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Vals triste y otros relatos
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Libro electrónico147 páginas2 horas

Vals triste y otros relatos

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La música en vivo es una experiencia increíble y única, pero su defecto es que, si quieres oír solo una parte específica de ella porque, digamos, es tu favorita, tienes que oír la pieza completa de nuevo; no puedes saltarte las partes que no te gusten, no puedes ignorar lo que sea "menos lindo", porque no es así como funciona.

De forma similar es la vida; hay momentos lindos y conmovedores, eufóricos y emocionantes, pero también están los grises y llenos de lluvia, los impotentes y repletos de dolor, y estás en la obligación de vivirlos: no hay forma de huir de ellos, sin importar si estás de acuerdo o no.

 

De eso trata este libro.

IdiomaEspañol
EditorialViolet Pollux
Fecha de lanzamiento10 may 2020
ISBN9781393171461
Vals triste y otros relatos
Autor

Violet Pollux

Violet Pollux. Poeta, escritore, músico, o simplemente artista. Sube videos a YouTube compartiendo el arte que hace con todo el mundo, y sueña con ser activista LGBTQA+ algún día. Ama los libros de romance, más que todo los de temáticas queer, los poemarios, además de la música que se haga sentir y el arte que llegue al alma. Autore de las sagas They Ship Us, El Chico de las Sopas de Letras, No me dejes ir, novelas como El show debe continuar, novelettes como El blog secreto del chico perdido, Ocho palabras al cielo y numerosos poemarios. Estudiante de Medicina y Educación Mención Dificultades de Aprendizaje. Puedes enterarte de sus novedades y leer material gratis en su blog: vpollux.wordpress.com, y, en caso de cualquier pregunta, puedes escribirle a su correo: violetpollux@gmail.com ¡También estás invitadx a unirte a su lista de correo para estar al tanto de sus nuevas obras en violetpollux.blogspot.com, y a seguirle en sus redes sociales (es @VioletPollux en todos lados), además de comprar otros títulos de su autoría para apoyarle!

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    Vals triste y otros relatos - Violet Pollux

    Violet Pollux

    Vals triste y otros relatos

    First published by Violet Pollux 2020

    Copyright © 2020 by Violet Pollux

    All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored or transmitted in any form or by any means, electronic, mechanical, photocopying, recording, scanning, or otherwise without written permission from the publisher. It is illegal to copy this book, post it to a website, or distribute it by any other means without permission.

    This novel is entirely a work of fiction. The names, characters and incidents portrayed in it are the work of the author's imagination. Any resemblance to actual persons, living or dead, events or localities is entirely coincidental.

    First edition

    This book was professionally typeset on Reedsy

    Find out more at reedsy.com

    Contents

    Descripción

    Yo quería el sol, pero algo mejor me encontró

    La aventura más grande

    El puente

    A los seis años y para siempre

    Puntos suspensivos tamaño minúscula

    La luz en una noche de tormenta

    Cuando me vaya

    Ciento ochenta y cuatro días

    Somos, estamos

    Baile en casa

    Yo también soy Peter Pan… o algo así

    El blog secreto del chico perdido

    Más té para mí

    un HOMBRE excepcional

    La historia que nunca vivimos

    Vals triste

    Te puede gustar

    Sobre Violet Pollux

    Descripción

    La música en vivo es una experiencia increíble y única, pero su defecto es que, si quieres oír solo una parte específica de ella porque, digamos, es tu favorita, tienes que oír la pieza completa de nuevo; no puedes saltarte las partes que no te gusten, no puedes ignorar lo que sea menos lindo, porque no es así como funciona.

    De forma similar es la vida; hay momentos lindos y conmovedores, eufóricos y emocionantes, pero también están los grises y llenos de lluvia, los impotentes y repletos de dolor, y estás en la obligación de vivirlos: no hay forma de huir de ellos, sin importar si estás de acuerdo o no.

    De eso trata este libro.

    Yo quería el sol, pero algo mejor me encontró

    Chapter Separator

    Imagina que toda tu vida has querido el sol…

    Pero un día, de la nada, te encuentra una estrella. Después de pasar tiempo con ella, te das cuenta de que esa estrella en realidad es miles de estrellas.

    Y también la luna…

    Y toda la jodida galaxia.

