MÍSTICOS VISIONARIOS DE AYER Y DE HOY
Texto Cristina Menéndez Maldonado
¿SABÍAS QUE...
...los símbolos universales, presentes en la Naturaleza, son para muchos estudiosos, mediadores de lo sagrado? El círculo, el cuadrado, la cruz y el triángulo, comunes a todas las tradiciones, abrazan con sus formas esenciales lo trascendente y tienen su reflejo en la Naturaleza (el árbol, la montaña…). El círculo y la esfera, su vibración y expansión, se relacionan con el cielo; en tanto que el cuadrado y cubo con la tierra, estable, de modo que su representación en templos cristianos, estupas, mezquitas, promueve y diseña la conexión con lo trascendente, gracias a la geometría del símbolo, que posibilita la unión de lo de arriba y lo de abajo.
Desde los antropólogos ingleses del siglo XIX, pasando por el inconsciente colectivo propuesto por Carl Jung (1875-1961), el intercambio de conocimientos en el “Círculo de Eranos”, las visiones orientales, o la teología, la interpretación de lo sagrado se ha apoyado en el símbolo, como vehículo de comunicación entre lo cósmico y lo humano.
La experiencia mística, apunta a una alquimia espiritual, un viaje iniciático que promueve una espiritualización de la materia y viceversa. El filósofo Jacques Maritain (1882–1973) definió al místico como “poesía en acto”. El hombre, como microcosmos, símbolo en sí mismo de todas las tradiciones, es centro en el que confluyen las fuerzas del Universo. Una afirmación que para Francisco Javier Sancho, director de la Universidad Internacional de la Mística y doctor en Filosofía y Teología, alberga una realidad complicada de transmitir: “La fenomenología de las experiencias místicas es muy variada y variopinta, incluso llega a ser una realidad bastante compleja cuando solo se presta atención al fenómeno en cuanto tal. Nosotros cuando nos acercamos a la mística siempre distinguimos entre lo que es la ‘gracia’, es decir, la acción directa de Dios en la persona, y el ‘fenómeno’, que viene a ser la manera en que la psicología de un sujeto interpreta o experimenta la gracia recibida. Por un lado, está la noticia que podemos recibir todos, y, por otro, nuestra reacción o interpretación de esa noticia que recibimos”, comenta el teólogo. Y añade: “En el caso de la experiencia de Dios hablamos de una experiencia en la que Dios se hace presente de una manera extraordinaria e inesperada. Y.
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