Es posible que el lector encuentre en el mercado de novedades pocos libros tan reveladoramente indignantes como el que centra nuestro foco en estas páginas. Sedados, cómo el capitalismo moderno creó la crisis de salud mental (Capitán Swing, 2022) debería ser un manual de obligada lectura para todo profesional que trabaje o aspire a trabajar en el complejo territorio de los trastornos de la mente. Esta obra, que maneja datos principalmente de Reino Unido y EE UU, es perfectamente extrapolable a cualquier país, y se publica en España cuando los datos nos sitúan a la cabeza en el consumo de psicofármacos.
Su autor, James Davies, cuenta con todas las credenciales académicas y la pulcritud científica necesarias para que su demoledora crítica sobre el mercado político y farmacéutico de la salud mental no caiga en saco roto. Este profesor en Antropología Social y Psicoterapia en la Universidad de Roehampton no se anda con medias tintas, y acusa directamente al capitalismo actual –la versión neoliberal apadrinada por Reagan y Margaret Thatcher– de haber favorecido la implantación de un próspero modelo de tratamiento farmacológico en psiquiatría, modelo en el mejor de los casos inservible, donde a la probada ineficacia de los medicamentos se suma la creciente descripción –sin el mismo rigor y criterio científico que rige en otras áreas de la medicina– de nuevos trastornos mentales.
FALSOS TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
Desde sus primeras páginas escandaliza descubrir cómo el manual de referencia usado (DSM, por sus siglas en inglés), ha pasado de 106 trastornos a principios de los años setenta del siglo pasado a 370 en la actualidad, y todo ello como producto de un juego de consensos entre un reducido número de sabios psiquiatras y no como consecuencia, como cabría esperar especialmente en temas de salud, de estudios científicos. Según Davies, se ha estado «rebajando progresivamente el listón de la definición de lo que se considera un trastorno psiquiátrico (facilitando de este modo que cualquiera de nosotros pueda ser calificado como ‘enfermo o enferma mental’). Estos procesos han tenido por efecto la medicalización, la patologización y finalmente la medicación injustificada de muchas de nuestras aflicciones humanas cotidianas».