Cartas del alma
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Las respuestas a estas y otras tantas preguntas, consideradas vitales, se encuentran en tu interior. Posees un alma muy sabia con la que puedes conectar a través del sentimiento, que no a través de la razón.
Cartas del Alma son una serie de reflexiones escuchadas y sentidas por el autor y compartidas sin haber sido adaptadas ni filtradas por la lógica. Constituyen estímulos para sentir y escucharte si así te lo permites.
Anímate a emprender un viaje a las profundidades de tu ser, donde los sentimientos constituyen los ecos de la sabiduría de tu alma.
Descubrirás que todo lo que necesitas para alcanzar la plenitud y ser feliz, lo llevas contigo desde el momento de tu nacimiento.
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Cartas del alma - Alejandro de Gabriel Arencibia
© Derechos de edición reservados.
Letrame Editorial.
www.Letrame.com
info@Letrame.com
© Alejandro De Gabriel Arencibia
Diseño de edición: Letrame Editorial.
Imagen de portada: © Paco Navarro
ISBN: 978-84-17990-17-6
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.
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Soy un hombre como cualquier otro. Tuve una infancia feliz, o al menos eso recuerdo, y gozo de una existencia como tantas de las que inundan las calles.
Nunca pensé en escribir y menos aún un libro. No es por nada en concreto; simplemente no pensé nunca antes en ello.
La vida te sorprende, pues cuando crees que tienes tu destino y vocación enfilados, te muestra una puerta entreabierta que deja ver una luz que te llama la atención y te invita a pasar.
Comprendes que lo que al otro lado de la puerta se encuentra, te gusta mucho más de lo que hasta la fecha tenías visto y llegas a la conclusión de que estaba allí esperándote desde siempre, desde antes incluso de nacer.
Las prioridades te van cambiando y, de repente, un día entiendes que una nueva vida de consciencia y respeto comienzan. Cambian las medidas de lo material, pareciéndote cada vez más inservible y cobran mayor relevancia aspectos sutiles que años atrás te parecían propios de novelas con aspecto cursi.
Te enamoras del amor y con ello de la vida, la propia y la de tus semejantes, e incluso de los seres vivos que te rodean.
Entiendes, por fin, que la felicidad no está fuera y, por lo tanto, no se compra, que tienes un corazón con una enorme capacidad de amar y que eres eterno, pues encierras dentro de ti un alma bella que te recuerda el sentido de tu terrenal existencia.
Tras la llamada «crisis existencial», en la que te cuestionas todo, absolutamente todo, te vacías de lo inservible, que es mucho, y comienzas a llenarte desde dentro de amor, consciencia, conocimiento, que es recuerdo, y felicidad.
Entiendes que tu mente es tu principal enemigo y que se llenó desde hace mucho con miedo y dolor importados del exterior.
Comienzas a sentir, llevando la contraria a las emociones que desde la mente te creaste, y te das cuenta de que la vida es simple y bella, sin complicaciones innecesarias ni absurdos materialismos que de poco sirven, salvo para sufrir de carencia perenne.
Comienzas a sonreír como cuando eras niño, inocente, feliz y espontáneo.
Deja de preocuparte el qué dirán y compartes tu alegría y dicha con todos y a todas horas.
Ves alejarse a amigos que creías para toda la vida y muchos corazones nuevos se te arriman sin casi saber de dónde han salido.
Comienzas a creer en la causalidad y te convences de que las casualidades no existen.
Los colores parecen multiplicarse y percibes matices donde antes solo veías blancos y negros. Te apasionas por el arte y la sensibilidad se hace contigo casi sin pedir permiso.
Luces con orgullo tus canas, calva o arrugas, y agradeces por todo lo vivido antes, sabiendo que de todo aprendiste y de ello eres el producto.
Te convences de lo importante que es perdonar, mostrar tus sentimientos y vivir en tiempo presente.
Te vuelves empático y comienzas a preocuparte por el bienestar común, la justicia, el equilibrio, el cuidado de la Naturaleza, la paz en el mundo y el amor incondicional…
Comienzas, en definitiva, a recordar lo que realmente eres y que siempre fuiste, más allá del personaje, más allá de lo que se esperaba de ti.
Rompes patrones y llegas a sentirte la oveja negra de la familia, porque no comulgas con lo que tus mayores piensan, porque dices e incluso haces cosas «raras».
Abandonas tu trabajo, ese que te aprisiona, y te permites volar en un mundo de ángeles, seres de luz e ideales y sentimientos que trascienden, con mucho, lo físico y que te hacen vibrar.
