Pero hay muchas más: el ayuno intermitente (o la restricción calórica), la práctica del yoga y estiramientos u otras actividades que pongan al cuerpo en movimiento; también la relajación y un buen cuidado del sueño. Las prácticas potenciadoras de nuestras defensas son más amplias y variadas de lo que podría parecer. He escrito un libro (ver pág. 96) para explicar algunas.
En casa… y en el colegio
En mi familia somos naturistas. Seguimos el criterio de nuestros padres en lo referente a la salud y modo de vida. Desde siempre venimos practicando todos los recursos que la medicina natural nos ofrece para desarrollar un sistema inmunitario eficaz, alejado de los fármacos, de la química de síntesis, y de las inoculaciones conocidas como «vacunas». Eso incluye también la alimentación, que es de tipo vegetariano, lo que hoy conocemos como «plant based». Se trata de un estilo de vida que ofrece no pocas ventajas: nuestras visitas a la farmacia son rarísimas.
Hace unos meses –en pleno terrorismo mediático para promocionar las «pandemia» y aquellas inoculaciones llamadas «vacunas»–, el director del colegio de mi hijo me telefoneó para anunciar que el chico debería quedarse en casa «porque no estaba inmunizado» (porque no estaba vacunado, quería decir).
Me quedé estupefacto. ¿Qué podía decirle? Que se