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Tu Alianza, nuestra misión: Monseñor Peter Wolf
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En la víspera del 18 de octubre de 2013 la Familia de Schoenstatt inició con gran alegría el Año Jubilar que conmemora los cien años de su fundación. De ese modo llegaba a su meta el camino del trienio recorrido como Familia. En la celebración de la inauguración del Año Jubilar, el Cardenal Rylko golpeó con su báculo a la puerta del Santuario original, la que a continuación fue abierta desde adentro. Y fue el primer peregrino en trasponer el umbral de esa puerta, bellamente adornada para la ocasión. En nombre de todos nosotros, el Cardenal Rylko ingresó al recinto donde comenzó todo lo que celebramos en este jubileo.
Aquí, en este lugar, el 18 de octubre de 1914 se produjo un encuentro especial entre la Sma. Virgen María y los estudiantes del seminario. Y ello gracias a la iniciativa, afirmada en la fe en la Divina Providencia, del director espiritual de entonces, el P. José Kentenich, a quien se le había confiado el acompañamiento espiritual de esos muchachos. Aquí comenzó lo que el P. Kentenich, en el transcurso de una historia de fundación larga y rica en acontecimientos, llamara “Alianza de Amor” y pasara a ser fecha fundamental del Movimiento de Schoen-statt y de su espiritualidad.
Dos años antes José Kentenich había sido designado director espiritual de los jóvenes del Seminario Menor de los PP. Palotinos de Vallendar. Entre tanto, e inspirándose en los jesuitas, el P. Kentenich había fundado con los jóvenes una Congregación Mariana. En el verano de 1914 se le concedió la posibilidad de utilizar la vieja capillita de san Miguel, en el valle de Schoenstatt, como lugar de reunión para la Congregación. Hacia finales de verano o principios de otoño, el P. Kentenich leyó un artículo sobre el origen del santuario de Ntra. Sra. del Rosario de Pompeya (artículo publicado el 18.7.1914). Esa lectura lo llevó a preguntarse si no podría suceder algo similar en Schoenstatt. Luego de las vacaciones de verano, en la primera reunión de la Congregación en la capilla recientemente restaurada, les expuso a los jóvenes su “secreta idea predilecta”, fruto de las ideas y preguntas sobre las cuales venía reflexionando a la luz de la fe en la Divina Providencia.
Se trataba nada más ni nada menos que de un “Programa: aceleración del desarrollo de nuestra santificación y por esa vía convertir nuestra capillita en un lugar de peregrinación”. Ése era el título de su conferencia para los jóvenes en la primera reunión después de las vacaciones de verano. La primera parte de la conferencia fue llamada más tarde “Acta de Fundación”. El esfuerzo por la santidad de los muchachos debía motivar a la Sma. Virgen a “establecer aquí su trono de gracias y realizar milagros de gracia”. Allí se inició una comunión llena de confianza y amor entre la Sma. Virgen y los jóvenes reunidos en torno del P. Kentenich.
En el corazón del P. Kentenich había ido madurando una fe audaz, y supo encender en los corazones de los muchachos el entusiasmo por esa fe audaz. La Sma. Virgen había preparado al joven director espiritual mediante la consagración que él había hecho cuando contaba sólo nueve años de edad. Mucho más tarde el P. Kentenich daría testimonio de aquel acontecimiento con admiración y gratitud por las disposiciones de Dios en su vida, considerándolo como una raíz de la Alianza de Amor. En virtud de esa experiencia personal, el P. Kentenich estaba abierto y era sensible a la realidad de la relación con la Sma. Virgen y su influencia maternal y educadora. Más allá de las vivencias personales, la Congregación Mariana le abrió la dimensión de una vivencia comunitaria de la acción de María.
IdiomaEspañol
EditorialNueva Patris
Fecha de lanzamiento10 mar 2016
ISBN9789562467667
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    Tu Alianza, nuestra misión - Monseñor Peter Wolf

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    Introducción

    En la víspera del 18 de octubre de 2013 la Familia de Schoenstatt inició con gran alegría el Año Jubilar que conmemora los cien años de su fundación. De ese modo llegaba a su meta el camino del trienio recorrido como Familia. En la celebración de la inauguración del Año Jubilar, el Cardenal Rylko golpeó con su báculo a la puerta del Santuario original, la que a continuación fue abierta desde adentro. Y fue el primer peregrino en trasponer el umbral de esa puerta, bellamente adornada para la ocasión. En nombre de todos nosotros, el Cardenal Rylko ingresó al recinto donde comenzó todo lo que celebramos en este jubileo.

    Aquí, en este lugar, el 18 de octubre de 1914 se produjo un encuentro especial entre la Sma. Virgen María y los estudiantes del seminario. Y ello gracias a la iniciativa, afirmada en la fe en la Divina Providencia, del director espiritual de entonces, el P. José Kentenich, a quien se le había confiado el acompañamiento espiritual de esos muchachos. Aquí comenzó lo que el P. Kentenich, en el transcurso de una historia de fundación larga y rica en acontecimientos, llamara Alianza de Amor y pasara a ser fecha fundamental del Movimiento de Schoen-statt y de su espiritualidad.

