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En busca de la calidad académica
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Libro electrónico446 páginas6 horas

En busca de la calidad académica

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El texto trata de las formas en que distintos países y sistemas han abordado el desafío de mejorar la calidad de los servicios de docencia e investigación en el nivel universitario. Se hace un recuento del contexto y de los antecedentes que tiene en la actualidad la temática asociada con la calidad universitaria y cómo se califican las universidades de manera global. Los autores subrayan la importancia de las "nuevas reglas" de gestión, en las cuales un denominador común es la noción de rendición de cuentas y resulta muy interesante cómo clasifican a las instituciones universitarias en cuatro tipos: Misionarias (atención a la misión institucional), Venerables (atención a la reputación histórica), "Wannabes" (propósitos de logro basados en objetivos ideales) y Competitivas (Top of the Pile). Se describen casos de universidades en Francia, Estados Unidos e Inglaterra y se procede a examinar y reflexionar acerca de las dinámicas de cambio esperadas en instituciones que adopten determinado modelo de incentivo a la calidad académica.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9786071653444
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    En busca de la calidad académica - Catherine Paradeise

    SECCIÓN DE OBRAS DE EDUCACIÓN Y PEDAGOGÍA

    EN BUSCA DE LA CALIDAD ACADÉMICA

    Traducción

    MARCELA PIMENTEL

    CATHERINE PARADEISE

    JEAN-CLAUDE THOENIG

    En busca de la calidad

    académica

    Primera edición en inglés, 2015

    Primera edición en español, 2017

    Primera edición electrónica, 2017

    Título original: In Search of Academic Quality

    © 2015, Palgrave Macmillan

    First published in English by Palgrave Macmillan, a division of Macmillan Publishers Limited under the title In Search of Academic Quality by C. Paradeise and J. Thoenig. This edition has been translated and published under licence from Palgrave Macmillan. The authors have asserted right to be identified as the author of this work.

    D. R. © 2017, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-5344-4 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    SUMARIO

    Introducción

    Primera parte

    EL CAMINO HACIA LA EXCELENCIA ACADÉMICA

    I. Abordar las expectativas evolutivas de la sociedad

    II. Cuando los números definen la calidad académica

    Segunda parte

    ENTENDER LAS DIVERSIDADES

    III. Regímenes de calidad e instrumentación organizativa

    IV. Evaluación de las contribuciones del profesorado

    V. Valores sociales, normas y culturas

    VI. Procesos de integración y diferenciación

    Tercera parte

    LA ILUSIÓN DE UNA MEJOR MANERA

    VII. El sistema académico de las excelsas como estándar de calidad

    VIII. ¿Es reproducible el modelo de referencia?

    Conclusión

    Bibliografía

    Índice de figuras y cuadros

    Índice analítico

    Índice general

    INTRODUCCIÓN

    El mundo de la educación superior y la investigación se encuentra actualmente en un desconcertante periodo de transición que exige la evolución y se asemeja a una revolución. Todo lo que hoy sabemos es que las universidades no seguirán siendo lo que fueron hasta finales del siglo XX. Lo que se verá en el futuro sigue siendo difícil de anticipar.

    Mientras tanto, los fundamentos que gobernaron la academia durante más de un siglo están experimentando tanta violencia que ésta amenaza con anularlos. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, las diferentes expectativas de la sociedad, el número cada vez mayor de partes interesadas y una avalancha de reformas en el funcionamiento de las instituciones de educación superior están generando tensos debates y escenarios contradictorios sobre la financiación de los contribuidores y los padres, las plazas de los profesores, la forma en que los estudiantes deben ser educados en el aula e incluso acerca del conocimiento como un bien público.

    Un resultado positivo de este confuso periodo de transición es que la educación superior y la investigación ya no son temas privados que se discuten dentro de un estrecho círculo de la élite académica. Se han convertido en temas de discusión pública: los políticos, los padres de los estudiantes, los consultores administrativos, los medios de comunicación y la opinión pública se centran en las cuestiones y desempeñan una función en la construcción de agendas. Una consecuencia menos positiva es que el discurso, la retórica y la mera ilusión no siempre concuerdan con el hecho real. Una ambición de este libro es evitar agregar más ruido a un debate ideológico ya difuso.

