preséntese en la oficina del director, eso no era bueno, seguro no me iban a aumentar el sueldo, a nadie le regalaban una galleta más en el desayuno. Caminé resignado como los texanos enviados a la cámara de ejecución, con el aplomo del soldado infante de la primera línea en la Gran Guerra, podrían decir muerto caminando, no hubiesen estado errados, sin embargo por el momento era desempleado en el pasillo.

    -¿Es usted Sánchez? Preguntó el Director.

    -Así es señor, Rogelio Sánchez.

    -Se preguntará cuál es el motivo por el que lo convoqué. Lo dijo con un tono frío como el viento que sopla del sur.

    -Discúlpeme pero ya lo sé, estoy despedido.- Que más podía hacer, nunca rogué nada en esta vida y no lo iba a hacer frente a ese carancho.

    -Usted sabrá entender que a su edad las exigencias no son iguales, teniendo en cuenta los años que trabajó, el desgaste corporal se hace patente. Nos llegó el informe médico donde prescriben una hernia de disco en la séptima vertebra y debe estar al tanto de lo impedido que se encuentra para seguir realizando trabajos pesados.

    -De cuánto es el cheque.- Más que pregunta fue una réplica estoica.

    -De quince mil, firme aquí y se le entregará el valor para que lo cobre en el banco, entenderá la situación económica del país, más no podemos ofrecerle. -Como si esta miserable patria alguna vez tuvo una situación mejor, todos decían lo mismo, con el tema de la devaluación estamos peor que en la época de Alfonsín, aumentaron los impuestos, el sindicato nos tiene acorralados. Somos hormigas, no idiotas. Desde principio de siglo de una manera u otra hubo inflación, los gobiernos apretaron el nudo hasta extraer todo lo que pudieron, sin importar del partido que sean y las lacras sindicalistas siempre transaron con la patronal. País de mierda, desde cuando la crisis es  nueva.

    -Sabe qué señor ¡Métase el cheque en el culo! Había deseado decir eso a partir de mi primer día laboral, veinte años de sentir sus ojos clavándose como puñales en mi espalda, parásito en traje gris.

    Me di vuelta sin esperar respuesta y sin firmar nada, que me podía decir, ya estaba despedido. Faltaban cinco horas para el final de mi turno, poco me importó dejar de ser un engranaje por un rato, no obstante es permanente la presencia de algún relojero, si no es un carancho es el destino. Salí a la calle a tomar un poco de aire, la brisa de la costa despejaba mi mente, mal hice. Con qué fin pensar, el rostro de mi niño se me presentó como una estocada al pecho, a mis cincuenta años que iba a hacer, imaginaba a mi esposa regañándome: irresponsable, como vamos a vivir con quince mil pesos de indemnización, seguro hiciste algo para que te despidieran o como al epílogo de toda discusión me debería haber casado con Jorge, al menos tiene un camión.

    Llevábamos quince años casados, asenté cabeza tarde decía mi madre,  durante diez años no pudimos concebir, de pronto quedó embarazada. La verdad es que no tengo la certeza de que es mío pero es el hijo que crie, al que me debo y amo.

    Por un instante quedó mi mente lúcida, abstraída, estaba aún en el turno laboral, los accidentes suceden, el titiritero de nuestra existencia lo decide, razoné en el seguro, la vida de mi niñito, lo que le podría deparar el destino y sin pensarlo me arrojé hacia el frente de un camión que circulaba por la calle.

    Sobreviví, tuve la suerte de que el camión golpeó mi hombro y luego mi cabeza, desplazándome hacia un costado de la acera, la lesión por el impacto fue un mareo constante. Logré cobrar sendos seguros, el de la fábrica y el del vehículo más una pensión por invalidez.

    De todas maneras no fui feliz, mi niño se hizo adolescente y prescindió de un viejo, mi ex esposa se fue de mi lado y me encontré sólo en una habitación rentada. Argentina sigue siendo una mierda, pero mí mierda, los caranchos siguen exprimiendo al obrero en las fábricas pero ya no soy un obrero, alcance la tranquilidad, dejé de ser un engranaje de reloj.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1