    Dos años antes José Kentenich había sido designado director espiritual de los jóvenes del Seminario Menor de los PP. Palotinos de Vallendar. Entre tanto, e inspirándose en los jesuitas, el P. Kentenich había fundado con los jóvenes una Congregación Mariana. En el verano de 1914 se le concedió la posibilidad de utilizar la vieja capillita de san Miguel, en el valle de Schoenstatt, como lugar de reunión para la Congregación. Hacia finales de verano o principios de otoño, el P. Kentenich leyó un artículo sobre el origen del santuario de Ntra. Sra. del Rosario de Pompeya (artículo publicado el 18.7.1914). Esa lectura lo llevó a preguntarse si no podría suceder algo similar en Schoenstatt. Luego de las vacaciones de verano, en la primera reunión de la Congregación en la capilla recientemente restaurada, les expuso a los jóvenes su secreta idea predilecta, fruto de las ideas y preguntas sobre las cuales venía reflexionando a la luz de la fe en la Divina Providencia.

    Se trataba nada más ni nada menos que de un Programa: aceleración del desarrollo de nuestra santificación y por esa vía convertir nuestra capillita en un lugar de peregrinación. Ése era el título de su conferencia para los jóvenes en la primera reunión después de las vacaciones de verano. La primera parte de la conferencia fue llamada más tarde Acta de Fundación. El esfuerzo por la santidad de los muchachos debía motivar a la Sma. Virgen a establecer aquí su trono de gracias y realizar milagros de gracia. Allí se inició una comunión llena de confianza y amor entre la Sma. Virgen y los jóvenes reunidos en torno del P. Kentenich.

    En el corazón del P. Kentenich había ido madurando una fe audaz, y supo encender en los corazones de los muchachos el entusiasmo por esa fe audaz. La Sma. Virgen había preparado al joven director espiritual mediante la consagración que él había hecho cuando contaba sólo nueve años de edad. Mucho más tarde el P. Kentenich daría testimonio de aquel acontecimiento con admiración y gratitud por las disposiciones de Dios en su vida, considerándolo como una raíz de la Alianza de Amor. En virtud de esa experiencia personal, el P. Kentenich estaba abierto y era sensible a la realidad de la relación con la Sma. Virgen y su influencia maternal y educadora. Más allá de las vivencias personales, la Congregación Mariana le abrió la dimensión de una vivencia comunitaria de la acción de María.

    Expresión del compromiso confiado de sus jóvenes con este gran objetivo del 18 de octubre de 1914 fueron las contribuciones que enseguida comenzaron a ofrecerle a la Sma. Virgen en sus visitas a la capilla. Ya en la primavera de 1915 empezaron a anotar en papelitos esas contribuciones, depositándolas luego en una caja de cartón colocada sobre el altar. En carta al primer prefecto de la joven Congregación, en mayo de 1915, el P. Kentenich llama por primera vez a estas contribuciones contribuciones al Capital del Gracias.

    En los años siguientes, los jóvenes congregantes vivieron y consideraron su relación con la Sma. Virgen, muy en el sentido de la Congregación Mariana, como consagración a la Madre del Señor. Ya habían hecho una tal consagración mariana cuando se fundó la Congregación Mariana, el 19 de abril de 1914. El joven director espiritual instruía a los muchachos en el cultivo del amor a la Sma. Virgen, despertando la creatividad e iniciativa propia de los jóvenes. Ejemplo de los frutos de esa labor son las Flores de mayo que José Engling, uno de los primeros, reunía para la Sma. Virgen.

    La consagración de los jóvenes se expresó en la conocida oración de la Congregación Mariana: Oh Señora mía, difundida por el jesuita Nicolás Zucchi (1586 - 1670) en los albores de la Congregación Mariana. A menudo se lo menciona como creador de dicha oración. Sin embargo se ha demostrado que esa oración es 150 años más antigua. En ella se expresa la entrega de toda la persona del devoto a la Sma. Virgen, y por eso se menciona cada uno de los sentidos humanos. El orante quiere pertenecer por entero a la Madre del Señor, como posesión suya. Y espera a cambio la protección especial de la Madre del Señor.

    En la Congregación Mariana era habitual rezarla diariamente y de esa manera renovar la consagración a María. Costumbre que se cultivó también en la Congregación Mariana que se acababa de fundar en Schoenstatt. Más tarde el P. Kentenich hará referencia a esta pequeña oración de consagración en muchas conferencias pronunciadas con motivo de la consagración a María que realizaban personas particulares o bien grupos. El P. Kentenich la explicó e interpretó siempre en el sentido de la reciprocidad. Para él era importante considerar que dicha consagración no representaba sólo un acontecimiento que sucedía aquí en la tierra, sino que tenía una respuesta de parte de la Sma. Virgen en el cielo. La reciprocidad, la realidad de que dos son las partes involucradas, era ya reconocida en la Congregación Mariana. Efectivamente, en ella, cuando se reflexionaba sobre la consagración mariana se hablaba de un pacto que se sellaba también en el cielo, o bien de una alianza recíproca. El P. Kentenich se basó en esa tradición de la Congregación Mariana, tal como lo señalara el P. Paul Vautier en su tesis doctoral.