    No, no tienes el sol, pero ya no te importa. Porque esa estrella te hace tan feliz que (ya) no quieres encontrar nada (ni a nadie) más.

    (Así ha sido encontrarte.)

    (Como cuando encuentras algo que no sabías que querías, pero te das cuenta de que era lo que necesitabas y lo único que necesitarás por el resto de tu vida.)

    (Como cuando encuentras algo y dices: no quiero encontrar nada más en toda la galaxia.)

    (Como encontrar no solo a una estrella, sino a todo el universo contenido en unos lindos ojos cafés.)

    La aventura más grande

    Chapter Separator

    1

    La princesa Rain de Kuhr no recordaba con exactitud la edad en la que la ingresaron al castillo. Desde que tenía memoria había estado allí encerrada, aunque no porque ella lo quisiera, no porque alguna vez le hubieran preguntado su opinión al respecto. Hasta sus 12 años tuvo una cuidadora, Marya, porque era muy niña para poder hacerse cargo de sí misma, pero después de esa edad y convertirse en una verdadera mujer, se quedó sola.

    Sola en ese enorme castillo, con tantas habitaciones, luces, misterios y escaleras… pero más que nada escaleras, porque la verdad es que era bastante alto.

    Rain era una jovencita muy linda, sí, pero con un grandísimo defecto: era curiosa e inquieta. No podía quedarse tranquila, y tanto era así que, en ocasiones, la compañía de Marya se le hacía aburrida (no en sí por su compañía, sino por ella; le agradecía que la cuidara, pero nunca quería hacer más, nunca quería divertirse y explorar y resolver misterios, que era lo que quería Rain).

    Por ello, la princesa decidió explorar las tantas habitaciones que había en el castillo desde que Marya dejó de cuidarla. Al momento de la despedida Rain se había mostrado muy triste, pero la verdad estaba más que feliz: ¡ahora podría vivir aventuras y divertirse! Tenía comida suficiente, porque sus padres, los reyes de la Isla de Kuhr, le mandaban continuamente, además de otra cantidad de cosas que pensaban que pudiera necesitar o querer, como libros, vestidos, pergamino y tinta para escribirles cartas y demás.

    Y además de toda esa comida, tenía su fuente de diversión: las habitaciones. Que escondían grandes misterios… y que ella, en definitiva, pensaba resolverlos.

    O, al menos, eso quería.

    Los primeros días tras la marcha de Marya fueron interesantes, pero después se hicieron tediosos. No podía encontrar demasiadas pistas en los objetos que había en las habitaciones, los vestidos se le hacían repetitivos, no era una ilustrada de las letras como para ponerse a escribir historias fantásticas y de aventuras, y ya había leído todos los libros que le habían parecido interesantes. Quedaban unos cuantos, sí, pero eran de temas que no le llamaban en lo absoluto la atención, así que no iba a leerlos.

    Aburrida, viendo una pared rojiza, estaba pensando qué hacer… cuando se le ocurrió una idea: convertirse en uno de los valientes y aventureros personajes que leía en los libros, y salir a ver qué había en el mundo más allá del castillo.

    —¡Justo eso haré! —dijo sonriendo, asegurándose de ser no solo la mejor idea que había tenido en toda su vida, sino también lo ideal.

    Por esto, pues, se preparó. Tomó algunas cosas que consideraba que podría necesitar, como agua, frutas, una pequeña navaja con la que cortaba el pan… (y no, esta no era demasiado afilada por precaución de sus padres, pero pensó que sería mejor que nada y que tal vez podría atemorizar a algún intruso o animal en caso de ser necesario.)

    Bajó todas las escaleras, emocionada… y cuando llegó a la parte baja se detuvo a coger aire un poco, porque es que eran bastantes escalones. Sin embargo, cuando finalmente se sintió bien otra vez y lista para la aventura más grande de su vida, algo la detuvo.

    —Alto ahí, niña —escuchó una voz profunda y lenta viniendo desde arriba—. ¿A dónde crees que vas? No puedes salir.

    —¿Quién eres? —preguntó curvando su mano sobre sus ojos para protegerlos de la intensidad del cielo que se podía apreciar desde afuera del castillo—. No te veo.

    —Soy la dragona que cuida tu castillo, princesa Rain de Kuhr.

    —¡No sabía que los dragones podían hablar!

