Dahar, el visitante del espacio
Por Áureo Lara
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Dahar, el visitante del espacio - Áureo Lara
Primera edición: enero de 2020
© Grupo Editorial Insólitas
© Áureo Lara Valerio
ISBN: 978-84-122773-2-6
Difundia Ediciones
Hilarión Eslava, 30
28015 Madrid
info@difundiaediciones.com
www.difundiaediciones.com
El plan maestro
Ángel Javier se registró en un pequeño pero acogedor hotel en la ciudad de Caborca situada en la región noreste del desierto de Sonora, muy conocida por sus famosos petroglifos que son dibujos grabados en piedra, testimonios indígenas de la cultura Hohokam, además de algunas formaciones líticas llamadas cerros de trincheras, laderas de origen volcánico modificadas por la construcción de muros y terrazas. Lo acompañaban en este viaje, su esposa Daniela y su hijo Julio Francisco de seis años, nombre idéntico al de su hermano menor.
Había sido invitado a este apartado lugar por su amigo el científico Ramiro Solar, para que lo ayudara a desentrañar una situación que había tenido inicio días atrás. Eran las cinco de la tarde y lo único que quedaba por hacer era comunicarse con Ramiro para anunciar su llegada y verse al día siguiente ya que él y su familia tratarían de reponer las fuerzas perdidas por el cansado viaje.
Transcurría el mes de mayo del año 2016, a pesar de ser temporada de calor, la ubicación de la ciudad tan cercana al área desértica hacia que el clima fuera extremoso, días muy soleados con altísimas temperaturas y noches muy frías con cielos despejados.
Serían las dos de la mañana cuando una fuerte explosión los hizo salir de su profundo sueño, el niño corrió con rapidez a refugiarse en medio de sus padres.
—¿Escuchaste ese ruido papá?
—Así es hijo, no te preocupes, nosotros no estamos acostumbrados a los fenómenos atmosféricos de esta zona, quizá esto sea frecuente en el lugar, en nuestra región estos truenos se dan en tiempo de lluvias, de inicio tenemos muchos nubarrones y relámpagos, después empieza el aguacero ¿recuerdas eso?
—Si papá, pero esto no fue igual, fíjate, no se escucha ningún ruido ni nada.
—Bueno, si quieres quédate con nosotros para que estés tranquilo y vuélvete a dormir, mañana investigaremos que fue lo que sucedió.
A la mañana siguiente, el niño insistió en que le aclararan lo escuchado en la madrugada.
—Entonces papá, ¿de dónde crees que vino el estruendo de anoche?
—No lo sé Julio, pero tenías razón, también tuve esa sensación extraña, como cuando te tapas los oídos y parece que te soplaran dentro de ellos, al rato comentaré eso con Ramiro, quizá él sepa algo, está muy bien informado ya que lleva años realizando investigaciones y documentando todo lo concerniente a esta zona desértica, él es experto en la flora y la fauna local, pero sobre todo, ha estudiado profundamente a las especies venenosas, y como buen profesional que es, presumo que debe tener registrados hasta estos cambios atmosféricos, ya te contaré.
Diciendo esto, se despidió con un beso de su hermosa mujer y de su hijo, prometiéndoles que pronto harían un viaje especial para explorar y acampar en el desierto.
Ángel Javier salió de prisa rumbo a la oficina donde Ramiro lo esperaba, tenían planeado recorrer ese día un buen tramo del desierto en busca de algún tipo de vida sin documentar y bueno, quizá con eso le diera también algunas respuestas a su hijo Julio.
—¡Qué pasó Ángel! —saludó Ramiro a su amigo— ya tengo listo el jeep, con provisiones, gas, agua y comida, ¡ha! también conseguí lo que me pediste, un rifle con las características que señalaste.
—¡Excelente Ramiro!, no me gustaría andar en medio de este infierno sin algo a la mano para defenderse, ya sabes, la costumbre.
