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La Experiencia Mariana del Padre Kentenich: Rafael Fernández de Andraca
La Experiencia Mariana del Padre Kentenich: Rafael Fernández de Andraca
La Experiencia Mariana del Padre Kentenich: Rafael Fernández de Andraca
Libro electrónico144 páginas1 hora

La Experiencia Mariana del Padre Kentenich: Rafael Fernández de Andraca

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Con este título iniciamos la Colección de textos de Mariología Kentenijiana, la que abordará y profundizará aspectos centrales del marianismo del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt. Este primer libro se centra en la experiencia mariana del Padre Kentenich, desde su niñez hasta sus últimos días.

Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.
IdiomaEspañol
EditorialNueva Patris
Fecha de lanzamiento18 may 2011
ISBN9789562464147
La Experiencia Mariana del Padre Kentenich: Rafael Fernández de Andraca

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    La Experiencia Mariana del Padre Kentenich - Rafael Fernández de Andraca

    P. Rafael Fernández de A.

    La experiencia MARIANA del Padre KENTENICH

    Serie: Mariología Kentenijiana No 1

    La experiencia Mariana

    del padre Kentenich

    P. Rafael Fernández de A.

    Nº Inscripción: 189.419

    ISBN: 978-956-246-574-8

    © Editorial Nueva Patris S.A.

    José Manuel Infante 132

    Teléfono: 235 1343 - Fax: 235 8674

    Providencia, Santiago - Chile

    E-mail: gerencia@patris.cl

    www.patris.cl

    Introducción

    Importancia de la experiencia mariana del fundador

    La mejor manera de conocer el carisma de una comunidad o movimiento eclesial es conocer la vida de su fundador, pues en ella se refleja el paso de Dios y la respuesta del hombre a su llamado. En esa experiencia aparecen los dones y talentos que Dios le ha conferido. Pero el fundador no sólo encarna y proclama su carisma: Sus hijos también heredan ese mismo carisma. La experiencia vital del fundador reviste una importancia fundamental, pues en su historia se delinea la voluntad de Dios para la vida de los miembros de quienes siguen sus huellas. Y si el Dios providente nos ha llamado a Schoenstatt, ello significa que nos llama a seguir a su fundador. Del mismo modo que a un franciscano, a un jesuita o a cualquier miembro de una comunidad religiosa, a un schoenstattiano Dios le revela su voluntad a través de la vida de su fundador.

    Como miembros de Schoenstatt, Dios nos da a conocer en forma especialísima nuestra misión personal y el sentido de nuestra existencia al servicio de la Iglesia a través del P. José Kentenich, nuestro padre y fundador. De allí que conocer más profundamente su trayectoria de vida constituya un camino privilegiado para conocer nuestra propia vocación y saber qué espera Dios de nosotros.

    Para quienes no pertenecen a la Familia de Schoenstatt, la vida y carisma de su fundador les puede servir como inspiración, tal como puede suceder con la vida y espiritualidad de san Ignacio u otro fundador. Su carisma en definitiva es un regalo de Dios para la Iglesia: Se da en el seno de la Iglesia y su sentido es enriquecer la vida de la Iglesia.

    En estas reflexiones consideraremos en líneas generales el desarrollo y la manifestación del carisma mariano de nuestro fundador, destacando algunos momentos particulares del mismo. Al inicio, haremos una cita que reviste especial importancia en este contexto. Se trata de una confesión personal del P. Kentenich, cuando, encontrándose en Milwaukee, celebró sus 73 años de vida. En ella nos revela su misión de vida:

    Al llegar a la culminación de su vida, san Pablo, en una oportunidad, dirigió una mirada retrospectiva al día de su nacimiento. Y viendo todos los extravíos y errores que había cometido, afirmó: dicho humanamente, soy el fruto de un aborto, pero, con todo, Dios me ha elegido antes de mi concepción para ésta, mi especial misión (Cf Ga 1, 10-24). Y si preguntáramos a san Pablo en qué consistía esa misión, él nos diría: se me confirió la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo: de Cristo, el Mediador, la Cabeza del Cuerpo Místico.

    Es así como nos preguntamos, espontáneamente: ¿cuál fue la misión que se me confió a mí hace 73 años? Mirando de soslayo hacia san Pablo, puedo afirmar que mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de María.

    Mi tarea es anunciar a la Madre de Dios, mostrarla a nuestro tiempo como la Colaboradora permanente del Señor en toda su obra redentora, como la Corredentora y Mediadora de gracias: a la Santísima Virgen en su profunda unión con el Señor, en bi-unidad con él, con la misión específica que ella tiene desde su santuario de Schoenstatt, para el tiempo actual.

