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Ensueño. Una Teoría de la Conspiración
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Ensueño. Una Teoría de la Conspiración
Libro electrónico258 páginas3 horas

Ensueño. Una Teoría de la Conspiración

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Si la vida no es más que sueño, ¿a qué nos despertamos?

La premisa central de Ensueño: Una Teoría de la Conspiración, es la verdaderamente ridícula pero indisputable afirmación de que el universo no existe.

Esto es algo que se puede entender conceptualmente, como mirar un documental acerca de la Antártica, o experimentalmente, como mudarse a la Antártica.

También existe un fenómeno relacionado en el cual te duermes mirando el documental y te despiertas en el páramo congelado.

Eso debe ser extraño, pero la verdad es que estás dormido en un páramo desértico soñando que no lo estás, y eso es lo que te sucede cuando te despiertas.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento20 mar 2018
ISBN9781547521012
Ensueño. Una Teoría de la Conspiración

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    Ensueño. Una Teoría de la Conspiración - Jed McKenna

    Ensueño

    Una Teoría de la Conspiración

    Jed McKenna

    ––––––––

    También por Jed McKenna

    Trilogía de la Iluminación

    Iluminación Espiritual: Lo Sorprendente

    Iluminación Espiritualmente Incorrecta

    El Conflicto Espiritual

    Trilogía del Ensueño

    La Teoría de Todas las Cosas de Jed McKenna

    Perspectiva de la Iluminación

    Obra: Una Obra por Jed McKenna

    Ensueño: Una Teoría de la Conspiración

    www.WisefoolPress.com

    Impreso ISBN: 978-0-9891759-7-5

    E-Book ISBN: 978-0-9891759-8-2

    AudioBook ISBN: 978-0-9891759-9-9

    Copyright 2016 Wisefool Press. Derechos reservados.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en ningún formato  ni por ningún medio ya sea electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabado o por ningún sistema de almacenamiento o recuperación de información sin autorización por escrito del autor o editor  excepto por la inclusión de citas breves en reseñas.

    Indice

    Fiesta al Atardecer

    Donde Viví y Para Qué Viví

    Donde Estamos y Como Llegamos Aqui

    Las Puertas de la Percepcion

    Esa Pobre Gotita de Agua

    Alicia en el Pais de los Sueños

    Cuestión de Inteligencia

    Almohadas de Ilusión

    El Mapa del Estado de Ensueño

    La Linterna Magica

    El Problema de la Perfección

    Un Pequeño Paso

    Que Hay para la Cena

    Alicia en la Máquina

    Promocion en el Campo de Batalla

    La Parábola del Coyote

    La Balada de Ken & Barbie

    Creatio Ex Nihilo

    El Mito de la Creación

    En Alabanza a las Mentiras

    El Valle Asombroso

    El Gran Rompecabezas

    Conejo Blanco

    El Show de Marionetas

    Wisefool Press

    Contenido Adicional

    Un Juego sin Nombre

    Doce Formas para Decir Algo

    Treinta y Ocho Formas Más de Decir Algo

    El Significado de la Creación

    Suficientemente Bueno es Suficientemente Buenoel

    Fiesta al Atardecer

    ¿Cómo podemos determinar si en el momento presente,  estamos dormidos

    y soñamos nuestros pensamientos;

    o si estamos despiertos y nos hablamos en estado de vigilia?

    Platón, Teeteto

    Lisabelle debe haberme invitado a una pequeña fiesta que está ofreciendo para algunos amigos y colegas porque me encuentro parado en la puerta de su casa con un regalo cuando ella la abre como una persona normal y me invita a pasar a su casa brillantemente iluminada. Le quito su abrigo y le entrego mi hélice.

    Estos son mis amigos Fredwin y Latrina, dice Lisabelle en nuestro lenguaje secreto.

    Ah, si asiento.

    Este es mi Jedwin, Lisabelle les explica a Fredwin y Latrina, él dice cosas.

