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El Reino Entre Mundos: Dos Hermanos: El Reino Entre Mundos, #2
El Reino Entre Mundos: Dos Hermanos: El Reino Entre Mundos, #2
El Reino Entre Mundos: Dos Hermanos: El Reino Entre Mundos, #2
Libro electrónico316 páginas4 horas

El Reino Entre Mundos: Dos Hermanos: El Reino Entre Mundos, #2

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Bienvenido a la segunda entrega de El Reino Entre Mundos, una serie de Phoenix Grey.

Will Galvan ya no es un novato en El Reino. De hecho, ya ni siquiera es Will Galvan.
Emergió como Azure y aun sin decidir cuál es su clase, el nuevo héroe está listo para enfrentarse cara a cara la causa de la maldición en Isla Creciente. Lo que él no sabe es que las decisiones que tome en el juego puede que tengan consecuencias en el mundo real, incluyendo hasta la muerte.

Pero lo más importante de todo es que, el misterio de Uden es revelado. ¿Es un tipo bueno? ¿Es un tipo malo? ¿Un tipo bueno que resulta ser un idiota? ¡Continúa leyendo para descubrirlo!

La aventura te espera en esta combinación de exploración de mazmorras y Juego de Rol Literario.  

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento30 sept 2020
ISBN9781071567746
El Reino Entre Mundos: Dos Hermanos: El Reino Entre Mundos, #2

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    El Reino Entre Mundos - Phoenix Grey

    PROLOGO

    TIERRA – 8 de Septiembre, 2057

    ––––––––

    Fue un sonido horrible. El sonido que ningún padre quiere escuchar cuando está sentado en el hospital apretando la mano de su hijo inconsciente.

    Una línea plana.

    Un largo pitido que significa que todo ha terminado. Que las horas que se pasaron rezando llenas de esperanza fueron infructuosas. Que lo que sea que Radical Interactive le haya hecho a su hijo había fallado.

    El pánico se apodero del lugar. Ambos padres miraron a Will completamente conmocionados. La Sra. Galvan ya comenzaba a cantar la palabra no. La mirada del padre de Will brincaba entre el cuerpo de su hijo y la máquina que señalaba su muerte. Esto no podía ser real.

    El cuarto se llenó de dolor como un gas toxico, ahogando a la devastada pareja. El Sr. Galvan era un hombre de pocas emociones, pero esto simplemente era demasiado. Aunque no había señales de que Will fuera a despertar en los diecinueve días que llevaba en el hospital, tampoco había indicios de que su salud empeorara. Esto simplemente no tenía sentido. Fue demasiado repentino.

    Una enfermera entró, la imagen ante sus ojos la hizo detenerse en seco, llevándose una mano al pecho en solidaridad. Sus labios se abrieron para hablar, pero luego decidió no hacerlo y salió del cuarto. Minutos después, regreso con el doctor y con Michael Coleman a su lado. El doctor inmediatamente fue a ofrecer sus condolencias y luego reviso las máquinas para después pronunciar la hora del fallecimiento.

    El Sr. Coleman, el Director Médico del Proyecto El Reino de Radical Interactive, no podía forzar la misma solidaridad. No se le daba con facilidad lidiar con familias en sufrimiento, aunque ya lo había hecho una docena de veces antes. El Reino estaba lejos de ser perfecto. Los participantes no sobrevivían, más veces de las que le gustaría admitir. Pero, estaba en contra de la política de la compañía decirle eso a los padres y a las parejas de los pacientes. Ya era suficiente malo con que supieran que esto era un experimento.

    Otro fracaso, pensó, aunque no podía distinguir si era decepción o remordimiento lo que sentía. Sin duda, Will hubiera muerto hace mucho tiempo si no lo hubiera colocado en El Reino. El implante que llevaba el juego estaba estimulando partes de su cerebro que de otra forma hubieran permanecido inactivos durante su estado inconsciente.

