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La Tierra tiene fiebre
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Libro electrónico247 páginas2 horas

La Tierra tiene fiebre

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Información de este libro electrónico

Este es un recorrido por la historia del planeta: cómo fue el clima hace millones de años, hace miles de años, hace cientos de años, y en qué medida ha cambiado el clima desde la Revolución industrial. A lo largo de sus páginas encontraremos datos concretos (cuánto bióxido de carbono, metano, etc., se emiten a la atmósfera; cuáles son los países que más contaminan; cómo afectan los clorofluorocarburos a la capa de ozono) y cuestiones aún en discusión (¿es viable fertilizar los océanos?). Los autores concluyen que, dada la creciente presión que la humanidad ejerce sobre los ecosistemas, es necesario desarrollar y aplicar nuevas tecnologías que mejoren la eficiencia en el uso de los recursos y disminuyan su impacto negativo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 may 2013
ISBN9786071603876
La Tierra tiene fiebre

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    La Tierra tiene fiebre - Isaac Schifter

    Isaac Schifter • Carmen González-Macías


    La Tierra tiene fiebre

    La Ciencia para Todos / 211

    Primera edición, 2005

         Primera reimpresión, 2011

    Primera edición electrónica, 2013

    La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

    D. R. © 2005, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-0387-6

    Hecho en México - Made in Mexico

    La Ciencia para Todos

    Desde el nacimiento de la colección de divulgación científica del Fondo de Cultura Económica en 1986, ésta ha mantenido un ritmo siempre ascendente que ha superado las aspiraciones de las personas e instituciones que la hicieron posible. Los científicos siempre han aportado material, con lo que han sumado a su trabajo la incursión en un campo nuevo: escribir de modo que los temas más complejos y casi inaccesibles puedan ser entendidos por los estudiantes y los lectores sin formación científica.

    A los diez años de este fructífero trabajo se dio un paso adelante, que consistió en abrir la colección a los creadores de la ciencia que se piensa y crea en todos los ámbitos de la lengua española —y ahora también del portugués—, razón por la cual tomó el nombre de La Ciencia para Todos.

    Del Río Bravo al Cabo de Hornos y, a través de la mar Océano, a la Península Ibérica, está en marcha un ejército integrado por un vasto número de investigadores, científicos y técnicos, que extienden sus actividades por todos los campos de la ciencia moderna, la cual se encuentra en plena revolución y continuamente va cambiando nuestra forma de pensar y observar cuanto nos rodea.

    La internacionalización de La Ciencia para Todos no es sólo en extensión sino en profundidad. Es necesario pensar una ciencia en nuestros idiomas que, de acuerdo con nuestra tradición humanista, crezca sin olvidar al hombre, que es, en última instancia, su fin. Y, en consecuencia, su propósito principal es poner el pensamiento científico en manos de nuestros jóvenes, quienes, al llegar su turno, crearán una ciencia que, sin desdeñar a ninguna otra, lleve la impronta de nuestros pueblos.

    Comité de Selección

    Dr. Antonio Alonso

    Dr. Francisco Bolívar Zapata

    Dr. Javier Bracho

    Dr. Juan Luis Cifuentes

    Dra. Rosalinda Contreras

    Dr. Jorge Flores Valdés

    Dr. Juan Ramón de la Fuente

    Dr. Leopoldo García-Colín Scherer

    Dr. Adolfo Guzmán Arenas

    Dr. Gonzalo Halffter

    Dr. Jaime Martuscelli

    Dra. Isaura Meza

    Dr. José Luis Morán López

    Dr. Héctor Nava Jaimes

    Dr. Manuel Peimbert

    Dr. José Antonio de la Peña

    Dr. Ruy Pérez Tamayo

    Dr. Julio Rubio Oca

    Dr. José Sarukhán

    Dr. Guillermo Soberón

    Dr. Elías Trabulse

    Coordinadora

    María del Carmen Farías R.

