Cumpliendo deseos
Por Jessica Hart
()
Información de este libro electrónico
Morgan Steele había ganado millones con su negocio, pero se había dado cuenta de que su vida estaba vacía… por lo que había decidido abandonar el trabajo e irse a vivir al campo.
Cuando el guapísimo Alistair Brown conoció a su nueva vecina, creyó que era otra muchacha caprichosa de la ciudad que jugaba a vivir en el campo… igual que su ex mujer. Sin embargo, sus hijas gemelas parecían cautivadas por la amabilidad de Morgan… y por su enorme piscina.
Jessica Hart
Jessica Hart had a haphazard early career that took her around the world in a variety of interesting but very lowly jobs, all of which have provided inspiration on which to draw when it comes to the settings and plots of her stories. She eventually stumbled into writing as a way of funding a PhD in medieval history, but was quickly hooked on romance and is now a full-time author based in York. If you’d like to know more about Jessica, visit her website: www.jessicahart.co.uk
Lee más de Jessica Hart
Matrimonio de negocios: Bodas (4) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cita sorpresa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Relacionado con Cumpliendo deseos
Títulos en esta serie (100)
El sabor del paraíso: Good time café Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Cásate conmigo! Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Una larga espera Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Rescatar un corazón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Algo tan irresistible: Duos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Más de cien besos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAprendiendo a amar Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Papá por error Calificación: 5 de 5 estrellas5/5LLuvia en el corazón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El valor de un millonario Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un retorno inesperado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Encanto inocente Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa a medida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un bello romance Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un amor persuasivo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ocurrió en Venecia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Más allá del amor Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Bajo el muérdago Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Conspiración para dos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El sueño de su vida: El deseo de un padre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Corazón de madre Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La mejor proposición Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dos bodas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La pasión del jeque Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los planes del jefe Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBajo la superficie Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El secreto de la heredera Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Regalo de Navidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmantes de nuevo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Siempre será él Calificación: 2 de 5 estrellas2/5
Libros electrónicos relacionados
Búscame una cita Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna sonrisa de la vida Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Susurradora de Monstruos: Mis Bellos Monstruos, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTentando a cupido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesIntuiciones del corazón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDoppler Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl Mundo De Laura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl más preciado regalo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAl otro lado del amor Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi fiera esposa: Trilogía Las hermanas McAllen 1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5A traves del olvido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi jefe ¡Me seduce! Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Huachita Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHuérfanos de amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Leche del Gatito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHablemos de amor: (Let's Talk About Love) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Queridísima Juana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMujer esquiva Calificación: 5 de 5 estrellas5/5¡Caracoles!: ¡Caracoles! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn cuerpo en el club de lectura Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa mejor ocasión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPara conquistar un corazón Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAquí hay gato encerrado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl marido millonario Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa última misión Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa dalia eléctrica y otras historias del futuro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesProducciones Violeta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa promesa de un amor: Hijos de la pasión (3) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Demasiadas mujeres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDespués del amanecer Calificación: 3 de 5 estrellas3/5
Romance para usted
50 Microrrelatos calientes Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cómo besa: Serie Contrato con un multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Marcada por el alfa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una virgen para el billonario Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dos Mucho para Tí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vendida al mejor postor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Putita Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Contrato por amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fiesta de empresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Después de Ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Una noche con ella Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Prometida falsa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Destrózame: Romance de un Multimillonario: Destrozada, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Al Borde Del Deseo: Romance De Un Millonario: Los Secretos Del Multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Resiste al motero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esclava de tus deseos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Año del Billonario Vol. #1 : Conociendo su Secreto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Contrato con un multimillonario, La obra completa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tesoro Oculto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Besos a medianoche Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Novio por treinta días Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Hielo y Fuego Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tú de menta y yo de fresa Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Padre a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un orgullo tonto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un capricho del destino Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Enfermeras: Hospital Cristalmar, #2 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Comentarios para Cumpliendo deseos
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Cumpliendo deseos - Jessica Hart
Créditos
HarperCollins 200 años. Désde 1817.Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2006 Jessica Hart
© 2017 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Cumpliendo deseos, n.º 2067 - septiembre 2017
Título original: Her Ready-Made Family
Publicada originalmente por Mills & Boon®, Ltd., Londres
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.
Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.:978-84-9170-087-6
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Portadilla
Créditos
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Si te ha gustado este libro…
Capítulo 1
Alistair miró a la perra que estaba sentada sobre la camilla y suspiró. Evidentemente, aquél era uno de esos días.