    Pero Radical Interactive no solo estaba intentando conseguir un milagro médico. Después de sufrir criticas tan fuertes con su primer lanzamiento fallido de El Reino, querían regresar con un juego que estuviera por encima de los avances tecnológicos. Un nivel de inmersión psicológica tan intenso que el jugador ya no pueda descifrar si el mundo es real o no. Eso requería accesar a partes del cerebro que ninguna otra compañía de juegos se atrevía a tocar debido al alto riesgo de daño. Nadie se atrevía a probar estas cosas en un ser humano saludable... incluso si se ofrecían voluntariamente para hacerlo. Pero uno que prácticamente ya estaba muerto, bueno, eso ya no es tan grave. Si el jugador sobrevivía, era un milagro y un éxito. Pero si morían, ¿qué importaba? Ya eran reemplazables. Quizás por eso le era tan difícil a Michel ver a esta gente como personas. De una u otra forma, ya estaban muertos. Ahora, solo se trataban de sujetos de prueba.

    ― ¿Qué le sucedió? Había estado perfectamente bien todo este tiempo. ―Preguntó el Sr. Galvan, claramente perturbado.

    ―No lo sé. Esto simplemente sucede a veces, ―mintió el Sr. Coleman.

    ¿Cómo podría decirle al hombre que su hijo fue asesinado por un demonio? Eso desataría una rabia y más preguntas de las que el Sr. Coleman tenía ganas de lidiar. Para ser honestos, la causa inicial del coma de Will (golpearse la sien contra la esquina de la barra de la cocina) hubiera sido una mejor forma de morir. Si no puedes ver a la muerte acercándose, entonces no puedes tenerle miedo.

    Nadie quiere escuchar que su hijo sintió terror puro antes de encontrarse con su muerte. Y aunque eso no era la cosa más terrorífica que Radical Interactive había conjurado para El Reino, los demonios estaban al principio de la lista.

    Tan pronto como la enfermera había llegado para reportar que Will había fallecido, el Sr. Coleman le hizo una llamada a su equipo del departamento visual en Radical Interactive; la gente que monitoreaba la proyección en vivo que enviaba el implante. La información sobre la muerte de William Galvan será retransmitida ahora hacia varios departamentos en Radical Interactive. El departamento de desarrollo comenzaría a modificar detalles en el juego ligeramente para aumenta la supervivencia, mientras que el equipo médico analizaría los picos de actividad en el cerebro de Will para intentar aislar la verdadera causa de muerte. Cada jugador muerto tenía el propósito de modificar el juego.

    El doctor levanto su muñeca para acceder a su computadora y la toco para ingresar al archivo de William.

    ―La hora de la muerte es exactamente a las 9 en punto de la mañana.

    La Sra. Galvan bramó ante el anuncio.

    La enfermero camino hasta la cama para apagar las máquinas, sus ojos miraban fijamente al cuerpo sin vida para evitar a los acongojados padres. La muerte era algo incómodo para cualquiera que estuviera involucrado.

    Justo cuando su dedo toco el botón para apagar ese pitido insufrible, William Galvan inhalo hondo con tanta fuerza que su pecho se infló y su cuerpo se sacudió. El cuarto entero pareció brincar ante lo inesperado de ver un cuerpo muerto regresar a la vida. Luego Will comenzó a toser. Violentamente. Las máquinas pitaron, sus latidos eran críticamente rápidos. Esta era la vez en que más actividad habían tenido desde que lo trajeron al hospital.

    El doctor se apresuró a llegar a un lado de Will, tomando su estetoscopio de su cuello para escuchar el pecho de Will.

    ―Es como si se estuviera ahogando con agua, ―dijo.

    Todo lo que podían hacer era observar y esperar a que Will o se estabilizara o volviera a morir.

    ―Will, hijo. Estoy aquí, ―le dijo la Sra. Galvan a su hijo al mismo tiempo que tomaba su mano, parándose a su lado y quitándole el cabello de la cara. ―Estamos aquí. ―Miró a su esposo, sus ojos de azul claro encendidos con esperanza.

    La computadora de muñeca del Sr. Coleman sonó. Se movió hacia la esquina del cuarto para tomar la llamada. Al otro lado de la línea estaba el Supervisor Visual de Will. Intercambiaron unas cuantas palabras, y luego el Sr. Coleman terminó la llamada, una sonrisa se extendía en su cara.

    Para cuando se dio la vuelta y miro de nuevo la cama de hospital, el Sr. Galvan estaba caminando hacia él. Para alguien que acababa de recuperar a su hijo, no lucía feliz. Si fuera un hombre de estatura más baja, puede que se haya sentido intimidado, pero estaba bien entrenado para lidiar con miembros familiares hostiles. Solo era una parte del trabajo.

