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El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II: José Kentenich
El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II: José Kentenich
El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II: José Kentenich
Libro electrónico324 páginas4 horas

El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II: José Kentenich

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Schoenstatt debe su existencia al acontecimiento histórico de una alianza de amor con María. Este acontecimiento es asimismo la semilla fecunda de una nueva espiritualidad. Este es el punto de vista que está en primer plano en el presente trabajo.


Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.
IdiomaEspañol
EditorialNueva Patris
Fecha de lanzamiento31 ago 2011
ISBN9789562464208
El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II: José Kentenich

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    El secreto de la vitalidad de Schoenstatt. Parte II - José Kentenich

    El secreto de la vitalidad

    de Schoenstatt

    Segunda Parte

    Espiritualidad de la Alianza

    P. José Kentenich

    2a Parte

    Espiritualidad

    de la Alianza

    Traducción de

    Das Lebensgeheimnis Schönstatts

    Bündnisfrömmigkeit

    El secreto de la vitalidad

    de Schoenstatt

    Segunda parte

    Espiritualidad de la Alianza

    P. josé kentenich

    Título Original:

    Das Lebensgeheimnis Schönstatts

    Bündnisfrömmigkeit

    Traducción: Roberto Bernet

    Corrección de textos: Verónica Matta

    ISBN: 978-956-246-567-0

    © EDITORIAL nueva PATRIS S.A.

    José Manuel Infante 132, Providencia,

    Santiago, Chile

    Tels/Fax: 235 1343 - 235 8674

    e-mail: gerencia@patris.cl

    www.patris.cl

    En Coedición:

    EDITORIAL PATRIS Argentina

    M. Larra 3633

    X5009APY - Córdoba - Argentina

    Tel/Fax: 0351 - 4817414

    patrisargentina@gmail.com

    editorialpatris@arnet.com.ar

    Primera edición: Julio, 2010

    Segunda edición: Marzo, 2011

    Tercera edición: Mayo, 2012

    Impresor:

    Dimacofi Servicios S.A.

    Mayo, 2012 - Chile

    Prólogo

    En esta segunda parte de la obra El misterio de vida de Schoen-statt (cfr. la introducción a la primera parte), el objetivo del P. Kentenich es poner de relieve la originalidad de su fundación desde un punto de vista esencial. Schoenstatt debe su existencia al acontecimiento histórico de una alianza: María, como representante del mundo divino, del mundo sobrenatural, del mundo del más allá, y el P. Kentenich, como representante de la naciente Familia de Schoenstatt, sellaron una alianza recíproca el 18 de octubre de 1914. Este histórico proceso de vida se fue desarrollando en lo sucesivo hasta transformarse en el torrente de vida de la historia de Schoenstatt. Pero este acontecimiento es asimismo la semilla fecunda de una nueva espiritualidad. Este es el punto de vista que está en primer plano en el presente trabajo.

    Desde el comienzo, el P. Kentenich consideró que el profundo sentido de esta nueva iniciativa divina, de aquella alianza, era un objetivo eminentemente pedagógico. Para él, Schoen-statt era una obra de Dios que debía transformarse en un movimiento de renovación en la Iglesia. Con la mirada puesta en el cambio histórico de época y en su probable resultado final, la interpretación que él hiciera de la finalidad inmanente de ese acontecimiento fundacional en Schoenstatt, tenía una mayor trascendencia: El movimiento, más allá del marco de la renovación intraeclesial, debería asumir la lucha por un hombre nuevo, por un nuevo orden de la sociedad. Así se comprende que, bajo el influjo de su mano conductora y educadora, con el tiempo y a partir de la insignificante semilla del Acta de Fundación y en diálogo permanente con todas las corrientes espirituales de nuestro siglo, se desarrollara el diseño completo de una espiritualidad orientada al futuro.

    Este diseño tiene, en primer lugar, una característica doble: Es totalmente eclesial y es totalmente original y creativo. Es eclesial, porque quiere recoger y transmitir íntegramente la plenitud de la revelación que nos ha dejado Jesucristo, en la convicción de que allí están contenidos, para todos los tiempos y, por lo tanto también para la adveniente época de la humanidad, los criterios queridos por Dios y la fuerza vital que él regala para la plasmación del mundo. Prácticamente, esto significa que una espiritualidad eclesial sólo puede contener la visión de conjunto y el ordenamiento recíproco, en cada caso original, de todos los elementos de la revelación cristiana. Todo lo demás será herejía, en la doctrina o en la práctica. Así lo indica una simple mirada a todas las escuelas eclesiales de espiritualidad a lo largo de la historia.

