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Consumo problemático de drogas: Bases para una clínica ambulatoria de inclusión sociosanitaria
Consumo problemático de drogas: Bases para una clínica ambulatoria de inclusión sociosanitaria
Consumo problemático de drogas: Bases para una clínica ambulatoria de inclusión sociosanitaria
Libro electrónico218 páginas4 horas

Consumo problemático de drogas: Bases para una clínica ambulatoria de inclusión sociosanitaria

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Para conocer la problemática y romper con la línea predominante, que indica que la única alternativa posible para la denominada clínica de las adicciones es la internación, esta obra parte del desarrollo histórico del consumo de sustancias, su clasificación y formas de abordaje, los aspectos bioéticos y la influencia del discurso jurídico como herramienta de control social. A la vez, el autor, con una experiencia de casi tres décadas en el tema, profundiza el modelo de abordaje ambulatorio de inclusión sociosanitaria basado en normas éticas y científicas, en contraposición al de la lógica del encierro y el disciplinamiento.
En la clínica diaria, llama la atención cómo el imaginario construido por ciertos discursos (en particular, el moral, el jurídico y el religioso) influye en el de los profesionales. Esto da como resultado la puesta en marcha de abordajes basados fundamentalmente en el aislamiento y el autoritarismo, así como las prácticas (sin fundamento científico) de cuestionables normas éticas, que en la mayoría de los casos violan los derechos humanos más elementales.
IdiomaEspañol
EditorialNoveduc
Fecha de lanzamiento1 nov 2020
ISBN9789875387867
Consumo problemático de drogas: Bases para una clínica ambulatoria de inclusión sociosanitaria

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    Consumo problemático de drogas - Alberto Trimboli

    Consumo problemático de drogas

    Bases para una clínica ambulatoria y de inclusión sociosanitaria

    Alberto Trimboli

    Consumo problemático de drogas

    Bases para una clínica ambulatoria y de inclusión sociosanitaria

    Índice de contenido

    Portadilla

    Legales

    Introducción

    Capítulo I. El consumo de sustancias según la época

    Capítulo II. Categorías sociales intervinientes en el proceso de exclusión

    Capítulo III. Términos asociados al consumo de sustancias

    Capítulo IV. Drogas y modernidad

    Capítulo V. Bioética, subjetividad y ley

    Capítulo VI. Abordajes asistenciales

    Capítulo VII. Hospital de día de inclusión sociosanitaria como modelo de intervención para el abordaje del consumo problemático de sustancias

    Bibliografía

    Colección Conjunciones

    Corrección de estilo: Liliana Szwarcer

    Diagramación: Patricia Leguizamón

    Los editores adhieren al enfoque que sostiene la necesidad de revisar y ajustar el lenguaje para evitar un uso sexista que invisibiliza tanto a las mujeres como a otros géneros. No obstante, a los fines de hacer más amable la lectura, dejan constancia de que, hasta encontrar una forma más satisfactoria, utilizarán el masculino para los plurales y para generalizar profesiones y ocupaciones, así como en todo otro caso que el texto lo requiera.

    Noveduc libros

    © del Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico S.R.L.

    Av. Corrientes 4345 (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina

    Tel.: (54 11) 5278-2200

    E-mail: contacto@noveduc.com

    www.noveduc.com

    Primera edición en formato digital: octubre de 2020

    Digitalización: Proyecto451

    No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.

    ISBN edición digital (ePub): 978-987-538-786-7

    Alberto Trimboli. Doctor en Psicología, psicólogo clínico y psicoanalista. Coordina el sector de Adicciones del Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez; fundó, presidió y es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). Entre 2013 y 2015 fue vicepresidente regional para América Latina de la Word Federation for Mental Health (WFMH) y desde 2017 es miembro vitalicio de esa institución. En 2013 presidió el único Congreso Mundial de Salud Mental desarrollado en Argentina organizado por la AASM y la WFMH. Desde 2014 forma parte del Órgano de Revisión de la Ley Nacional de Salud Mental. Tiene actividad docente universitaria tanto a nivel nacional como internacional. Es docente y tutor de la Facultad de Psicología de la Università della Sapienza (Roma, Italia), Profesor Honorario de la Facultad de Psicología de la Universidad de Chiclayo (Perú), profesor adjunto del departamento de Psicología Clínica de la Universidad Argentina J. F. Kennedy. Docente de la Facultad de Psicología y de la de Medicina de la Universidad de Buenos Aires UBA. Es compilador y coautor de numerosos libros y artículos relacionados con la temática.

