REALIDAD Y MITO DE LAS BRUJAS EL AQUELARE DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Pese a todas estas prohibiciones la historia está llena de brujos, alquimistas, taumaturgos, es decir, de personajes que gracias a la invocación y al ritual consiguieron aparentemente torcer el curso de la ley natural para bien o para mal, para dar la vida o para quitarla, para sanar o para enfermar, según fueran sus propósitos. La magia siempre existió, pero tuvo que perder la apariencia de lo clandestino y practicarse al amparo del poder para adquirir prestigio. El mago decimonónico Eliphas Lévi la definía: “Como una especie de sacerdocio personal y emancipado”.
LA VIRTUD TRÁGICA DE LA CURACIÓN
Dos mil años de traqueteada historia nos han hecho olvidar que las fricciones de aceite y vino sabiamente combinadas con sal y alcanfor tuvieron un efecto terapéutico entre los primeros civilizadores. Por supuesto, no fue por casualidad que estos elementos–junto al trigo–, base de la triada mediterránea, se incorporaran pronto en los rituales cristianos y que a los sagrados óleos se les atribuyera la virtud taumatúrgica de la curación.
El apóstol Santiago en su epístola recomendaba esta medicina sencilla: “Si alguno de vosotros está enfermo, que haga venir a los ancianos a la Iglesia, que orarán por él y le aplicarán unciones de aceite invocando el nombre del Maestro”.
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