    Oh, dice Latrina, ¡Ah!

    Latrina, digo, algo que ver con la letrina?

    Oh no, dice, solo amigos.

    ¿Y tú, Fredwin?

    Cornpigs, dice Fredwin. Me dedico a los granos. Integrales, no sintéticos, de los mejores. Se inclina hacia mí y dice: "Estamos sentados en el lugar bueno de la mesa."

    Si lo sabré, le digo palmeándole el brazo. Debo irme.

    Ahora ven conmigo, dice Lisabelle y me lleva hacia otra pareja en el patio trasero, pasando por el jacuzzi donde Michael Jackson me llama por un nombre equivocado.

    Jedwin, dice Lisabelle, estos son  Bradwin y su esposa Sugarbelle. Yo trabajo con Sugarbelle los martes en la planta. Bradwin es como tú.

    Ah, digo.

    Jedwin hace cosas, dice Lisabelle.

    Ah, sí, dice Bradwin. Yo tenía un tío.

    Todo está tan brillante, dice Sugarbelle.

    ¿Qué cosas? pregunta Bradwin.

    Juego al golf, Bradwin. Mucho golf.

    Nos reímos a carcajadas.

    ¿Y tú, Bradwin? Qué, eh?

    Comodidades, dice Bradwin con un guiño. Creo que tú lo sabes.

    Precisamente, respondo con otro guiño y me pregunto si estoy somnoliento.

    ¿Estás haciendo cosas ahora? pregunta Sugarbelle.

    No estoy seguro, digo. "Te refieres a ahora ahora o a ahora ahora?"

    Exactamente, dice ella.

    Hay una buena cantidad de personas en esta fiesta y yo las observo. Está Tedwin a quien conozco del choque automovilístico y, junto al brasero donde Sydney Greenstreet revuelve los fideos, se encuentra el señor Rourke, quien viste un traje blanco y saluda a la gente.

    Ah, digo alegremente, Yo conozco a Sydney.

    O tal vez estoy pensando en Whoopi Goldberg vistiendo un traje blanco y quien ahora queda encargada de los fideos.

    Lo lamento, digo, pero nadie responde. Estoy solo. 

    Busco a alguien con quien pararme y veo al joven Elliot Gould a quien le tengo mucho cariño. Viste una chaqueta militar, tiene lentes de sol espejados y un bigote negro caído.

    Gran fiesta, dice sin mover los labios.

    Exactamente, asiento.

    Una historia dentro de un sueño, dice.

    Un sueño en una historia en una historia en un sueño, contesto. En un sueño, agrego, no muy seguro de haber hablado con exactitud. 

    El asiente sin mover la cabeza.

    Raro, dice uno de nosotros.

    Si el buzo en la pileta es de  juguete, es muy bueno. Estoy satisfecho con los arreglos de iluminación. Recuerdo algo que nunca sucedió antes pero que sucede ahora. Desde un balcón se escucha una voz y el extraño chisporroteo de los fideos. 

    Chico, digo, para amenizar la fiesta, nada como una buena pastilla.

    Nadie responde.

    Algo debería suceder ahora, digo sin palabras y una voz sin  cuerpo me dice que está bien.

    Ah, bueno, digo.

    ¿Puedo ofrecerte algo? dice la voz.

    Auriculares, digo, y una correa.

    La voz sin cuerpo se va y me alegra.

    Hola, dice un hombre al que no puedo enfocar, mi nombre es Jedwin.

    Hola Jedwin, digo, mi nombre es Jedwin también.

    No, dice, "Jedwin."

    Ah, digo, "quieres decir Chadwin."

    Eso es lo que dije, dice.

    Hay algo en el aire. La luz se refleja en mi vista y me pregunto si me estoy perdiendo algo. La música tiene el bum-bum desentonado de un barco a vapor. Recuerdo que sufro de hydromyandria y me siento triste pero orgulloso. El baile termina antes de comenzar. Julianne Moore me da una mirada cómplice y yo respondo de la misma forma. Me pregunto qué es lo que sabemos.

