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Perdiendo los Tornillos en el QE2
Perdiendo los Tornillos en el QE2
Perdiendo los Tornillos en el QE2
Libro electrónico223 páginas3 horas

Perdiendo los Tornillos en el QE2

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Escrita por un autor de superventas, esta es la hilarante historia de cómo éste tuvo un colapso nervioso y huyó por el mundo en el QE2. Increíble pero absolutamente verídico, el sensible estado mental del autor le da un enfoque diferente a un viaje alrededor del mundo y los millonarios con los que se mezcla. Un libro de viajes verdaderamente diferente que te hará reír en cada página. Esta es la historia real de cómo el autor curó un colapso nervioso tomando un crucero por el mundo en el Queen Elizabeth ll. Es una mirada al lujoso estilo de vida de los muy ricos desde el punto de vista algo sardónico de alguien que no está del todo cuerdo. Visitamos 40 países y cada uno recibe las observaciones del autor, que casi siempre son humorísticas y están escritas por alguien que tiene un estado mental frágil que hace que arroje al viento toda posible cautela. Pero más que eso, Nick no es un viajero convencional: es arrestado en Nueva York y sometido a una íntima inspección corporal, lucha contra tres asaltantes armados en Jamaica, se pelea con oficiales de aduana australianos, tiene un accidente de moto en Bali, es atacado por dos ancianos en el Taj Mahal y es vetado de Vietnam. Sin embargo, el libro trata más sobre su vida a bordo del QE2: sus aventuras amorosas, su creciente relación con el personal y su estilo de vida íntimo y cerrado, el desastroso concierto del personal que termina en una pelea total, los excesos de los pasajeros súper ricos y las estrafalarias situaciones que solo ocurren a bordo, como la noche en que queda atrapado en la pista de baile con las tres mujeres con las que ha estado saliendo. En general, es la historia de un hombre y su regreso a la cordura hasta que finalmente es depositado nuevamente en el muelle de Southampton, donde su aventura comenzó, solo ahora que no tiene un céntimo y le acaban de informar que todo lo que poseía en el mundo había sido arrojado por la borda al océano. La hilarante continuación está ahora disponible en Kindle: No del todo Cuerdo en América, donde Nick huye a Estados Unidos ¡para evitar a su proctólogo!

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 jun 2020
ISBN9781071543344
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    Perdiendo los Tornillos en el QE2 - Nicholas Walker

    Perdiendo los Tornillos en el QE2

    Por

    Nicholas Walker

    ISBN: 9798636663614

    Libros por Nicholas Walker

    Publico General

    La Montaña de Hielo

    Patinando sobre Hielo Fino

    Cinturón Negro

    Tie-Break

    Jazz Dancer

    El Niño que le Temía a las Alturas

    Hielo Quebradizo

    Patinando en el Límite

    El Toque del Hielo

    Juntos en el Hielo

    Sorpresa, Sorpresa (antología)

    Controlándose con la Gramática

    Controlándose con la Gramática II

    E Books

    Libros para Niños

    Daniel Gerzergerblad y las Incidencias

    Barnaby Cole, Detective

    Arnold, el Sapo Espadachín Más Grandioso del Mundo

    Replay

    Gordon el Fantasma Nervioso y Otras Historias

    Libros para Jóvenes Adultos

    Bailando con el Enemigo

    Los Niños del Kraal

    El Reino del Kraal

    La Venganza del Kraal

    El Regreso del Kraal

    El Vengador Celestial

    El Vengador Celestial II... Las Puertas de Jericó

    Besos en la Oscuridad

    Academia de Danzas

    Escalera de Caracol

    Ayúdame a Pasar la Noche

    Oliver

    Libros para Adultos

    Perdiendo los Tornillos en el QE2 (diario de viaje autobiográfico)

    No del todo Cuerdo en América (diario de viaje autobiográfico)

    Como una Cabra en L.A. (diario de viaje autobiográfico)

    Delirando en Kuwait (diario de viaje autobiográfico)

    Despídete de Mami

    Despídete de Mami: ¡Vegas! ¡Vegas! ¡Vegas!

    Una Mejor Manera de Morir

    Sonrisa Pintada

    Siluetas en la Oscuridad

    Bailando en la Oscuridad

    Los Envenenadores de Moloo y otras historias de Ciencia Ficción

    Autobiografía de un Hombre Bajito, Gordo y Feo... Infancia

    Autobiografía de un Hombre Bajito, Gordo y Feo... Todos Aman a Muriel

    Textos Especializados y Científicos

    Dándole de Hostias a las Artes Marciales

    La Gran Estafa de las Dietas: ¡50 Maneras científicas de Perder Peso Todos los Días de Tu Vida!