    ― ¿Qué le está sucediendo? ¿Qué hizo? ―La voz del Sr. Galvan casi era acusadora.

    El Sr. Coleman lo tomo del hombro, mirando más allá hasta Will.

    ―Yo no hice nada. Parece que la historia de William todavía no acaba.

    CAPÍTULO UNO

    EL REINO ― Día 28

    ––––––––

    ―Esto me ha estado molestando durante un rato. ―Era una conversación incomoda. Una conversación que probablemente empezaría una discusión, por lo cual era esencial esperar a que Lonnell estuviera dormido.

    Acababan de cambiar horarios de guardia. Azure se las había arreglado para que fuera su turno después de Lonnell. De esa forma, Lonnell aun estaría dormido cuando fuera tiempo de confrontar a Uden.

    Parte de él se preguntaba si siquiera valía la pena decir esto cuando todos estaban estresados ante la idea de tener que enfrentarse a un enemigo tan temible como un demonio. Pero nada sería tan tonto como entrar a una cueva oscura con alguien que secretamente es tu enemigo. Pero era difícil para Azure creer que ese era el caso. Mientras que al mitad-diablillo pudiera no importarle una mierda si Azure moría, a él le preocupaba su hermano.

    ― ¿Qué pasa? ―preguntó Uden mientras se estiraba. Sin duda, el mitad-diablillo estaba más fresco que Azure. Mientras que él y su hermano habían logrado dormir seis horas continuas, el sueño de Azure se había cortado a la mitad gracias a que tomo el turno de en medio. Era el turno que nadie quería. Por eso se rotaban los horarios, con tal de ser justos.

    ―Cuando los goblins me tenían cautivo y yo estaba caminando por su asentamiento, note algo. ―No había forma diplomática de abordar el tema sin sonar acusador. ― ¿Recuerdas al cocinero del campamento goblin? El que tenía una mordida en su clavícula, corrió cuando atacamos, y se supone que tú irías detrás de él y lo mataras.

    ― ¿Aja? ―Uden arrastró la palabra, cambiando de posición. ― ¿Qué tiene?

    ―Fue en el asentamiento, ―le dijo Azure con tanta certeza como pudo conjurar. ―Lo que significa que no lo mataste. Lo que significa que mentiste, ―dijo intencionadamente.

    El mitad-diablillo bufó y puso los ojos en blanco.

    ― ¿Realmente crees que sería lo suficientemente estúpido como para dejarlo vivir? Te dije que lo cacé y sí lo hice. Cualquier otro goblin que hayas visto en el asentamiento no era el mismo. ―Sacudió su mano para ignorar la declaración de Azure.

    Azure levantó una ceja, sin estar dispuesto a terminar el asunto.

    ―Estoy 99% seguro de que era el mismo goblin. No he visto a ningún otro goblin con marcas de mordidas en su cuello.

    ―Entones no has estado viendo bien, ―insistió Uden. ―Yo he visto muchos.

    ― ¿Que también eran cocineros? ―presionó.

    El mitad-diablillo se puso de mal humor.

    ―Simplemente estás determinado a no confiar en mí. ¿Por qué lo dejaría irse si supiera que va a ir a decirle a los demás? Eso también me pondría en riesgo a mí, y no me gusta estar en peligro.

    Esa una declaración cómica considerando en cuanto peligro los había puesto a todos Uden al iniciar un ataque sorpresa en el campamento de los goblins cuando claramente los superaban en número. Parecía que el mitad-diablillo no era nada más que un buscador de emociones.

    ―Tú dímelo. ―Azure se cruzó de brazos.

    Uden resopló.

    ― ¿Estás intentando decir que de alguna forma estoy confabulado con los goblins?

    ―Eso no es lo que estoy diciendo. No sé qué está sucediendo. Solo sé que el mismo goblin que estaba en el campamento también estaba en el asentamiento y que mentiste y que dijiste que lo habías matado. Si dejaras de mentir y me explicaras una mierda, entonces tal vez pueda comprenderlo.

    ―No hay nada que explicar. ―El mitad-diablillo levanto sus brazos con frustración. ―Dije que mate al goblin. Mate al goblin. Lo siento si tus ojos te engañaron. No sé qué más quieres que diga, pero esta conversación comienza a molestarme. ―Uden se sentó fuertemente junto al fuego, su quijada estaba encajada por el estrés.