    No puedes llegar allí desde aquí, murmura.

    Eso es lo que sabemos.

    Tengo sed, por lo tanto dejo mi pieza de cartulina. Algo está a punto de suceder pero no sucede. Estoy aburrido así que hago un bailecito que sé es bastante bueno.  También sé que mi mano puede traspasar a esta gente pero no quiero hacerlo porque me caen bastante bien.

    "Estás pasando el mejor momento?" me pregunta Lisabelle.

    La miro y se parece a mi hermana la baronesa entonces miro para otro lado. La gente se aparta y entiendo por qué. Se oye un ruido distante. Algo se acerca pero no llega. Yo aún sostengo la cartulina lo que creo es suficiente explicación.

    Hay asombro en tu mirada, dice una mujer brillante al lado mío.

    Es porque no estoy aquí, respondo.

    Bueno, dice ella, en cualquier momento.

    Estoy de acuerdo pero no lo digo. Algo casi sucede. Miro a mi alrededor para ver quien más ha desaparecido. Sé que los niveles están incorrectos pero no debo tocar los sintonizadores.  Espero el próximo acontecimiento y allí está, en el jardín, un ángel blanco lanza una flecha de luz en la noche y la llama luna de invierno. Mayabelle corre hacia mí y yo me siento muy feliz. La atrapo en el aire y le ofrezco la hélice roja pero ella prefiere mi oreja y estamos en el océano, es de noche y está oscuro.

    Donde viví y para que viví

    Era una cabaña aireada y sin revocar, perfecta para albergar a un dios viajero, y donde el vestido de una diosa podía dejar su huella. Los vientos que pasaban sobre mi morada eran los mismos que barrían las crestas de las montañas llevando acordes entrecortados o la parte celestial de música terrestre. El viento de la mañana sopla eternamente, el poema de la creación no cesa; pero son pocos los oídos que los escuchan. El Olimpo es simplemente el lado exterior de la tierra. 

    H.D. Thoreau

    Maya y yo llegamos aquí a fines de noviembre. Era a mediados del otoño, no había color alguno, solamente el verde de los rododendros. El día estaba lluvioso y gris. El conductor del taxi que nos traía se sentía afortunado por la tarifa del largo viaje, pero no tan afortunado con las últimas millas subiendo por un camino de grava por el cual solamente un buen vehículo todo terreno podría andar. Habíamos recorrido la mitad del camino en veinte minutos cuando el conductor se disculpó y dió la vuelta. De acuerdo a su GPS él pensaba que estaríamos a  una milla de la dirección. Nosotros no  estábamos tan seguros. 

    Subimos al taxi en el lugar donde entregué el coche de alquiler en el cual habíamos pasado las últimas diez horas. El conductor ofreció llevarnos de vuelta pero Maya y yo nos bajamos y comenzamos a caminar el resto del trayecto. El lugar era los Apalaches del Sur, una de las partes más altas. El aire era ligero, húmedo y frío pero no desagradable. La niebla en la que caminábamos era las nubes que veíamos desde abajo, desde cerca del letrero que indicaba que el estado no mantenía el camino a partir de ese punto. No estábamos alto alto, pero lo suficientemente alto para el este de los U.S. a casi una milla de altura.

    Caminamos y exploramos. Ví árboles desgarrados y supe que era por los osos.  También pensé en linces, fabricantes ilegales de alcohol, cocineros de metanfetamina, cazadores furtivos de ginseng, serpientes de cascabel y víboras cobrizas y desee que estuvieran hibernando. Maya olfateaba alrededor y cada tanto se detenía a mirar fijamente al bosque blanco presintiendo algo que estaba fuera de mi alcance pero nada apareció de pronto a matarnos. 

