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La Luz Nocturna
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Libro electrónico104 páginas1 hora

La Luz Nocturna

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Mi nombre es Antônio Pereira, pero todos me conocen como Arthur Black. Soy un escritor. He sido rico, influyente y codiciado, gracias a mis historias infantiles. He perdido casi todo, ya saben cómo es... lo que viene fácil, fácil se va...
Ya que estoy abriendo mi corazón, debo confesar que mentí sobre mi libro más famoso. Aquel libro que se convirtió en un gran éxito en el cine. Siempre pensé que jamás hablarían sobre el asunto, pero yo estaba equivocado.
Me contactó el hombre que conoce mi secreto y me hizo una oferta que no pude rechazar. Le prometí que escribiría un nuevo cuento infantil y que seguiría todas sus reglas.
Comienzo a darme cuenta de que hay algo muy extraño en este lugar al que me trajo y en el que luego me dejó solo. Mis noches son atormentadas por situaciones que escapan a mi comprensión. ¿Alucinaciones? ¿Realidad?  No sé decirlo.
Hay puertas en este mundo que se abren en lugares desconocidos. Tal vez ellas son las responsables del surgimiento de las siluetas, las voces y la luz blanca e intensa que irrumpe desde la oscuridad del campo. Cada día que permanezco aquí, más nebulosa se vuelve mi percepción.
La única certeza que tengo es que el libro que escribo todos los días se vuelve completamente diferente justo después de irme a dormir.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento4 nov 2020
ISBN9781071573600
La Luz Nocturna

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    La Luz Nocturna - Alex Zuchi

    HUYENDO POR LA TANGENTE

    Está bien, lo confieso: soy el mayor canalla que haya existido.

    Veo eso ahora de una manera mucho más clara, en este instante en que me encuentro a punto de ser crucificado por algo que prometí hacer. Incluso me pagaron un buen adelanto para que lo hiciese. Mi estrategia de defensa, entonces (si es que hay alguna), será pasar de largo, simplemente, negando toda responsabilidad. Sé que dentro de poco, van a restregarme en la cara el contrato que firmé. Tengo, e incluso está aquí a mi lado dentro del bolso, una copia del maldito documento. Necesito pensar, por lo menos, en una forma de ganar tiempo.

    Hoy es 24 de agosto de 2019 y sé que no debí haber salido de la casa. Entiendo, por otro lado, que ellos no habrían aceptado ningún tipo de justificación por mi ausencia. Ni siquiera ahora debo sentirme tentado a engañarme con falsas posibilidades, sé que no tuve otra opción.

    Soy un profesional en el arte de la creación. ¡Concéntrate! ¡Pon en orden los pensamientos!

    Nada está funcionando y el tiempo pasa... tic-tac, tic-tac... me siento sofocado aquí dentro. Me encuentro tan vacío de ideas, tal como queda un paquete de bocadillos después de unos segundos conmigo.

    Tal vez eso sea una señal, una señal de cambio.

    Al final, es posible que yo no sea el mayor canalla de todos; tengo que reconocer que ya han pasado por este planetita azulado, un montón de tipos mucho peores que yo. Sujetos que causaron tanto estrago que si yo tuviera la oportunidad de vivir otras cinco vidas, no conseguiría equipararme a ellos. Esa es la pura verdad. Pero, constatar esto no hace de mí una mejor persona. Ahhhh, ciertamente, no. Creo que puedo afirmar que soy el mayor canalla que he conocido personalmente. Sabes cómo es, vivo muchas horas al día conmigo mismo, y conozco, absolutamente, todas las fallas de mi carácter. Y no son pocas…

    Sí, soy el mayor canalla que conozco personalmente. Considero que esta afirmación es la más apropiada.

    Con el tiempo, y principalmente con la práctica, se torna fácil hasta cierto punto engañar o convencer a las personas para que hagan lo que quiero. Ni para qué molestarme en hablar de mis transacciones, respecto a algunas propiedades que alquilé (y, por supuesto, no pagué), o de algunos fraudulentos intermediarios que siempre han facilitado mis declaraciones de impuestos; o de mis sombrías visitas a clínicas de aborto llevando a jóvenes que hubieran podido causarme muchos problemas. Con estas personas (simples) mis técnicas de persuasión siempre funcionaron bastante bien. Sólo tenía que concentrarme y crear una falsa atmósfera de confianza. Yo mismo, por momentos, acabo creyendo las mismas historias que inventé.

