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Correo Simple: RACCOMANDATA SEMPLICE
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Libro electrónico114 páginas1 hora

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Información de este libro electrónico

En el día más importante, una simple carta cambia la vida de Adele para siempre. El viaje para descubrir la verdad la llevará al encanto de Tenerife.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento7 ene 2022
ISBN9781547563043
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    Correo Simple - Eleonora Persichetti

    NOVELA

    A mi padre

    a quien le debo todo lo que soy

    ––––––––

    Para mi madre,

    que lee todo lo que escribo

    ––––––––

    A mi abuela

    por la dulzura que me dio

    ––––––––

    A todos los ángeles

    que me protejan

    ––––––––

    Nota del Autor

    Me interesa una notación relacionada con los lugares descritos en la novela.

    Todas las descripciones de los lugares y la comida y el vino no son el resultado de mi imaginación, son lugares y alimentos que realmente he visitado y probado.

    Las curiosidades son el resultado de investigaciones y entrevistas con personas locales.

    La Bahía del Silencio, Tenerife.

    14 de mayo de 2011

    Vivir es lo más raro del mundo:

    los más, solo existen.

    O. Wilde

    ––––––––

    Un rayo de sol pasa a través de una cortina bordada, que se aleja fácilmente de la ventana. El ilumina la etiqueta de la botella de agua oxigenada abierta hace un tiempo.

    La luz refleja el blanco de la habitación. Para protegerse ella coloca dos dedos que descansan sobre el párpado. Desde el hueco, observa el acero del tirador de la puerta. Un color plateado brillante que es difícil de reconocer. Un poco más adelante hay un armario con un ramo de flores. Afuera, de un parque con tres bancos. Señoras paseando, batas blancas empujando sillas de ruedas. Una manta azul claro yace doblada en los bordes de la cama. Ella se da vuelta. Lee la etiqueta que cuelga de la pared: Adele Concimato, 27 años.

    Las tentaciones más fuertes son el baño y el espejo. Se tambalea,  ya no está acostumbrada a caminar. Todo ha permanecido sin cambios.  Siente una pequeña punzada en el estómago. Se quita los pantalones, un parche cubre el dolor. Se lo quita suavemente, con su mano derecha, descubre una cicatriz, acaricia sus contornos, es casi invisible a la vista y al tacto. Da un paso atrás, golpea la esquina de la puerta, le duele el pie descalzo y comienza a sangrar. Toma un trozo de papel higiénico y tampones. La sangre sigue saliendo. Ensucia el suelo. Intenta doblar para limpiar. Aumenta el dolor de vientre. El olor de la sangre es más fuerte. Continúa frotando. Luego se levanta, se mira en el espejo de nuevo. Corre hacia la puerta para salir. No tiene fuerza, no puede doblar el mango. Su mirada se dirige al reloj. 13.30. Busca algo.

    Ve a ver qué hay en el casillero. Encuentra un libro: El cuento de Pinocho. Lo abre. Las letras de la mano en la parte inferior de la página: verano de 2010. Cae una foto. Se agacha y la recoge.

    31 de mayo de 2010 - un año antes

    ––––––––

    Todo hombre nace doble:

    el que es y el que cree que es.

    M. Kessel

    ––––––––

    Un pequeño camino rural, semi-sucio, bordeaba casas y viñedos rojos y conducía a un pequeño pueblo en las laderas de las afueras de Roma.

    Más allá de un muro de color cobre se alzaba la villa del Concimato. Nada se podía ver desde afuera, el cercado oscurecía las miradas curiosas. Una gran puerta gris hizo el resto.

    Dentro de esa casa se escondía una familia como tantas otras. Ni ricos, ni pobres. Carla, la señora Concimato, la había heredado de su abuelo. Golpearon el enorme jardín rodeado de pinos, un camino de trozos y una mesa con una sombrilla blanca y manchas oxidadas.

    Adele amaba su hogar. Alivió el cansancio de los estudios leyendo un buen libro sobre el árbol de magnolia frente a la ventana del dormitorio. Las novelas fueron sus compañeras en la vida. Estudió medicina, quiso convertirse en dermatólogo y sabía perfectamente español, un bilingüe perfecto. Cuando le preguntó a sus padres por qué conocía tan bien el idioma, su padre respondió rápidamente: De niña, a menudo te dejábamos con Carmen, una niñera argentina. Adele apenas recordaba a Carmen, pero en su pronunciación estaba más viva que nunca. Su padre, Francesco, era director de una sucursal de Banca San Paolo, un hombre de negocios, muy considerado con su hija. Todos los sábados, desde niña, la llevaba a la piscina en invierno y al mar en verano. Les encantaba nadar y bucear. Él no la mimó, por el contrario, le exigió mucho. La mamá solía ayudar a tiempo parcial a una amiga suya en una compañía de seguros, para redondear los ingresos mensuales.

    Cuando Adele le dijo a su padre que quería estudiar medicina, se mostró entusiasmado. La ayudó en la preparación de los exámenes, la asesoró en la preparación del plan de estudio, cenó con ella y con Carla y pasó horas y horas hablando.

    El 30 de mayo de 2010 para Adele fue una fecha memorable: el día de su título. Sin embargo, fue otro día en que ese pedazo de papel que cambió su vida. En esas horas, descubrió lo que había estado allí durante veintiséis años.

    Adele Concimato. La última vez que escuchó su nombre ficticio por completo en un suspiro sin ser consciente de ello. 110 de 110 y alabanza.

    Discutí la tesis, seguí los refrigerios en la villa Gli Ulivi, en Maríno, en los Castelli Romani.

    Adele llevaba unos elegantes pantalones y una chaqueta larga y negra. La blusa rosa combinaba con los zapatos, que rasgaban del mismo color. Pendientes de perlas, una cadena de oro y una piedra rosácea, brillaban como su cabello, ligeros y largos rizos en los hombros. Sus ojos verdes iluminaron su hermoso rostro. Ella estaba muy atenta a los detalles y detalles en apariencia, pero a veces no podía evitar perderse en cosas grandes.

    Junto a ella, en todas las fotos, la mejor

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