Había empezado a primera hora con una llamada de Jim Marsh, que tenía un problema con el parto de una vaca, y desde entonces todo había ido cuesta abajo. No había podido salvar al ternero y cuando volvió a casa se encontró un e-mail de su ex mujer, Shelley, que lo amenazaba con una visita. Había sido mordido un hámster, arañado por un conejo, picado por una oca, coceado por un caballo y había tenido que ponerle una inyección letal a un gato al que tenía un particular cariño.
Y, francamente, lo último que le apetecía en aquel momento era lidiar con un perro que llevaba un collar con brillantes.
O, más bien, con su neurótica propietaria.
Alistair miró a la propietaria en cuestión. Tenía que admitir que no parecía del tipo neurótico. Era alta y esbelta, de brillante pelo oscuro, con un rostro de facciones fuertes que era atractivo más que bello. Vestía de forma inmaculada, aunque inapropiada para un sitio como Ingleton, con un pantalón de ante, botas de tacón y una camisa de seda. Tenía un aspecto inteligente, elegante y absurdamente fuera de lugar en una clínica veterinaria de pueblo.
No era la clase de mujer a la que imaginaría siendo propietaria de una perra como aquélla y menos comprando un collar con brillantitos rosas, pero si algo había aprendido con los años era que la gente solía ser muy rarita con sus mascotas.
Alistair volvió a examinar a la perra, que lo miraba, nerviosa. Tallulah se llamaba. ¿Qué clase de nombre era ése para un perro?, se preguntó, irritado.
–A este animal no le pasa nada que no pueda curarse con un poco de ejercicio, señora… –Alistair miró el ordenador para recordar el nombre de la propietaria.
–Señorita –lo corrigió Morgan. En general, no le gustaba nada que la gente etiquetase a las mujeres dependiendo de su estado social y, ahora mismo, cuando su estado social estaba en entredicho, menos que nunca. Pero había sentido la necesidad de contradecirlo porque la miraba con un gesto muy antipático.
Entonces vio que el veterinario arrugaba el ceño. No puso los ojos en blanco, pero parecía a punto de hacerlo.
–Me llamo Morgan Steele –explicó, preguntándose si la reconocería.
No fue así. Sus ojos grises eran tan fríos como antes. Y no sabía si eso la molestaba o no. Ella no era exactamente una celebridad, pero su nombre era bastante conocido y, además, la habían entrevistado para el periódico local.
Aunque seguramente Alistair Brown no leía nada más que los boletines de castración de terneros, pensó, mirándolo con resentimiento. Había esperado encontrarse con un simpático veterinario de pueblo como los que salían en televisión, pero éste no parecía particularmente afable. Tenía un rostro al que sólo salvaban del aburrimiento unos ojos grises muy brillantes y una boca firme, pero también tenía un aire de impaciencia que apenas podía disimular.
–Bueno, señorita Steele, su perra tiene un problema de obesidad –le informó, con tono cáustico, abriendo la boca del animal para mirarle los dientes. Con otra persona habría sido más amable, pero aquella mujer lo exasperaba–. Es una crueldad dejar que engorde de esta forma. No debería tener un perro si no está dispuesta a cuidar de él como es debido.
Morgan hizo una mueca. Hacía mucho tiempo que nadie se atrevía a hablarle así y no le gustaba ni un poquito.
–Tallulah era la perra de mi madre y le aseguro que nunca fue cruel con ella. La quería mucho.
–No tanto como para sacarla a pasear, por lo visto –murmuró Alistair, introduciendo un termómetro debajo de la cola del animal, que lanzó un gemido de sorpresa.
Morgan apartó la mirada. Seguro que el termómetro estaba frío.
–Mi madre estuvo enferma durante los últimos dos años –le explicó, aunque no sabía por qué se molestaba–. Apenas podía caminar, así que Tallulah le hacía compañía. Cuando murió, hace un par de meses, me la llevé a casa.
–Pero usted no tiene ningún problema en las piernas, ¿no? –comentó Alistair, irónico. Podía ver por sí mismo que así era. De hecho, tenía unas piernas espectaculares–. Podría haber hecho ejercicio con Tallulah –añadió, sacando el termómetro–. Es evidente que eso es lo que necesita.
–No le gusta pasear –replicó Morgan, a la defensiva–. Odia la lluvia y no soporta pisar los charcos. No es una perrita muy campestre.
–Evidentemente. Y tampoco tiene una propietaria muy campestre, ¿es eso? –murmuró él, mirándola de arriba abajo.