Viajas a la velocidad de la luz cuando duermes y eres consciente de ello, y recuerdas que hay más sentidos que los físicos y que no hay límites para el amor.
Retomas las riendas de tu vida y haces mejor la de los que te rodean, decorándola con afecto y sinceridad.
Te das la mano con muchos otros que junto a ti caminan y no vuelves a perderte ni a dejar que manejen tus hilos. ¡¡¡Vuelves a vivir!!!
Espero que lo que contigo a partir de este momento voy a compartir te resuene. Puede que te sientas identificado con parte o todo; quizás con nada. Yo lo comparto con todo mi amor y buena fe, sin esperar nada a cambio. Solo pretendo compartir el fruto de mi experiencia personal, la de un hombre como cualquier otro, de esos que inundan las calles…
Comparto contigo mi propio regalo, que también es el tuyo, pues procede de una fuente que jamás se agota y que es de todos por igual.
Gracias por darme la oportunidad.
Agradecimiento
Gracias.
Esta palabra, dicha desde el corazón y sentida sin reservas, debiera bastar, aunque la grandeza de su significado no llene una simple página en blanco.
Agradezco a los que, en un ejercicio de enorme generosidad, me han permitido ser durante muchas horas y días un padre, marido y amigo ausente.
Gracias por vuestro amor y comprensión, gracias por vuestra, a veces, silenciosa compañía.
Os dedico este libro con ilusión y espero que el amor que guio mi mano al escribirlo os acompañe para siempre, pues en ello creo y confío.
.
Quisiera aclarar que, siendo consciente de que cada uno de nosotros tiene sus propias creencias y convicciones religiosas o espirituales, en ningún caso es mi intención imponer mi criterio. Tampoco pretendo hablar del Creador o del Maestro como si fueran estos los únicos términos válidos para definirlos, ya que no creo en las etiquetas y opino que, en principio, poco importa el nombre que usemos.
Vaya por delante que el Creador, la Fuente o Dios, son solo tres de los nombres que podría usar y que, en cualquier caso, se podrían sustituir por el que cada uno considere y sienta en su corazón, ya que etiquetar es solo una necesidad de nuestra mente. Lo mismo aplicaría para el Maestro. Muchos tenemos uno, un referente espiritual o varios. Yo solo me limito a citar al que lo fue una vez para mí en la Tierra y que, a partir de entonces, siempre lo ha sido. Se trata de mi hermano, mi tutor, mi maestro y mi guía, aunque, de todo ello, lo que menos importa realmente es su nombre, sino lo que cada cual sienta.
Te ruego que pongas tu atención en el sentimiento y obvies los nombres. De ese modo, sentirás y hasta probablemente puedas identificar e integrar el sentimiento sin etiquetarlo.
Este texto es aconfesional y no pretende, en ningún caso, ser más que una guía para que cada cual la interprete y sienta a su manera, según fueran sus creencias. La fe y la espiritualidad no deben ser impuestas y, por supuesto, nunca debieran convertirse ni pertenecer a ningún dogma.
Este libro y todo su contenido giran en torno a un concepto que todo lo engloba, que es perenne, aconfesional, común a todos nosotros y que se siente siempre del mismo modo, sea cual sea tu país de procedencia, tu credo, tus circunstancias personales o tu raza: el amor.
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Renacimiento, metamorfosis, transmutación, recuerdo, vida eterna, amor, aceptación, gratitud, fe… Si estos términos te resuenan, ya eres oruga y mariposa a la vez. Despliega tus alas, pues el momento de volar y aumentar el campo de visión ha llegado.
INTRODUCCIÓN
El sentido de la vida es el de ser plenamente consciente de que se está vivo en primer lugar, pues cuando se transita en modo automático, dicha consciencia se pierde. Ello implica sentirse y sentir en el momento actual, ya que cuando se proyectan pensamientos que te llevan al futuro o te retroceden al pasado, se pierde la consciencia del ser y estar. Todo esto pudiera parecer una idea poco meditada por simple que resulta, pero realmente es simple ser consciente y, a la vez, es muy difícil practicarlo si este básico concepto no se tiene muy claro y si no se pone en práctica.
Una vez se alcanza la consciencia del ser y del estar en el presente, es decir, estando plenamente consciente, es cuestión de experimentar disfrutando de la existencia, que no sufriéndola. Esta obviedad no lo es tanto para todos los que hacen de su vida una penitencia de sufrimiento, muchas veces autoinfringida a través de pensamientos tóxicos e hirientes que solo conllevan vivir sin disfrutar y sin hacer uso de lo que realmente puede hacer feliz a un ser humano, que es el amor.