    Describimos cómo la calidad académica es realmente producida, evaluada y administrada por distintas universidades. Los hechos se establecen a partir de análisis empíricos gruesos y caracterizan los procesos internos que efectivamente se aplican para reunir recursos en el ámbito comunitario y producir resultados de calidad. La calidad académica sigue siendo una caja negra no sólo en lo que se refiere a la evaluación de los resultados, sino también en términos de los procesos sociales, culturales y organizativos formales e informales adoptados por regímenes específicos de sistema de gobierno universitario.

    Igual que cualquier otra organización del trabajo, la gestión tiene consecuencias para la forma en que funcionan las universidades. Resulta esencial no representar estas consecuencias en términos de organigramas sobre el papel, sino caracterizarlas como la manera en que realmente funcionan los constructos colectivos. La calidad académica es una preocupación central, puesto que asegurarla es un deber básico que las sociedades, los estados y las economías han confiado a las universidades. Por lo tanto, los profesionales, los responsables políticos y los académicos no pueden pasar por alto su importancia.

    En este libro suponemos que el camino hacia el futuro está pavimentado, en gran medida, por la forma en que hoy en día funcionan las instituciones. Como los profesionales ya son conscientes y como las ciencias sociales declaran con persistencia, las instituciones son organizaciones tiránicas. Los grupos directivos universitarios y los administradores pueden decidir ajustar sus instituciones con diferentes estrategias u objetivos. Desafortunadamente, las aptitudes administrativas tales como el emprendimiento y el liderazgo estratégico no son suficientes para generar cambios exitosos a pesar de lo que la literatura sugiere con demasiada frecuencia (Watson, 2000; Shattock, 2003; Marshall, 2007; McCaffery, 2010). Resulta un dilema cómo evitar situaciones en las que nada cambia o consecuencias no deseadas, en particular cuando los actores clave son profesionales, como en el caso de los académicos. Sin embargo, la buena noticia es que no hay una sola mejor manera de producir perfiles de excelente calidad, y se insistirá en ello a lo largo de este libro. Se espera que las universidades sean instituciones que gestionen y cumplan una variedad de deberes y objetivos. También son organizaciones complejas. La mala noticia sería que la comparación de cualquier universidad que pusiera atención en un solo modelo de calidad académica podría generar consecuencias perjudiciales para otras formas de obtención de calidad.

    El enfoque comparativo adoptado por este libro para las instituciones de educación superior e investigación de diversos tipos, ubicadas en varios países, permite que se diga la verdad a los administradores, a los responsables de la formulación de políticas y a los mismos docentes de la facultad. Un ejemplo se refiere a la idea que ha sido ampliamente compartida durante muchos años —y desafortunadamente todavía lo es por algunos expertos en educación superior e investigación y por los responsables políticos— de que los sistemas nacionales son el punto clave de entrada para reformar las instituciones de educación superior e investigación. Se supone que la mayoría de los países tiene modelos específicos a los que cada universidad en el país se adhiere. Cuando se comparan universidades ubicadas en diferentes países como los Estados Unidos, Francia, Italia, España, Suiza o China, se observan grandes diferencias. Hay certeza en esta observación, pero al mismo tiempo ésta no cuenta toda la historia: los sistemas nacionales no son tiránicos hasta el punto en que, dentro de cualquiera de ellos, todas las universidades se rigen de la misma manera de acuerdo con los mismos principios y actúan de forma idéntica. Está claro que las instituciones individuales pueden aprovechar más que otras su nivel de grados relativos de autonomía o libertad para definir sus metas y producir ciertos tipos de resultados y no otros. La diversificación y el carácter distintivo entre las instituciones situadas en el mismo país pueden aumentar en los próximos años.

    Este libro proporciona lentes: una serie de paquetes de herramientas analíticas y redes conceptuales para dar sentido a las tendencias en curso, con el fin de evitar dos extremos: simplificación excesiva y confusión. También pone en duda la idea de si un modelo que se supone que es líder mundial en la investigación o un colegio superior dedicado a seleccionar e instruir a las élites sociales debe ser promovido como un ideal universal a emular. Si bien este libro está cimentado empíricamente, centrándose en las instituciones europeas y estadunidenses de educación superior e investigación, también explora diversos escenarios o caminos que pueden ocurrir, teniendo en cuenta que la construcción desde cero de nuevos tipos de instituciones de educación superior requeriría muchos años y sumas sustanciales de dinero.

    En la primera parte de este libro describimos las razones por las cuales la calidad académica se ha convertido en un tópico central desde finales del siglo XX.