–Pues no, no es eso –le espetó Morgan, más irritada de lo que debería–. Resulta que me he mudado aquí recientemente… y, que yo sepa, no hay ninguna ley que exija llevar botas de goma en el campo.
–No es una ley, pero como aquí llueve mucho es lo más practico. ¿No le parece?
Morgan respiró profundamente mientras contaba hasta diez. Había tenido que enfrentarse con consejos de administración, inversores impacientes y periodistas hostiles y no iba a dejar que un veterinario de pueblo la sacara de quicio.
–Siento que no apruebe usted mi atuendo, pero no he venido aquí para que me dé consejos de moda. Mi perrita lleva unos días tosiendo y respirando con dificultad, de modo que sugiero que haga un diagnóstico y deje de criticar lo que no le incumbe.
La mayoría de la gente se echaba para atrás cuando Morgan hablaba así, pero no Alistair Brown.
–Ya he hecho el diagnóstico –contestó, volviéndose hacia la camilla, donde la perrita temblaba del susto–. Puede ir a otra clínica para que le den una segunda opinión, pero cualquier veterinario decente le dirá lo mismo: esta perra tiene un serio problema de sobrepeso y debe hacer dieta.
–¿Dieta? –Morgan estuvo a punto de taparle las orejas a Tallulah. Su madre solía darle comida continuamente.
–Le daré un pienso especial. Debe beber mucha agua, pero nada de caprichos o comida blanda.
–No le gusta el pienso, no se lo comerá.
–Lo comerá cuando tenga hambre –insistió él, examinando de nuevo el cuerpo de la perrita. Y Morgan se encontró pensando que tenía unas manos grandes y capaces… lo miró a la cara entonces, pero eso no sirvió de nada porque empezó a fijarse en su mandíbula cuadrada y en la línea firme de su boca.
–No te pasa nada además del exceso de peso –Alistair acarició las orejas de la perrita antes de levantar los ojos.
Tenía una mirada tan penetrante que el corazón de Morgan dio un estúpido saltito…
–Que haga dieta y nada de caprichos. Intente que pierda un poco de peso sacándola a pasear todos los días. Nada de soltarla en el jardín y esperar que ella misma se ponga a pasear –dijo el veterinario del infierno–. Sugiero que se compre unas botas de goma y se acostumbre al barro.
El corazón de Morgan, recién recuperado del salto, volvió a acelerarse. Pero no iba a dejarse amedrentar.
–Gracias por la sugerencia, pero no me gustan las botas de goma.
–Mire, sólo será una hora al día. Seguro que puede pasear con Tallulah durante una hora –siguió Alistair, con expresión de fastidio–. Supongo que quiere a la perra o no la habría traído aquí.
Morgan miró a la perrita, que estaba temblando sobre la camilla. La verdad era que no tenía mucho tiempo para ella. Su madre solía tratar a sus mascotas como si fueran niños, algo que a ella siempre le había parecido embarazoso e irritante porque todos, sin excepción, se volvían glotones, mimados y desobedientes.
–Me siento responsable de ella. Mentiría si le dijera que le tengo cariño, pero le prometí a mi madre que cuidaría de Tallulah y eso es lo que pienso hacer.
–Muy bien, pues entonces cuide de ella –dijo Alistair con brusquedad–. Si la cuida bien, podría vivir muchos años –añadió, mirando a Morgan de arriba abajo: su cuidado maquillaje, el pelo de peluquería, las uñas pintadas–. Préstele un poco de la atención que pone en usted misma y tráigala otra vez dentro de un mes. Entonces veremos si sigue llevando esas botas.
Morgan tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar la rabia mientras le daba un cheque a la recepcionista. Encima, tenía que pagar por recibir insultos.
La vida en el campo era un asco, pensó. Nunca había tenido que ir a un veterinario en Londres, pero estaba segura de que allí serían mucho más amables que Alistair Brown.
–Volveremos dentro de un mes y estarás tan delgada que no va a reconocerte –le dijo a Tallulah–. ¡Y pienso venir con estas mismas botas!
¿Cómo se atrevía a sugerir que era una irresponsable? Morgan hizo una mueca mientras entraba en el coche y cerraba de un portazo. Llevaba toda la vida siendo responsable y estaba harta.
Había cuidado de su madre, de Minty, de sus amigos, de sus empleados… hasta de la perrita de su madre. ¡Y ahora, cuando por fin podía cuidar sólo de sí misma, un veterinario pueblerino sugería que era una irresponsable!
No le apetecía nada dar largos paseos por los pantanos de Yorkshire.