    La segunda característica de la espiritualidad de Schoenstatt es su creativa originalidad, a la cual se une una espontaneidad originaria, imposible de deducir o construir, una tangible y originaria cercanía al acontecimiento de la revelación en Cristo. Así se produce la indisoluble unidad de un arraigo en la tradición y de una sorprendente cercanía a la problemática del tiempo. A lo largo de la historia, todas las escuelas de espiritualidad tradicionalmente fecundas, han sido, de esta manera, concreciones siempre nuevas de la movilidad pneumática de la Iglesia. Ella reconoce, es verdad, distintos dones del Espíritu en su seno, pero, no obstante, un solo Espíritu, que da a cada uno según quiere (Cfr. 1Cor 12) y que se busca, en forma radicalmente personal, tanto el Kairós de su irrupción cuanto los instrumentos de su misteriosa conducción y plasmación de la Iglesia.

    De este modo, se revela a la mirada creyente el proceso fundacional de Schoenstatt como la célula germinal, regalada por el Espíritu, de una espiritualidad nueva y legítimamente eclesial, que quisiera ser una síntesis creativa de todo el depósito de la revelación, adaptada a la situación del mundo y del alma humana. Pertenece al modo de ser del P. Kentenich, quien fue primordial y principalmente un formador de hombres, que quería configurar, según el diseño de su nueva espiritualidad, a los hombres y las comunidades que Dios le envió como su Familia espiritual. Sólo en segundo término él hizo también una presentación sistemática de ese, su mundo de ideas. Así, su Obra de vida es, en primer lugar, un mensaje encarnado, que ha encontrado, sólo en cierta medida, su interpretación auténtica a través de la palabra escrita. Sin embargo, allí donde se la encuentra, esta palabra puede llevar a una comprensión más profunda de la vida vivida. Para el P. Kentenich, teología dentro de la Iglesia es siempre un respetuoso comentario interpretativo de la vida que suscita el Espíritu.

    En este contexto se encuentra también el presente estudio. Este debe ser comprendido como interpretación de un rasgo esencial de la espiritualidad schoenstattiana, tal como se ha desarrollado desde el Acta de Fundación a lo largo de una larga y rica historia. Se trata aquí del núcleo del proceso de vida, que constituye propiamente la fundación, núcleo que el P. Kentenich llamó Alianza de Amor, y a partir del cual surgiera, consecuentemente, una genuina espiritualidad de alianza. Junto a los dos elementos, la espiritualidad de la vida diaria y la espiritualidad del instrumento, ella constituye una espiritualidad tridimensional, con la cual el P. Kentenich ha presentado el diseño de una espiritualidad moderna.

    No existe aún una presentación integral de esta síntesis. Ciertamente, en La santidad de la vida diaria tenemos, ya desde 1937, una presentación del primer rasgo esencial; y un trabajo escrito en Dachau sobre la Espiritualidad del instrumento mariano. Sin embargo, no existe, de la pluma del P. Kentenich, ningún estudio propiamente dicho sobre la espiritualidad de alianza. Abundante es el material que, precisamente sobre este tema, se encuentra disperso en toda su obra. Esta segunda parte de la Carta a José puede llenar, tal vez de la mejor manera, este vacío. Esta es la razón por la cual, en el contexto del trabajo íntegro, lleva el subtítulo (puesto por los que elaboraron el texto original) de Espiritualidad de la alianza.

    Para esbozar, al menos en breves trazos, las conexiones internas entre los tres elementos de la espiritualidad de Schoenstatt, citaremos aquí un texto del P. Kentenich del año 1953. Este texto presenta la idea pedagógica directriz de Schoenstatt en la imagen de santidad y muestra la raíz de esta en el Acta de Fundación. Desde allí, desarrolla brevemente cada una de las tres dimensiones.

    "El desarrollo histórico de nuestra espiritualidad tridimensional encuentra un fecundo punto de convergencia, es decir, un punto final lleno de sentido y un creativo punto de iniciación en el Acta de Fundación del 18 de octubre de 1914. Este hecho no está allí aislado ni separado de toda la vida circundante... Es fruto y producto de las fuerzas vitales operantes en la historia previa; sin embargo, es, al mismo tiempo, fuente y causa de un torrente de vida que fluye poderoso en la historia posterior... Una mirada al Acta de Fundación convence, en primer lugar, de que en ella la idea de la santidad es exaltada con la mayor naturalidad como el único ideal válido. Allí está escrito con palabras claras e inconfundibles: ‘Tal como para nuestro segundo patrono, san Luis Gonzaga, una capilla de la Santísima Virgen, en Florencia, fue el origen de su santidad, así también esta capilla de nuestra Congregación será para nosotros cuna de santidad.’ El filósofo de la historia que contempla el conjunto y, sopesándolo revisa la realidad, ve en esta acentuada frase la expresión elocuente de un desarrollo ideológico y vital, extremadamente rico, que comenzara dos años antes; y la imagen rectora y la fuerza motriz interior que ha gobernado en forma tangible y que ha contribuido creadoramente a la plasmación de la historia posterior de Schoenstatt.