Dicho esto, los dos amigos se embarcaron en el vehículo y al poco rato ya estaban rodando en la terracería, la vegetación se iba haciendo más escasa, solo se encontraban pequeños matorrales característicos de la zona.
—Oye Ramiro, ¿qué me cuentas de lo de anoche?, ¿Qué fue ese ruido?
—Mira para ser sincero no tengo la menor idea, solo te digo que no fue algo natural, me dio la impresión que un objeto rompió la barrera del sonido, algo así como un avión o qué se yo, no tuve tiempo de hablar con ninguna persona, ya sabes, de esas que andan de noctámbulos, quizá al regreso alguien nos diga que observaron y por donde, mientras tanto te voy a poner al día.
El motivo de adentrarme en este hermoso pero infame lugar es el siguiente: quince días atrás, se encontraron varios cadáveres cosa algo frecuente en este desierto, ya que gente ignorante de este ecosistema, sin el mínimo respeto y como si fueran a un día de campo normal se montan en sus vehículos todo terreno y se adentran fascinados por el paisaje tan distinto a lo que como hombres de ciudad están acostumbrados, con sus juguetes motorizados, supeditados a estos y a lo que traen de provisiones, se confían y el lugar frecuentemente les cambia la diversión por tragedia, ya sea una víbora de cascabel, un alacrán o simplemente con perder el rumbo, el desierto les pasa factura, pero este no es el caso de los últimos muertos, estos llamaron la atención de las autoridades por el estado en que se encontraban. Los cuerpos enjutos como acartonados parecían tener meses de exposición a la inclemencia del desierto. Las autoridades al revisar los reportes de extravíos, se encontraron con que algunos solo tenían uno o dos días desaparecidos, ya que los familiares o amigos de estas personas habían dado parte de inmediato a las autoridades al no tener noticias de ellos.
Por esta razón mi buen amigo Ángel Javier estamos aquí, la autoridad que lleva el caso, conociendo mi experiencia en el campo, me pidió, para descartar cualquier duda que hubiera sobre los motivos de estas muertes, viniera a realizar una inspección en el área donde fueron localizados los cadáveres y además cubrir un perímetro de unos tres kilómetros a la redonda, como te digo, para confirmar muerte natural y carpetazo al asunto, pero te voy a ser sincero, yo mismo hice una revisión de los muertos y a mi forma de ver, estos, parecían haber sido exprimidos, ¿has visto los documentales cuando un arácnido inyecta veneno a su presa y después, como si fuera con un popote les saca el jugo? pues esa impresión me dio, solo que los cuerpos momificados a simple vista no presentaban lesiones y como no existen reportes de ataque de alimañas del desierto que causen estos estragos en una persona, pues, así se quedó la cosa, además, en la ciudad los forenses no contaron con el equipo que pudiera analizar y arrojarles algún dato que ayudara a entender el estado de estos cuerpos.
—¿Crees tú que esto tenga que ver, con lo sucedido anoche? ¿Que exista alguna relación?
—Mira, al menos que las autoridades sepan más de lo que informaron a la gente y a mí, no creo, pero, por eso estamos aquí compañero, por cierto gracias por acompañarme, al saber yo, que andabas por estos lugares, no lo pensé dos veces para invitarte, conociendo tu gran experiencia en el rastreo y caza de animales, claro, no de este tipo pero, nunca se sabe, inmediatamente pensé en lo importante que sería tu opinión en este caso, además en ciertos niveles de autoridad, fue muy sonado el caso en que participaste apoyando a tu hermano Julio Francisco allá en tu región con esos asesinatos en serie, aunque te confieso que no me quedó muy en claro quién o qué era el asesino, pues, tú ya conoces mi forma de pensar, solo saco conclusiones en base a informaciones sustentadas en investigaciones puramente científicas y comprobables, aunque no dudo de la veracidad de los informes que se rindieron en su momento, ¿cuántos años hace de eso?
