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Los Yoga Sūtra de Patányali
Los Yoga Sūtra de Patányali
Los Yoga Sūtra de Patányali
Libro electrónico153 páginas2 horas

Los Yoga Sūtra de Patányali

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A través de los siglos, los Yoga Sūtra han ocupado un lugar en el universo místico de India, solo aventajado por el Bhagavad gītā y el Bhagavata Purana. Mientras que estos ahondan en la naturaleza del ser y su relación eterna con lo divino, los Yoga Sūtra, más que adherirse a un sistema de yoga, revelan los variados estados psicológicos por los que el yogui transita en su camino hacia la perfección.
La presente obra expone como el yoga y la devoción no son senderos divergentes que yacen a ambos extremos del espectro místico, sino procesos que se nutren y complementan impulsándonos hacia la meta suprema del yoga, bhakti, la comunión en amor con la divinidad en la que se salvaguarda nuestra existencia individual.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 dic 2019
ISBN9780463622704
Los Yoga Sūtra de Patányali
Autor

Iván M. Llobet

Iván M. Llobet, nació en La Habana, Cuba, en noviembre de 1963. Desde 1986 practica la tradición vaishnava de bhakti-yoga, cuyas raíces se pierden en la India milenaria. Obtuvo la Licenciatura en Estudios Religiosos en la Universidad Internacional de la Florida, la cual le otorgó membresía permanente en la Sociedad Nacional Americana de Honor para Estudios Religiosos y Teológicos.

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    Los Yoga Sūtra de Patányali - Iván M. Llobet

    Introducción

    Desde antes del siglo VI c.C. el misticismo que caracterizó la India de antaño había entrado en un período de decadencia cultural que oscurecía su radiante patrimonio místico. Para ese entonces, las variedades de senderos ascéticos emergentes cuestionaron la validez emancipadora de los arcaicos y sofisticados rituales, monopolio exclusivo de las clases sacerdotales. Por otra parte, la esencia del misticismo de los Upanishads con su lenguaje elitista se perdía entre un sinnúmero de vertientes metafísicas con sus intentos especulativos por definir la naturaleza del ser y el universo. El denominador común de estos movimientos ascéticos de carácter reformista fue su rechazo a la autoridad de los Vedas, los milenarios textos sacros de India, y la búsqueda de respuestas en el potencial de la intuición humana.

    En el epicentro de este mundo ascético, conmovido por el torbellino contraintuitivo de las ideas, surgieron dos prominentes figuras que se encumbraron por encima de sus contemporáneos, dejando una profunda huella en la herencia religiosa no solamente de India, sino también de la humanidad: Siddhartha Gautama y Vardamana Majavira, fundadores del budismo y el jainismo respectivamente. Los ideales de estos dos prominentes reformadores crecieron con la pujanza que les proporcionó tanto su propio carisma, como el patrocinio de reyes y emperadores. Rápidamente rebosaron los contornos de sus humildes orígenes y en los siglos venideros inundaron toda India con sus nuevas y seductoras doctrinas. Este rechazo hacia los Vedas por parte de los nacientes movimientos ascéticos en busca de nuevos paradigmas soteriológicos, produjo un efecto pendular típico de la naturaleza humana que los llevó al extremo opuesto del teísmo védico. Se iniciaba así una era de dominio del escepticismo y el ateísmo en el ámbito religioso de India, resquebrajando el sacro y arcaico mundo de la otrora India védica. Con sus escrituras, divinidades, sabios y místicos empequeñecidos por esta nueva era del escepticismo, el ámbito intelectual de India quedó casi exclusivamente bajo el dominio del budismo y el jainismo, a pesar de que la generalidad de las masas conservó su religiosidad tradicional.

    Con el paso del tiempo, de una manera no violenta y natural, el budismo y el jainismo comenzaron a rivalizar entre sí por la hegemonía cultural. Finalmente, bajo el patrocinio del emperador Ashoka (304-232 a.C.) el budismo logró supremacía y el jainismo disminuyó gradualmente hasta convertirse en una de las minorías religiosas de la India de hoy. Bajo la protección del emperador Ashoka, el budismo se convirtió en la escuela de pensamiento más dominante de India por los siglos venideros. Al cuestionar la validez y los excesos de los decadentes sacrificios védicos, el budismo rescató la doctrina de la no violencia y enfatizó, a su propio modo, que en la naturaleza impermanente del mundo yace la semilla del sufrimiento; doctrinas que, aunque implícitas en el mensaje de los Upanishads, no llegaban a todos con la misma efectividad tal vez debido a su lenguaje elitista.