    Como Aprobar cualquier Examen Con Una Noche de Repaso

    150 Lecciones de Kernow Karate

    Prologo

    ‘Cariño,’ le dije con ternura, ‘sé que he estado trabajando muy duro y estoy un poquito estresado, pero eso está en el pasado ahora. Si los dos nos esforzamos y recordamos cuánto nos amamos, podemos hacer que nuestro matrimonio funcione otra vez.’ Le di mi mejor sonrisa, la que ella siempre decía que era su debilidad. Y sus labios perfectos en su carita angelical se abrieron:

    ‘Quiero que te largues de aquí tan rápido como puedas... ¡Pero Ya!’

    Fue el baúl el que me dio la idea. Estaba caminando por Ingatestone a la mañana siguiente preguntándome a qué lugar del mundo debería ir. Pensé en ir a casa de mi madre pero, de nuevo, ella no me aprueba mucho más que la Enana Venenosa. Me sentí malcriado por la elección, podría sentarme en el banco junto a la panadería y llorar un poco o tal vez acostarme en el cementerio hasta que alguien viniera y me hiciera la pregunta imposible: ¿Qué demonios se cree que está haciendo? Aun así, el Matasanos dijo que este sentimiento se desvanecería pero fue evasivo cuando traté de fijarlo en un marco de tiempo.

    Y luego vi el baúl. Estaba en la ventana de la tienda de antigüedades, la que nunca tuvo nada interesante para comprar. Es un lugar que me gusta visitar de vez en cuando, no compro nada, es solo que me gusta abrir cajas de madera y aplastar flores secas, ese tipo de cosas. Pero hoy tenía una misión, entré con orgullo, ¡hoy iba a comprar! Deambulé alrededor del baúl, abrí la tapa abultada, era de madera y lo suficientemente grande como para esconder un cuerpo dentro. Regateé con la dulce anciana y, después de quince minutos, lo obtuve exactamente por el precio que ella pidió al principio, lo arrastre fuera y lo subí al portaequipaje del techo de mi auto. Me senté al volante y jugué con ideas por un momento. ¿Debería matar a la Enana Venenosa y esconder su cuerpo en el baúl? ¿Debería intentar montarlo y lanzarme por las Cataratas del Niágara[1]? Ambas ideas sonaban bien, pero en cambio llamé a mi amiga Christine.

    Ahora bien, Christine es una chica normal para mí, miembro de mi club, una amiga... pero para todos los demás es la directora ejecutiva de una de las agencias de viajes más grandes del país. Los simples mortales no pueden hablar con ella, pero yo tengo su número especial.

    ‘¿Cómo estás hermosa? ¿Estás ocupada?’ Dije.

    ‘Más ocupada que tú,’ dijo ella. ‘¿Cómo van tus cosas?’

    ‘Realmente fantásticas, cada día salto de mi cama gritando de alegría al pensar que ya es otro día,’ dije. ‘Escucha chica, una vez leí un artículo sobre el QE2 y me preguntaba cómo se hace para meterse en el Crucero Mundial... Quiero decir, ¿Cuándo comienza? ¿Y desde dónde?

    ‘¿Es en serio?’

    ‘Oh, rara vez hablo en serio, tú lo sabes,’ le dije ‘pero es eso o las Cataratas del Niágara.’

    ‘¿Cataratas del Niágara?’

    ‘No, el QE2.’

    ‘¿Puedes pagarlo?’

    ‘Probablemente no, pero ¿a quién le importa?’

    Ella suspiró, ‘Seré honesta contigo Nick, probablemente pueda conseguirte lugar, pero un crucero por el mundo dura más de cuatro meses.’

    ‘¡Genial! Hagámoslo. ¿Cuándo empieza?’

    ‘Bueno, mi querido Nick, el QE2 zarpa de Southampton mañana por la mañana al comienzo de su Crucero Mundial.’

    Así que empaqué mi baúl y me despedí del circo. No quería parecer grosero, así que dejé una nota en el refrigerador para ella:

    Elizabeth, Tu cena está en el horno...

    Me voy por un tiempo. Nick

    Y me escapé alrededor del mundo, en el QE2.

    1) Southampton

    Southampton no es un lugar al que visitas ¿verdad? Me refiero a que, no vas allá en días festivos, ni oyes a la gente diciendo: La abuela nos visita el fin de semana, ¡decididamente tenemos que llevarla a Southampton! Pero es grande, ¿sabes?, así que alguien debe ir ahí. Incluso los barcos son más grandes; y el más grande de todos es el Queen Elizabeth II.

