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Luciérnagas
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Libro electrónico239 páginas3 horas

Luciérnagas

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El Detective Superintendente Jeff Barton ha vuelto y está investigando una serie de brutales asesinatos de hombres que están en sus despedidas de soltero en el centro de Manchester. ¿Pero es el trabajo de un psicópata o, como Jeff llega a esperar, es una historia aún más escalofriante de alguien que hará todo lo que sea por cualquiera sólo por encajar? 

Durante el desarrollo de la investigación, Jeff tiene que enfrentarse a un viejo enemigo, en la forma de uno de los gánsteres más famosos de Manchester. ¿Pero está este jefe del crimen realmente asociado a los asesinatos, o es que Jeff está viendo sólo lo que quiere ver? ¿Y qué conexión hay con el asesinato de una novia en su noche de bodas en un hotel elegante de Manchester? 

Jeff y su ayudante DI Rebecca Stockton continúan bailando alrededor de sus sentimientos por el otro, pero tienen que dejar eso a un lado para encontrar al asesino antes de que alguien más sea encontrado asesinado la mañana después de una noche anterior. 

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento10 ago 2015
ISBN9781507117231
Luciérnagas

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    Luciérnagas - David Menon

    LUCIÉRNAGAS

    UNA NOVELA

    DE DAVID MENON

    Copyright David Menon 2014. Todos los derechos reservados.

    Traducido del Original por Cinta García de la Rosa.

    Segunda Edición de abril de 2015

    Silver Springs Press

    Esto es una obra de ficción. Cualquier parecido con personas vivas es pura coincidencia.

    David nació en Derby, Inglaterra, en 1961. Ha vivido por todo el Reino Unido, pero ahora divide su tiempo entre París y el noroeste de Inglaterra. En 2009 abandonó una larga carrera en la industria aérea para concentrarse en escribir. También enseña inglés a estudiantes extranjeros, principalmente rusos, y es un activista del Partido Laboralista. Es un ávido fan del cantante y poeta americano Stevie Nicks, a quien llama ‘la voz de mi yo interior’, le encanta el vino tinto, los gin tonics, viajar, y la comida india.

    ‘Luciérnagas’ es el segundo libro en la serie del Detective Jeff Barton. ‘Hechicero’ fue el primero y ahora está trabajando en el tercer libro, que se titulará ‘Tormentas’

    Para Maddie o, como le llamo ahora, Mr. Orlov. Para Tío Malcolm y Tita Lesley, con quienes tengo que pasar más tiempo. Y para cualquiera que no pueda encontrar el camino fácil en el drama del momento.

    ––––––––

    Me gustaría dar las gracias a Paul Barker por su continuado trabajo duro y dedicación en hacer que mis historias tomen forma.

    LUCIÉRNAGAS PRÓLOGO

    La novia y el novio se registraron en la suite nupcial del Hotel Hilton Manchester, y el novio cruzó a la novia el umbral en brazos. La habitación había sido un regalo sorpresa de los padres del novio, e incluso habían pedido una botella de champán que había llegado debidamente unos minutos después de que llegara la pareja feliz. Ya se habían bebido el equivalente a su peso corporal, pero como era un día que ninguno de los dos pretendía repetir nunca, consideraron una obligación descorcharla y bebérsela sin más ceremonia.

    Se metieron en la cama de un salto y se acurrucaron en brazos del otro mientras bebían más de la maravillosa exportación francesa. En poco más de veinticuatro horas estarían tomando cócteles en el balcón de su habitación de hotel en la isla de Phuket en Tailandia, donde se quedarían una semana antes de volar a Melbourne, en Australia, para quedarse con la tía y el tío de la novia. Estaban deseando irse de luna de miel. ¿Y por qué no iban a estarlo? Aparte de la aventura de estar en tierras lejanas, una luna de miel era el modo de que la pareja alargara la alegría del día de su boda, pero sin la compañía de todos los invitados. Su vuelo salía del aeropuerto de Manchester justo antes de las diez y media de la mañana, con escala en Abu Dhabi. Pusieron la alarma y llamaron a recepción para pedir que les despertaran por la mañana. Estarían destrozados cuando se subieran al avión, pero sería la mejor sensación de cansancio que hubieran experimentado nunca. 

    La habitación del Hilton tenía una ventana que iba del suelo al techo que ofrecía la más increíble vistas de su ciudad natal como nunca la habían visto. Podían ver las luces extendiéndose hasta Rochdale al norte, y alargándose al oeste hacia Bolton y Salford. Ellos habían comprado una casa en Salford, pero no podrían mudarse hasta que los constructores hubieran terminado su trabajo, así que cuando volvieran de la luna de miel vivirían con los padres de la novia durante un par de semanas. Todo sobre la alegría de vivir juntos como una pareja unida por el amor les esperaba delante de ellos. Les correspondía a ellos dar los pasos necesarios para alcanzar su felicidad particular.