    Con el pasar de los siglos y evadiendo el escepticismo nihilista del budismo, los sabios de India rescataron la concepción védica del ātmā, ‘la sustancia o esencia divina’ que constituye el tema central de los Upanishads. Esta reacción al dominio doctrinal de los movimientos reformistas antivédicos, engendró una nueva era que se caracterizó por la gradual producción literaria consagrada al rescate del acervo de la sapiencia védica. Pronto reemergieron los Upanishads, ahora libres del arcaico lenguaje simbólico, reviviendo la concepción del brahmán, la sustancia divina, que no solo es la esencia de todos los seres vivos, sino que trasciende el universo y es el fundamento de todo. Este gradual rescate de la herencia cultural de la India védica dio lugar a todo el cuerpo canónico que hoy conforman textos como los Puranas, Upanishads, Ithijāsas, Āgamas, Tantras-shastras, Pacharatras, etc. Debido a ello, gradualmente el budismo fue perdiendo terreno ante esta nueva ola renacentista de la India medieval.

    En medio de esta transición de la tradición oral a la escrita, reemergió la obra más universal de todos los textos védicos: el Bhagavad gītā. La tradición nos dice que fue hablado por el Señor Krishna al príncipe Aryuna unos 2,500 años antes del período histórico que dio lugar a las reformas de Buda y Majāvīra. El impacto social, cultural, filosófico, y religioso del Bhagavad gītā en la sociedad indovédica fue tal, que el mismo se convirtió en el eje alrededor del cual comenzaron a girar todas las vertientes religiosas indo-védicas debido a su naturaleza inclusiva y sintetizadora. Su vasto misticismo absorbió la variedad de conceptos acerca de la Verdad Suprema, expuestas por diferentes escuelas unificando sus enseñanzas en una ascensión evolutiva que culmina en un teísmo esplendorosamente inclusivo.

    El Bhagavad gītā asciende a través de los diferentes sistemas de yoga (sankhya-yoga, karma-yoga, buddhi-yoga, rāya-yoga) hasta culminar en el bhakti, el yoga de la comunión con lo divino mediante el amor y la devoción. Entre sus muchos aportes su armonización del mensaje de los Upanishads es la más notable, de ahí que también se le conozca como el Gitopanishad, ‘la esencia de los Upanishads’. No es accidental que el Bhagavad gītā, un texto que enfatiza la devoción a Dios diserte sobre el rāya-yoga, también conocido asthānga-yoga, o ‘yoga óctuple’ por estar compuesto por ocho (astha) partes (anga). El asthānga yoga o rāya-yoga es el arquetipo del yoga; aquello en lo que pensamos por el simple hecho de escuchar la palabra yoga. Es la imagen típica del yogui con el dorso erecto, las piernas entrecruzadas y ambas manos reposando sobre los tobillos a la altura del vientre; o sobre las rodillas con las palmas hacia arriba entrelazando los dedos índice y pulgar. O los ojos entrecerrados mientras inhala y exhala lentamente en actitud contemplativa, como poseedor de una paz imperturbable y profunda. En esta condición es válido preguntar, ¿en qué debemos meditar? Hay quienes dicen que en nada, sino tan solo inhibir la mente de todo pensamiento; otros dicen que en la luz divina. Algunos prefieren recitar la sagrada sílaba OM, mientras que hay quienes proponen una variedad de ideas.

    En su Bhagavad gītā el Señor Krishna nos dice que el yogui debe meditar en Él convirtiéndolo en la meta suprema de la vida, y que si al pronunciar la sagrada sílaba OM deja este mundo recordándole, alcanzará su morada suprema. A razón de ello, el Señor Krishna culmina su disertación sobre el rāya-yoga con uno de los más conocidos pasajes del Bhagavad gītā (6.47): «Y de todos los yoguis aquel que siempre piensa en Mí y se refugia en Mí con gran fe, adorándome con amoroso servicio trascendental, es el que está más íntimamente unido a Mí en yoga y es el más elevado de todos».

