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¿Para qué sirve la geología?: El idioma de las piedras
¿Para qué sirve la geología?: El idioma de las piedras
¿Para qué sirve la geología?: El idioma de las piedras
Libro electrónico180 páginas2 horas

¿Para qué sirve la geología?: El idioma de las piedras

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Los geólogos conocen el silencio de las piedras que cuentan su historia desde hace millones de años. Leen mundos habitados por seres difíciles de imaginar en paisajes frondosos o desérticos, transformados por catástrofes globales que pudieron durar un instante. Pueden ver largos periodos de tranquila y lenta evolución de unos seres a otros en un trozo de roca. La historia del hombre moderno es de 300.000 años, el último segundo de diciembre si transformamos en 360 días los 4.600 millones de años que tiene la Tierra. La misma tierra que pisamos ahora sigue su dinámica y los geólogos la observan para que podamos prever sus fenómenos y comprender que nos sostiene una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 oct 2022
ISBN9788413525730
¿Para qué sirve la geología?: El idioma de las piedras
Autor

Macarena Regueiro de Mergelina

Es actriz, poeta y directora de teatro.

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    ¿Para qué sirve la geología? - Macarena Regueiro de Mergelina

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    Índice

    INTRODUCCIÓN

    CAPÍTULO 1. PALEONTOLOGÍA

    CAPÍTULO 2. CARTOGRAFÍA GEOLÓGICA

    CAPÍTULO 3. RIESGOS GEOLÓGICOS: INUNDACIONES, TERREMOTOS Y VOLCANES

    CAPÍTULO 4. HIDROGEOLOGÍA

    CAPÍTULO 5. RECURSOS MINERALES

    CAPÍTULO 6. HIDROCARBUROS

    CAPÍTULO 7. INGENIERÍA GEOLÓGICA

    CAPÍTULO 8. GEMOLOGÍA

    CAPÍTULO 9. GEOLOGÍA MARINA

    CAPÍTULO 10. GEOQUÍMICA

    CAPÍTULO 11. GEOFÍSICA

    CAPÍTULO 12. GEOMORFOLOGÍA

    CAPÍTULO 13. DOCENCIA E INVESTIGACIÓN

    CAPÍTULO 14. ASTROGEOLOGÍA

    EPÍLOGO

    PARA SABER MÁS

    NOTAS

    Manuel Regueiro GONZÁLEZ-BARROS

    Responsable de relaciones externas y comunicación del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos y vicepresidente de la Unión Profesional.

    Macarena Regueiro de Mergelina

    Actriz, poeta y directora de teatro.

    Manuel Regueiro González-Barros

    Macarena Regueiro de Mergelina

    ¿Para qué sirve la geología?

    El idioma de las piedras

    Colección Planeta Tierra

    comité editorial

    Isabel Rábano Guitiérrez del Arroyo

    Juan José Durán Valsero

    Luis Roberto Rodríguez Fernández

    Alejandro Robador Moreno

    Eulogio Pardo Iguzquiza

    Benigno Asensio Nistal

    Javier Sénen García

    Arantza Chivite Vázquez

    Catálogo general de publicaciones oficiales

    www.060.es

    DISEÑO DE CUBIERTA: MARTA RODRÍGUEZ PANIZO

    © Manuel Regueiro GONZÁLEZ-BARROS

    Macarena Regueiro de Mergelina, 2019

    © instituto geológico y minero de españa, 2019

    © Los libros de la Catarata, 2019

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    ¿PARA QUÉ SIRVE LA GEOLOGÍA?

    EL IDIOMA DE LAS PIEDRAS

    ISBN (igme): 978-84-9138-077-1

    isbne: 978-84-1352-573-0

    ISBN (catarata): 978-84-9097-694-4

    nipo: 697-19-008-X

    DEPÓSITO LEGAL: M-15.770-2019

    IBIC: RB

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    Mira cuando el sol cae y recrea un sujeto

    Intermedio

    Mitad sol rojo oscuro dolor cojera

    Mira como se parece todo a todo

    La verdad el vacío el silencio la tarde

                                                                                                                                                                                                  Soraya García

    INTRODUCCIÓN

    Mira otra vez a ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. Ahí ha vivido todo aquel de quien hayas oído hablar alguna vez, todos los seres humanos que han existido. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cada cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada niño con esperanza, cada madre y cada padre, cada inventor y explorador, cada maestro, cada político corrupto, cada superestrella, cada líder supremo, cada santo y cada pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí: en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un muy pequeño escenario en un vasto estadio cósmico. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de un lugar sobre los apenas distinguibles habitantes de algún otro lugar. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción del punto. Nuestros posicionamientos, nuestra supuesta importancia, el espejismo de que ocupamos una posición privilegiada en el universo. Todo eso lo pone en cuestión ese punto de luz pálida. Nuestro planeta es una solitaria mota de polvo en la gran penumbra cósmica que todo lo envuelve. En nuestra oscuridad —en toda esa inmensidad—, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. Dependemos solo de nosotros mismos. No hay mejor demostración de la locura que es la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Recalca la responsabilidad que tenemos de tratarnos los unos a los otros con más amabilidad y compasión, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que jamás hemos conocido.

    Carl Sagan (1994),

    Un punto azul pálido.

    Las distancias y los tiempos nos abren la imaginación al mundo de las escalas en este universo: vemos la luz de las estrellas que ya desapareció hace millones de años, una luz que dejó de existir antes de que apareciera el hombre, una luz que, aun cuando no la comprendíamos, ya sobrevolaba los sueños, deseos y creencias de cada uno de nosotros, desde el primer Homo sapiens hasta hoy.