—Nueve años Ramiro y créeme, lo que viví en ese momento está grabado a fuego en mi recuerdo, y en ocasiones me parece que pasó el día anterior y que algún asesino de esos escapó y está al acecho, ya sabes que tampoco creo en patrañas pero insisto, lo que vi fue tan real, como si lo hubieran extraído de una película de esas, ya sabes de Hollywood, pero… concentrémonos en esto, mira, que te parece si hacemos un alto en ese promontorio rocoso, creo tiene como unos setenta metros de alto, si dejamos el vehículo en la base por el lado que da un poco de sombra, podremos escalar y abarcar desde arriba una buena distancia y empezar el reconocimiento del área.
—Buena idea Ángel, creo, si no tienes otra opinión, que dejaremos todo aquí, si quieres lleva tu rifle y yo cargaré con una garrafa de agua, no creo que tardemos mucho en regresar, este muro de roca tendrá apenas unos mil trescientos metros de largo y unos quinientos metros de ancho, parece que en la superficie se aprecia como una plataforma, debe ser por la erosión, hay veces que parece que la mano del hombre interviene para darle estas formas tan caprichosas a las rocas, pero es la exposición durante cientos, quizá miles de años al viento y al sol y de vez en cuando un poco de lluvia lo que esculpe estas rarezas, ¡vamos pues!, a subir.
En pocos minutos, y sin ningún problema, los dos amigos estaban llegando a la cima.
—Creo —comentó Ángel—, que estamos como a cuarenta o cincuenta kilómetros de donde salimos ¿verdad?
—En efecto, fíjate lo fácil que fue llegar hasta aquí y en este punto es donde las personas se confunden, si por algún motivo su equipo fallara, ya sea el vehículo, la brújula, GPS o lo que trajeran para orientarse, recorrer el mismo camino de regreso sin experiencia en el desierto y sin conocimiento de su fauna, les resulta mortal.
—Es verdad Ramiro, sin embargo, el panorama desde aquí es impresionante, me hubiera gustado haber traído a mi esposa y a mi hijo Julio, no creo que con tu experiencia en esta zona, tuviéramos algún problema ¿no es así?
—En efecto, te prometo que tendrás en mí al mejor guía de este lugar una vez terminada la investigación, cosa que creo no nos llevará mucho tiempo, después, vendremos a acampar unos días ¿te parece?
—¡Excelente! Ramiro, buena idea, entonces terminemos de subir, si desde este punto se ve hasta donde la vista alcanza, ya me imagino sobre la meseta.
Apenas había alcanzado la cima Ángel Javier cuando exclamo…
—¡Con un demonio! ¿Qué es esta sensación?, parece que corriera electricidad por la piel, y ese olor, apúrate Ramiro, siente la atmósfera de este lugar, está cargada de una especie de energía.
Solo dieron una veintena de pasos y se encontraron con un horrible espectáculo.
—¡Madre santa! —Exclamó Ramiro poniendo en alerta a Ángel Javier—, ve esto.
Lo que veían los amigos era una especie de pesadilla, cadáveres como momificados por todos lados, era como si algo o alguien hubiera llevado los cuerpos con algún propósito a ese lugar.
—Mira eso —dijo Ángel Javier a su amigo— al final y al centro de la explanada, me parece que hay una especie de marcas en el suelo.
Los amigos se acercaron y al hacerlo tuvieron que pasar por el costado de una hilera de cadáveres. A unos cuarenta metros de ellos se encontraban unos rastros como de quemaduras, círculos concéntricos que iniciaban en un punto y se expandían hasta hacer un diámetro de unos quince metros, cada uno separado del otro a partir del centro con una distancia aparentemente igual, al frente, en dirección a los cadáveres y justo donde terminaba el último círculo quemado, se apreciaba una línea de unos dos metros como si se hubiera posado una rampa o algo en ese punto.
—¿Qué clase de aparato o con que objeto se realizaron estas marcas?, todo el material que quedó bajo algún círculo se encuentra totalmente quemado, fundido diría yo —comentó el científico a Ángel Javier que guardaba silencio.
—A mí me