    El bhakti-yoga, ‘el yoga del amor y la devoción’, no solamente enriquece cualquier otro sistema de yoga, sino que por su universalidad puede ser aplicado en cada acto de la vida. Siendo la función eterna del ser, el bhakti no depende de tiempo, espacio, circunstancias o habilidades psico-físicas. Bhakti es un sentimiento amoroso al Señor libre de todo tipo de condicionantes, la característica más notable de los sistemas que dependen de la rigurosidad de los aspectos mecánicos físicos.

    Es un hecho que los seres humanos están condicionados por diferentes tipos de estados psicológicos, causa por la cual sienten predisposición a alguna forma de vida o sendero religioso en particular. Lo mismo ocurre en cuanto a los sistemas de yoga, cada uno de ellos corresponde a un estado de conciencia específica. Por ejemplo, quienes están más atraídos a la oración y la religiosidad generalmente se inclinan por el bhakti, razón por la cual el bhakti-yogui busca recibir la gracia divina mediante la comunión amorosa. Por su parte, el sistema de rāya-yoga, aunque espiritual, se sustenta sobre una base más externa y mecánica que busca el estado de trance espiritual a través del dominio de la respiración, con el fin de enfocar la mente en lo divino.

    Sin embargo, a pesar de que el Bhagavad gītā es el texto sacro más influyente de India, los Yoga Sūtra, de Patanjali (en el resto de la obra aparecerá como Patányali por ser más fiel a su transliteración a la fonética castellana) no han de ser pasados por alto. Poco se conoce acerca de la vida de Patányali; hay quienes le acreditan un nacimiento envuelto en misticismo y leyenda. Algunos le sitúan en épocas tan remotas como el 4,000 a.C., mientras que los más conservadores consideran que Patányali vivió aproximadamente entre los siglos IV a.C. y el II D.C. De más está decir que Patányali no inventó el yoga, pues esta ciencia mística se pierde en los anales de la historia humana. El aporte de Patányali yace en sus detalladas explicaciones acerca de los diferentes estados psicológicos por los que transita el practicante de este riguroso sistema de rāya-yoga; tal vez sea esta la razón por la cual sus Yoga Sūtra cobraron gran popularidad. La palabra sūtra literalmente significa ‘hilo’, ‘cordel’, aunque se usa para connotar un aforismo o código que ‘enlaza’ o ‘teje’ la esencia de un conocimiento en un mínimo de palabras. Su propósito es facilitar la memorización de un mensaje. Generalmente los tratados escritos en sūtra eran seguidos por comentarios que elucidaban sus significados. En medio de una cultura en que el conocimiento se transmitía de manera oral, su condensación en la forma de sūtra era de gran importancia.

    Los Yoga Sūtra fueron compuestos en sánscrito, el cual es considerado por los eruditos la lengua madre de los lenguajes indoeuropeos. La palabra sanscritam (sánscrito es su heteroglotónimo) significa ‘perfecto’, pues la gramática sánscrita posee una estructura gramatical inigualable. Al menos durante el período histórico en que tuvo lugar la redacción de los textos védicos en su forma actual, el sánscrito era la lengua de las clases más educadas y cultas, tales como sacerdotes, teólogos, filósofos, etc. La belleza, el refinamiento y exquisitez de la lengua sánscrita, fue apreciada por los europeos cuando a finales del siglo XVIII los primeros estudiosos y lingüísticos -llamados Indólogos- tradujeron algunos textos del canon védico. Aunque estos Indólogos no estaban libres de los prejuicios culturales y religiosos de la época, varios de ellos expresaron su asombro ante la belleza estructural de la lengua.

    Entre los pioneros en los estudios de sanscritología se cuanta Sir William Jones (1746-1794) quien llegó a India en función de juez de la Corte Suprema de Calcuta. Su admiración por el sánscrito fue tal, que, en 1784, en medio del arrogante mundo académico británico que postulaba la superioridad de la religión y cultura anglosajona escribió: «La lengua sánscrita, cualquiera que sea su antigüedad posee una estructura maravillosa. Es más perfecta que el griego, más copiosa que el latín y más exquisitamente refinada que ambos; sin embargo, posee una fuerte afinidad a ambos tanto en sus raíces como en los verbos».

    Friedrich Max Muller (1823-1900) tal vez haya sido uno de los más prominentes Indólogos. A pesar de que sus prejuicios religiosos por largo tiempo le llevaron a comentar de manera muy peyorativa sobre la religión de los Vedas –actitud que posteriormente pareció disminuir– llegó a sentir tan alta admiración por la lengua sánscrita que poco antes de morir

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