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Cristo es mi vida: José Kentenich
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Libro electrónico207 páginas4 horas

Cristo es mi vida: José Kentenich

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Información de este libro electrónico

Selección de textos sobre Cristo para contemplarlo en diferentes facetas y despertar un diálogo íntimo con él.
Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.
IdiomaEspañol
EditorialNueva Patris
Fecha de lanzamiento31 ago 2011
ISBN9789562461580
Cristo es mi vida: José Kentenich

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    Cristo es mi vida - José Kentenich

    P. JOSÉ KENTENICH

    CRISTO ES MI VIDA

    CRISTO ES MI VIDA

    P. José Kentenich

    Textos escogidos; preparados por encargo del Consejo General de la Obra de Schoenstatt; editados  y  elaborados  por  Günther  M.  Boll, M. Pia Buesge y Peter Wolf.

    © 1996 by Patris Verlag GmbH,

    Vallendar-Schoenstatt, Alemania

    Título de la edición alemana: Christus mein Leben

    Tradución al español: Prof. Sergio Danilo Acosta

    © 1997, EDITORIAL NUEVA PATRIS S.A.

    José Manuel Infante 132, Providencia

    Tels/Fax: 235 1343 - 235 8674

    Santiago, Chile

    E-mail: gerencia@patris.cl

    www.patris.cl

    Nº Inscripción: 99.199

    ISBN: 978-956-246-463-5

    1a Edición: Febrero de 1997

    2a Edición: Julio 1997

    3a Edición: Julio 2004

    4a Edición: Julio 2006

    Diseño e Imágenes:

    Margarita Navarrete M.

    Prólogo

    Toda espiritualidad eclesial, toda propuesta pastoral tienen una cristología implícita o explícita. Así es en el P. José Kentenich. El mismo formuló su visión de Cristo en diferentes momentos, lo cual en este libro se documenta luminosamente.

    Para el lector iberoamericano hay en esta imagen del Señor resonancias particulares. Nuestro ámbito cultural llamó la atención al P. Kentenich, percibió una empatía suya con la manera de vivir y pensar el cristianismo de nuestros pueblos. Sin caer en simplificaciones burdas, se puede afirmar que el mundo iberoamericano tiene en su genio propio una inmediatez de lo humano en Cristo, de la cercanía de Dios (Doc. Puebla N°413) y un sentido familiar de la vivencia eclesial. Ya en los años treinta el P. Kentenich había expresado que su visión de Cristo era encarnacional, acentuando dentro de la más pura ortodoxia la realidad de que el Verbo encarnado es igual a nosotros en todo menos en el pecado. Esto tiene total coherencia con su marianismo, pues la Santísima Virgen es el seguro del realismo encarnacional. Para el P. Kentenich esa acentuación tiene consecuencias radicales. La primera es el tono de confianza fundamental, de aproximación al Dios infinito, puesto que Jesús, hermano nuestro, está en la Trinidad intercediendo por nosotros. Y por otro lado, subrayar lo encarnacional enfatiza nuestra condición de miembros del Cuerpo de Cristo, la dimensión social, comunitaria, solidaria de nuestra fe.

    En el Documento de Puebla, cuando se caracteriza la idiosincracia latinoamericana, se dice que ella ha engendrado una cultura que está sellada particularmente por el corazón y su intuición (Doc. Puebla N° 414). Otras pinceladas de esa descripción apuntan en el mismo sentido. Se trata de una cultura comunicativa, que tiende a establecer vínculos afectivos. Se puede bien pensar que el alma de estos pueblos se reconocerá gustosa en una cristología como la del P. Kentenich. Esta se define como íntimamente deudora de una imagen del Cristo de las relaciones. En efecto, cuando a mediados de los años cincuenta se le pide al autor de las páginas de este libro que tipifique su propio modo de mirar a Jesucristo, él recurre a este Cristo de los vínculos. Es el Hijo predilecto del Padre: Cristo patrocéntrico. Es el Señor que tiene en María la Madre y Compañera en toda la obra de la redención: Cristo mariano. Es el Redentor del mundo, el Enviado a salvar a todos, el Buen Pastor que muere y resucita por los suyos: Cristo Apóstol. Se podría resumir diciendo que es el Cristo de las vinculaciones, el Cristo animado por el Espíritu Santo quien es el Vínculo de todo amar en y desde el Dios Vivo.

