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La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té
La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té
La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té
Libro electrónico128 páginas1 hora

La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té

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¿Cómo llegó un excelente té a llamarse "Té de los Monos"? ¿Por qué llamamos a otro té "Traído por los Pájaros"? ¿Qué tiene que ver la Diosa de la Misericordia con uno de los mejores tés oolong que existen? ¿De dónde obtuvo su curioso nombre el té "Gran Túnica Roja"? ¿Cómo se volvió negro el té Keemun? ¿Qué tienen que ver los dragones con el té?

Estas y otras muchas preguntas encuentran sus respuestas en "La perla del dragón", recopilación de leyendas sobre el origen de diferentes variedades de té, sus nombres o los personajes que hicieron al té la bebida más admirada del mundo. Estas 27 joyas de la tradición china, japonesa y coreana están ahora reunidas en un único volumen, tratadas con cariño y sentido del humor por Natalio Cardoso.

El Padre de la Medicina
La novia que vino del mar
La cura maravillosa
El dragón que hizo llover
El mortero limpio
El sueño de Bodhidharma
El Rey Mono
La soberbia de los santones
El venerable taoísta
Diferentes como dos gotas de agua
El sueño de los tigres
La tetera del mendigo
La perla del dragón
La flor del volcán
El cazador de liebres
La emperatriz moribunda
El maestro de Nanking
La furia del samurái
La Diosa de la Misericordia
El té inalcanzable
Hoy por ti
Agujas de plata
El Rey de las Urracas
Un incendio afortunado
Verde o negro
La tristeza de la Luna
El campesino feliz

La historia del té está plagada de leyendas que sitúan su origen (y el de muchas de sus variedades) en un tiempo lejano, o en un tiempo más cercano pero lleno de imaginación.

Parece que rodear a nuestra bebida favorita de leyenda nos hace disfrutar aún más de cada uno de sus sorbos, como si estuviéramos saboreando un elixir creado por los mismísimos dioses en tiempos revueltos.

Las más de las ocasiones la actividad de tomar el té es tan prosaica como cualquiera otra de las que llenan nuestro día a día: lo tomamos para desayunar y ayudar así a pasar las tostadas o los huevos revueltos, o a media mañana sentados frente al ordenador, casi sin hacerle caso mientras el trabajo nos absorbe.

Pero otras veces tomar el té se convierte en ese momento en el que nada más existe, del que no nos puede sacar ni el trabajo ni las preocupaciones; y entonces es cuando todas las leyendas que acompañan a una bebida misteriosa y milenaria se unen en un solo instante y... sonreímos.

IdiomaEspañol
EditorialRuna Press
Fecha de lanzamiento19 abr 2017
ISBN9781370295821
La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té
Autor

Natalio Cardoso

Natalio Cardoso (Clorinda, 1972) nació en Argentina y emigró a temprana edad a León (España). Abandonó la carrera de Bellas Artes para desplazarse a Oxford, persiguiendo su interés en los Estudios Orientales. De naturaleza inquieta y autodidacta, ha seguido una formación ecléctica e informal. Habla inglés, francés y japonés; ocasionales viajes a China le han permitido también adquirir rudimentos de mandarín. Entusiasta de la cultura japonesa, reside temporalmente en Estados Unidos con el fin de recibir clases de ceremonia del té de uno de los más afamados maestros japoneses de la escuela urasenke. Aparte de algunas breves obras de juventud y publicaciones esporádicas en revistas especializadas, las publicaciones de Natalio incluyen: · "El libro del té" (1906), Okakura Kakuzō, edición traducida y anotada por Natalio Cardoso (Runa Press, 2015) · "La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té" (Runa Press, 2017) · Colaboración permanente, como autor y consultor, de la web en español sobre el té y su cultura TeBebo.com

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    La perla del dragón y otras leyendas sobre el origen del té - Natalio Cardoso

    La perla del dragón

    Natalio Cardoso

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    ©  Natalio Cardoso, 2017.

    Editado por Runa Press

    Runa Press es la división de Tarsis.net SL

    para la publicación de contenidos electrónicos.