    Tengo la mejor hija del mundo, siempre fue así, pero aún más desde que la Enana Venenosa apareció. Eso no significa que sea la mejor conductora. Para ser brutalmente honestos, ¡ella es terrible! El automóvil se detuvo entre temblores con un chirrido de neumáticos y una diatriba de lenguaje cuestionable por parte de un ciclista que pasaba. Después de una larga pausa aparté las manos de mis ojos y comencé a respirar de nuevo.

    ‘Sabes,’ dije casualmente, ‘creo que ese ciclista incluyó siete adjetivos en su oración.’

    Ella me dirigió esa dulce sonrisa suya, que significaba que acababa de lanzar el televisor de su hermano por la ventana, o había vendido mis herramientas de jardín (¡otra vez!). ‘Espero que solo esté teniendo un mal día,’ dijo ella. Entonces hizo un gesto con la cabeza: ‘Creo que ese es.’ Y fue cuando me di cuenta de que tan GRANDE era... quiero decir que realmente no piensas que los barcos sean tan grandes, ¿verdad? Había un chico en nuestra calle, cuando yo era un niño, que tenía un modelo del barco (ese mierda con suerte tenía un modelo de todo lo que había visitado) y no se parecía en nada.

    ‘Papá, ¿estás seguro de que quieres hacer esto?’ Preguntó con voz de niña.

    ‘Oh, tengo que hacerlo,’ le dije saliendo del auto. ‘Tu madre dijo que nunca lo haría y ciertamente preferiría morir antes que probar que tenía razón.’

    ‘Pero el doctor dice que estás en medio de una crisis nerviosa,’ dijo, ‘¿quién te va a cuidar en el QE2?’

    ‘Yo voy a cuidarme solo,’ dije de forma portentosa, probablemente lo único que dije de esa manera en toda mi vida. ‘Ese es el punto, ¡A ti no te corresponde el cuidar a tu padre!’

    ‘Bueno, ¿y quién más lo va a hacer?’ Exigió. ‘¡Elizabeth no lo hará!’

    ‘¡Exactamente!’ Dije. ‘Ahora, escucha cariño, si quieres cuidar de mí, busca ayuda con todo este equipaje.’

    Jaime suspiró, y de esa manera exasperante y capaz que ella tenía, les silbó a un par de maleteros que comenzaron a descargar los remanentes de mi equipaje que todavía estaban enganchados al auto después de su aventura al volante. Los dos nos dimos un breve momento para abrazarnos y llorar, y me alejé por la rampa de embarque. ¿Rampa? Maldición, estaba agotado cuando llegué a la punta. Una linda dama con una sonrisa tan grande como sus senos me dio la bienvenida con una plenitud ensayada y me mostró mi camarote, el número 444. Me quedé mirando a mi alrededor todavía un poco mareado, cómo había cambiado mi vida en solo unos pocos días. Dos semanas atrás era un hombre casado con una bella esposa joven y una hermosa hija con una casa grande y un puesto como profesor en la universidad. ¿Qué estaba haciendo aquí? Me encogí de hombros y tomé una de las pastillas que el Matasanos había dicho que debería evitar que mi nivel de estrés llegue a las nubes. Estuvo bien. Christine me había conseguido una mejora por lo que pagué y tenía un camarote doble con un pequeño espacio tipo oficina y una ventanilla ojo de buey. La ventanilla se convertiría en un engaño, una ilusión, ya que nunca se podía ver nada por ella debido a la espuma marina y obviamente no se podía abrir... pero me gustó tenerla porque sabía que costaba unos cuantos miles extras solo para tener un camarote con ojo de buey. Sería capaz de presumir en todas las fiestas: Sí, podrás tener título de caballero pero, ¿tienes un ojo de buey?... Hola nena, ¿te gustaría volver a mi camarote y mirar por mi ojo de buey?

    Lo mejor de todo, en el pequeño escritorio, había una botella de champán helada con una nota de Christine y su hermana Jacqui deseándome cariños y suerte. Estaba tan sorprendido por esto que tuve otra breve sesión de llanto seguido de un largo trago para tomar algunas más de las pastillas mágicas.

    El problema es que realmente no suelo beber y después de media botella fui a dar una tambaleante caminata por el barco. ¡Sí, es realmente grande! Sin embargo, todo está muy cerca, si quieres regresar a tu camarote por algo (si es que puedes encontrar tu camarote) está a solo un minuto de distancia. El gimnasio, la piscina, el hospital están a solo un viaje en ascensor.