    Por las huellas en el camino pude ver que solamente vehículos con neumáticos muy fuertes podían llegar tan lejos. En un momento caminamos hacia atrás y hacia adelante por más de veinte minutos por una serie de  curvas en U. Cuando llegamos a la cima de la última miré hacia abajo a través de los árboles deshojados y me di cuenta que después de todo ese tiempo y esfuerzo, habíamos andado solamente unos pocos cientos de metros. Allí fue cuando me di cuenta que la milla del GPS, que ni siquiera registraba el camino, era en línea recta, lo cual en este camino sinuoso podía ser mucho más.

    Estaba bien igual. A mi me gusta caminar y Maya lo tolera. Algunas pendientes eran tal vez demasiado para nosotros. Yo no traía agua pero Maya bebió de los riachuelos que bajaban por cada curva.

    Había algunas casas mas abajo, tal vez en las dos primeras millas, pero un poco más allá se veían, ocasionalmente, carteles de No Pasar y de Se Vende clavados en los árboles. A través de  carteles y revistas inmobiliarias yo sabía que comunidades cerradas, con vista, lagos artificiales y  campos de golf, eran un gran negocio aquí pero nosotros estábamos mucho más arriba que eso. Esos lugares tenían caminos pavimentados y bien mantenidos. Yo dudaba que ninguna de esas sofisticadas SUVs  Lexus y Hummers con accesorios cromados que había visto más abajo se aventuraran a subir caminos como éste.

    Era tarde, tal vez quedaba una hora de luz natural y no tenía teléfono, por lo tanto, si no estuviéramos en el camino correcto podríamos encontrarnos en apuros. No estaba preocupado pero si estaba consciente. ¿Se puede encender un fuego aquí? No. ¿Cuánto nos llevaría bajar a la casa más cercana? Dos o tres horas, tal vez más si estuviera oscuro oscuro. Yo no estaba vestido adecuadamente y ya se estaba filtrando el frio húmedo. Maya, un Border Collie, había sido criado para las montañas escocesas por lo tanto sobreviviría. ¿Se comería mi cuerpo? Eso esperaba pero solamente si estuviera verdaderamente hambriento, no si tuviera solo un poco de hambre y esperaba que esperara hasta que me muriera.

    La lluvia fue desde casi nada a una llovizna y no necesité ponerme la capucha. Gran parte de la caminata fue subiendo por bosques sombríos pero cada tanto salíamos a un claro y me daba cuenta de que la vista sería bastante imponente si no estuviéramos parados en una nube.

    Finalmente llegamos al final de la ruta que terminaba en una rotonda con dos entradas. Una era de gravilla sin marca alguna y la otra tenía dos columnas de piedra y un portón  de acero que estaba abierto. Los buzones estaban millas abajo.  Fuimos para el lado del portón de acero y llegamos a la casa a pocos minutos de oscurecer. Eso fue hace seis meses cuando Maya y yo llegamos a la casa de Lisa por una visita de cinco días

    * * *

    La otra entrada llevaba a una cabaña que también era propiedad de Lisa. Allí es donde Maya y yo estábamos viviendo. Es un basurero en el mejor sentido. Yo hice algunas mejoras los primeros días en cuanto me di cuenta que iba a quedarme por un tiempo y ahora está perfectamente armada para Maya y para mí.

    La casa de Lisa, a unas pocas yardas de la cabaña, es un verdadero espectáculo. Grande, con techo a dos aguas, plataformas de madera y una sala exterior techada y amueblada, un mini-bar, cocina y chimenea. Todo esto con una vista impresionante de capa sobre capa de las montañas Blue Ridge. El interior de la casa es el paradigma del diseño, con ventanales de treinta pies de altura mirando hacia la hermosa vista y una habitación principal en el loft posterior, que también goza de la misma vista. Lisa dice que le gustó el área cuando viajamos juntos a Virginia diez años atrás. A ella no le gustaba la larga subida pero sintió que la vista y la soledad bien lo valían.