    Hoy, sin embargo, me estoy sintiendo diferente, y me doy cuenta de que mentiras son mentiras. Punto final. ¡Ah, nefasta conciencia! ¿Precisamente hoy resuelves probar a convertirme en un hombre mejor?

    Todavía no me doy por vencido. Necesito pensar, alejar la conciencia (al menos por ahora) y sacar a relucir mi infamia. Si puedo sentirme un poco mejor conmigo mismo, la respuesta acabará por llegar.

    En vez de estar pensando en soluciones, viene a mi mente el mayor de mis pecados. ¿Pero cómo podría haberlo evitado? ¿Qué querían que hiciera? ¿Que dejara pasar aquella gran oportunidad, justo en el momento en que debía tanto dinero? Ni hablar. Actué rápidamente, sin dejar rastro, aunque esa vez tuve una ayudita externa. Al final, todo fue resuelto sin alboroto. No llegó ni a desarrollarse un proceso, lo que hasta hoy me sorprende. En fin, yo obtuve lo que quería. Ella se resignó, ¿valdría la pena? Puedes apostar que sí, aunque todavía te extraño.

    Obtuve más de 500 mil reales en regalías por el libro. No puedo dejar de aludir a los 700 mil que caerán en mi cuenta por la venta de los derechos de la historia, a un productor de Hollywood. ¿Creen que me quedé con todo ese dinero? Ojalá. Los prestamistas estaban sedientos de mi sangre, y ese dinero, probablemente, salvó mi vida.

    Del libro, dos películas han sido ya lanzadas, el tercero de la trilogía está a la puerta del horno. Es una pena que no salpique ningún dinero de lo recolectado en la taquilla. ¡Maldición! La película ha tenido una facturación astronómica en todo el mundo. Incluso, ya ha superado la recaudación de películas que los mocosos aman, como la última Toy Story, Los Increíbles o Alicia en el País de las Maravillas, pero admito estar un poco lejos de Harry Potter. ¡Naturalmente, esos ingleses han realizado ocho películas! Y esa J. K. Rowling... tengo una verdadera relación de amor y odio con ella. Es probable que intente explicar esos sentimientos contradictorios más adelante.

    Tengo que reconocer que también tengo una parte de la culpa sobre las definiciones contractuales. Fui con mucha ambición y contraté a un abogado que no estaba muy interesado en discutir los pormenores del contrato. Ni siquiera sé si el sujeto llegó a leerlo en detalle. Sólo me apegué al hecho de que él cobró una comisión mucho más baja que los otros. Mientras yo explicaba el caso, el tipo simplemente balbuceaba algo sobre llevarse bien, hasta que por fin. Creo que no debería haber sido tan ahorrativo. Pero ustedes conocen aquel dicho... lo que fácil viene, fácil se va...

    Por cierto, soy escritor.

    Mis padres siempre me decían que yo podría ser lo que quisiera. Tenían una buena condición financiera y algo de desidia para orientarme. Dejarme enteramente la decisión, les era más conveniente. Pero una cosa era clara desde el principio: yo no quería nada que comportara un esfuerzo físico. Soy un perezoso empedernido y orgulloso. En algún sentido tuve suerte, ya que poseía cualidades que me ponían en una postura privilegiada desde los primeros años en el colegio. Yo era creativo y escribía razonablemente bien. Gané, incluso, algunos concursos literarios durante mi etapa escolar. 

    Sí, estoy totalmente consciente de la forma simplificada con la cual estoy introduciendo algunos aspectos de mi vida. Pero, ¿cómo podría ofrecer una narrativa más rebuscada sobre mi pasado si tengo más de cincuenta minutos sentado en un maldito retrete?

    En este preciso instante están tocando nuevamente a la puerta. Esta, creo, es la sexta vez que golpean esa bella puerta barnizada (debe ser de alguna madera noble, aunque soy poco conocedor del tema) y siguen insistiendo en que tengo que salir de aquí. Respondí, justo después de los dos primeros toques que no había muerto, sólo que tenía un dolor de estómago tremendo. Ahora, tengo miedo de responder. Ya no siento muy bien las piernas, un hormigueo terrible recorre desde mis nalgas hasta la altura de la espinilla. Pronto me veré obligado a levantarme.

    En el tiempo que llevo aquí, intentado cagar de verdad, pensé que valdría la pena disfrutar la suavidad

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