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Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines
Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines
Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines
Libro electrónico111 páginas1 hora

Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines

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Félix Azara realizó el Diario de reconocimiento de guardias y fortines que guarnecían la línea de frontera de Buenos Aires a pedido de Melo de Portugal, con quien había mantenido una buena relación durante su larga estancia en el Paraguay cuando éste era por entonces su gobernador.
La máxima autoridad del virreinato del Río de la Plata, por medio del oficio del 29 de Febrero de 1796, exponía los motivos de la misión y las plazas que componían la expedición:
«…procédase a hacer un prolijo reconocimiento de toda la frontera y sitios más adecuados a fundar las poblaciones según lo mandado por Su Majestad, a cuyo fin comisiono, con todas las facultades respectivas, al Capitán de Navío de la Real Armada, don Félix de Azara, en calidad de Comandante General de esta expedición…»
Concretamente, la expedición duró desde el 17 de marzo al 24 de abril de 1796, o sea, cuarenta y cuatro días, e hizo el periplo siguiente: Buenos Aires (puente de Márquez, San Isidro), Guardia de Luján-Fortín de Areco, Guardia de Salto-Fuerte de Rojas-Fortín de Mercedes (Cabeza de Tigre, Santa Fe), Fortín de Melincué (Santa Fe) y de allí durante dieciocho días siguiendo casi siempre la línea del río Salado hasta la Guarda de Chascomús para seguir el derrotero hasta la Guardua de Ranchos-Guardia del Monte Fortín de Lobos y por último el Fortín Navarro.
En el Diario de reconocimiento de guardias y fortines Azara señalaba que la política en relación a la frontera debía ir de la mano de una política de poblamiento para que de esa manera, con una eficaz defensa de los aborígenes de la región, fuera aprovechable la riqueza de la campaña, la protección de las haciendas y de la capital del virreinato rioplatense.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788498976922
Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines

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    Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines - Félix de Azara

    9788498976922.jpg

    Félix Azara

    Diario

    de un reconocimiento

    de las guardias y fortines que guarnecen la línea

    de frontera de Buenos Aires para ensancharla

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: Diario de un reconocimiento de las guardias y fortines que guarnecen la línea de frontera de Buenos Aires para ensancharla

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@red-ediciones.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN rústica: 978-84-9897-693-9.

    ISBN ebook: 978-84-9897-692-2.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 7

    La vida 7

    Proemio al diario de Azara 9

    Oficio del señor don Pedro Melo de Portugal, virrey de Buenos Aires 13

    Jueves 17 de marzo de 1796 18

    Viernes 18 19

    Sábado 19 19

    Domingo 20 19

    Lunes 21 19

    Martes 22 19

    Día 22 21

    Día 23 21

    Jueves 24 21

    Viernes Santo, 25 23

    Sábado 26 23

    Domingo 27 24

    Lunes 28 25

    Martes 29 26

    Miércoles 30 27

    Jueves 31 28

    Viernes 1.º de abril 30

    Sábado 2 31

    Domingo 3 34

    Martes 5 34

    Miércoles 6 35

    Jueves 7 36

    Viernes 8 37

    Sábado 9 38

    Domingo 10 39

    Lunes 11 41

    Martes 12 42

    Miércoles 13 43

    Jueves 14 45

    Viernes 15 46

    Domingo 17 48

    Lunes 18 48

    Martes 19 49

    Miércoles 20 50

    Jueves 21 50

    Viernes 22 52

    Sábado 23 53

    Domingo 24 54

    Oficio de don Félix de Azara al virrey al regreso de su comisión 54

    Libros a la carta 75

    Brevísima presentación

    La vida

    Félix de Azara, 18 de mayo de 1742 (Barbuñales, Huesca)-1821. (España.)

    Fue militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo y naturalista.

    Estudió en la Universidad de Huesca y en la Academia militar de Barcelona dónde se graduó en 1764. Sirvió en el regimiento de infantería de Galicia y obtuvo el grado de lugarteniente en 1775. Siendo herido en la guerra de Argel, sobrevivió de milagro.

    Asimismo rechazó en 1815 la Orden de Isabel la Católica en protesta por los ideales absolutistas imperantes en España.

    Mediante el tratado de San Ildefonso (1777), España y Portugal fijaron los límites de sus dominios en América del Sur y Azara fue elegido como uno de los cartógrafos encargados de delimitar con precisión las fronteras. Marchó a Sudamérica en 1781 para una misión de algunos meses y vivió allí veinte años.

    Al principio se estableció en Asunción, Paraguay, para realizar los preparativos necesarios y esperar al comisario portugués. Sin embargo, pronto se interesó por la fauna local y comenzó a estudiarla acumulando el extenso archivo que más tarde conformó los cimientos de su obra científica.

    Cabe añadir, además, que colaboró con José Artigas en el establecimiento de pueblos en las fronteras entre la Banda Oriental (actual Uruguay) y el Imperio del Brasil.

    Azara murió en España en octubre de 1821, víctima de una pulmonía; fue también conocida su amistad con Goya, quien pintó un retrato suyo.

    Proemio al diario de Azara

    Este cuaderno, que contiene uno de los tantos proyectos que se han formado para la seguridad de nuestros campos, recuerda también uno de los importantes trabajos de don Félix de Azara en estas provincias.

    El virrey Melo, testigo del celo de este inteligente oficial en el Paraguay, aprovechó su inacción en Buenos Aires para encargarle el reconocimiento de nuestra frontera. La proximidad y el arrojo de los bárbaros mantenían a los pocos moradores del campo en una alarma continua; y se trataba menos de ensanchar nuestro territorio que defender la vida de sus habitantes. Hasta entonces, y mucho después, el que presidía el vasto virreinato de Buenos Aires mandaba obsequiar a los caciques para que no le hostilizasen, y era general el deseo de salir de un estado tan degradante. Los hacendados y el Cabildo habían representado al rey la necesidad de avanzar y proteger las poblaciones; muchas cédulas habían llegado de España con la aprobación de estos planes, y destinando fondos para realizarlos; pero nunca faltaban pretextos para eludirlas, y la obra de nuestra frontera había tenido la misma suerte que la famosa acequia imperial de Aragón, en que se empezó a trabajar dos siglos después que fue proyectada.

    Esta vez no se echó mano de agrimensores, como se hizo en tiempo de Vertiz, sino que se libró el problema a la consideración de geógrafos experimentados, como Cerviño, Insiarte y Azara, a los que fueron asociados Quintana y Pinazo, que sin ser facultativos tenían un conocimiento práctico del terreno.

    Bajo estos auspicios salió la expedición de Buenos Aires, y se dirigió al fuerte de Melincué, desde donde bajó hasta la isla Postrera, recorriendo una línea marcada por el Salado y comprendida entre los 33º 49’ 24’’ y los 36º 5’ 30’’ de latitud austral.

    En el informe con que Azara acompañó el diario de este reconocimiento, expuso al virrey los defectos que había notado en el sistema de defensa de la frontera y los principios que le habían guiado en el plan que él proponía

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