    En el barco había hordas de personas mayores, más tarde me enteré de que al tener cuarenta y siete, era el más joven en el Crucero Mundial, y anduve buscando mujeres. No, no de la forma en que piensan, solo quería que alguien fuera amable conmigo. Después de la repentina ruptura de mi matrimonio, necesitaba un poco de consuelo. Pero no encontré mucho, había muchas más mujeres que hombres, pero todas parecían rondar los setenta años, fue casi un choque cultural porque la Enana Venenosa era veinte años más joven que yo. Atravesé el pub Red Lion y crucé las ventanas laterales para ver a la gente que aún estaba abordando y esta estrella de cine, llevando una enorme pintura, se choca conmigo.

    ‘Oh, lo siento,’ dijo un acento británico. ‘Es más pesado de lo que parece.’

    ‘Kandinsky siempre usó demasiada pintura,’ dije.

    ‘Santo cielo,’ dijeron unos labios asombrosos, ‘¿un connoisseur del arte?’

    ‘Ni siquiera puedo deletrear connoisseur,’ le dije, ‘solo me interesa el arte moderno, es una forma maravillosa de irritar a la gente.’

    Ella lanzó una sonrisa realmente genial, ‘Sí, un poco lo es,’ dijo. ‘Soy la subastadora de arte a bordo, realizamos subastas tres días a la semana... deberías intentarlo.’

    ‘Solo si te quitas los calzones por mí,’ dije, pero no en voz alta. En cambio, salí con una inspirada pieza de conversación: ‘Me aseguraré de hacerlo,’ dije y me alejé. No, no, no, ella era demasiado perfecta. Yo soy bajo, gordo y feo y no voy a llegar a ninguna parte con una diosa. Pero maldita sea, era perfecta, lo que no daría por llevarla de vuelta con la Enana Venenosa y decirle: ‘Mira lo que me encontré.’ Ahora eso habría sido inmaduro, pero por otro lado, me gusta ser inmaduro... las personas que más me cabrean son los que siempre se toman la vida tan en serio.

    Pero se estaba volviendo peligroso, los miembros de la tripulación del QE2 (puedes distinguirlos por sus chaquetas rojas y sus dientes extras) estaban al acecho buscando a los pasajeros solteros sin nada que hacer... arrojan una red sobre ellos y los arrastran a la fiesta para romper el hielo y les muestran trucos de magia hasta que les revelan sus planes secretos. Afortunadamente, tengo un amigo en el comité de escape y me escabullí de regreso a mi camarote para estar de mal humor hasta dormirme.

    ––––––––

    2) El Atlántico

    En la primera hora y sin esfuerzo, me convertí en la persona más impopular a bordo. ¡Eso tiene que ser algún tipo de récord, incluso para mí! Para evitar las cosas introductorias, toda esa espantosa reunión de personas, me escondí en mi camarote y me acosté en la cama con mis tapones para los oídos. Funcionaron bien, pero la insistente, incluso incesante perorata de un parlante distante me mantenía despierto incluso aunque en realidad no podía escuchar lo que se decía. Me estaba irritando ya que el barco se había retrasado más de una hora cuando comenzaron a llamar a la puerta con furia. Un hombrecito agitado me informó que todos habían estado en las estaciones de botes salvavidas para la práctica del simulacro obligatorio durante más de una hora y que todo el barco me estaba esperando... oh cielos. Cuando me escabullí en la parte de atrás de mi sala de reuniones, nunca sentí tantos ojos evitando deliberadamente los míos.