    El Acta de Fundación no se conforma con poner ideológica y vitalmente en primer plano el ideal de la santidad: Ella determina también su índole, con trazos claros. Habla de santidad de la vida diaria. No utiliza, es cierto, el nombre, pero caracteriza con claridad su naturaleza señalando el fiel y fidelísimo cumplimiento del deber y la intensa vida de oración que se nutren del amor: ‘Pruébenme primero por hechos que me aman realmente (...) Adquieran, por medio del fiel y fidelísimo cumplimiento del deber y por una intensa vida de oración, muchos méritos y pónganlos a mi disposición.’ Santidad de la vida diaria es el ideal por el cual hemos luchado desde el principio; un ideal que el impulso de grandeza propio de la juventud aprendió a amar ya desde temprano como síntesis de todo lo grande y valioso y que se inmortalizó en el Acta de Fundación.

    Ese es el ideal que entendíamos y entendemos siempre cuando hablamos de santidad. Si lo describíamos al comienzo con las sobrias palabras ‘ordinaria extraordinarie’, más tarde le dimos el significativo nombre de ‘santidad de la vida diaria’, nombre que se ha incorporado al lenguaje propio de Schoenstatt y domina ampliamente, en la doctrina y en la vida, la vida pública de la Familia. Con el tiempo se ha desarrollado hasta formar un compacto sistema que encuentra una expresión considerable en la literatura y que ha resistido la prueba en la vida ejemplar de nuestros muertos.

    Un desarrollo semejante experimentó la espiritualidad instrumental. El acentuado carácter de instrumento es la segunda característica que ha configurado nuestra forma de santidad. Dejando de lado las intuiciones metafísicas, que se esfuerzan por llegar siempre al último fundamento de las cosas, y también las consideraciones teológicas, que luchan por una visión de conjunto de todos los procesos de vida, la Congregación Mariana es quien nos ha dejado aquí una valiosa herencia, y nos la confía para su elaboración sistemática y su realización universal. Su expresión en el Acta de Fundación es inconfundible. En su punto culminante, la Santísima Virgen pronuncia las elocuentes palabras: ‘Tráiganme con frecuencia contribuciones al Capital de gracias (...), entonces atraeré desde aquí los corazones jóvenes hacia mí, y los educaré como instrumentos aptos en mi mano.’ La idea de instrumento se ha grabado tan fuertemente en el sentimiento de vida de la Familia, que se ha transformado en la primera y más originaria forma del ideal de la Familia. Esta reza: ‘Como obra e instrumento perfectos en las manos de nuestra Madre y Reina Tres veces Admirable de Schoenstatt, queremos comprometernos, sin reservas ni descanso, por la renovación religioso-moral del mundo desde Schoenstatt’. Dachau nos ha traído, en forma resumida, un sistema compacto y bien ordenado de la espiritualidad instrumental, el cual complementa y redondea a la santidad de la vida diaria.

    De manera similar, nuestra espiritualidad de alianza hunde sus raíces en los fundamentos de la Congregación Mariana, o, dicho más exactamente, en la convicción vital de la consagración como contractus bilateralis gratuitus. Esta concepción ha adquirido una forma original en el Acta de Fundación, y se ha desarrollado en lo sucesivo lentamente hasta llegar a ser un sistema que encontró en los escritos de Dachau una versión científica y que domina como un sol la vida íntegra de la Familia.