    ÍNDICE GENERAL

    Prefacio

    I. Aires calientes

    I.1 Introducción

    I.2 Antiguas historias de la protección ambiental

    I.3 Los trópicos

    I.4 Historias más recientes

    I.5 La Revolución industrial

    I.6 La población

    I.7 Descubrimiento de los gases atmosféricos

    I.8 La evolución de la atmósfera inicial

    I.8.1 Era química prebiótica

    I.8.2 Era microbiana

    I.8.3 Era biológica

    I.9 El clima y sus efectos

    I.10 Variación del clima: factores naturales

    I.11 La atmósfera y sus capas

    I.12 Radiaciones

    I.13 Fuerza radiativa

    I.14 El ultravioleta

    I.15 El efecto invernadero natural

    II. Calurosas evidencias

    II.1 La historia del efecto invernadero

    II.2 El PICC

    II.3 Arqueología del clima

    II.4 Datos del carbono-14

    II.5 Análisis de los sedimentos marinos

    II.6 La evolución de la temperatura terrestre

    II.6.1 Los últimos 1000 años

    II.6.2 Los últimos 18 000 años

    II.6.3 Los últimos 150 000 años

    II.6.4 Los últimos 800 000 años

    II.6.5 Los últimos cien millones de años

    II.7 Causas y efectos

    II.8 Datos recientes sobre los cambios climáticos

    II.9 Islas de calor urbanas

    II.10 ¿Existen cambios climáticos rápidos?

    III. Ciclos perturbados

    III.1 Ciclos biogeoquímicos y algo más

    III.2 El ciclo hidrológico

    III.3 El papel del agua

    III.4 El papel de los océanos

    III.5 Ciclo del carbono

    III.6 La perturbación del ciclo del carbono

    III.7 Los gases invernadero

    III.7.1 Vapor de agua

    III.7.2 El metano

    Metano y animales

    Arroz y metano

    III.7.3 El óxido nitroso

    III.8 Más gases invernadero

    III.8.1 El ozono

    III.8.2 Los halocarburos

    III.9 El azufre y los aerosoles

    III.10 La probabilidad de calentamiento global o PCG

    III.11 Evolución de las emisiones de bióxido de carbono (CO2)

    III.12 Evolución de las emisiones de metano (CH4)

    III.13 Relación de las emisiones de CO2 y CH4 con el calentamiento atmosférico

    III.14 Evolución de las emisiones de óxido nitroso (N2O)

    III.15 Evolución de las emisiones de ozono (O3)

    III.16 Cambios causados por otras actividades antropogénicas

    IV. Impactos no tan cálidos

    IV.1 Visión de un mundo que se calienta y enfría

    IV.2 La simulación del sistema climático y sus cambios

    IV.3 Concentraciones futuras de gases invernadero

    IV.4 ¿Cuál será la temperatura en el futuro?

    IV.5 Los ecosistemas y su importancia

    IV.6 La biodiversidad

    IV.7 Biodiversidad, deforestación e incendios en México

    IV.8 Los impactos del calentamiento global

    IV.8.1 Recursos hidrológicos

    IV.8.2 Agricultura

    IV.8.3 Ecosistemas terrestres y de agua dulce

    IV.8.4 Ecosistemas de zonas costeras y marinos

    IV.8.5 Salud humana

    IV.9 ¿En cuánto debemos reducir las emisiones?

    IV.10 ¿Qué nos depara el futuro en América Latina?

    IV.11 ¿Qué hacer?

    IV.11.1 Adaptarse

    IV.11.2 Mitigar

    Vivienda

    Transporte

    Industria

    Sector agrícola

    Vertederos

    Sector energético

    IV.11.3 El secuestro y almacenamiento físico del CO2

    IV.12 La energía nuclear y otras alternativas

    IV.13 Fertilización de los océanos

    IV.14 Aclimatando planetas

    IV.15 ¿Vende gases invernadero? ¡Llame ya, nosotros compramos!

    IV.16 Y usted, ¿cuánto bióxido envía a la atmósfera?

    IV.17 Epílogo

    IV.18 Huellas ecológicas

    IV.19 Tome usted decisiones

    IV.20 Dos visiones

    Glosario

    Bibliografía

    Índice de figuras

    Índice de cuadros

    Índice analítico y onomástico

    Posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de la Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad.

    PLATÓN, Timeo

    PREFACIO

    CUANDO LOS CIENTÍFICOS publican trabajos en donde dan señales de alarma sobre sucesos que pueden afectar nuestro bienestar, la respuesta natural del público es la de pedirles que aconsejen qué hacer.

    Si los científicos no pueden predecir con exactitud lo que sucederá, los políticos les aconsejan volver a sus laboratorios y hacer más investigación. El consejo puede ser válido para muchos casos, pero cuando se trata del clima, la humanidad no puede esperar a tener todas las respuestas.

    La razón es simple: son muchos los factores que intervienen en la composición del clima y que lo afectan; por ejemplo, la variación de la radiación solar, la erupción de un volcán y hasta la manera en que empleamos los combustibles.