    Comenzamos a cruzar el Atlántico con el peor clima que cualquiera, incluyendo al Capitán, pudiera recordar. El Gran C estaba hablando de vientos huracanados en un punto. Todos estaban enfermos, incluida la mayoría de la tripulación. Yo no estaba tan mal, pero decidí recibir la inyección mágica de la que todos hablaban mientras el navegador amenazaba con que el clima empeoraría. Bueno, esa no fue la verdadera razón, este diario no tiene sentido a menos que sea honesto. Tuve un motivo ulterior, aunque hay que admitirlo, generalmente tengo un motivo ulterior, se rumoreaba que la enfermera valía una segunda mirada... bueno, valía setenta y cinco libras de cualquier manera. Fui recibido por una pequeña encargada cuyas primeras palabras fueron que me bajara mis pantalones, respondí que yo estaba dispuesto a jugar si ella también lo estaba, ella bostezó y me dijo que me inclinara sobre la cama. Le dije que realmente no me gustaba ese estilo, ya que se me daba más el rol sádico que el de masoquista, pero que estaba dispuesto a intentar cualquier cosa una vez, salvo, por supuesto, la danza Morris. Ella me dijo que me callara o me revisaría la próstata mientras estaba in situ, por así decirlo, y procedió a hundir una aguja bien profunda en mis posaderas. Les digo, toda la profesión médica tiene una especie de fijación con los culos, la mitad de la razón por la que me escapé fue porque mi médico insistía en que me operara el mío (sí, hablamos de la operación dolorosa). Ella me dijo que había visto más de cien traseros desnudos ese día y decidí quitarla de mi lista de tarjetas de Navidad... estarías en medio de un momento íntimo con ella y de repente recordarías dónde habían estado sus manos todo el día... ¿y qué tal si encontraba un bulto preocupante cuando estabas en la agonía? No, no, no, me gustan mis mujeres más agradecidas.

    La cena es el gran evento del día. Si uno quiere, puede pasarse todo el día comiendo y, ciertamente, algunas personas parecen hacer eso: están todas las comidas normales, desde el desayuno hasta la cena, a las que tiene que ir ya sea que estés hambriento o no solo para admirar los pasteles que los chefs competían entre ellos para crear: había uno hecho completamente de pequeños cráneos (falsos... bueno, eso espero) un poco demasiado macabro para mi gusto, pero también había uno de toda una banda musical, así que comí tres trompetistas. Y también están las esculturas de hielo, algunas son realmente increíbles, del tamaño de un automóvil pequeño. Siempre hay un restaurante abierto aunque, de todos modos, es irrelevante ya que puedes solicitar que tus comidas se sirvan en tu camarote a cualquier hora del día o la noche. Pero, como dije, la cena es la gran ocasión. Te vistes con ropa de noche y bajas para experimentar el mejor servicio del mundo.

    Mi primera cena fue menos que un total éxito. Para mi sorpresa, y considerando el clima, el restaurante Mauritania estaba repleto. Típicamente, las personas estaban más decepcionadas que un loro[2], pero aun así lograron moverse cancinamente hasta el alimento... aunque nunca he entendido realmente el origen de la frase del loro, ¿los loros son proclives a sentirse decepcionados? De cualquier manera, yo estaba llegando un poco tarde, con mi culo pinchado y todo, así que me senté en una gran mesa redonda con un grupo mixto de personas que evidentemente me reconocieron por el fiasco del simulacro. Estaba mirando con recelo a mis compañeros para ver con quién era probable que me peleara, cuando el barco frenó abruptamente y se paró en uno de sus extremos. Las personas a mí alrededor perdieron el equilibrio y cayeron, pero con mis reflejos como rayos y rapidez de pensamiento, logré alcanzar tranquilamente los dos vasos de agua frente a mí mientras retrocedía y me reclinaba en mi asiento con aires de grandeza sin derramar una gota. Un jarrón de flores cayó sobre mí, primero con un gran golpe de agua fría, seguido poco después por un mazacote de tierra, así que me quedé con la sensación de tener un horrible crecimiento marrón sobre mí. Obviamente, las dos ancianas que se habían caído a cada lado de mí asiento debían se ex artistas de circo porque cada una de ellas se puso de pie ágilmente y volvieron muy calmadamente a sus lugares en la mesa que los siempre alertas ayudantes de camareros ya estaban poniendo en orden. Sin embargo, al que más admiré fue al ruidoso tejano que levantó su plato justo cuando la mesa se dio vuelta, esperó con la calma de Chesterfield[3] a que todo sea ordenado nuevamente, y luego siguió comiendo sin siquiera interrumpir su conversación. Me escabullí de la feliz reunión para tener un muy necesario acicalamiento. Escuché claramente a una anciana, cuando pasé junto a su mesa, exigiendo saber qué era lo que me estaba pasando y si era contagioso... ¡Nunca pude averiguar adonde había ido a parar mi filete!

    Sin embargo, las cosas se recuperaron al día siguiente. Yo intentaba sacar mi fotografía de la pantalla del barco (me hacía ver como un idiota aun mayor de lo que soy realmente) cuando este pomposo alemán me hizo a un lado. Yo decidí, diablos, estaba de vacaciones, así que ignóralo, y él prestamente lo hizo otra vez, quiero decir, realmente lo hizo como un jugador de futbol americano que va tras el mariscal de campo. Puse mi mano sobre su hombro

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