    Azure suspiró. Sabía que discutirían sobre esto, pero no había esperado no obtener ninguna respuesta. Por el momento más breve del mundo, Azure se preguntó si Uden estaba diciendo la verdad, si solo se estaba imaginando cosas. Pero pronto se sacudió esa idea. Era el mismo goblin. Sabía que lo era. Debía de haber una razón para que Uden mintiera. Quizás estaba avergonzado de su fracaso y no quería que Lonnell lo supiera.

    Aun así. Matar al goblin era importante. No solo para ellos sino también por la seguridad de Cragbell y la de los padres de Uden. Era difícil creer que no se tomó la molestia de buscar y matar al goblin a menos de que hubiera un motivo oculto.

    ―Duérmete, ―le dijo el mitad-diablillo, dedicándole una mirada a Azure que sugería que debería dormir con un ojo abierto esta noche. ―Aún tenemos un día completo de viaje antes de que lleguemos a la cueva. No nos servirás de nada si no estás bien descansado.

    Azure casi esperaba ver una notificación de que su nivel de relación con Uden hubiera bajado. Definitivamente no estaban en buenos términos ahorita, y se sentía incómodo en presencia del mitad-diablillo. Tal vez los puntos solo iban en una dirección. Si Uden no era un NPC (personaje no jugador), definitivamente hubiera obtenido una notificación de su lado.

    Tengo que confiar en él, se dijo a sí mismo Azure al mismo tiempo que se acostaba. Cuando estemos en esa cueva con El Oscuro, mi seguridad estará parcialmente en sus manos. Mientras cerraba sus ojos para dormir, se preguntó si estaba siendo ingenuo.

    No le sorprendió que no pudiera dormir fácilmente. Durante la mayor parte de lo que quedaba de la noche, Azure dio muchas vueltas, repasando los eventos de cuando él y el mitad-diablillo estuvieron buscando a El Oscuro por su cuenta. La forma en que Uden había insistido que no habían estado caminando en círculos cuando era obvio que así era. En como había sugerido que se separaran cuando encontraron tres goblins. Pero más que nada, tratando de emparejar al cocinero del campamento con el cocinero del asentamiento.

    Lo cierto es que Azure no era la persona más observadora. No podía contar las veces que Sheila se había cambiado el cabello y él no lo había notado. Pero Azure ciertamente recuerda cada sermón que recibió después de cada ocurrencia. Uno pensaría que eso lo hizo más observador, pero parecía que era selectivo con las cosas en las que, a su consideración, eran detalles pequeños.

    Quizás estuviera equivocado. Quizás si era un goblin diferente. ¿Pero cuáles eran las posibilidades?

    La mañana llego demasiado pronto. Era como si Azure acabara de cerrar sus ojos, y luego lo sacudieran para despertarlo de nuevo. Su cuerpo se sentía demasiado pesado por la falta de sueño, pero eso nunca le había impedido continuar.

    Ahora que estaban todos juntos de nuevo, Uden no estaba siendo flojo como siempre. A duras penas miró a Azure durante el desayuno para luego encaminarse dentro del bosque, claramente, aún estaba adolorido por las acusaciones de anoche.

    Después de haber viajado juntos durante tanto tiempo, el silencio entre los hombres se había vuelto normal, algo natural. Pero hoy estaba lleno de tensión. Por lo menos, de parte de Azure. Él aun quería hablar del goblin, pero ¿qué más quedaba por decir? Uden solo continuaría negándolo. Lonnell probablemente estaría de lado de su hermano. Luego, todos estarían molestos. Además, discutir cuando acababan de entrar en territorio goblin definitivamente no era una buena idea. Era mejor solo dejar el asunto y rogar porque el mitad-diablillo no estuviera mintiendo.

    Para cuando llegaron al rio que dirigía a la cueva del demonio, Azure había elevado su nivel de Arquería y Sigilo a 3 solo de toda la cacería que había estado haciendo durante el viaje. Aunque aumentar su nivel de Arquería no le otorgó ningún bono, había aumentado un 3% más de daño mientras lo hiciera utilizando la habilidad de Sigilo. Ahora le quedaba claro que los bonos aumentaban un punto cada vez que aumentará de nivel. Por lo menos, así es como parecía funcionar.