    —Es que me hechizaron.

    —Oh. A mí también me hechizaron, sé cómo te sientes.

    Porque sí, a Rain también la habían hechizado. Llegado el atardecer, se transformaba en un hermoso pájaro de plumas doradas y azules, y no volvería a su forma humana hasta el amanecer. Esto se repetiría hasta que algún día un valiente caballero luchara con el dragón (dragona), le derrotara, y fuera hasta la habitación de Rain, rescatándola, dándole un beso de verdadero amor, y con ello finalmente rompiendo el hechizo.

    —¿Te sientes sola? —preguntó la princesa con sus proviciones encima, luciendo adorable con ese cabello tan oscuro y esos ojos tan claros—. Debes sentirte muy sola aquí.

    La dragona parpadeó. Si le preguntaban, Rain no parecía entender mucho toda la situación.

    —No puedes salir del castillo, princesa. Fue una orden de tus padres.

    —Pero…

    —Si escapas y justo en ese momento llega un caballero, me derrota y va a tu habitación, pero no te encuentra, no podrá romper el hechizo. Y entonces nunca serás libre.

    La niña se veía acongojada, a punto de llorar. A la dragona le dio algo de pena, y pensaba que era injusto que hubieran hechizado a la pequeña siendo tan joven, cuando no podía ni comprender del todo lo que sucedía.

    —Princesa Rain, ¿estás llorando? —inquirió y su interlocutora asintió—. ¿Te sientes sola ahí arriba? —Volvió a asentir. Ella suspiró y pensó en algo—. Bueno… ¿qué tal si te quedas aquí conmigo y hablamos un rato? Así ninguna de las dos se sentirá sola.

    De ahí en adelante, Rain siempre bajaba hasta donde estaba Moon, como descubrió que se llamaba la dragona, para hablarle. Poco a poco las habitaciones y sus misterios dejaron de ser tan atractivos para la princesa, y al mismo tiempo su amistad con Moon iba fortaleciéndose. Conversaban de muchas cosas, se iban conociendo cada vez más, e incluso que Rain se transformara en ave de precioso plumaje, cosa que antes le parecía tortuosa, ahora le parecía entretenida, porque en esos momentos podía bajar volando y reunirse con su amiga en una relativa libertad.

    —Haces que estar encerrada aquí no se sienta tan malo —comentó la menor.

    —Debe ser una tortura para ti estar aquí mientras otras personas de tu edad están afuera… viviendo sus vidas.

    Sin embargo, a Rain le gustaba ver el lado positivo de las cosas. O eso intentaba.

    —Pero te tengo a ti. Si estuviera fuera, como otra persona de mi edad, no te tendría.

    2

    De ahí en adelante podría decirse que desarrollaron una peculiar relación de cuidadora-cuidada, cosa que se intensificó hasta unos años después, cuando la Princesa de los Kuhr cumplió los 16 años y numerosos caballeros comenzaron a llegar al castillo en busca de dar el beso que rompiera el hechizo… y con ello convertirse en Príncipe de la nación, y posteriormente en Rey.

    Sin embargo, la situación podría decirse que empezó a ir en declive el año siguiente, cuando Rain cumplió los 17 años y seguía en el castillo. No porque nadie fuera a buscarla, sino porque no podían derrotar a la dragona (o, en caso tal, burlarla, porque tampoco es que había que matarla solo porque fuera una dragona; a pesar de ello tenía sentimientos y era un ser vivo, por lo que, al menos en su opinión personal, merecía vivir).

    —Moon, ¿por qué quienes vienen a rescatarme nunca llegan a mi habitación? —preguntó un día la princesa cuando ya se había convertido en un pájaro y había bajado volando hasta donde se encontraba su amiga.

    —Algunos no pueden pasar las dificultades que hay antes de llegar a la torre.

    —No, no, me refiero a… he visto que algunos sí lo hacen, llegan aquí, al castillo. Y me emociono y voy a arreglarme para ellos, pero pasan las horas y nadie entra a mi habitación.

    —Oh… eso se debe a que no pueden burlarme o derrotarme, linda.

    —Pero… ¿por qué no pueden?

    —Pues soy una dragona. Es normal que no puedan.

    —Pero la idea es que me rescaten para finalmente poder ser libre.

    —Sí, pero si

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