    ¡Mi querida Familia de Schoenstatt! Puedo decir, ciertamente, que todos ustedes están incluidos en ésa, mi misión. Tal misión no ha sido depositada solamente sobre mis hombros, sino también sobre los hombros de todos los hijos de Schoenstatt. Reflexionemos un momento cómo le fue entregada en sueños la misión a san José. ¿Qué le dice el ángel en el sueño? ‘Levántate, toma contigo al Niño y a su madre’. No le dijo solamente ‘toma al Niño’, sino ‘toma al Niño y a su madre’ (Mt 2, 13.20).

    Es mi convicción de fe que esa misma misión me fue confiada hace 73 años. Quien recibió, pues, el llamado aún antes de haber sido concebido en el seno materno, recibió una misión específica: ser el heraldo de la Santísima Virgen, el mensajero que debía anunciar sus glorias a nuestro tiempo.

    Queridas familias de Schoenstatt, Dios las ha llamado también a ustedes para ayudarme en esa gran misión. Cada familia recibe hoy, de parte del que celebra el cumpleaños, esa misión, la misión de nuestra Madre y Reina de Schoen-statt. ¡Es tan consolador el que esa misión no descanse solamente sobre mis hombros, sino que todos ustedes quieran ayudarme a realizar esa gigantesca tarea! Como san José, también nosotros escuchamos hoy las palabras: ¡Levántate! No te pongas a descansar ni desees para ti una vida de comodidad y bienestar, o pasarlo bien en este mundo… No; el ángel dijo: Levántate, toma contigo al Niño y a su madre. Tómalos primeramente tú mismo contigo, tómalos en tu propio corazón. Después, prepárales un lugar cálido en tu propia familia, y luego en los corazones de los demás. (De: Plática para matrimonios en Milwaukee, Estados Unidos, 16 de noviembre de 1958).

    Son palabras claras y contundentes: "puedo afirmar que mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de María". Pero no sólo eso: También nos involucra en la misma misión de vida: ¡Mi querida Familia de Schoenstatt! Puedo decir, ciertamente, que todos ustedes están incluidos en ésa, mi misión. Tal misión no ha sido depositada solamente sobre mis hombros, sino también sobre los hombros de todos los hijos de SchoenstattDios las ha llamado también a ustedes para ayudarme en esa gran misión.

    En su plan de amor, Dios nos pensó en estrecha relación con nuestro Padre. Ciertamente que a cada uno de nosotros en el contexto de nuestra originalidad personal y del momento histórico concreto que vivimos. Enfocaremos estas reflexiones, por lo tanto, desde esta perspectiva. En primer lugar, nos detendremos a considerar la misión mariana del P. Kentenich, destacando algunos momentos que revisten una importancia especial, según él mismo lo manifiesta.

    Capítulo 1

    María en la infancia y juventud de José Kentenich

    1. Dos vivencias fundamentales

    • Su oración-jaculatoria

    En sus primeros años de vida, el pequeño José estuvo rodeado por el amor de su madre, Catalina, y de su abuela materna (su abuelo materno falleció cuando José tenía cuatro años de edad). De ellas también aprendió un amor sencillo y entrañable a María. Este amor penetró con gran profundidad en su corazón. Él mismo lo confiesa con estas palabras:

    Ella (la Santísima Virgen María) no ocupa este lugar en mi vida desde ayer o anteayer. Desde tiempos impensados ella está presente en mi vida consciente… Es difícil comprobar a partir de qué instante comencé a considerarme y a valorarme totalmente como su obra e instrumento. Este proceso se puede rastrear hasta los más tempranos días de mi infancia… En cuanto fuera posible, quería depender sólo de la Santísima Virgen. (1955, en Juan Pablo Catoggio, Autorretrato del Padre Kentenich, editorial Patris, 1991, p.21)

    Explica el P. Kentenich que desde los primeros años de su infancia fue surgiendo lentamente en su interior una jaculatoria que más tarde formuló de la siguiente manera:

    Dios te salve, Inmaculada,

    por tu pureza,

    conserva puros mi cuerpo y mi alma;

    ábreme ampliamente tu corazón

    y el corazón de tu Hijo;

    dame almas,

    y todo lo demás, tómalo para ti. (HP, 626)

    Esta oración contiene el germen de lo que el P. Kentenich llegó más tarde a vivir y a predicar en plenitud:

    María aparece como la Inmaculada, la Gran Señal que Dios hace brillar en

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