El Informe 5002
Por Armando Rosselot
()
Información de este libro electrónico
Lee más de Armando Rosselot
Cuenteros al Sur del Mundo
Relacionado con El Informe 5002
Títulos en esta serie (5)
Parpadeos vitales Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Informe 5002 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAllá afuera - Aquí dentro: (Mis cuentos) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos del Cogotán Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRebelión de las Sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Libros electrónicos relacionados
Las abuelas bien Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Contorno Convexo: Relatos Cortos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMercaderes de tiempo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCasa de muñecas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa maldición del hombre pingüino Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa tienda macabra de la tía Dolores: Cuentos de terror, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Cuarto Descendiente Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Susurros en el megáfono Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl azar o el lenguaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSombras de terciopelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEstación Juárez Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa noche de los colibríes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Orbe Llamador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLas hipnopómpicas: Territorio Poppins Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA través del tiempo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSibila Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlicia en el país de las maravillas. Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Ángeles entre ruinas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Biblioteca de Ismara Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSusurros Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Girasol Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos Cortos Para Noches Largas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los casos de Chelo Gómez Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVacío Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDonde no puedas amar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAtaúdes vacíos: Relatos oscuros en un universo perturbador Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEstos son los días Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa momia y la niñera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLOS PERROS y otros asuntos del fin del mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMiedos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relatos cortos para usted
El profeta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las cosas que perdimos en el fuego Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Colección de Edgar Allan Poe: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vamos a tener sexo juntos - Historias de sexo: Historias eróticas Novela erótica Romance erótico sin censura español Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Hechizos de pasión, amor y magia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El psicólogo en casa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me encanta el sexo - mujeres hermosas y eroticas calientes: Kinky historias eróticas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El llano en llamas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Donantes de sueño Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos de León Tolstoi: Clásicos de la literatura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesColección de Gustavo Adolfo Bécquer: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¿Buscando sexo? - novela erótica: Historias de sexo español sin censura erotismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El gallo de oro y otros relatos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5EL GATO NEGRO Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cómo besa: Serie Contrato con un multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El reino de los cielos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Hombres duros y sexo duro - Romance gay: Historias-gay sin censura español Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los peligros de fumar en la cama Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hasta la locura, hasta la muerte Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de Canterbury: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El señor presidente Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El césped Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Caballero Carmelo y otros cuentos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Selección de relatos de horror de Edgar Allan Poe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los divagantes Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La paciencia del agua sobre cada piedra Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La metamorfosis: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Relatos de lo inesperado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El diablo en la botella (Un clásico de terror) ( AtoZ Classics ) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Comentarios para El Informe 5002
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El Informe 5002 - Armando Rosselot
El
Informe
5002
Armando Rosselot
Editorial Segismundo
Logo SegismundoDedicatoria
A mi madre Graciela y a mi padre Armando,
cuyo gusto por los libros y la lectura
fue su mejor legado.
Informe para abrirse a otras posibilidades de lo real
Ya está. Se arriesgaron con este extraño libro de un autor del que tal vez no tenían referencias y por eso es que ahora tienen ante ustedes este ejemplar de El Informe 5002 de un tal Armando Rosselot. En beneficio de su riesgo lector puedo decirles que el inefable Rosselot no es un advenedizo en la fantasía y la ciencia ficción chilena. Muy por el contrario, sus relatos-alucinaciones-pesadillas ya vienen circulando entre nosotros desde hace mucho tiempo en diversos formatos y ediciones, buscando afectar (develar) nuestra realidad, inscribiéndose en una tradición de CF clásica que bebe de las mejores fuentes del género.
Al leer los relatos de esta compilación van a encontrar algunos elementos recurrentes en el universo de Rosselot: cubos, maletas o cajas que siempre ocultan secretos fundamentales; felinos inquietantes; cuerpos que mutan en otras corporidades, que devienen en otras cosas; personajes atrapados en medio de visiones y voces que les atormentan; portales a otras dimensiones y por supuesto algo de poesía que se cuela en los intersticios.
Varios de los relatos de este libro poseen la implícita invitación a ser releídos para ser completados, para ser comprendidos, para cerrar su sentido final, algunas veces elusivo en una primera mirada, pero rico en significados posteriores. Más allá de la historia que se nos está narrando, se puede detectar siempre cierta preocupación metafísica que campea sobre estos textos, ciertas preguntas incómodas sobre la naturaleza y espiritualidad humanas que no son nuevas en Rosselot, recordemos aquí la búsqueda místico-religiosa de sus novelas Tarsis y Entidad (Partes del universo de la trilogía 8128) en las que indaga como si de un rito iniciático se tratase, en el universo interior de sus personajes. Otra prueba de que la CF tiene preocupaciones más profundas que el mero gadget tecnológico tan habitual en el querido space opera. La CF no es siempre sobre un futuro posible, sino que también sobre un presente múltiple, deforme o hasta sobre una realidad alterna, que cohabita de un modo inquietantemente próximo, demasiado cercano, con nuestra consensuada realidad.