    La historia de la Tierra es de 4.600 millones de años; si calculásemos la proporción basándonos en un periodo de 360 días, la historia del ser humano representaría el último segundo del año.

    La geología, una ciencia moderna que tiene menos de 300 años, utiliza distancias enormes cuando ubica a la Tierra en el universo, y al mismo tiempo estudia las rocas y minerales que la componen con microscopios ópticos o electrónicos para leer cuándo, cómo, dónde y por qué se formaron. En algunos casos, sabemos más de planetas muy alejados de nosotros que del que nos sostiene. Todavía tenemos muchísimas incógnitas sobre lo que ocurre en el interior de la Tierra: solo hemos podido atravesar 15 kilómetros de su superficie —ni la mitad del espesor de la corteza terrestre—, en el sondeo más profundo hasta hoy (Kola, Rusia), que supone un 0,19% del radio de 6.371 kilómetros. Actual­­mente, todavía es imposible llegar más abajo por medios mecánicos porque el estado de las rocas nos impide avanzar.

    Un ser humano vive hoy, de media, 72 años, así que es difícil para una persona imaginar el tiempo geológico o profundo, máxime cuando casi ni recordamos con precisión lo que nos pasó hace treinta años. Toda la historia del hombre moderno, unos 300.000 años, transcurre en el tiempo en que se forma una capa de caliza de pocos metros. Imaginad lo que tardaron en formarse algunas de las formaciones calizas de miles de metros que hay en nuestro mundo.

    Los geólogos son capaces de usar como unidad de tiempo para describir la historia del planeta el millón de años, igual que los demás usan las décadas para contar su historia personal. Los geólogos nos han descubierto los mundos que ha habido antes del nuestro, con seres increíbles, monstruosos o maravillosos, con paisajes desolados o frondosos, con catástrofes globales inimaginables que ocurren en un segundo o largos períodos de tranquila y lenta evolución de unos seres a otros. Los geólogos pueden decirnos como fue nuestro planeta en su nacimiento y como será dentro de millones de años; han conseguido que su ciencia sea al mismo tiempo rigurosa, científica, aplicada y útil, para que el hombre utilice los recursos que le ofrece la Tierra de una manera sostenible y prudente, y para que habite en este mundo en zonas cada vez más seguras frente a la inevitable e ineludible dinámica terrestre, de la que solo puede defenderse conociéndola y previéndola con antelación.

    La geología se une a la filosofía (para algunos) o a la teología (para otros) en el estudio del origen de la Tierra y del uni­­verso. No sabemos nada de lo que pasó antes del supuesto Big Bang y, aunque los geólogos nos esbozan el futuro del planeta en los próximos millones de años, cuando nos enfrentamos a estos retos del conocimiento usando la geología, inevitablemente nos convertimos en humildes y limitados seres humanos.

    El ser humano es irrelevante en la naturaleza, solo un ser más de entre los millones que existen; solitario, de momento, en el universo. El ser humano, como especie, piensa que es importante y decisivo, pero en realidad la Tierra seguirá existiendo cuando este se extinga. Y se extinguirá, de eso no hay ninguna duda. No hay más que ver el catastrófico resultado de un terremoto para comprender su supremacía y, al mismo tiempo, su inmenso desamparo.

    La geología, que nos abre la imaginación al inabarcable mundo de las escalas, no es una ciencia única, es una constelación de ciencias: las ciencias geológicas o ciencias de la Tierra.

    Las ciencias geológicas, desde el punto de vista científico, cubren el amplísimo campo de los estudios para conocer la Tierra y sus circunstancias; hablamos de disciplinas básicas como la cristalografía, la estratigrafía, la mineralogía, la paleontología, la petrología, la sedimentología, la geología estructural, la vulcanología, la geomorfología, la geofísica, la geoquímica, la geología histórica y la hidrogeología, o de ciencias aplicadas como la geología del petróleo, la geología económica, la geología minera, la geología ambiental, la gemología, la geología planetaria, la ingeniería geológica o la sismología, por citar solo algunas.

    Con ese bagaje científico, los geólogos trabajan hoy en día en una multitud de funciones de los sectores formativos, ju­­diciales, industriales, técnicos y administrativos, tales como: au­­ditorías y/o informes periciales, consultoría geológica, contaminación de suelos, educación y/o formación, energía e hi­­dro­­carburos, estudios geológicos básicos y cartográficos, geofísica aplicada, geotermia, geoturismo, hidrogeología y recursos hídricos, impacto y restauración ambiental, infraestructura geológica, ingeniería geológica y geotecnia, medio ambiente, paleontología aplicada, patrimonio geológico y geodiversidad, recursos minerales, riesgos naturales, sondeos y perforaciones, suelos contaminados, almacenamiento de residuos nu­­cleares, almacenamiento de residuos domésticos e industriales, almacenamiento de CO2 y planificación del territorio. También ejercen como funcionarios en la administración general del estado y sus organismos autónomos, funcionarios de comunidad autónoma y funcionarios de la administración local, en geología médica y forense, geología urbana o geocronología, y recientemente, geología humanitaria.

    Los geólogos tienen el tiempo de la Tierra dentro y un objetivo personal que no es necesariamente el de aplicar sus conocimientos, sino el mero hecho de tenerlos. Tienen sin duda una visión distinta de la realidad, del mundo y del entorno.

    Vamos a viajar por las historias de los geólogos y sus vidas cotidianas, lo que hacen en el campo y en el gabinete, y cómo lo hacen, visitando los lugares en los que usan sus conocimientos científicos y técnicos, con los que modelizan el mundo

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