    En el capítulo I se analizan el contexto global en el cual se desenvuelven actualmente las instituciones de educación superior e investigación, y los grandes desafíos a los que están expuestas y a los cuales nunca se habían enfrentado. Nuevas expectativas sociales están surgiendo, ninguna de las cuales es trivial. La demanda de acceso a la educación superior está creciendo a un ritmo espectacular mientras que, en el lado de la oferta, el número de instituciones sigue aumentando en todo el mundo. Esta masificación tiene lugar de manera simultanea a una rápida mercantilización de la educación superior y la investigación. Cada vez más estudiantes, e incluso los docentes, son internacionalmente móviles, luchando por el reconocimiento en la educación competitiva y los mercados laborales, mientras que la educación superior y la financiación de la investigación son manipuladas por los encargados de formular políticas públicas para que se adapten a su agenda de construcción de una sociedad competitiva basada en el conocimiento. Un tercer vector de cambio es la normalización. En un entorno cada vez más global, los clientes buscan opciones, tanto por el valor del dinero como por la métrica, que les permitan comparar proveedores potenciales. La globalización es alentada por estándares de calidad comunes que miden el rendimiento académico mediante las fronteras que utilizan escalas de clasificación aplicables a cualquier universidad en el mundo. La excelencia se ha convertido en la nueva regla para la calidad.

    El capítulo II señala que las clasificaciones de excelencia inducen consecuencias significativas para la definición misma de calidad académica. Las universidades se dividen entre dos regímenes de calidad: uno tradicional basado en la reputación y expresado por medio de juicios cardinales provistos por expertos, y otro basado en escalas ordinales cuantitativas inventadas por clasificaciones de excelencia que definen personas ajenas. Estas herramientas cambian el panorama académico. Los grupos directivos, por ejemplo, a menudo asignan recursos a las instituciones a partir de su posición en una clasificación particular no diferente a la de un concurso de belleza, por lo que a veces se concede un premio a los resultados a corto plazo en la investigación y la educación. Nuevas metaorganizaciones multinacionales tales como las certificadoras profesionales, los organismos de evaluación y los institutos de acreditación diseñan reglas y procedimientos externos que las universidades asimilan, les guste o no. Además de la excelencia, los encargados de la formulación de políticas, que actúan como directores, desarrollan grupos de nuevas herramientas de gestión, a menudo denominadas nuevas técnicas de gestión pública (o NPM, por sus siglas en inglés), para dirigir a sus agentes e imponer políticas de racionalización a instituciones académicas que se supone que son, al mismo tiempo, más autónomas y más responsables. Es probable que los sistemas nacionales se vuelvan cada vez más uniformes en un entorno académico global.

    En la segunda parte de este libro analizamos lo que las universidades están haciendo actualmente para producir calidad académica.

    En el capítulo III se desarrolla una tipología de universidades que resume la forma en que éstas se posicionan con respecto a los dos regímenes de calidad de reputación y excelencia. Dependiendo de cómo se posicionen —alto en ambos, bajo en ambos o alto en uno y bajo en el otro—, la matriz define cuatro categorías o tipos ideales de instituciones: misioneras, venerables, aspirantes y excelsas. Estas categorías resumen la aparentemente rica diversidad en el posicionamiento local actual, sin simplificar demasiado el panorama. También ilustran una observación recurrente mayor: el tipo de posicionamiento de calidad está vinculado a la forma en que una institución funciona como una organización. La hipótesis ha ganado credibilidad de que el tipo de rendimiento académico provisto está vinculado a procesos sociales colectivos internos.

    En los capítulos IV a VI se revisa detalladamente la forma en que opera cada tipo de institución. Utilizando un marco conceptual y metodológico de la sociología organizacional y aplicándolo a una serie de estudios de campo en universidades ubicadas en diferentes países, examinamos la implementación específica de procesos sociales en uso desde tres ángulos diferentes. En primer lugar, ¿cómo se evalúan las contribuciones de los docentes? En segundo lugar, ¿qué valores y normas influyen en las relaciones y comportamientos de las comunidades académicas dentro de las instituciones y cómo? En tercer lugar, ¿cómo se manejan los procesos de diferenciación e integración en los distintos niveles, desde los departamentos hasta la administración superior? En este capítulo se proporcionan herramientas o redes analíticas que enumeran las propiedades que se deben considerar y el contenido vinculado a ellas. Aplicados a las cuatro categorías, destaca una variedad de arreglos organizacionales y culturales en la forma en que funciona una institución académica para producir calidad. También se demuestra que acuerdos similares están vinculados a formas similares de posicionamiento respecto a la calidad académica.

