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A la hora de comer ¿qué nos preocupa?
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A la hora de comer ¿qué nos preocupa?
Libro electrónico140 páginas1 hora

A la hora de comer ¿qué nos preocupa?

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Estudio de la forma en que la ciencia agrícola puede ayudar a aumentar las cosechas y a resolver un problema que no sólo es de México: el bajo incremento de la producción agrícola en las últimas décadas. A los profesionales no les gustan el olor de los insecticidas, el peligro de sus efectos, el precio, ni la idea de emplearlos, pero saben que su uso juicioso ayuda a obtener mejores cosechas. Este libro, aunque abarca varios campos, se centra en los problemas que presentan el combate a las plagas y el uso de plaguicidas; esto es, la agroquímica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 sept 2011
ISBN9786071603265
A la hora de comer ¿qué nos preocupa?

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    A la hora de comer ¿qué nos preocupa? - Carlos A. Blanco

    MA.

    I. La situación agrícola

    La producción agrícola se percibe en muchos casos como una actividad realizada en un lugar donde antes existía un medio ambiente prístino, que ahora se encuentra completamente transformado y contaminado. Éste bien puede ser el caso, ya que los bosques, praderas o lechos de ríos se tuvieron que transformar en tierras de cultivo. Sin embargo, habrá que tomar en cuenta que para producir alimentos suficientes para la población que crece constantemente, será necesario sacrificar áreas donde producir cosechas, o mejor aún, si ya han sido sacrificadas hacerlas más productivas. Estas superficies agrícolas tienen una capacidad de producción limitada, y sólo si se les utiliza de la mejor manera posible la producción de alimentos alcanzará su potencial máximo y disminuirá la presión para seguir abriendo nuevos terrirtorios a la agricultura. Para un país es obligada la tarea de producir sus propios alimentos por razones sociales, económicas y de seguridad nacional. Qué mejor que nosotros mismos produjéramos toda nuestra comida, esto nos daría empleo, estabilidad y la posibilidad de tener los productos que nos gustan, y que con mucho orgullo llamaríamos productos mexicanos.

    Ilustremos la posibilidad de hacer más productivo nuestro campo, considerando que el rendimiento promedio del maíz en México es de 1 800 kilos por hectárea.[1] Este mismo cultivo, con un método de producción intensiva, la que incluye el uso de variedades mejoradas, riego suficiente y oportuno, fertilizantes y plaguicidas, llega a producir 13 000 kilogramos en ciertas zonas del país con clima óptimo para la producción de este grano, lo que significa un incremento de más de siete veces. Esto ejemplifica la diferencia que existe entre la óptima utilización de la tierra y el promedio nacional.

    Sin embargo, la producción agrícola como la conocemos ahora tiene sus limitaciones. El clima, que no podemos controlar, desempeña el papel más importante para hacer posible una buena cosecha. Un clima inadecuado, aun contándose con la más alta tecnología, no puede llevarnos a alcanzar niveles máximos de producción. Otro factor es la fertilidad del suelo que sólo tiene un límite óptimo y que, al rebasarlo, crea condiciones adversas para el crecimiento de las plantas como la salinidad del suelo o la toxicidad a las plantas. Las variedades mejoradas también tienen sus limitaciones. Para poder crear una súper variedad se le tiene que manipular genéticamente, lo cual implica que al hacerlo se tenga que remplazar genes que pueden tener repercusión en otro aspecto del crecimiento o en su capacidad para tolerar enfermedades o plagas, lo cual limita el rango máximo posible de producción. La disponibilidad del agua con la que cuenta la planta, situación que está muy relacionada con el clima, el tipo de suelo y la tecnología, también es de suma importancia. Todo lo anterior, más un sinnúmero de otros factores, ejerce el papel más importante para que podamos alcanzar un promedio de producción de maíz superior a 1 800 kilos por hectárea.