    Runa Press — Tarsis.net SL

    Plaza del Gobernador 2, 2º

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    Madrid (España)

    Tel: (+34) 911 413 259

    www.runapress.com · info@runapress.com

    A mi madre,

    una mujer de leyenda con los pies en la tierra.

    INTRODUCCIÓN

    La historia del té está plagada de leyendas que sitúan su origen (y el de muchas de sus variedades) en un tiempo lejano, o en un tiempo más cercano pero lleno de imaginación.

    Así, en lugar de la historia, quizás verdadera, del joven funcionario que marchó a otras tierras para aprender un método de producción diferente, preferimos muchas veces pensar que la combinación de las necesidades de un ejército y una buena dosis de casualidad nos dio uno de los mejores tés negros chinos que podemos disfrutar hoy en día.

    O somos incapaces de elegir entre el ser sobrenatural que se le presenta en sueños al campesino pobre y la habilidad de los monjes para entrenar a los monos recolectores, y preferimos combinar ambas historias y así sublimar nuestra admiración por uno de los tés más apreciados del mundo.

    Sea como fuere, parece que rodear a nuestra bebida favorita de leyenda nos hace disfrutar aún más de cada uno de sus sorbos, como si estuviéramos saboreando un elixir creado por los mismísimos dioses en tiempos revueltos.

    Las más de las ocasiones la actividad de tomar el té es tan prosaica como cualquiera otra de las que llenan nuestro día a día: lo tomamos para desayunar y ayudar así a pasar las tostadas o los huevos revueltos, o a media mañana sentados frente al ordenador, casi sin hacerle caso mientras el trabajo nos absorbe.

    Pero otras veces tomar el té se convierte en ese momento en el que nada más existe, del que no nos puede sacar ni el trabajo ni las preocupaciones; y entonces es cuando todas las leyendas que acompañan a una bebida misteriosa y milenaria se unen en un solo instante y… sonreímos.

    EL PADRE DE LA MEDICINA

    China no es sólo aquel país maravilloso y lejano, el milagro económico del Oriente y la cuna de deliciosas recetas agridulces. También es el lugar donde mito y realidad se confunden; donde hombres con cabeza de perro se casan con princesas y donde los humanos no están hechos a imagen y semejanza de sus dioses.

    Uno de estos dioses, Shennong, seguramente nunca habría ganado un concurso de belleza. Era hijo de una princesa y un dragón celestial. Tenía cabeza de buey, afilados cuernos, el cráneo de hierro y la frente de bronce. Ah, y el cuerpo transparente. A pesar de tan extraña fisonomía, algunos clanes chinos le consideran su antepasado. No en vano es uno de los Tres Soberanos que crearon las artes de la vida en la antigua China.

    Y es que no es el aspecto lo que importa a la hora de juzgar al sabio: sus extrañas cualidades físicas estaban compensadas por la posesión de una inteligencia excepcional. Tal era su conocimiento de las ciencias, que fue capaz de enseñar a los antiguos chinos la práctica de la agricultura y el uso de las plantas medicinales.

    Para determinar qué plantas eran comestibles, venenosas o sanadoras, Shennong se dedicaba a probarlas y observar lo que ocurría en su organismo. Afortunadamente, la transparencia de su cuerpo le permitía ver en directo las reacciones que tenían lugar en su estómago como consecuencia de las hierbas y frutos con los que experimentaba.

    Como Padre de la Medicina, alrededor del año 2730 antes de nuestra era ordenó por decreto, como medida higiénica, que todo el agua de beber fuera antes hervida. Ésta se reveló como una medida afortunada no sólo para la salud de la población china de aquella época, sino también para nosotros los amantes del té.

    La casualidad quiso que, recién hubo hervido un cuenco de agua y mientras se disponía a beberla, algunas hojas llevadas por el viento cayeran en el recipiente. Shennong, agradablemente sorprendido, observó cómo el agua cambiaba de color. Llevado por su inagotable curiosidad por las cualidades de las plantas, inmediatamente decidió probar el brebaje resultante.