Cuando Rosselot busca sorprender sin dilaciones es rápido, claro y sintético en su escritura. La elipsis narrativa y cierto extrañamiento sorprenden entre un párrafo y otro sin piedad y otras veces usa el freno para ser lento, poético, opaco y atmosférico si el relato así lo requiere.
La escritura siempre es un viaje a otro lugar, a un espacio en que se lanza una carnada (habitualmente se trata del cuerpo y mente de la propia persona que escribe) para encontrar y traer de vuelta algo de ese otro espacio que algunos, como el inglés Alan Moore, han dado en llamar Idea-Espacio. Rosselot buceó en ese extraño rincón mental y encontró máquinas que predicen el futuro; sondas intergalácticas que evolucionan; invasiones insectoides; luchas animalescas; un par de fines de mundo y hasta sedientos vampiros interdimensionales entre otras pesadillas.
Les invito a leer, a bucear entre los sentidos. A abrirse a otras posibilidades de lo real más allá de este acá. Piensen estos relatos como un buen capítulo de una enigmática serie de televisión emitida en el canal muerto de la pantalla de un aparato desenchufado del que no puedes despegar la mirada hasta llegar al final.
Ya se arriesgaron con este extraño libro. No hay vuelta atrás. Les invito a habitar los múltiples universos de El Informe 5002 de Armando Rosselot.
Los espero aquí… si es que regresan.
Carlos Reyes G
Los niños se aburren por la tarde
(2006)
1
El corredor era blanco y las puertas estaban ansiosas por ser abiertas. La niña entró por la que una joven mujer señalaba y trató de olvidar a su mamá. Una vez en la pieza, oyó unos murmullos en la habitación contigua, buscó la puerta que sabía comunicaba a las dos habitaciones y giró el picaporte. En ese cuarto, jugaban muchos niños, más de los que nunca había visto y se reían de ella y de su ropa. La señorita que la llevó ya no estaba, un momento después, tampoco estaban las habitaciones. Sólo había miedo y las ganas de correr.
—¡Mamáaaaa!
—Quédate tranquila, tesoro mío —era mamá—, te quedaste dormida y siempre que te duermes en el automóvil sueñas tonterías.
—Sí. Tengo sed.
—No te preocupes Maribel, ya vamos a llegar.
Olía tan bien y su voz siempre la hacía estar mejor. «Mamá, te quiero», se dijo la niña. Luego miró por la ventana del coche. Bajo la autopista, a casi quinientos metros, se veían los parques y los grandes edificios de los cuales siempre le hablaba mamá y que tanto miraba en los paneles interactivos. «Mamá tiene que viajar y necesita ir tranquila, por eso me lleva a la guardería», concluyó.
—Mamá, ¿por qué no voy contigo en tu viaje?
—Amor, tú sabes que fuera de la ciudad no se puede viajar con niños, así es la ley.
—Ah, bueno.
A la derecha de la vía, se divisó el gran edificio municipal de guarderías con sus parques y estatuas de héroes infantiles de quince metros. Siguieron por el camino hasta que las señales holográficas los hicieron llegar a la recepción donde los aguardaban. Una mujer de delantal celeste salió a recibirlos.
—Buenos días, señora, pensábamos que llegarían más temprano —habló, la mujer del delantal—. Hola, niña linda, ¿cómo estás?
—Muy bien, gracias —contestó, Maribel.
—Lo que sucede es que sólo voy a ir al CRIAT —respondió, mamá —y espero estar de vuelta antes de las seis.
—Perfecto, ya veo —fue la gentil respuesta de la señora de celeste.
Luego que mamá firmara algunos documentos, hablara a solas con la señorita de celeste y besara a Maribel en la frente, se fue y la niña, por primera vez en su vida, estaba sin la compañía o la cercanía de mamá para cualquier problema o capricho, pero extrañamente a lo que siempre creyó, no existía temor ni sensación de soledad. Tomó con decisión la mano de la señorita de celeste y se dejó llevar.