    En la tercera parte del libro examinamos la dinámica de cambio que puede ocurrir si las universidades intentan evolucionar de un tipo a otro y el impacto en la producción de calidad académica.

    En el capítulo VII se vuelve a revisar la categoría excelsa y se exploran minuciosamente las maneras como ésta produce la calidad académica. Un factor importante es que las instituciones muy valoradas, tanto en términos de reputación como de excelencia, se toman a menudo como el modelo de éxito final en calidad e incluso como el tipo ideal para inspirarse o ser emulado. Lo que las diferencia puede resumirse en las características de un círculo virtuoso de calidad. Las instituciones excelsas reúnen y administran tres características distintivas para que se refuercen mutuamente. La calidad del cuerpo docente se basa en gran medida en lo que puede llamarse talento y originalidad en sus agendas de investigación en curso. Combinan abundantes recursos financieros y capacidades gerenciales de alto nivel. La calidad académica que producen se centra sobre todo en ser innovadoras o disruptivas, de modo que se conviertan en modelos para otras universidades e incluso para los proveedores de las clasificaciones de excelencia.

    En el capítulo VIII se aborda cómo la desviación hacia la excelencia impacta a los diferentes tipos de universidades. En primer lugar, se señala que la élite de la élite funciona como un club muy selecto, cuyo acceso se hace muy difícil para las universidades fuera del grupo. En segundo lugar, se muestra que el camino hacia la calidad académica superior, tanto en términos de reputación como de excelencia, es largo y arduo, ya que provoca altos costos y fuertes restricciones para las instituciones que están posicionadas de otra manera. Dependiendo del tipo al que pertenezcan, tienen que superar una plétora de obstáculos que están vinculados a su actual estilo de gobernar, los deberes que éstos priorizan, su capacidad para superar la fragmentación interna con respecto a la definición de calidad, etc. Para muchos de ellos, cualquier ambición de emular y luego unirse al modelo de clase mundial de las universidades de investigación sería irrelevante. En tercer lugar, sugerimos que incluso este modelo se enfrenta a una serie de desafíos que pueden poner en duda su sostenibilidad como el mejor modelo para reproducir, y más aún la posibilidad de que las no excelsas se unan al club.

    En la conclusión del libro se exploran formas de tomar distancia de la hegemonía de un modelo de excelencia de las instituciones de educación superior como referencia de producción de calidad. Se proporciona una lista de posibles escenarios de evolución. Las universidades de investigación deberían asignar más atención a su estilo de liderazgo y al papel destacado que actualmente desempeñan en investigación y educación a nivel mundial. Al mismo tiempo, el número de universidades generales que abarcan todos los campos y todas las misiones puede disminuir de manera relevante. Otro escenario clave se relaciona con el posicionamiento de las universidades, ya sea como disciplinarias o como instituciones de investigación y educación superior centradas en temas específicos. Cubrir ambas opciones al mismo tiempo será menos posible y asequible. Un tercer camino de evolución se relaciona con el futuro de la mayoría de las universidades que no están orientadas principalmente a la investigación. Su desafío será cada vez en mayor grado enfrentar la diversidad de demandas sociales, económicas y laborales. De hecho, dependiendo de si se consideran los mundos europeo o angloestadunidense, los dilemas para manejar y las soluciones por implementar son muy diferentes. En todo caso, cualquiera que sea la región del mundo y el tipo de universidad considerada, tanto en los próximos años como en la actualidad, el punto principal subrayado por el libro sigue siendo válido: producir calidad académica tiene sentido porque la calidad puede expresarse de muchas maneras. Las instituciones que se mantuvieron como órdenes locales específicos y se manejaron como organizaciones sociales gruesas importan más que nunca. Se requieren mentalidades postexcelencia.