    En primer lugar, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a la Dra. Andrea Grinberg, porque sin sus aportes, su crítica constructiva y sus valiosas observaciones, este trabajo no hubiera sido posible.

    No quiero dejar de nombrar a aquellos a quienes van dirigidas las conclusiones y modestos beneficios de esta obra: los pacientes, que con su sufrimiento y esfuerzo me estimulan a trabajar cada día. A ellos, mi respeto.

    Agradezco a mis compañeros del Hospital Álvarez de la Ciudad de Buenos Aires y particularmente a los profesionales de mi equipo, un grupo de jóvenes y excelentes profesionales que con su ímpetu, empuje y críticas me contagian energía para seguir adelante, a pesar de los obstáculos.

    Quiero agradecer a las autoridades del Hospital Álvarez, que me permiten la no tan común tarea de incluir y aceptar en un hospital general a estas personas que son víctimas permanentes de la estigmatización y discriminación cotidiana.

    Por último, y fuera del ámbito profesional, agradezco especialmente a mi familia. A mi esposa, Silvia, y a mis hijos, Damián y Federico, por su inestimable apoyo, paciencia y comprensión por el tiempo que les quité para dedicar a la realización de este trabajo.

    También expreso mi agradecimiento a mis padres, por haberme enseñado que el estudio y el esfuerzo son dos elementos inseparables para lograr los objetivos.

    Introducción

    Breve descripción del problema

    Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al finalizar, para tener un morir agradable.

    Fiedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

    El denominado problema de las drogas es, sin lugar a dudas, uno de los temas más discutidos de las últimas décadas. En la actualidad suele ser abordado desde diferentes discursos y lugares de poder, principalmente desde el político, el jurídico, el religioso y el de la seguridad, dejando de lado uno de los principales: el de la salud.

    En este libro se detallarán una serie de conceptos relacionados con el denominado problema de las drogas, especialmente aquellos que han dado como resultado que las personas que las consumen sean estigmatizadas y excluidas del sistema de salud.

    Abordaremos el proceso de elaboración y construcción del sujeto adicto por parte de la sociedad y cómo se producen procesos estigmatizadores a través de estereotipos que desencadenan prejuicios y discriminación por desconocimiento e ignorancia, contra las personas que consumen sustancias psicoactivas, así como por la acción de diferentes discursos y la puesta en marcha de acciones concretas de control social por parte de ciertos sectores de poder.

    Es indudable que el siglo XX nos ha presentado una serie de contradicciones socioeconómicas, políticas y culturales únicamente comparables con las que se produjeron en el continente europeo hace aproximadamente tres siglos, con la denominada Revolución Industrial. En esa instancia, la tecnología recién aparecida impactó de lleno en la estructura social existente hasta entonces y la vida no volvió a ser la misma. Los individuos debieron adaptarse a los cambios de maneras muy diferentes.

    En medio de este panorama, en el periodo de posguerra de la Segunda Guerra Mundial, algunos sectores comienzan a colocar en primer plano lo que hasta el momento era algo desconocido para la sociedad: el denominado flagelo o epidemia de las drogas.

    Estas designaciones le otorgan a la problemática dos tipos de connotaciones: una moral y otra médica, que generan la idea de que es necesario proteger a la sociedad de ese mal.

    Este fenómeno fue construyéndose en el transcurso del siglo veinte, sobre la base de la transmisión de una multiplicidad de discursos ideológicos, políticos, médicos, jurídicos y morales, que dieron como resultado la estigmatización (y penalización) de las personas que consumían ciertas sustancias.

    En este contexto, si consideramos que la intervención del Estado como respuesta a la problemática no provino del sistema de salud sino del legislativo, jurídico y moral, debemos decir que la situación no solo no desapareció, sino que se agravó aún más. En efecto, la promulgación de leyes que incluyeron la sanción penal y las denominadas medidas curativas en nombre de la defensa de la sociedad, contribuyeron a que se asignara al usuario de drogas una doble condición: de enfermo, por un lado, y de delincuente, por otro.