Con mucha probabilidad puede que haya quien piense que una cosa es decirlo y otra bien diferente es llevarlo a cabo. Eso es cierto, pues leer e integrar mentalmente ideas como esta son procesos mentales que, si bien pueden ofrecernos unos minutos de serenidad, transcurrido un tiempo, probablemente, esta vuelva a disiparse como casi cada vez que hayas leído un libro de los muchísimos que han sido escritos de autoayuda y que hayas tenido oportunidad de poner en práctica.
Estas líneas que ahora estás leyendo podrían, igualmente, convertirse en algo parecido a lo que tantas veces hayas podido leer. Por eso, mi intención no es que veas en ellas un texto novedoso en la forma, sino que este mismo te ayude a emprender un camino de autoconocimiento que te permita sentirte y evidenciar que todo lo que necesitas para ser plenamente feliz y dichoso lo llevas contigo desde el momento de tu nacimiento.
Da igual, ciertamente, qué religión profeses o incluso si no crees en nada, pues se trata de que comiences a sentir y a sentirte cada instante de lo que te quede de existencia, que será muy rica en dicha y en experiencias si realmente así te lo permites.
Te ayudaré a cuestionarte tu modelo actual de vida, tu modo de pensar y habrás de ser tú mismo, si quieres, quien ponga de sí el resto. Podrás ver que no se trata de hacer nada que tú ya no sepas hacer. Es una simple cuestión de voluntad y consciencia.
Te doy la bienvenida a lo que, sin duda, podrá ser un simple y, a la vez, efectivo modo de ver y hacer las cosas usando el amor, el autoconocimiento y el autodescubrimiento como únicas herramientas universales. Estas te permitirán disfrutar de tu existencia, siempre que así lo quieras y te lo permitas, pues, aunque ahora pudiera parecerte extraño, a eso realmente has venido.
AMOR
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Por más que busques el amor y la aceptación en tu entorno, si no te aceptas y te quieres antes a ti mismo, será como si te hubieras puesto una venda en los ojos y te hubieras encadenado al árbol de la soledad. Ningún estímulo proveniente del exterior podrá compensar tu incapacidad para amarte, y dicha capacidad depende solo de tu voluntad.
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Buscar una definición para el término «amor» no es fácil, ya que según cual sea tu estado de ánimo y el momento de tu vida en el que te encuentres, tu respuesta, sin duda, variará. De hecho, si respondes hoy a esta pregunta, la anotas, y dentro de unos años vuelves a formularla, probablemente te sorprendas de ver que tu idea del amor ha cambiado y evolucionado.
Esto no significa que la madurez y los años te hagan estar más preparado para responder a esta pregunta, sino simplemente que la perspectiva cambia. Hay un aspecto que condiciona esta o cualquier otra pregunta que puedas hacerte: tu mente.
El amor no es racional, pues jamás tan digno sentimiento proviene de la mente. Es por ello que responder a esta pregunta usando la lógica resulte tan difícil.
Se ama con el corazón y el amor jamás entiende de edades, credos, razas, economía y cualesquiera aspectos sociales quieras meter en la ecuación.
¿Qué es entonces lo que hace que los años vividos puedan variar tu percepción de lo que es el amor?
Se trata precisamente de entender, a partir de la experiencia, que el amor no es racional, que no se puede comprar ni vender, que no se puede otorgar ni recibir por pena o compasión, que transciende cualquier frontera física y que, por lo tanto, se siente sin más, sin condiciones.
Ese es precisamente el amor con mayúsculas; el amor incondicional, ese que estremece y que se puede sentir hacia una o varias personas a la vez, también por la Naturaleza. Es, en definitiva, el amor que se siente sin esperar nada a cambio.
Ocurre que desde pequeños somos educados desde la restricción y el miedo a la pérdida y al fracaso, y ello promueve emociones que condicionan la capacidad de manifestar el amor que somos y sentimos. Se nos ha condicionado a controlar los sentimientos y, en cierto modo, se ha instalado en nuestras mentes el programa o la idea de que manifestar buenos sentimientos, sobre todo el amor, nos hace vulnerables.
En el transcurrir de los años llegamos a ponernos tantos velos recubriendo nuestro corazón que esa capacidad con la que todos nacemos para amar sin condiciones, apenas se convierte en un recuerdo lejano e, incluso, se olvida.
La buena noticia es que esos velos que cubren la luz del amor que de nuestros corazones emana incesantemente se pueden retirar, de igual modo que se han depositado.
No temas, pues, tengas la edad que tengas, los años vividos no habrá