    El contenido de este libro se basa en observaciones de campo llevadas a cabo a lo largo de un periodo de cuatro años a partir de la década de 2010, además de estudios etnológicos de universidades realizados en los últimos años al actuar como miembros del profesorado o como expertos en varios equipos de evaluación en varios países europeos y diferentes instituciones de educación superior. En un proyecto de investigación denominado Prest/Ence —desde el Prestigio hasta la Excelencia— se estudiaron las facultades y escuelas profesionales en tres disciplinas —una en humanidades, otra en administración y una más en ciencias de la materia— en seis países: Francia, Italia, España, Suiza, la República Popular China y los Estados Unidos. En cada disciplina y país se seleccionaron las facultades y escuelas profesionales que gozaban de destacables reputaciones académicas y visibilidad, al menos dentro de su propio país y a menudo en el ámbito internacional, a excepción de China, donde sólo se estudiaron tres escuelas de negocios. Las facultades están ubicadas en 17 universidades diferentes: cuatro en los Estados Unidos, cinco en Francia, tres en Suiza, tres en China, dos en España y dos en Italia. Los nombres de las universidades se mantienen anónimos excepto en algunos casos. Además de recabar extensos datos sobre los currículos y las publicaciones de los profesores de las tres disciplinas, se realizaron unas 700 entrevistas pormenorizadas con miembros del cuerpo docente, estudiantes de posgrado y administradores. En varios casos también se agregaron entrevistas específicas con altos directivos a cargo de toda la universidad. Asimismo se obtuvo material adicional de publicaciones de colegas o de observaciones directas de universidades y sistemas nacionales en varios países europeos y en los Estados Unidos.

    El financiamiento del proyecto estuvo a cargo de la Agencia Nacional de Investigación francesa (ANR, 2009 SSOC-011-01). Una red de investigadores de mayor y menor niveles afiliados a universidades de investigación de cinco países realizó el trabajo de campo y fue coordinado por Catherine Paradeise y el Institut Francilien Recherche Innovation Société de la Université Paris-Est Marne. Además de los autores, el equipo incluyó a Émilie Biland, Lionel Cauchard, Gaële Goastellec, Lise Gastaldi, Caroline Lanciano-Morandat, Stéphanie Mignot-Gérard, Marianne Nöel, Emilia Primeri, Emanuela Reale, Antoine Schoen, Carolina Cañibano Sánchez, Tupac Soulas e Immaculada Vilardell Riera.

    Los autores expresan su gratitud a Tim Chapman por su apoyo en la preparación de la edición. Asimismo, agradecen a los numerosos miembros de la red del proyecto de investigación. Barry Bozeman, George Breslauer, Pierre-Benoît Joly, Todd LaPorte, Antoine Schoen, Susan Silbey, Peter Weingart y David Wilson han contribuido cada uno a su manera, pero todos de una forma creativa y de apoyo para alentar a los autores a hacer comprensibles los datos y la información recabados.

    PRIMERA PARTE

    EL CAMINO HACIA LA EXCELENCIA

    ACADÉMICA

    En el campo de la educación superior está en marcha una gran revolución en todo el mundo desde finales de los años ochenta. Se ha difundido cada vez más desde finales de los noventa y principios de la década de 2000. Sin embargo, todavía está lejos de alcanzar la madurez plena porque, en muchos países, los asuntos de la educación superior siguen funcionando de acuerdo con los principios y procesos de organización y gobierno que se estabilizaron cuando comenzó el siglo XX.

    En esta primera parte del libro se describe cómo el entorno social, económico, demográfico e internacional en el que han estado operando las instituciones de educación superior e investigación durante el último siglo ha evolucionado y sigue haciéndolo. La revolución de la educación superior se refiere con mayor frecuencia a una comprensión de la calidad académica estandarizada que es idéntica en todo el mundo, y esto a pesar de que a nivel de base los contextos locales y nacionales en los que se insertan las universidades siguen siendo muy diferentes. Estas especificidades y requisitos locales suelen ser olvidados o considerados irrelevantes cuando las misiones, las estrategias y los resultados de calidad que las instituciones de educación superior administran y proporcionan se consideran con fines de reforma.

    En el capítulo I se analiza la forma en que las instituciones de educación superior han estado operando desde la invención de la universidad moderna de finales del siglo XIX, mostrando por qué y cómo las nuevas expectativas, los fundamentos de la política y los instrumentos de evaluación han generado drásticos desafíos globales para el negocio académico y cómo las políticas manejan tales expectativas a nivel nacional. En el capítulo II se subraya la creciente importancia de las nuevas herramientas y normas de calidad destinadas a evaluar lo que cada institución de educación superior produce y, en particular, cómo modifican radicalmente las condiciones académicas de acción en ese ámbito en todo el mundo.

