Más Se Arruinó a Cuba
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Un relato desgarrador de lo inhumano que puede ser el Castrismo en la Isla, y que no "MS SE PERDI EN CUBA", -como dicen los espaoles- sino que ms la han arruinado econmica, poltica, social, y educativamente los gobernantes actuales, desde el momento que usurparon el poder por la fuerza y de forma supuestamente revolucionaria, sin embargo anteriormente haban actuado contra otros gobiernos legtimos o no en Cuba; como el ataque al Cuartel Moncada en el Oriente del pas, pero que en esos momentos no se les llamaban como debieron ser denominados a todos los Castros, Ernesto Che Guevara, y dems secuaces; TERRORISTAS. Algunos de los cuales hoy arrepentidos, caminan entre nosotros por las calles de ciudades europeas y estadounidenses, especialmente en Miami, porque los que ramos nios o nacieron con el triunfo de la robolucin tuvimos o tenemos que aun soportar ese rgimen de oprobio y malignidad. Aqu se narran hechos debido a las actuaciones de estos personajes, que se empezaron a engendrar en Cuba el primero de enero de 1959.
Lázaro Guido González
Estadounidense de origen cubano, así dice mi pasaporte norteamericano, porque nací el 17 de diciembre de 1954 en la ciudad de Santa Clara casi al centro de la bella Isla de Cuba; pertenece a la provincia Villaclara, antes llamada Las Villas, soy el mayor de tres hijos. Al ser el primogénito, mis padres quisieron educarme férreamente para que sirviera de ejemplo a mis hermanos. Estudié en dicha ciudad hasta graduarme de Bachiller en Ciencias y Letras. Matriculé en la facultad de Ingeniería de la Universidad de la Habana, donde empecé a estudiar Química en Alimentos, pero después cambié de carrera a Ingeniería Química, durante mis noches libres asistía a la escuela de idiomas para concluir los estudios de lenguas que ya había comenzado desde niño, en clases particulares pagadas por mi madre, pero que aún no había terminado; al llegar al término, con mucho esfuerzo y sacrificio había concluido todo lo que querían mis padres, sin embargo esto no me satisfizo; comencé una carrera que siempre me apasionó, la Licenciatura en Pedagogía, ésta sí me gustaba, serían otros cinco años más de estudio; al concluirla, comencé a dar clases de Química impartiendo conocimientos en todos los niveles de enseñanza en Cuba, incluso el Universitario, un día decidí irme del país ya que por problemas ideológicos, no me permitieron seguir impartiéndole clases a mis alumnos adoctrinados por el Castrismo, llegué a EE.UU. y después de varias homologaciones de títulos, pude continuar enseñando en varias disciplinas, ahora idiomas en escuelas privadas.
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Más Se Arruinó a Cuba - Lázaro Guido González
Copyright © 2013 por Lázaro Guido González.
Foto de portada por Alejandro de Guezala Urpí.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2013913727
ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-6309-3
Tapa Blanda 978-1-4633-6308-6
Libro Electrónico 978-1-4633-6307-9
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Fecha de revisión: 05/08/2013
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Índice
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capitulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capitulo VII
A mi querida hermana Emérita
que nunca supo la verdad
por más que siempre me preguntó y
que una horrorosa enfermedad
se la llevó, sin yo haberle contado nunca
lo que me sucedió en este infierno.
Capítulo I
La noche era tal y como la esperábamos, muy oscura, necesitábamos que fuera así ya que íbamos a cometer un delito Insular, habíamos estado preparándonos durante meses para este momento, y no podíamos permitirnos un error.
Los cuatro Jinetes del apocalipsis
así como nos llamábamos, ya íbamos a la guerra a tratar de lograr la victoria, pasar hambre o a la muerte; en esta guerra. Nos fuimos preparando para esta noche la que nos lanzaríamos al mar, en la que saldríamos por la playa Brisas del Mar
al norte de la Ciudad de la Habana, en la Isla de Cuba camino a la verdadera libertad, pero ello implicaba el riesgo de ser descubiertos por alguien, que delatara nuestra intención de abandonar el país, sin pedirle el permiso correspondiente al usurpador, que se hacía pasar como dueño absoluto de la Isla, y de los que habitábamos en ella, el señor Castro, y por tanto la sanción no sabríamos a ciencia cierta hasta dónde llegaría.
Los osados éramos Roy, Quimbo, Juno, y yo; me llamaban Guido, nunca mis amigos me llamaron por mi primer nombre, Lázaro, aunque fue obtenido del santoral por haber nacido un dichoso 17 de diciembre, inclusive creo que muchos ni lo sabían, siempre fui llamado Guido, que había sido un seudónimo de mi padre toda su vida y que él si me lo había puesto a mí como segundo nombre. De los cuatro, el que más riesgo corría era Juno, por ser policía en ejercicio, ya que si nos descubrían era el que pagaría una pena mayor por ser militar. No obstante estábamos dispuestos a correr todos los riesgos, cada uno con una diferente razón, pero un mismo objetivo.
Habíamos estado durante dos días en una casa en dicha playa, y hacia donde llevamos desarmada una balsa de poli-espuma, muy bien ideada y que habíamos podido conseguir gracias a la astucia de todos, teníamos preparados los remos, y esa misma noche cocinamos patatas, almacenamos suficiente agua para beber durante la trayectoria que pretendíamos hacer hasta las costas de la Florida, y que una brújula que obtuvimos nos indicaría siempre el camino hacia el norte, con muchas ansias de libertad y democracia que nunca ninguno de nosotros habíamos conocido; solamente habíamos oído hablar de ella, pensábamos que era mejor que la dictadura que nos había sido impuesta.
El mayor de los cuatro era yo, por eso me hacían el más responsable, ya que el resto rondaba los 25 años cada uno. Pero todos poseíamos un atributo diferente que nos hacía fuertes en su conjunto; Roy sabía de mar, y era buzo; Quimbo era judoca y tenía conocimientos militares, Juno conocía artes marciales y poseía su arma de fuego como parte de su reglamento policial, muy conveniente en caso de un ataque de un tiburón u otro animal; y yo sabía del arme y desarme de la balsa, nadaba como un pez, pues había sido nadador toda mi vida, y podía dirigirlos fácilmente a todos.
Tomamos todos los arreos, y esperamos a que fuera la hora ideal para salir de casa, las 9.00 PM, hora en que todo el pueblo de Cuba se sentaba atentamente ante su televisor a ver la telenovela brasileña que era la única del día que se trasmitía por televisión, y lo único que se podía ver de toda la trasmisión televisiva de la Isla, que solo contaba con dos canales y que en sus pocas horas diarias de transmisión solo se veían falacias y consignas del gobierno, de las que ya todos estábamos aburridos.
A la hora señalada, y muy sigilosamente salimos de la casa, mi cuñado que nada sabía al respecto, y a quién después quisieron inculpar,