    * * *

    Comienzo mis días lentamente, reforzando el fuego y tomando un café con algo liviano y después Maya y yo salimos a caminar. No hay muchos senderos en los alrededores y debido a eso, los primeros días usamos caminos de animales y vías fluviales y fuimos abriendo caminos pero eventualmente encontramos nuestra senda al otro lado de la montaña donde el bosque nacional contiguo proveía muchos senderos y caminos corta fuego.

    Generalmente volvemos a la cabaña a las pocas horas, los dos bastante agotados. Preparo algo de comida para ambos y nos tiramos una hora. Luego, si no tenemos que hacer ningún recado, lo que no sucede habitualmente, yo escribo por las tardes. Los primeros tres meses que estuvimos aquí, hice de leñador varias horas al dia. Entre la cabaña y la casa principal hay once chimeneas interiores y exteriores, por eso, cuando recién llegamos Maya y yo fuimos al pueblo y compramos varios objetos para cortar madera que daban miedo: una motosierra y una docena de otros objetos similares. Lisa tenía un tractor viejo con un accesorio cortador de leños que estaba de antes en el lugar así que pude armar una buena pequeña operación de leños.

    Así que era eso lo que hacíamos por las tardes durante los meses de invierno más leves. Maya no era de mucha ayuda. A ella no le agradaba el ruido por lo que observaba a cierta distancia. No tuve que cortar muchos árboles ya que el bosque estaba lleno de árboles caídos en varios estados de madurez. Lo único que tenía que hacer era cortar, separar y amontonar. En los primeros dos meses, había almacenado suficientes leños para cada chimenea sin ni siquiera salir de los casi cuarenta acres propiedad de Lisa. Quedarme sin trabajo me había puesto tan triste que aprendí una forma de hacer pilas de siete u ocho pies de altura de modo que una parcela de diez por diez pies podía almacenar y secar toda la madera que yo podía procesar en una semana, y ahora había unos cuantos dispersos en los alrededores.

    Hay más madera de la que necesitaremos en la próxima década, dijo Lisa cuando vio lo que yo había estado haciendo.

    Ya lo sé, dije, pero me encariñé con la actividad.

    ¿Vas a seguir cortando leña?

    Me parece entonces que vamos a necesitar un calentador grande, dijo ella.

    Entonces me puse a trabajar en eso. Despejé y nivelé un lugar en el bosque entre la casa y la cabaña. El trabajo pesado lo hicieron los muchachos de la cantera, yo construí un anillo de piedras de ocho pies rodeado de un patio de baldosas donde coloqué sillas y mesas Aridondack hechas de jarras de leche recicladas. Era un gran proyecto y costó varios miles de dólares del dinero de Lisa. Algunas veces Lisa y yo pasábamos tiempo allí tomando vino cerca del fuego, otras veces solo Maya y yo.

    * * *

    Antes de llegar a la cabaña estaba releyendo cosas de John le Carré acerca de la guerra fría lo que me llevó a otras cosas de la época estalinista, lo que a su vez me llevó a Solzhenitsyn y Shalamov. Cuando eso se hizo muy denso, leí cosas de humoristas como Perelman, Wodehouse, Woody Allen, Ring Lardner y otros. Cuando eso era muy liviano, leí obras de teatro, ni siquiera recuerdo por qué lo hice. Eso fue más o menos cuando llegué a la cabaña y pienso que en aquel momento  yo veía la vida como una obra de teatro del absurdo, lo que me llevó a leer El Teatro del Absurdo de Martin Esslin o a releer a Beckett, Ionesco, Genet, Stoppard asi como a Albee, Sartre y Pinter. Llegué a la conclusión de que para mí, todas las obras caían en dos categorías; Esperando a Godot y las otras.

    * * *

    Mi primer proyecto de escritura en la cabaña comenzó siendo una obra completa titulada Fedallah. El personaje Fedallah, en el libro Moby-Dick representa al aspecto misterioso, antiguo y fogoso

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