    I. ABORDAR LAS EXPECTATIVAS EVOLUTIVAS

    DE LA SOCIEDAD

    DESDE el comienzo del siglo XXI las contribuciones de las instituciones educativas superiores al desarrollo social y económico y la forma en que son dirigidas por los responsables políticos han sido puestas en duda e incluso desafiadas abiertamente por la evolución de las expectativas de la sociedad.

    La narrativa de las economías basadas en el conocimiento que se desarrolló en la vuelta del milenio hace hincapié en la educación superior como una importante palanca económica. Por un lado, el conocimiento académico y el gasto en educación son considerados como inversiones clave para las economías competitivas basadas en la innovación y su influencia internacional. Por otro, las autoridades públicas deben hacer malabarismos con presupuestos limitados y la carga del aumento en los costos al tratar de satisfacer la necesidad de una educación superior mejor y más amplia. Alimentar más producción de conocimiento y difusión por menos dinero parece ser un dilema irresoluble.

    Así como la educación superior se convierte en una gran preocupación para los estados y los responsables políticos, igualmente cada vez más familias lo consideran un tema central. Los padres se preocupan por las oportunidades de sus hijos de obtener acceso a los grados terciarios, lo que les permite mantener o incluso mejorar su estatus social. Tales expectativas o esperanzas ya condujeron a la masificación inicial de los sistemas de educación superior a mediados de la década de 1960, cuando la generación de la explosión demográfica (baby boom) llegó a la edad de ingresar a la universidad en los países desarrollados que en aquel momento florecían económicamente. En la década del 2000 la esperanza de beneficiarse de las oportunidades para una mayor movilidad social está viva y sana, y se ha extendido por todo el planeta, incluidos los países emergentes. Sin embargo, en muchas partes del mundo el costo de la educación superior está planteando preguntas en las familias cuya fe en la confiabilidad de la mayor movilidad social resultante se ha debilitado, sobre todo en ambientes económicos morosos y cuando los costos escolares a corto plazo aumentan, como la inflación general en las colegiaturas de los Estados Unidos y los costos de la matrícula. La probabilidad que se percibe de que cada año adicional de escolarización conduce a empleos más interesantes y mejor remunerados no encaja en lo que demuestra la larga investigación académica de que los beneficios individuales de la inversión en educación superior son significativos y no han disminuido (Wachtel, 1975; Calmand y Hallier, 2008; OCDE, 2013).

    Al mismo tiempo, las nuevas herramientas de información proporcionan una clasificación nacional y mundial del perfil de la calidad académica producida por las universidades individuales. Éstas atraen la atención de las partes interesadas, ya sean estudiantes, donantes, académicos o agencias directivas. Los llamados indicadores de excelencia inciden en el valor percibido de las instituciones de educación superior y, por lo tanto, de su atractivo comparativo, y fomentan la movilidad internacional de una mayor franja de académicos y estudiantes de élite. También proporcionan argumentos sólidos cuando es necesario justificar, por ejemplo, el retorno de la inversión pública financiada por los contribuidores asignada a la educación superior. En nuestro mundo mercantilizado, tales clasificaciones son pertinentes como justificaciones para remodelar la organización y el gobierno de la educación superior en el ámbito de las universidades individuales así como de los sistemas nacionales. El propósito es doble: mejorar la eficiencia del gasto público en las universidades y fortalecer la excelencia nacional en el mundo. Desde finales de la década de 1990, las reformas en curso se han convertido en parte del entorno cotidiano de los académicos y del personal de los establecimientos de enseñanza superior.

    Al adoptar políticas de racionalización similares, cuatro grandes tendencias actuales se combinan para expandir universidades en todo el mundo. Las tendencias son: la masificación, la globalización, la mercantilización y la estandarización.

    I.1. MASIFICACIÓN A NIVEL MUNDIAL

    La masificación significa un aumento espectacular en el número de estudiantes matriculados en la educación terciaria. Una ola inicial de masificación ocurrió hace ya medio siglo.

    A inicios del siglo XX el número de estudiantes en estos países era bastante bajo: 29 000 en Francia en 1900, 53 000 en Alemania en 1910. Menos de 4 500 estudiantes habían obtenido un grado universitario de primer nivel en 1920 en el Reino Unido. Debido al crecimiento de la población, la inscripción en los Estados Unidos aumentó más rápidamente a finales del siglo XIX. Sin embargo, en 1900 el número total de estudiantes matriculados en países europeos como Francia, Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos era de unos 260 000. La proporción de la población dedicada a la educación superior, por lo tanto, no era mayor que 1 o 2% en ese momento. Se elevó muy lentamente hasta los años previos a la segunda Guerra Mundial: alrededor de 3% en 1936 en Francia, por ejemplo, mientras que en el Reino Unido se mantuvo en este nivel hasta 1950.

