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Envía tu Espíritu: José Kentenich
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Envía tu Espíritu: José Kentenich
Libro electrónico190 páginas3 horas

Envía tu Espíritu: José Kentenich

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Meditaciones de un retiro dado por el P. Kentenich en 1930, a la Federación de Mujeres. En él explíca, en forma sencilla y práctica, la maravillosa ascención a la plenitud del cristiano: Vivir en Alianza con el Espíritu Santo.

Editorial Patris nació en 1982, hace 25 años. A lo largo de este tiempo ha publicado más de dos centenares de libros. Su línea editorial contempla todo lo relacionado con el desarrollo integral de la persona y la plasmación de una cultura marcada por la dignidad del hombre y los valores del Evangelio.

Gran parte de sus publicaciones proceden del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt o de autores inspirados en su pensamiento. Por cierto, también cuenta con publicaciones de otros autores que han encontrado acogida en esta Editorial.

De esta forma Editorial Patris no sólo ha querido poner a disposición de los miembros de la Obra de Schoenstatt un valioso aporte, sino que, al mismo tiempo, ha querido entregar a la Iglesia y a todos aquellos que buscan la verdad, una orientación válida en medio del cambio de época que vive la sociedad actual.
IdiomaEspañol
EditorialNueva Patris
Fecha de lanzamiento31 ago 2011
ISBN9789562463232
Envía tu Espíritu: José Kentenich

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    Envía tu Espíritu - José Kentenich

    Envía tu Espíritu

    P. José Kentenich

    Envía

    tu Espíritu

    Envía tu Espíritu

    P. José Kentenich

    Traducción y corrección: Sergio Danilo Acosta

    Colaboradores: Ricardo y María Luisa Sadi

    Elaboración: P. Marcelo Aravena

    © EDITORIAL NUEVA PATRIS S.A.

    José Manuel Infante 132

    Teléfono: 235 1343 - Fax: 235 8674

    Providencia, Santiago - Chile

    E-mail: gerencia@patris.cl

    www.patris.cl

    N° Inscripción: 97.917

    ISBN: 956-246-151-3

    1ª Edición: Octubre, 1996

    2ª Edición: Marzo, 1998

    ISBN: 978-956-246-323-2

    3ª Edición: Junio, 2007

    Diagramación: Margarita Navarrete M.

    Dedicamos este libro a todos los que colaboran para que el advenimiento del tercer milenio sea una irrupción del Espíritu Santo.

    Presentación

    El texto que está en sus manos es fundamentalmente una selección de meditaciones del P. José Kentenich sobre el Espíritu Santo, realizadas en un retiro dado a un curso de candidatas a la Federación de mujeres de Schoenstatt, en agosto de 1930. En este retiro participaron también las Hermanas de María de aquel tiempo. Las meditaciones fueron publicadas en julio de 1979 bajo el título Der Heilige Geist und das Reich des Friedens (El Espíritu Santo y el reino de la paz).

    Nos propusimos la tarea de traducir parcialmente algunas meditaciones y publicarlas para el beneficio de todos aquellos que anhelan conocer más al Espíritu Santo y llevar una vida animada por su presencia transformadora.

    Hemos agregado por nuestra parte los títulos, subtítulos y notas de pie de página, que no pretenden ser completas ni exhaustivas, sino ofrecer una ayuda para ubicar y facilitar la lectura y la meditación espiritual de la misma.

    Las reflexiones del P. Kentenich sobre el Espíritu Santo y la vida en él son más bien breves y sencillas y se ajustan a la dogmática y ascética tradicionales. También agrega algunos aspectos típicamente schoenstattianos, tales como la santidad de la vida diaria, la infancia espiritual, el Santuario y la consagración a María, para enriquecer la vida conforme a las mociones del Espíritu.

    Agradecemos la lectura atenta de este libro que quiere estimular e impulsar la vida espiritual de sus lectores. Esta intención se manifiesta aún más al agregar como capítulo final otros textos con meditaciones del P. Kentenich posteriores al retiro de agosto de 1930. En ellos se observa una profundización de las reflexiones kentenijianas. El estrecho vínculo vital con el Espíritu Santo conduce a sellar con él una Alianza de Amor como expresión, seguro y garantía del camino hacia la santidad. Estos textos se encuentran ya recopilados en el libro Marianische Bundesspiritualität, al cuidado del P. Heriberto King, Schoenstatt, Alemania.

    Además, nos pareció interesante añadir oraciones en las cuales el P. Kentenich ora e implora al Espíritu Santo. A través de ellas percibimos su sensibilidad religiosa y su trato íntimo con la tercera persona de la Santísima Trinidad. Todas las oraciones han sido extraídas del libro Hacia el Padre.

    En nuestro texto Envía tu Espíritu, el P. Kentenich invoca en repetidas oportunidades la presencia del Espíritu Santo y la paz como fruto de su acción. Nos unimos a él y confiamos en que, por la mediación de María, la Madre de Jesús, Reina de los apóstoles, desde el Cenáculo, venga a nosotros el Reino del Espíritu Santo, el reino de su paz.

    Agradecemos de una manera muy especial a todas las personas que trabajaron e hicieron posible la elaboración y edición de este libro.

    P. Marcelo Aravena G.

    Sión del Plata, Argentina

    En Pentecostés, mayo de 1996.

    Capítulo 1

    Que venga el reino

    del Espíritu Santo

    Las meditaciones del P. Kentenich comienzan con una petición y la formulación de un gran anhelo: ¡Que venga el Reino del Espíritu Santo, el reino de la paz! Este reino llegará sólo si ocurre el milagro de Pentecostés en el corazón de cada hombre. El Espíritu Santo llevará a término una nueva creación.