El reloj de pulsera de Maribel había tocado su pegajosa melodía ya tres veces desde la llegada. «Una hora y media», pensó. Se encontraba en una amplia sala amarilla con sillas pegadas a las paredes y flores en su centro, también había una veintena de juguetes de todo tipo y una mesa baja a un costado. Ahí, de rodillas con los codos sobre la mesa, estaba Maribel haciendo rodar una cabeza de Pinocho sin nariz de su mano izquierda a la derecha, una y otra vez.
—¡Señorita! —exclamó Maribel—. ¿No hay nada más que hacer aquí? Sabe, estoy un poco aburrida, ¿dónde están los otros niños?
—Tienes que esperar —contestó la señorita de celeste—, ellos están en otras actividades por ahora. Cuando terminen, y eso va a ser luego, otra asistente te llevará donde se encuentran, ¿ya?
Pasaron algunos minutos y la puerta se abrió. A la sala entró una mujer gruesa y de delantal gris, miró a la señorita de celeste y luego a Maribel.
—Tú debes ser Maribel —dijo—, ven niña y dame la mano, hay varios amiguitos que te están esperando.
2
—¡Hola! —saludó Maribel, luego que la señora de verde la dejara en esta nueva habitación con los otros niños, pero ninguno de los cuatro se volvió para contestar el saludo.
A Maribel no pareció extrañarle; en sus siete años de vida muy pocas veces había salido de casa con mamá y menos a jugar con otros niños de su edad, que siempre eran tan poco alegres y juguetones. Se dirigió a las mesas donde tres niños armaban rompecabezas.
—¡Hola, me llamo Maribel! ¿Y ustedes?
La niña, de una vez quiso romper el hielo. Nada.
—¿Acaso no me van a contestar o es que no tienen lengua o son tontos? —volvió a preguntar.
—Hola, soy Carlo K, ¿cómo estás? —contestó, el niño sobre la cama azul al lado de una ventana, al fondo de la sala—. ¿Por qué tanto escándalo? No ves que esos tres no pueden armar un simple rompecabezas, además, yo no soy tonto.
Maribel rió al ver la cara de asombro de los otros niños y el pijama colorido que vestía el niño que decía llamarse Carlo K.
—Amigos, yo ya le dije mi nombre. Les toca a ustedes.
—Hola, yo soy Franco S —respondió, un niño pequeño de pelo rojizo.
Los otros niños sólo levantaron la mano en señal de saludo.
—Hola a todos —contestó, Maribel, con una gran sonrisa.
La niña se sentó en la única silla desocupada junto a la mesa de rompecabezas, los miró y se volvió hacia el niño sobre la cama.
—Oye, tú, ¿por qué estás en pijamas y en esa cama, acaso te pasa algo? —preguntó Maribel—, porque ya no es hora de dormir.
Carlo K estudió la voz, rostro y mirada de la nueva niña.
—No voy a dormir ni me pasa nada —contestó con brusquedad—, sólo estoy aquí porque la dama de gris dijo que era lo mejor para mí.
El niño echó un vistazo a los otros, seguían tratando de armar el rompecabezas con dibujos de gatos.
—A veces es mejor así, pues por la ventana puedo ver todo lo que sucede afuera —concluyó.
—Él es el que mira —dijo, Franco S, entregándole una pieza a la niña nueva—. ¿Sabes dónde puede ir?
—Es el ojo y un pedazo de cara, va en la cabeza, es obvio, ¿no? —Maribel puso la pieza y subió a la cama de Carlo K. Luego miró por la ventana.
Afuera no había nada para ver, sólo dos calles sin salida y un edificio blanco. No entendía que era lo tan interesante que ese niño raro podía mirar.
—Eres un idiota —dijo Maribel—, voy a llamar a la señora de gris. Los otros niños al escucharla se levantaron de la mesa y se interpusieron entre el comunicador y ella.
—Vas a jugar con nosotros —le ordenó uno de los niños.
—¡Alto! Si la preciosa lindura quiere irse déjenla, a mí no me ha ofendido. ¿A ustedes sí?
La respuesta de Carlo K a la orden de Franco S fue firme y contundente. Maribel pudo notar la diferencia con respecto a los otros niños; como la observaba, tan distinto a los demás.
Esa mirada y lo de «lindura» le recordó sus primeros años afuera de ciudad Soah. Caminó hacia él, ladeó su cabeza hacia la izquierda, mientras lo estudiaba. Luego le habló.
—¿Me viste llegar por la ventana, no es cierto?
—Sí, sabía que eras tú, mi pequeñita.
—¿Cómo?
—Tú ya me conociste. Hace mucho.
—Pero yo ya no soy la niñita que casi no hablaba. He descubierto