    Hasta en su forma, el Acta de Fundación culmina en una alianza: ‘Amo a los que me aman. Pruébenme primero (...), entonces me estableceré aquí’. La Santísima Virgen promete establecerse en el Santuario, suscitar y conducir desde allí un gran movimiento de renovación y de educación, y utilizar ese lugar y a los portadores del movimiento como instrumentos para ‘manifestar sus glorias al mundo’. Nosotros prometemos dejarnos transformar totalmente por ella hasta alcanzar la entrega total, o bien incrementar ‘al máximo las exigencias’, ponernos a su disposición como instrumento perfecto y considerar, proteger y proclamar a Schoenstatt como nuestra inalienable patria espiritual y religiosa (...) Quien conoce el desenvolvimiento histórico de los tres elementos de nuestra ascética de santidad comprende fácil y rápidamente sus conexiones internas (...) Si la santidad de la vida diaria acentúa más fuertemente la orientación hacia la cotidianidad de la vida, la espiritualidad del instrumento anuda más conscientemente la relación con Dios, la cual recibe, a través de la espiritualidad de alianza, más claramente el carácter de una marcada relación de amor entre las dos personas que se aman."[1]

    Después de esta breve mirada global se podrá comprender mejor en qué medida el P. Kentenich podía considerar la espiritualidad de alianza como el fundamento metafísico de su espiritualidad tridimensional. Para él todo tiene su raíz en la realidad fundamental de la alianza histórica entre Dios y el hombre en Schoenstatt. En el presente estudio, él caracteriza esta alianza como una forma original y concreta de la alianza que Dios selló con el hombre en el paraíso, alianza que él quiere realizar a través de la historia del mundo y de la salvación. Este es el contexto histórico-salvífico que une la intervención de Dios en Schoenstatt con la permanente estructura fundamental de la relación entre Dios y el hombre, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Es el contexto de la intervención de Dios en Schoenstatt en una íntima relación de cercanía y de similitud analógica con las alianzas selladas históricamente, tal como las relata la Biblia, la cuales no han terminado simplemente después de Cristo, sino que continúan integradas, por supuesto, en lo permanente de la Iglesia en su constitución tanto vital cuanto jurídica.

    No es posible entrar aquí a considerar las cuestiones teológicas relacionadas con esta concepción. Pero si Hans Urs von Balthasar plantea la pregunta de por qué nunca una espiritualidad en la Iglesia se ha edificado sobre la idea de alianza, la respuesta se la encuentra en Schoenstatt. El P. Kentenich puede decir, por ello: La idea de alianza se ha arraigado tanto en nuestra conciencia y en nuestro sentimiento de vida que, sin vacilar, podemos designarla como nuestra forma, nuestro sentido, nuestra fuerza y nuestra norma fundamentales. Al comparar y revisar, se suscita la siguiente reflexión: No sé si hay alguna comunidad religiosa en la época moderna que, en la misma medida, pueda decir esto de sí misma. Según todo lo que sabemos de la historia de la Iglesia sobre nuevos impulsos de este tipo, tarde o temprano surgirá desde este fundamental punto de partida un influjo correspondiente en la orientación de la teología. Por lo general, las escuelas teológicas suelen desarrollarse en forma paralela a centros de influencia vital.

    Si el P. Kentenich investiga esta orientación fundamental de su espiritualidad en la primera parte de este estudio, en la segunda parte, la más extensa, se ocupa de la modalidad mariana en Schoenstatt, de esta expresión concreta de la Alianza con Dios en la historia de salvación. Aquí penetra él hasta la originalidad propia de su fundación; por lo tanto, aquí se presentan también las dificultades, ciertamente más fuertes, del hombre moderno de cara a la espiritualidad de Schoenstatt.

    Para el P. Kentenich, la conciencia de fe de la Iglesia afirma que María, junto a Jesucristo y por designio divino de salvación, desempeña un papel de Colaboradora, sin embargo, esencial, en el acontecer salvífico de la nueva alianza.

    Así expone en este trabajo que el misterio de Cristo, en el plan de salvación decretado y realizado por Dios, encierra en sí mismo también el misterio de María, a saber, que ella es por oficio la compañera y colaboradora permanente de Cristo en toda la obra redentora. Su papel de servicio y colaboración en el acontecer salvífico para el hombre de hoy consiste principalmente en que ella, al vincularlo a sí misma, al mismo tiempo lo introduce en su singular y única vinculación con Cristo y con el Dios trino. De este modo se entiende que la alianza con Dios en Schoenstatt posea carácter mariano; no según arbitrio humano, sino en virtud de la forma histórica que asumió la iniciativa divina en el acontecimiento de fundación, adaptándose al orden de ser de la Nueva Alianza. Los fundamentos teológicos de esta concepción son tratados en este estudio en forma relativamente breve. Estos fueron expuestos en Schoenstatt detalladamente, desde hace décadas, en muchas jornadas y escritos.

    Al P. Kentenich le interesaba presentar, una y otra vez, la coincidencia de su imagen de María con las múltiples afirmaciones de la conciencia creyente de la Iglesia, sobre todo del magisterio de la Iglesia. A los cuatro importantes documentos marianos del siglo veinte, a los que él recurre para cotejar y confirmar, se agrega naturalmente el octavo capítulo de Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, en el cual se pone claramente de relieve el papel de Colaboradora de la Santísima Virgen en toda la obra de redención.