    Sabemos que el sistema de creencias determina el funcionamiento de una sociedad. En este sentido, podemos decir que el sujeto actúa en tanto que es actuado por el sistema (Althusser, 1968).

    Es llamativo cómo ciertos sectores, entre ellos el de los profesionales de la salud, muestran visiones tan particulares sobre este tema e incluso, en la mayoría de los casos, dejan de lado a la persona y sus derechos, centrándose casi exclusivamente en el objeto droga y en el peligro que significa para la sociedad la sustancia ingerida.

    Como ejemplo de ello podemos citar a Vélaz de Medrano (2009) que plantea que esta problemática afecta gravemente a la comunidad en su conjunto por la magnitud que alcanza en lo individual y social, no solo en lo atinente a la salud pública, sino también al bienestar y al adecuado desarrollo comunitario.

    La misma postura sostiene Mannaioni (1980); este autor afirma que, si la adicción fuera el único factor importante en el problema de la toxicomanía, la solución sería muy sencilla, permitiendo que cada persona pudiera consumir la sustancia de la que depende y controlando la aparición de trastornos físicos y psíquicos. En cambio, agrega, la adicción a las drogas no solo es un problema porque las sustancias producen dependencia, sino porque sus constituyen un peligro para el individuo y para la sociedad.

    Es evidente que tanto Vélaz de Medrano como Mannaioni son un ejemplo claro de cómo muchos especialistas en el tema ponen el acento en la sustancia, en el peligro para la sociedad y no en la subjetividad. De esta manera, estos autores estarían dando por sentado que son las sustancias por sí mismas las que provocan el problema; les atribuyen peligrosidad, dejando de lado los mecanismos internos por los cuales cada sujeto o grupo elige consumir una determinada.

    Este tipo de planteo es el más sostenido por los sectores políticos y de la prensa y también por el sistema de salud pública estatal. Esto da como resultado la ausencia de dispositivos de salud ofrecidos por el Estado y la proliferación de centros privados, autodenominados de asistencia, la mayoría de ellos con prácticas que violan el marco ético y legal y que no dan respuesta adecuada a las personas con consumo problemático de sustancias.

    En este sentido, es indispensable preguntarnos cuáles son los motivos que impiden que el Estado arbitre los medios necesarios para implementar una cantidad necesaria de centros de salud destinados a personas con consumos problemáticos. Los tratamientos existentes, especialmente los pertenecientes al ámbito privado, ¿son inclusivos? ¿O en realidad favorecen la estigmatización?

    Parte de la respuesta reside en la construcción del sistema de representaciones. En efecto, uno de los puntos intervinientes en la construcción de un cierto tema dentro de una sociedad determinada son las representaciones sociales. Estas, en el caso del consumo de sustancias, actúan como barrera de acceso al sistema de salud por parte de las personas que padecen esta problemática, pero también actúan negativamente en aquellas que, si bien consumen alguna droga, no constituyen un problema.

    Hoy las personas consumidoras de ciertas sustancias psicoactivas son víctimas del sistema de representaciones dominante y habitualmente se las relaciona con el delito y la pobreza. En ese sentido, no sorprende que el abordaje para el tratamiento de ellas sea la internación prolongada, el encierro y muchas veces la aplicación de métodos de castigo sin fundamentación científica alguna.

    Como resultado de la puesta en juego de estos mecanismos, ni la sociedad en general, los profesionales de la salud ni el Estado parecen preocupados por poner en marcha modalidades ambulatorias acordes con los criterios científicos y éticos aceptados. La experiencia indica que las internaciones breves son menos costosas, no solo en términos económicos, sino también en términos psíquicos y sociales.

    Capítulo I

    El consumo de sustancias según la época

    Las sustancias psicoactivas han sido utilizadas por el hombre, desde la Antigüedad y a lo largo de la historia, dentro del contexto de prácticas bien definidas y socialmente integradas de orden cultural.

    La mayoría de los pueblos primitivos, y muchos de los que actualmente se asientan en regiones en contacto con la naturaleza, poseen una concepción de la misma totalmente diferente de la del hombre urbano quien, podríamos decir, ha perdido contacto con ella.

    A través de la naturaleza, estos pueblos dan lugar a la dimensión religiosa que los lleva a simbolizar realidades que trascienden la experiencia humana.