    El efecto no se hizo esperar. Encontró delicioso su sabor, y su cuerpo se sintió restaurado y vivificado. Además, al pasar por su estómago e intestino Shennong vio que el nuevo producto absorbía los elementos tóxicos y limpiaba el organismo. ¡Oh, maravilla!

    Tan satisfecho quedó por la experiencia que no descansó hasta hallar el maravilloso arbusto del que provenían las providenciales hojas. Días y días anduvo por los alrededores de aquel lugar, buscando una planta para él desconocida pero cuyos efectos se habían revelado tan prometedores.

    Por fin halló un arbusto de blancas flores perfumadas y hojas de un profundo color verde cuyos brotes se mostraban brillantes bajo los rayos del sol.

    Tras unas cuentas pruebas más, después de las cuales los efectos benéficos de la infusión de estas hojas habían quedado demostrados, decidió añadir el té, ya que ésta era la milagrosa planta, a su colección de antídotos.

    Shennong dio su vida por la humanidad. En su ansia de experimentar con nuevas hierbas medicinales que curaran los males del mundo, tuvo la mala fortuna de ingerir una flor amarilla que deshizo su intestino sin darle siquiera tiempo a alcanzar el cuenco de té que habría sido su salvación.

    LA NOVIA QUE VINO DEL MAR

    Shennong es considerado en Corea, igual que en China, el santo del té, por lo que también allí se respeta la tradición del descubrimiento de tan maravillosa planta por el Padre de la Medicina.

    Lo más probable (e históricamente preciso) es que quienes llevaran el té a Corea fueran los monjes coreanos que habían estudiado en China. Sin embargo, ¿qué iban a hacer en la península hangul sin una leyenda que explicara de una manera más romántica la forma en que el té llegó a sus tierras?

    El origen de Corea como nación se remonta al nacimiento de seis príncipes. No eran éstos los hijos de una bella y poderosa reina, no. Estos príncipes nacieron de sendos huevos que habían descendido del cielo en un cuenco de oro forrado de un rico paño rojo.

    El primero de los príncipes que abandonó su huevo fue Suro. Al ser el mayor de todos ellos, lideró a sus hermanos en la creación de la Confederación Gaya, germen de la nación coreana. Así es como se convirtió en el rey de Geumgwan Gaya.

    Según la leyenda, el rey Suro iba cumpliendo años y no tomaba esposa. Sus cortesanos, preocupados, ofrecieron su ayuda: Majestad, os rogamos que toméis esposa para que cuando vos no estéis, quieran los dioses que sea dentro de muchos años, no quede el trono vacío y vuestros súbditos sin una luz que les guíe por el camino correcto. La nación necesita una reina que os dé descendencia. Permitidnos traer a la corte a las más bellas doncellas, las de más talento del reino, las de más noble estirpe, para que Vuestra Excelencia elija compañera.

    Pero el rey Suro tenía sus propias ideas. Queridos vasallos, os agradezco vuestra buena intención. Sin embargo, ni vosotros ni yo estamos destinados a elegir una reina. Mi esposa será seleccionada por los dioses. Y no hablemos más sobre ello.

    A pesar de su convicción, Suro se sentía solo, y más solo se sentía cuantos más días pasaban. Los dioses no parecían tener prisa por encontrarle una esposa.

    Un día despertó extrañamente ansioso. Sólo sabía que encontraría algo especial en la isla de Mangsan-do, al sur de la capital y cerca de las costas de Geumgwan Gaya, su reino. Así que hizo llamar a Yuch’on-gan, uno de sus más fieles cortesanos.

    Yuch’on, busca a tus hombres, monta tu caballo y dirígete a la costa. Allí, toma un barco hasta Mangsan-do. Mira hacia el mar y espera.

    Yuch’on, obediente, reunió a sus hombres y tomó su caballo hasta la costa y un barco hasta la isla. Miró hacia el mar y esperó.

    Al cabo de unas horas, en el horizonte apareció un

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