    Hay muchas otras convergencias que se podrían anotar. Por ejemplo, el P. Kentenich toma de San Pablo la descripción básica de la existencia cristiana, cuando el Apóstol la caracteriza como un vivir en Cristo. Esto significa ser hijos en el Hijo. De aquí arranca una espiritualidad centrada en  una piedad de infancia espiritual, la cual responde a una profunda vocación del alma latinoamericana.

    Demos una mirada panorámica hacia el desarrollo postconciliar de la pastoral latinoamericana. Ella tiene hitos fundamentales en las Conferencias Generales del Episcopado. Medellín señaló una vigorosa proyección del Evangelio hacia la realidad social de los pueblos del continente. En Puebla fue necesario tematizar la eclesiología y se buscó una reflexión cristológica que iluminara el quehacer eclesial. Sin embargo, la cuarta Conferencia General del Episcopado en Santo Domingo, trajo una focalización particular en la persona de Cristo. Es sabido que las conclusiones de tal Conferencia supusieron un cambio, ya en el método. Un testigo privilegiado fue el P. Egidio Viganó. Participó en el Concilio Vaticano II y en las tres Conferencias ulteriores del Episcopado latinoamericano. Después de Santo Domingo escribió: El núcleo estratégico de esta visión orgánica es el misterio de Cristo, tan central que hace reconsiderar la misma metodología del ‘ver, juzgar, actuar’ (Rev. Scriss, número segundo, Roma 1992). En efecto, en la Conferencia caribeña todo el documento se estructura a partir de una profesión de fe, la que se inicia con un significativo título : Jesucristo Evangelio del Padre. En él N° 8 se explicita diciendo: El es el Evangelio viviente del amor del Padre. En El la humanidad tiene la medida de su dignidad y el sentido de su desarrollo. En el N° 27 se afirma: El contenido de la Nueva Evangelización es Jesucristo, Evangelio del Padre, que anunció con gestos y palabras que Dios es misericordioso con todas sus criaturas, que ama al hombre con un amor sin límites… El lector de este libro encontrará en las palabras del P. Kentenich evidente correspondencia con estos textos claves de las Conclusiones de Santo Domingo.

    Los párrafos citados permiten sostener que el postconcilio latinoamericano ha cristalizado en una cristología expresamente trinitaria, patrocéntrica. El profesor Maximino Arias califica el inicio del documento de Santo Domingo como una profesión de fe centrada en Jesucristo, pero articulada trinitariamente. (Rev. Católica N° 1097, Stgo. Chile, enero-marzo 1993, pág. 21). En lo que respecta a la persona del Espíritu Santo y su acción, ellas aparecen reiteradamente referidas a la Iglesia, de tal manera que se puede hablar de un énfasis pentecostal que aparece ya en el N° 1, cuando los Obispos se sitúan espiritualmente: Reunidos como en un nuevo cenáculo, en torno a María, la Madre de Jesús… Animados por el Espíritu Santo, nos disponemos a impulsar con nuevo ardor una Nueva Evangelización…".

    El conjunto de los textos del magisterio de Juan Pablo II respecto a América Latina y el de los Obispos del continente hablan de una cristología trinitaria, mariana, eclesial y misionera. Tras ello se  modula con urgencia de actualidad la venerable fe de la Iglesia. En el umbral del tercer milenio cobra vigencia histórica concreta el hecho de que el Verbo de la Trinidad se hizo carne en la Mujer de Nazaret, para salvar a todos los hombres.

    Estas mismas notas las encontramos en el enfoque que el P. Kentenich formula cuando recorre América Latina en sus numerosos viajes de 1947 a 1952. El percibe la rica herencia de la primera evangelización y los desafíos pendientes de una nueva época eclesial, en vista a una transformación del mundo. Hay una carta suya datada el 1 de mayo de 1949, escrita en Nueva Helvecia, Uruguay; en ella aparece un proyecto pastoral mariano, crístico y trinitario, referido a la transformación del mundo secular. Tal propuesta es del todo coherente con su visión de Cristo. La carta tiene un particular interés por la proyección que el    P. Kentenich hace a la realidad pastoral de los pueblos latinos.

