Pequeño arcon de cuentos

Por Angélica Lavín Maldonado

"Son cuatro cuentos donde la realidad se diluye en extraños sucesos.

El primero trata de un suceso de suspenso, donde un camionero recibirá a un extraño pasajero.

En el segundo, la protagonista tendrá que enfrentarse a una plaga creada por el hechizo de un bokor.

En el tercero, un doctor será testigo de un extraño milagro en plena Navidad.

En el cuarto, una niña chiapaneca que practica su música, traspasará nuestra realidad para toparse con un mundo maravilloso que está sucumbiendo.

Ya había enviado antes mis textos, pero no me han dado acuse de recibido. Además agregue el último título a la colección.

Gracias por todos el apoyo que dan, espero que disfruten leyéndolos como yo disfruté escribiéndolos.

"



• Idioma: Español
• Editorial: GRP sin amazon
• Fecha de lanzamiento: 1 may 2018

Vista previa del libro

© Angélica Lavín Maldonado.

© Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

Lago Mayor No. 67, Col. Anáhuac,

C.P. 11450, Del. Miguel Hidalgo,

Ciudad de México.

(55) 6638 6857

5293 0170

[e-mail]

1a. Edición, 2018.

ISBN:

Impreso en México - Printed in Mexico.

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Características tipográficas y de edición:

Todos los derechos conforme a la ley.

Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar.

Corrección ortotipográfica y de estilo: Graciela de la Luz Frisbie y Rodríguez /

Rodolfo Perea Monroy.

Diseño de portada: Luna Hernández Luis Enrique / Angélica Lavín Maldonado.

Diseño editorial: Grupo Rodrigo Porrúa S.A. de C.V.

Agradecimientos.

Quiero agradecer primeramente a mis amigos y familia,

padres y hermanos, que me han apoyado por mi pasión por las letras. A mis grandes amigos de Literante: Chela, Alonso, Sugheit, Pau, Javo, Karita, Gaby, y Raven que fueron los primeros en oír y dar opinión a estos relatos y cuentos. A mi cuñada, Angy, que me dijo sobre el grandioso proyecto que lleva a cabo

el Grupo Rodrigo Porrua.

Al Grupo Rodrigo Porrua por ser tan excelentes personas

y por creer en mí y brindarme esta oportunidad.

A mis maestros que me ha dado la vida y me han ayudado a mejorar cada día. Y a las personas que como estrellas fugaces han aparecido por instantes en mi caminar, iluminando por un instante la noche y brindarme así materia para mi creación.

A ti, lector, que me das la oportunidad de contarte las historias imposibles de otros mundos ocultos y fantásticos.

A mi gran amor Daikan por sus honestas opiniones

y por su magnífica inspiración para la portada.

Tu arte me inspira a seguir con el mío.

Y, por último, pero no menos importante; Bragi, hijo de Odín,

señor de los escaldos, en tu magnifica sabiduría y elocuencia,

sigue inspirando para que nos esforcemos más

para llegar a ser más hábiles con las palabras.

Carretera

FEDERAL #39

Los caminos guardan muchas historias, que el viento arrastra hasta los rincones más profundos de la tierra. Hay historias de amor en los días cálidos y de valentía, en los días luminosos, pero cuando la noche es de escasa luz y su manto negro nos cubre es cuando el viento trae historias que desafían a la razón. Fue una noche de esas cuando el viento trajo la historia más extraña que jamás se haya escuchado. Hace unos cuantos años, un camionero iba rumbo a la frontera, conduciendo de forma imprudente; dicen que la causa de su mal manejo era su malestar económico, pues su mente estaba muy ocupada con las cuentas que tenía que cubrir para sacar el mes.

El trabajo era poco a causa de la inseguridad en la ruta; día tras día muchos de sus compañeros buscaban nuevos empleos, unos de manera legal y otros caían en las redes de la ilegalidad.

El conductor se llamaba Ramón; era una persona de poca fe y se burlaba de las creencias en general; siempre decía que primero creería en la existencia del Diablo antes que en la de Dios. Sus pensamientos, poco religiosos, no lo distraían de la aguja del tanque de gasolina que marcaba sólo un cuarto; sabía que no llegaría muy lejos sin una gasolinera cerca así que paró en la siguiente estación.

El sol se ponía y pintaba el paisaje de tonos dorados y morados, mientras la noche era anunciada por los primeros luceros nocturnos. Ramón se bajó con un poco de enfado, pues sentía que se le hacía tarde y sabía que perdería su comisión de puntualidad si no se apresuraba. Mientras se despachaba la gasolina, fue por un refresco y una torta que serían su cena. Comía aun con los pensamientos de dinero y calculaba cuanto le faltaba de camino cuando escuchó que una voz lo llamaba.

—Amigo.

Volteó a su alrededor y