Tienes una cuenta pendiente y lo sabes. La tienes porque vuelves a masturbarte imaginándola entre tus piernas, como hacías hace años, cuando apenas os cruzasteis. Celebraste entre tus dedos la epicidad del onanismo, haciendo que el recuerdo de la forma de su boca te persiguiera entre sueños. Os conocéis hace tantos años que os cuesta repasarlos. Entonces pasasteis de puntillas, y ahora, en mitad de la hecatombe, taconeáis sobre el escenario.

¿Cómo lo vas a hacer para no meterte en su cama? ¿Será suficiente con que lo recomiende Sanidad?

Tienes una cuenta pendiente y lo sabes. Porque os buscáis para sentiros cerca, a pesar de que con el paso de los años dejasteis claro querer estar lejos. Pero te gusta que te lleve al límite. Que se exhiba. Que suelte lo que quiera que se le pase por la cabeza. Para que a ti te llegue, aunque sea el rumor, de su última escandalera.

¿Cómo saldarás tu cuenta pendiente? ¿Cómo tranquilizar las ganas que le tienes? ¿Cómo no sucumbir al montón de planes que se te agolpan en la cabeza cada vez que alguien dice su nombre?

Tienes una cuenta pendiente. Y lo sabes.