    En los últimos años, la ingeniería genética ha sido la disciplina que ha aportado mayor posibilidades de crecimiento de la producción agrícola. Se han creado plantas que producen su propio insecticida a través de la inserción de genes que existen en otros organismos: plantas inmunes a algunas enfermedades y que resisten los herbicidas son sólo algunos de los adelantos con que ahora se cuenta. Otros avances en la creación de variedades resistentes a la sequía, ciclos vegetativos más cortos, etcétera, ya empiezan a vislumbrarse. No obstante, esto no promete aumentar la producción de alimentos como para pensar que satisfacerán nuestras necesidades alimentarias en un futuro cercano, debido a que el crecimiento poblacional parece ir más rápido que el desarrollo científico. Japón, uno de los países más productivos del mundo, ha podido incrementar tan sólo en 12% su producción de arroz en la última década, contando con una excelente tecnología y fuertes apoyos gubernamentales para la producción de su grano básico. Aunque este aumento en la producción de arroz no parezca muy impresionante, al menos coloca a este país por encima de sus necesidades de producir más alimento en relación a su tasa de crecimiento poblacional. En México necesitaríamos aumentar nuestra producción agrícola en 1.8% anual para compensar el ritmo de crecimiento poblacional[2] y continuar como estamos hoy, sin olvidar que no producimos toda nuestra comida, sino que importamos parte de ella.

    La agricultura en México

    Dos de los factores más importantes que compiten con y limitan la agricultura son la disponibilidad de agua y el desarrollo urbano debido al crecimiento poblacional.

    Agua. El mayor factor de competencia entre la agricultura y el crecimiento de la población lo representa este líquido. Tomemos en cuenta que, aunque es un recurso reciclable bajo ciertas circunstancias, su volumen es limitado. Se ha determinado que 30[3]-50%[4] del agua dulce disponible a nivel mundial se utiliza ya en este momento, y si consideramos también que más del 60% del territorio de México es semiárido o desértico, las posibilidades de extraer o encontrar más agua son más difíciles cada día. Es común oír en el campo mexicano comentarios como las siguientes: Cuando se perforó este pozo encontramos agua a los 60 metros de profundidad, ahora hemos tenido que perforarlo hasta 200 metros, más del triple. Al empezar a bombear de este pozo salían 50 litros por segundo, ahora sólo salen 30 que es un 40% menos, lo que tiene también un gasto mucho mayor de electricidad. Esto ha provocado el abandono de muchos poblados en el país, pues en ciertas comunidades no hay agua suficiente para todos.

    Para ilustrar la presión de competencia por el agua entre el uso humano y el agrícola, analicemos este sencillo ejemplo: Si obedecemos las recomendaciones médicas de que ocho vasos de agua al día es el consumo mínimo recomendable para mantenernos sanos, y un vaso de agua promedio es de 1/3 de litro, ocho vasos representan 2.4 litros, que multiplicados por 100 millones de mexicanos equivalen a 240 000 metros cúbicos de agua. El riego promedio en una hectárea de maíz consume 2 000 metros cúbicos de agua sin tomar en cuenta evaporación o desperdicio, lo que llamamos una lámina de riego de 20 centímetros. El agua que los mexicanos necesitamos para beber al día alcanzaría para regar al máximo de su eficiencia 4 veces 30 hectáreas de maíz, las cuales producirían 5.4 toneladas de grano de acuerdo al rendimiento promedio nacional, que traducidas a tortillas representan 12.1 toneladas o 363 000 tortillas, que divididas entre 100 millones de mexicanos, bueno, a muchos no les tocaría tortilla. Se estima, a nivel mundial, que la necesidad de agua para producir los granos suficientes de una dieta vegetariana anual por persona es de entre 900 y 1 200 metros cúbicos. Y para producir una dieta que contenga carne se necesitan más de 2 000 metros cúbicos de agua por persona por año.

    Ahora hay que tomar en cuenta el agua necesaria para asearnos, lavar nuestra ropa y los trastos, regar las plantas que embellecen nuestro hogar y la que a diario desperdiciamos; cálculo establecido en México en 200 litros por persona por día en nuestras casas, sin contar oficinas, escuelas, hospitales, etcétera, cantidad cercana al 15% de lanecesaria para producir nuestros alimentos. 50% de las ciudades de México ya tienen problemas de abastecimiento de agua,[5] situación que se incrementará de seguir con las prácticas actuales.

    Más de 60% de México comprende ecosistemas semiáridos o desérticos y es donde se encuentran la mayoría de las áreas agrícolas, así como las grandes zonas urbanas, lo que hace que compitamos cada día más por el agua. Podríamos pensar en tres posibles alternativas para disminuir este problema: a) hacer más eficiente su uso en la agricultura (ya se está trabajando en ello a través de mejores técnicas de riego), b) disminuir la presión del crecimiento de población, y c) hacer una mejor utilización del agua de uso doméstico. ¿Conoces alguna campaña que ayude a resolver los puntos b y

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