    El descubrimiento de que la temperatura global del planeta ha aumentado constantemente por nuestra causa no fue hecho por una sola persona, sino por comunidades científicas de todo el mundo gracias a la paciente acumulación de datos con los cuales fue posible simular escenarios de causas y efectos de lo que sucederá en el futuro si no cambiamos nuestra forma de vida y nuestra forma de tratar al planeta. Este proceso social es de tal complejidad e importancia que en las décadas más recientes se han creado organismos multinacionales que actúan de manera coordinada para enfrentar los problemas que el calentamiento genera.

    Sin embargo, no todo es acuerdo, pues existen también comunidades científicas escépticas, para las cuales el fenómeno no está sucediendo y que, además, argumentan la falta de datos que pongan en evidencia sin discusión alguna que el cambio climático es un hecho. Para dichas comunidades los focos rojos encendidos por sus colegas obedecen al deseo de llamar la atención y al placer de inventar historias escalofriantes que luego son explotadas por la cinematografía en exitosas películas de terror.

    A pesar de todo y gracias al trabajo de miles de científicos, las conclusiones alcanzadas hoy en día son lapidarias: el calentamiento de la Tierra es un asunto que ha llegado a nuestra vida; se advierte que se deben tomar las precauciones necesarias para no agravarlo, por el bien de la humanidad y de los ecosistemas. Cada vez más, la discusión sobre el tema ha sobrepasado la ignorancia que prevalecía hace unos años y se centra en los problemas a los que nos enfrentaremos en el futuro, para lo cual será necesario tomar medidas en todo el mundo que harán cambiar nuestra forma de vida.

    Como trataremos de mostrar en este libro, se pueden establecer estrategias para mitigar los efectos, como la de revisar el uso que hacemos de los combustibles fósiles, mejorar la eficiencia energética en muchas áreas, cuidar los bosques, disminuir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera en todos los sectores productivos, por mencionar algunas. También cada uno de nosotros debe revisar sus prácticas cotidianas y ejercer presión sobre los tomadores de decisiones a fin de que se establezcan normas y procedimientos uniformes a escala internacional para impedir el deterioro del medio ambiente.

    Es indudable que el cambio climático es un tema social, económico y político al cual el mundo debe ajustarse y del que nadie en el planeta queda exento.

    I. Aires calientes

    I.1 INTRODUCCIÓN

    EN SU PERMANENTE AVANCE la tecnología genera profundos cambios en la forma de vida; de manera muy particular, en la actitud con la que enfrentamos el futuro. Hay hechos que son posibles que acontezcan, otros probables y más allá aquellos a los que hay que temer. Se afirma que los avances en la tecnología vienen aparejados con soluciones específicas a necesidades apremiantes y, en ocasiones, pavimentan el camino para que aparezcan innovaciones que antes no habían sido contempladas. Sin embargo, a pesar de esta visión optimista de las cosas, suele suceder, dada la absoluta incapacidad de predecir las consecuencias que traen los desarrollos científicos, que en algunos casos se causen desafortunadas calamidades de efectos devastadores para el entorno.

    Es semejante a lo que se narra en la mitología judía con el rabino de Praga que creó el Golem a partir de agua y arcilla, y lo fue haciendo día a día cada vez más poderoso con la ayuda de encantamientos y conjuros. Aparentemente, el Golem obedecía las órdenes y hacía el trabajo de su creador, además de protegerlo de sus peores enemigos, pero también llegó a ser muy peligroso y capaz de destruir todo lo que encontraba a su paso, incluyendo a su creador. Un ejemplo real lo tenemos en la famosa revolución verde llevada a cabo en la agricultura, con la que ha sido posible generar mayor producción de alimentos. Países que durante décadas fueron incapaces de alimentarse a sí mismos ahora son exportadores de alimentos. Todo bien hasta aquí, pero para lograr esa abundancia fue necesario emplear más insecticidas y fertilizantes con la consecuente contaminación de lagos, ríos y terrenos de cultivo, al punto de poner en peligro la propia cadena alimenticia. En los últimos doscientos años, la humanidad ha operado bajo la creencia de que todo desarrollo en la ciencia y la tecnología constituye un progreso. De acuerdo con esta visión, si una nueva aleación de metales incrementa la transmisión de datos de 10 millones de bits por segundo al doble, debemos usarla. Si un plástico resulta tener ahora el doble de resistencia por unidad de peso respecto al empleado la semana anterior, pues hay que producirlo inmediatamente. No se diga de un automóvil que duplica la velocidad de desplazamiento que el actual, ¡a fabricarlo sin rechistar!

    Como todo mundo sabe, la tecnología del siglo XVIII, ejemplificada por las máquinas de vapor, hizo más eficiente la producción, con los beneficios económicos correspondientes. Los telares propulsados por mejores aparatos permitían a los trabajadores textileros realizar diez

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