    El reino es paz perfecta

    Regnum Dei est regnum pacis, el reino de Dios es un reino de paz. Así nos lo dice claramente la Sagrada Escritura. ¡El reino de Dios es paz![1] Pero hay más todavía. La palabra paz nos ofrece un nuevo matiz para complementar la petición del Padrenuestro que dice: Adveniat regnum tuum, venga tu reino. En efecto, podemos reformular esta súplica y orar: Adveniat regnum pacis, que venga el reino de la paz. El reino de la paz es fruto de los dones del Espíritu Santo y, dicho con mayor exactitud, del don de la sabiduría. Les digo además que el don de la sabiduría, cuyo fruto es la paz, es a la vez fuente de la gracia de la contemplación infusa.[2]

    Adveniat regnum Dei, Adveniat regnum pacis, Adveniat regnum Spiritu Sancti: ¿Qué queremos expresar con estos enunciados paralelos? Para que llegue el reino de la paz perfecta, echemos primero entre nosotros los cimientos del reino del Espíritu Santo: Adveniat regnum Spiritu Sancti, ut adveniat regnum pacis, que venga el reino del Espíritu Santo a fin de que despunte el reino de la paz.

    Pero en esta primera noche de nuestros ejercicios no me lanzaré inmediatamente hacia estas alturas. Me detendré en cambio en la reflexión sobre la frase: Regnum Spiritu Sancti.

    Milagro de Pentecostés y liberación interior

    Esperamos el milagro de Pentecostés. Sin ese milagro la petición de una paz perfecta será como bronce que suena o címbalo que retiñe.[3] Si el Espíritu Santo no nos enciende y colma interiormente, por más empeño que pongamos en el campo ascético, la cosecha que haremos será escasa.

    Admitamos que en tal o cual ocasión faltamos a la fidelidad o a la conducta que nos habíamos propuesto. Hemos tomado muchos propósitos y a veces no obtuvimos de ellos los frutos esperados. ¿Habrá que tomar más propósitos? No; la pura ejercitación de la voluntad no nos ayuda. Así convenía hacerlo en otras épocas; pero los tiempos han cambiado. Quizás nos sintamos como liberados interiormente al escuchar estas palabras. Si es así, demos gracias a Dios.

    Hoy el hombre clama desde lo hondo por liberación y redención interior, y no logra alcanzar el objeto de sus anhelos. Queremos y deseamos las cosas del cielo, pero somos conscientes de que, a pesar de ello, continuamos siendo personas atadas a los instintos y apegados a lo terreno. Pero se nos ofrece una alternativa distinta para llegar a la meta: Veni, Sancte Spiritus!

    Que el milagro de Pentecostés inaugure y lleve a cabo en nuestra alma el milagro de la santidad. Asumamos desde el principio una fuerte orientación teocéntrica y procuremos que la preparación de los apóstoles para Pentecostés sea también nuestra propia preparación. ¿Recuerdan la escena? El libro de los Hechos la describe bellamente:

    Et erant omnes unanimiter perseverantes in oratione cum Maria matre Jesu.[4]

    Nuestro Santuario es el Cenáculo

    Estaban reunidos en el Cenáculo. Que nuestro Santuario sea desde ahora nuestro Cenáculo. Sintámonos congregados en torno a la imagen de la Santísima Virgen, unidos, ligados, vinculados a ella. Et erant omnes unanimiter. Tenían un mismo espíritu. Que esta actitud sea la nuestra. Unanimiter significa ser un solo corazón y una sola alma. ¿No nos sentimos un solo corazón y una sola alma?

    Cum Maria ¿No es natural estar junto a ella? Abajo, en el valle, está nuestro Santuario. Allí estamos siempre junto a la Santísima Virgen, reunidos in oratione, en oración. Los apóstoles tenían un mismo espíritu y perseveraban en la petición y la súplica. Pero lo hacían cum Maria matre Jesu, vale decir, no estaban solos. También nosotros buscamos la compañía de la Santísima Virgen. Tal como lo hizo entonces, ella unirá hoy sus manos en oración y rezará con nosotros y por nosotros: Veni Sancte Spiritus. Adveniat regnum tuum, que venga a nosotros tu reino, que venga el reino del Espíritu Santo.

    El Espíritu Santo y su acción transformadora

    Sabemos muy bien lo que significa ese reino. Recuerden cómo Jesús, a menudo, se mezclaba con la gente sencilla. Un día lo vemos a la hora en que la gente va a sacar agua. Un sacerdote desciende hasta el arroyo Cedrón y llena sus cántaros valiéndose de una vasija de plata. Acabada su labor, empuja el carro retomando el camino cuesta arriba. Jesús dijo entonces a la multitud:

    Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva" [5] ".

    Y San Juan, quien nos cuenta este paso de la vida del Señor, añade:

    Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado.[6]

    ¿Advierten lo que se profetiza aquí sobre el Espíritu Santo?: quien tenga el Espíritu Santo, de su seno correrán manantiales de agua viva. ¡Qué bien podemos entender nosotros estas palabras, nosotros, que hace tanto tiempo venimos esforzándonos por crecer en la santidad y la entrega a Dios!

    Pero, ¿acaso el Espíritu Santo no ha estado obrando hasta ahora? Les respondo lo que ya les dije en muchas otras oportunidades: Sí, el Espíritu Santo estuvo actuando. El Antiguo Testamento nos habla de su obra creadora. El Espíritu Santo fue quien ordenó el universo. Donde hay orden, allí está el Espíritu Santo.

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