    Su miedo hacia el demonio ya casi había sucumbido, aunque ciertamente Azure no esperaba con ansias encontrárselo de nuevo. Tener a sus amigos a su lado le ayudaba a suprimir la mayor parte de su pavor. Había fuerza en los números, y sabía que él no sería la única cosa en la que la criatura se enfocaría una vez que lo enfrentaran.

    Encontraron el rio donde Azure había llegado a orilla y escalaron arduamente rio arriba. Se sorprendió al descubrir que solo era alrededor de unos quinientos metros antes de llegar a la cascada donde se había caído después de haber escapado de El Oscuro. Azure no había ido a la deriva muy lejos. De hecho, estaba tan cerca que no le hubiera costado mucho al demonio ir detrás de él. Eso solo significaba que la criatura ni siquiera se había molestado.

    Quizás esto era como los otros juegos que había jugado donde si corres fuera del alcance del jefe, este dejaba de seguirte. Aunque estaba verdaderamente agradecido, eso le parecía un concepto arcaico. El Oscuro había viajado mucho más lejos para llegar al asentamiento de los goblins y atraparlo. Le hubiera costado menos trabajo seguir el rio. Pero tal vez solo asumió que llegaría más rio abajo, o tal vez que había muerto por la caiga y que ya no valía la pena seguirlo. Después de todo, necesitaba un sacrificio vivo.

    Se desviaron de la cascada para encontrar un camino menos inclinado por donde escalar para llegar a donde residía la cueva del demonio, regresando a la orilla del rio una vez que estuvieron arriba. No paso mucho tiempo antes de que llegaran a la pequeña curva que revelaba la entrada a la cueva. Lonnell se detuvo e inmediatamente retrocedió, causando que Uden chocará con él.

    ― ¿Qué sucede? ―susurró el mitad-diablillo.

    ―Goblins, ―les dijo Lonnell.

    Se había vuelto una palabra tan familiar que despertó en Azure tanto emoción como ansiedad.

    ― ¿Cuántos?

    ―Dos en la boca de la cueva, protegiéndola. Ambos guardianes.

    ― ¿Te vieron? ―La mano de Uden ya estaba tomando su daga.

    ―No estoy seguro, pero no lo creo. ―Lonnell retrocedió unos cuantos pasos más antes de detenerse y tomar su bastón.

    ― ¿Tuviste tiempo de Analizarlos?

    ―No. ―Sacudió su cabeza. ―Pero son grandes.

    Permanecieron ahí en silencio durante varios minutos, atentos con todas sus fuerzas por pisadas que se acercaran junto con el sonido del rio de fondo. El corazón de Azure latía fuertemente en su pecho, la adrenalina bombeaba por su cuerpo al mismo tiempo que sacaba cuidadosamente su espada. Era desconcertante no conocer la fuerza de sus enemigos. La urgencia de asomarse por la curva era enorme, pero Azure aprendió de su primer viaje aquí con el demonio que no había muchos lugares donde cubrirse. Sería demasiada suerte si los goblins no los vieron.

    Los minutos se sintieron como horas mientras esperaban a que la pelea llegara a ellos, pero nunca llego. Sin dejar de mirar hacia el frente, Lonnell apremió para que siguieran retrocediendo. Permanecieron vigilantes mientras retrocedían unos cuantos metros rio abajo antes de agruparse para discutir un plan de acción.

    ―Probablemente sean fuertes, ―comentó Uden. ―El demonio sospechaba que vendríamos.

    ―Eso es bastante obvio, ―Azure soltó molesto.

    ―Si no nos vieron, tendremos una oportunidad de Analizarlos antes de enfrentarlos, dijo Lonnell.

    ―Pero justo antes de inmediatamente atacarlos, ―señalo el mitad-diablillo.

    ―Cual sea el caso, somos tres contra dos, y tenemos armas de distancia. Por lo que pude ver, ellos no tienen. Deberíamos de estar bien, ―les aseguro Lonnell.

    ―Yo iré primero con mi arco ya que es el que tiene más alcance. Conforme se acerquen, Uden puede atacarlos lanzándoles cuchillos. Lonnell, tu puedes integrarte cuando estén lo suficientemente cerca. Si no hemos matado a uno para entonces, por lo menos deberían estar débiles, ―sugirió Azure.

    ―Eso suena como un plan sólido. ―Lonnell asintió con la cabeza antes de mirar a su hermano.