    La ola de masificación de la posguerra sólo fue importante para los países occidentales avanzados. Fue fomentada por la prosperidad económica y el crecimiento, y acompañada por una creciente demanda de asalariados con mejores calificaciones. Como resultado, la proporción del total de la población activa de asalariados con plazas de educación superior aumentó considerablemente después del auge del baby boom después de la segunda Guerra Mundial. En Francia, por ejemplo, el número de estudiantes pasó de apenas 137 000 en 1950 a alrededor de un millón en 1985, y alcanzó casi 2.3 millones en 2001. En Alemania, la población estudiantil ascendió a 830 000 en 1975, 1.8 millones en 2000 y a 2.5 millones en 2010 (Destatis, 2014). En el Reino Unido, el número de estudiantes matriculados aumentó a cerca de 450 000 en 1965 y dos millones en 2010 (Rosen, 2003; HESA, 2014). En los Estados Unidos el aumento también fue considerable, pues pasó de unos 2.5 millones de estudiantes en 1950 a 13.5 millones en 1990, 15.9 millones en 2001 y 21 millones en 2011.

    En el cuadro I.1 se muestra que, mientras el número total de estudiantes de educación superior había crecido en Occidente entre la primera ola de masificación en los años setenta y 2010, la proporción de la población en los últimos años que había seguido la educación terciaria de cualquier nivel o tipo había aumentado a ritmos variables en diferentes países. Al mismo tiempo, el acceso a la universidad también aumentó en otras regiones del mundo, y fue Corea del Sur el campeón absoluto en términos de porcentaje de aumento en el número de ciudadanos que acceden a la educación superior.

    La magnitud de esta nueva masificación es significativamente mayor que lo que ocurrió en los años setenta. La educación superior se está convirtiendo en un producto de masas en todo el mundo. En el cuadro I.1 se ilustra el aumento repentino y drástico en las poblaciones de estudiantes a principios del siglo XXI y el cambio de equilibrio en todo el mundo. Los dos principales países en términos de población en general son espectaculares: la República Popular de China y la India.

    En 1967 China tenía sólo 674 400 estudiantes de entre 700 millones de habitantes, un poco menos de 0.1%. La Revolución Cultural devastó la educación superior china y el número de estudiantes cayó a 47 800 de alrededor de mil millones de habitantes —0.0045% en 1976—, mientras que en los países occidentales avanzados se experimentaba un auge. Sin embargo, para el año 2000 el número de estudiantes que participaban en la educación superior en China no sólo se había recuperado, sino que había aumentado drásticamente a 11 millones. En 2005 la población estudiantil china alcanzó los 15 millones y llegó a su máximo en 2008. Sin embargo, con una tasa de inscripción de alrededor de 15% de la población universitaria, China sigue estando muy por detrás de los países occidentales avanzados.

    CUADRO I.1. Porcentaje de cohortes generacionales que tuvieron acceso a la educación superior, 2010

    FUENTE: Compilación de los autores a partir de datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (2014).

    En la India, antes de la independencia en 1947, el acceso a la educación era muy restringido y elitista. La tasa de inscripción era de menos de un millón de estudiantes de 630 millones de habitantes. Hoy en día, el sistema de educación superior del país ocupa el tercer lugar en el mundo, sólo detrás de los Estados Unidos y China (Banco Mundial, 2006). Desde la independencia, su tasa de matrícula ha crecido de 0.7% en 1950-1951 a 1.4% en 1960-1961, con lo que se sitúa entre 8 y 15%, dependiendo del indicador utilizado en la década del 2000. Se estima que en 2006-2007 los estudiantes de educación terciaria fueron 13.93 millones de la población total de la India, de casi 1 100 millones. A nivel mundial, el número total de estudiantes que asisten a instituciones de educación superior ha aumentado en 53% entre 2000 y 2012: de 97 a 153 millones (UNESCO, 2012). Se espera que para 2025 continúe aumentando a 262 millones.

    Si bien esta segunda ola de masificación ha llegado a los países emergentes y más continentes están experimentando un alza en la inscripción de los alumnos, las tasas de acceso a la educación superior, sin embargo, varían de

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