    Más que de este aspecto histórico-salvífico de la misión de María, este trabajo se ocupa más profundamente de sus repercusiones en la historia actual. Aquí está ciertamente el acento de las afirmaciones del texto. En penetrante análisis, se clarifican contextos tanto psicológicos como sociológicos que hacen comprensible la misión particular de María para el tiempo actual, tal como el P. Kentenich la ve y quiere ayudar a realizar. De este modo, él se enfrenta con actitudes erróneas del espíritu moderno, actitudes que permiten comprender por qué una espiritualidad vivida integralmente, y especialmente una espiritualidad mariana, tiene tanta resistencia. Sin embargo, este diagnóstico está totalmente al servicio de una terapia adecuada a la época. Para el P. Kentenich, una piedad mariana, fundada en forma realista y vivida en forma psicológicamente auténtica, es el remedio para toda clase de gérmenes patógenos del alma del hombre moderno. Este, a menudo, no puede sustentar organismos vitales complejos, sino que tiende más bien a una disolución separatista de tales organismos. De este modo, en el campo de la espiritualidad, le es difícil ver orgánicamente la piedad crística y la piedad mariana, relacionar el servicio a Dios y el amor a los hombres, sin borrar las diferencias ontológicas.

    Sin embargo, tales reflexiones cobran creciente actualidad cuando se trata de las repercusiones sociológicas de estos síntomas de enfermedad. El P. Kentenich veía la etapa final de la historia del espíritu moderno como un orden social decadente caracterizado por la separación entre hombre y hombre, entre hombre y Dios. Para él, esta atomización de la sociedad es el resultado del pensar y vivir mecanicistas, tal como ha sido cultivado desde hace siglos y tal como ha ido repercutiendo lentamente con su destructivo poder. El así entendido colectivismo es para él la enfermedad del tiempo. Frente a esto, el pensamiento kentenichiano, tanto diagnóstico como terapéutico, se mueve constantemente en torno al contexto metafísico de ambos grandes órdenes, del mundo de Dios y del mundo creado por el hombre. Debido a que el pensamiento separatista ha abierto una grieta entre ambos mundos, a que el mundo creado, en su aspiración de autonomía, ha roto el cordón umbilical que lo unía a Dios, es incontenible el derrumbe del orden intramundano. Aquí rige la ley apostasía es desintegración: el mundo creado es parte de un organismo integral que no se puede sostener a sí mismo en equilibrio. Llama la atención que el P. Kentenich, ante esta gigantesca tarea de la renovación del orden social humano, asigne a la piedad mariana, tal como él la entiende, un singular y único poder de sanación y de ayuda. La posición de María en el orden salvífico de la Nueva Alianza recibe así una peculiar actualidad en la misión que ella tiene para nuestro tiempo.

    En la vinculación de nuestro corazón en la fe y el amor a la Santísima Virgen, como una causa segunda en el organismo de la vida natural y sobrenatural, el P. Kentenich ve el medio y el camino para hacer capaz al hombre moderno de vincularse nuevamente. Esto repercutirá no solamente en los vínculos del organismo sobrenatural entre Dios y el hombre, sino también en los vínculos instintivos y naturales de los hombres entre sí. Esto puede contribuir decisivamente a que el hombre pueda mantener sana y fuerte su autonomía personal, haciéndolo, por otro lado, también capaz de establecer lazos, de modo que pueda realizar su tarea social como padre o como madre, según su modo de ser como varón o mujer.

    De este modo, la piedad mariana en Schoenstatt adquiere una función dinámica y orientada hacia el futuro, más allá de todo lo estático de una piedad privada comprendida en forma aislada. Se trata de la misión histórica de la Santísima Virgen, por la cual el P. Kentenich quiso comprometerse con su Obra durante toda su vida.

    La publicación del presente trabajo quiere contribuir a escuchar, paulatinamente, la voz del P. Kentenich en el coro polifónico de la época actual. Dentro de su Familia espiritual, este texto quiere estimular a asumir intensamente su rica herencia espiritual, la cual no sólo se nos ha regalado, sino que se nos ha confiado como tarea en el sentido de la muy citada frase de Goethe: Lo que habéis heredado de vuestros padres, conquistadlo para poseerlo. Sólo así podremos convertirnos en co-fundadores que puedan llevar a otros el mensaje de Schoenstatt en forma comprensible y creíble.

    La elaboración del texto fue realizada según los

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