    Personalmente yo considero de gran importancia para el ámbito cultural de los pueblos latinos que la devoción mariana reconquiste su relación con Cristo y con el Dios Trino. Si no se logra ésto, la piedad de los pueblos sudamericanos no será suficientemente profunda, no será capaz de transformar interiormente a las naciones, y no podrá prepararlos suficientemente para la gran lucha…

    Todas las reflexiones de orden espiritual o pastoral deberían servirnos para ponernos en la presencia del rostro mismo de Jesús, para alcanzar lo que el P. Kentenich llama la vinculación directa o inmediata con el Señor, vale decir un cara a cara de la intimidad. Era éste su profundo anhelo sacerdotal, tal como lo expresó en la conmovedora oración que formula en la cárcel de Coblenza. En ella pide que todos los que se le han confiado amen a Jesús, vivan para Jesús y aprendan a morir por Jesús. Hermoso programa para el año de Cristo y todo el Jubileo por el doble milenio de la encarnación del Verbo en María.

    P. Joaquín Alliende Luco.

    Bellavista, 20 de Enero de 1997

    Del Prólogo de la Edición Alemana

    A través de toda la obra del P. Kentenich se observa un intenso esfuerzo por abrir accesos hacia Cristo y anunciar una imagen de Cristo viva y actual. En este sentido su propósito no es abrir nuevas perspectivas teológicas, sino que el acento se pone en la proyección del mensaje de Cristo en la vida personal y comunitaria de su gran Familia espiritual.

    Con una actitud de fe en la Divina Providencia, el P. Kentenich se inspira en el Movimiento Litúrgico, que por entonces comenzaba a perfilarse, el Movimiento Bíblico y el redescubrimiento de la mística cristiana que fecundaban el mundo espiritual cristiano en los años siguientes a la Primera Guerra Mundial. A las persecuciones y hostilidad anticristiana del nacionalsocialismo, el P. Kentenich responde con su propuesta de renovar la decisión por Cristo. En esta decisión cobra nueva fuerza y vigencia la imagen de Cristo que nos presenta el libro del Apocalipsis. La persecución y prisión que sufrió en carne propia se transforman para él en fecundas experiencias de la participación en la vida y pasión del Señor. De ahí que los textos de aquel tiempo, escritos en los calabozos de la Gestapo en Coblenza (20.9.41 - 11.3.42) y en el campo de concentración de Dachau (13.3.42 - 6.4.45), sean de una conmovedora profundidad y fuerza espiritual.

    En el pensamiento del P. Kentenich, la razón de conocer a Jesús y asumir las distintas fases de su vida es alcanzar un mayor fervor crístico. Adhiriendo plenamente a la visión de San Pablo, el P. Kentenich centra su interés en aquella realidad que el apóstol de los gentiles formulara con las siguientes palabras: Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí (Gal 2, 20). Cristo es objetivo, manantial de fuerzas y estilo de vida claro y nítido del cristiano. Sólo él merece ser el eje de nuestros pensamientos, sentimientos y de toda nuestra vida. El P. Kentenich nos sugiere caminos para la meditación de la Sagrada Escritura y la oración, que nos llevan hacia un encuentro más directo con el Señor, sin dejar de lado por ello mediaciones tradicionales como la devoción mariana.

    Con especial énfasis reflexiona sobre el tema de la membralidad en Cristo. Mientras que los evangelios sinópticos definen la relación de los cristianos con Jesús como una seguimiento o imitación, en san Pablo encontramos como idea básica y central la realidad de ser-en-Cristo y la imagen del cuerpo y los miembros. A ellos corresponde, en el evangelio de San Juan, la idea del permanecer en Cristo o permanecer en el amor, que a su vez se ilustra con la parábola de la vid y los sarmientos. La visión paulina y juánica de lo que significa ser cristiano asume con seriedad la existencia pospascual de Cristo y la nueva situación de los primeros cristianos, que ahora simplemente ya no pueden caminar detrás del Señor. Esta concepción de la Iglesia primitiva tiene la ventaja de que la pertenencia a Cristo no es enfocada ante todo desde puntos de vista morales sino como una realidad que se nos ofrece como don.

    El P. Kentenich tiene predilección

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