    ―No escucharas ni una queja de mi parte. ―Uden levantó sus manos rindiéndose. Era como si él pensara que ellos esperaban que él discutiera. Hasta cierto punto, Azure si lo pensó. El mitad-diablillo había estado lleno de nada más que decisiones estúpidas y una necesidad de tomar el control durante el último par de semanas. Afortunadamente, esta vez se apegaría al plan.

    ― ¿Están listos para hacer esto? ―Lonnell respiró hondo.

    ―Nací listo. ―Uden giro sus cuchillos entre sus manos, una sonrisa hambrienta de sangre se extendió en sus labios.

    ―Disfrutas esto demasiado. ―Azure le alzó una ceja.

    ―Vamos. Te estamos esperando. ―Uden le hizo un gesto impaciente para que preparará su arco.

    ― ¿A cuántos metros estimas que se encuentran? ―preguntó Azure al mismo tiempo que acomodaba una flecha en su arco.

    ―Un poco menos de cien metros, ―le informó Lonnell.

    ―Tendré que acercarme más para lograr cualquier tipo de golpe impactante, ―dijo más para sí mismo que para alguien más. Eso significa que los goblins tendrían una oportunidad de acercársele, acortando un poco más la distancia.

    ―Podemos hacerlo, hermano. ―Lonnell le dio una palmada en el hombro.

    ―Deja de perder el tiempo. No tenemos todo el día. ―Uden movió su pie impaciente.

    Azure miro desdeñosamente de reojo al mitad-diablillo antes de dirigirse hacia la cueva. Sus pasos eran rápidos con la urgencia de terminar con el trabajo, pero sabía que no podía dejar que la adrenalina se apoderara de él. Tenía que pensar estratégicamente porque tenía un número limitado de flechas y no sabía cuántos niveles de profundidad tenía la mazmorra.

    Era algo que habían discutido con profundidad durante su viaje. Lonnell le había dicho que las mazmorras podían tener hasta diez niveles de profundidad. Los jefes fuertes siempre tenían diez niveles. Los jefes débiles podían tener menos, pero tampoco era poco común para ellos tener diez también, solo que con monstruos menos poderosos en el camino. Realmente, era algo al azar. No había forma de saberlo hasta que tuvieran que descender.

    Azure ya se había gastado todas las flechas extras de bronce que Lonnell había llevado consigo cuando estuvo cazando. Ahora, solo le quedaban las quince Flechas de Bronce con Magia de Luz Menor. Si las dividía por nivel, podría utilizar solo una o dos por nivel. Dentro de la cueva, probablemente la manera más efectiva de pelear sería a corto alcance. Quería guardar por lo menos cinco flechas para El Oscuro. Para esta tarea en particular de derrocar a los goblins guardianes, necesitaba utilizar su arco. Le dolía tener que gastar las flechas mágicas en enemigos con los que no obtendría bonos, pero no había otra opción. En retrospectiva, probablemente debió dejar que Uden hiciera un poco de la caza en vez de estar obsesionado con intentar subir de nivel. Había sentido la ansiedad cuando tuvo pocas flechas normales. Pero tampoco se había imaginado que habría goblins esperándolos afuera de la entrada de la cueva.

    Azure rodeo la curva, apresurando su paso al mismo tiempo que levantaba su arco. Los goblins lo vieron instantáneamente, uno sacando un mandoble mientras que el otro se enderezaba y tomaba la alabarda en la que estaba recargado.

    Lonnell tenía razón. Los goblins eran grandes. Ambos se Analizaban en color amarillo: adversarios desafiantes. Alistaron sus armas, pero para la sorpresa de Azure, no se alejaron de la entrada de la cueva.

    Continuo acercándose, esperando a estar justo al alcance de ellos para luego soltar su primera flecha hacia el goblin con el mandoble. La flecha hubiera dado en el blanco justo en el centro del pecho del goblin si no hubiera sido porque este sostuvo su enorme espada enfrente de él como un escudo.

    ― ¡Cuidado! ―gritó Lonnell, pero Azure no tenía idea de que tenía que cuidarse hasta que escuchó el sonido de una flecha rompiendo el viento, pasando justo alado de su cabeza y sintió la punta de la flecha rozarle el hombro.

    Una rápida mirada hacia arriba revelo un goblin arquero en la cima del acantilado.

    Goblins listos, pensó Azure antes de darse cuenta

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