    Para el hombre primitivo, las plantas, la vegetación y los animales mantienen una estrecha vinculación con lo sagrado. Por eso, estos elementos ocupan un sitio privilegiado en la simbología antigua.

    En este sentido, González Torres sostiene que

    La vegetación manifiesta también otra clase de poderes sagrados y divinizados; por ejemplo árboles, flores y frutos milagrosos revelan la presencia de poderes divinos. Los ritos de primavera se centran en las plantas, ramas o árboles a los que se da un tratamiento sagrado; la fertilidad del cosmos es simbolizada por la unión de plantas masculinas y femeninas o por el florecimiento de las ramas de una especie específica (González Torres, 2001).

    Si bien no es el objeto central de este libro, es indispensable conocer el desarrollo histórico del descubrimiento y la utilización de las diversas sustancias psicoactivas por el hombre. Veremos la enorme importancia que tiene la historia del consumo en la construcción del "problema de las drogas" en la sociedad actual.

    Es innegable que para comprender una de las problemáticas más complejas de la actualidad –con implicancias políticas, económicas, morales, jurídicas y bio-psico-sociales, como es el uso de sustancias psicoactivas– resulta indispensable realizar un recorrido acerca del papel que las mismas desempeñaron a lo largo de la historia de la humanidad y cómo fue la relación entre la sociedad y ellas.

    Escohotado dice que:

    Hasta hace poco no se ha tenido en cuenta que el empleo de las drogas descubiertas por las diversas culturas constituye un capítulo tan relevante como olvidado en la historia de la religión y la medicina (…) a los historiadores les parece menos nimio examinar la evolución de un estilo pictórico que la evolución del consumo de una droga (…) como sucediera con la sexualidad hasta bien entrado el siglo XX (Escohotado, 1998).

    A menudo se cree, incluso en círculos profesionales, que el uso de sustancias psicoactivas es propio de la sociedad contemporánea, como un intento de resolver o evitar las dificultades y/o conflictos. Si bien es cierto que el problema se complejizó en los últimos tiempos, el consumo de sustancias se inicia con el hombre mismo.

    Las plantas psicoactivas y sus usos

    Existe documentación que da cuenta de la utilización de sustancias –hoy denominadas drogas– a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, a pesar de que el hombre las utilizó en todas las épocas, ese consumo nunca antes había mostrado signos claros de haberse convertido en problemática social, mientras se mantuvo asociado a sustancias naturales y utilizadas para ciertas prácticas culturales relacionadas con el trabajo y la religión.

    El hombre primitivo ha debido aprender con mucho esfuerzo acerca de las herramientas necesarias para luchar por la supervivencia diaria. Por ese motivo debió probar todos los elementos que la naturaleza puso en su camino: minerales, plantas y animales.

    Se cree que fue en el periodo paleolítico que cazadores y recolectores nómades, (1) involuntariamente, como consecuencia de su adaptación alimentaria al medio ambiente, sufrieron intoxicaciones ocasionales con plantas que contenían sustancias psicoactivas. Por sus efectos psicológicos, las mismas seguramente ayudaron a construir la representación del mundo que hicieron esos hombres y confirieron materialidad a los productos de su imaginación, así como a las alucinaciones e ilusiones generadas por lo ingerido.

    Este universo fantástico –con el cual convivió y convive aún el hombre denominado primitivo– le fue accesible por medio de la alucinación producida artificialmente en momentos de trance. Esta posibilidad relacional hombre-mundo sobrenatural, por los peligros que encierra, se le encomienda a quien, en la comunidad, se le reconoce el poder de hacerlo con menor riesgo: el chamán (Escohotado, 1998) (2).

    Estas personas, a las que se les atribuían aptitudes curativas y adivinatorias, recurrían a menudo a las sustancias alucinógenas para facilitar el trance. Junto con sus rezos, oraciones, humo de hierbas y otros rituales, el chamán alejaba los demonios, buscando la ayuda de los espíritus que lo guiaban hacia el alma de un antepasado o el saber buscado. Luego del trance retornaba a la realidad, trayendo para la tribu la información buscada o la salud para el enfermo.

    Esta experiencia cultural de las poblaciones primitivas (o sea, el

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