    A partir de finales de la década del 20, al referirse a la fundación del Movimiento, el Fundador utiliza formulaciones como contrato fundacional o acto de alianza. Llama la atención que esas ideas de contrato y alianza no sólo describan la relación entre la Sma. Virgen y el congregante, sino que aludan e incluyan también a Schoenstatt en cuanto lugar y comunidad.

    Recién en 1944 el Fundador empleó el término Alianza de Amor, que hoy es usual en el Movimiento de Schoenstatt. Las investigaciones del P. Paul Vautier sobre esta cuestión pueden consultarse en el libro María, la Educadora de la serie de los Ensayos sobre Schoenstatt. Con la elección de ese concepto el Fundador quiere despejar el malentendido que surge cuando desde el punto de vista moral teológico se interpreta la alianza con la Sma. Virgen como un contractus bilateralis onerosus (contrato bilateral obligatorio). El P. Kentenich explica claramente que él se refiere a un contractus bilateralis gratuitus (contrato bilateral gratuito), y con el término Alianza de Amor busca expresar precisamente esta interpretación. En los años siguientes la Alianza de Amor se convierte en el concepto clave para explicar el acto fundacional del 18 de octubre de 1914, la relación que desde entonces se cultiva con la Sma. Virgen, y la consagración a María renovada permanentemente.

    En los años 40 y 50 se desarrolla más y más en la Familia de Schoenstatt, a modo de corriente espiritual, lo que hoy llamamos espiritualidad de Alianza. Véase sobre este tema la obra del P. Herbert King en la serie Ensayos sobre Schoenstatt cuyo título es precisamente Espiritualidad mariana de alianza.

    En el camino al exilio, en 1952, el P. Kentenich dicta un minucioso ensayo sobre la Alianza de Amor, conocido en Schoenstatt, en un primer momento, como Carta a José. En 191 páginas mecanografiadas, sobre un total de 217, el Fundador habla sobre la Alianza de Amor e ilumina sus dimensiones. Su intención es, por una parte, demostrar el profundo arraigo de la espiritualidad schoenstattiana de alianza en la tradición bíblica y, por otra, explicar la originalidad de la Alianza de Amor schoenstattiana. En las últimas páginas, halladas recién en el Año Jubilar y publicadas en el marco de una jornada sobre teología de alianza, su intención es demostrar la fecundidad de la Alianza de Amor. Sobre la temática de la Alianza de Amor existe, además de ese ensayo, muchos otros textos ampliamente diseminados en el legado espiritual de nuestro Fundador y que han sido recogidos en la antología hecha con motivo del Año Jubilar.

    La Alianza de Amor es y sigue siendo para el P. Kentenich sentido, forma, fuerza y norma fundamentales de la vida de Schoenstatt. Es la marca distintiva de la espiritualidad schoenstattiana. Hasta el final el Fundador proclamó y defendió este eje íntimo de su espiritualidad. Para él se trataba de una cuestión de fidelidad a la conducción de Dios y a la iniciativa concreta que se había tomado a la luz de la fe en la Divina Providencia en aquella antigua capillita de san Miguel, en el valle de Schoenstatt. En los años 30, en las confrontaciones por las así llamadas ideas peculiares, sostuvo con gran perseverancia la realidad concreta de la Alianza de Amor y de su vinculación local al lugar físico de Schoenstatt. El P. Kentenich se mantuvo siempre fiel a esos comienzos.

    Y dicha fidelidad se extendió ya tempranamente al título con el cual la Sma. Virgen fue invocada y venerada más y más en el Santuario. La joven Congregación Mariana del seminario de Schoenstatt tomó, para su cuadro de María, el título Madre tres veces Admirable. Este título provenía de la otrora famosa Congregación Mariana de los jesuitas en la Universidad de Ingolstadt. El P. Kentenich les había dado a los congregantes un librito sobre la historia de la Congregación Mariana de Ingolstadt. La lectura de esas páginas hizo surgir entre los muchachos la idea de conformar un paralelo Ingolstadt - Schoenstatt. Detrás del gesto de hacer suyo ese título estaba el deseo y anhelo de llegar a ser una Congregación tan brillante como lo fuera el Colloquium Marianum de Ingolstadt, reunido en torno de la figura del P. Rehm SJ.

    En la época fundacional, la relación con el P. Kentenich se experimentaba y vivía con total espontaneidad, como algo natural. Con el paso del tiempo, y al echar una mirada retrospectiva, esa relación se fue haciendo más consciente para él y su fundación en continuo crecimiento, y se reflexionó sobre ella. El P. Kentenich

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