    El novio no fumaba mucho, pero le gustaba fumarse un cigarrillo o dos de vez en cuando. No había fumado ninguno desde que estuvieran a medio camino del baile en la recepción, así que mientras la novia hacía lo que quería hacer para prepararse para su noche de bodas, el novio se escabulló fuera para fumarse un pitillo. Ellos ya habían tenido sexo en una habitación trasera del restaurante en Alderley Edge, donde habían celebrado su banquete de bodas. El novio aún había llevado puesto el chaqué y la novia, por supuesto, su vestido de bodas. Ella le pidió que llevara su chistera mientras lo hacían, y se le cayó justo en el momento apropiado. 

    Cuando el novio regresó a la suite, la puerta estaba ligeramente abierta. La abrió de par en par y llamó el nombre de su esposa, pero el hecho era que él ya era viudo. Recorrió la habitación y allí estaba ella, tumbada en la cama, aún con su vestido pero con sangre brotando de las muchas puñaladas en su cuello, cara, y otras partes de su cuerpo. El ataque más tarde sería descrito como frenético. Sus ojos estaban abiertos pero su alma había dejado a su marido atrás. Él chilló de terror y dolor. Los sueños de dos personas que habían estado tan enamoradas habían sido hecho añicos de una forma tan brutal y enfermiza. ¿Quién querría hacer algo así? Se deslizó hasta el suelo por la pared y se derrumbó. Su corazón estaba roto, al igual que su alma. Empezó a sollozar. No pensó que fuera a ser capaz de parar alguna vez. 

    LUCIÉRNAGAS UNO

    A Alicia Zolkiewicz se le había unido recientemente su marido Stefan en una vida que estaban construyendo juntos en Inglaterra. Ellos venían de Gdansk en el extremo norte de Polonia y, aunque significaba dejar a sus dos hijas al cuidado de los padres de Stefan, valía la pena. Incluso con el coste del viaje de ida y vuelta de dos días en autobús que hacían cada vez que podían acumular suficientes horas en sus respectivos trabajos para conseguir una semana entera libre para ir a casa y ver a sus hijas, y aún cuando significaba que tenían que quedarse en los más diminutos estudios de alquiler en un área no demasiado mala de Stockport, todo era mejor que lo que podían conseguir en su hogar. Y no estaban solos. Estaban rodeados de gente de todas las nacionalidades habidas y por haber, todos queriendo ganar más de lo que podía ofrecerles sus países de origen. Alicia y Stefan gastaban poco dinero. Vivían frugalmente. Estaban mejor que algunos de sus compatriotas, los cuales o el marido o la mujer había venido a Inglaterra por separado. Ellos echaban de menos a sus hijas cada minuto de cada día, pero mudarse a Inglaterra valía la pena porque podrían ofrecerles mucho más que si se hubieran quedado a trabajar en Polonia. Los británicos siempre se estaban quejando, pero realmente no saben lo bien que están.

    Stefan era ahora conductor de autobús y trabajaba saliendo de la estación principal de Stockport en Mersey Square. Estaba empezando a disfrutar de su trabajo de verdad. Le gustaba estar con gente todo el día y era una excelente forma de mejorar continuamente sus habilidades de conversación. Era lo mismo para Alicia y su trabajo en el hotel. Ella estaba empleada como camarera en el restaurante donde todas las comidas, desayuno, almuerzo, y cena, se servían en estilo bufet y, aparte de sacar la comida y reponerla cuando fuera necesario, su otra función principal era la de servir bebidas en el bar. Hoy ella tenía un turno temprano que empezaba a las seis, y caminó rápidamente en la oscuridad la media milla desde su piso hasta el Hotel Mayfair, que estaba situado en la carretera principal que salía de la ciudad hacia el pueblo de Marple en el Peak District. Ella llegó allí con diez minutos de antelación y decidió escabullirse hacia la parte trasera para fumarse un cigarrillo donde estaban los cubos de la basura. Ella estaba a punto de encenderlo cuando vio algo que ella ciertamente no había esperado ver en una mañana de domingo normal, y lanzó un chillido escalofriante. 

    El Detective Superintendente Jeff Barton aparcó fuera del Hotel Mayfair sintiéndose con cara de sueño. Él no había contado con que le despertaran tan temprano una rara mañana de domingo cuando podía estar tumbado en la cama y pensar en nada más que recuperar el sueño perdido. Le saludó su compañera, la Detective Sargento Rebecca Stockton, quien había llegado justo unos minutos antes.

    Siento despertarte tan temprano un domingo, señor, dijo Rebecca.

    No es como si fuera la primera vez, Becky, respondió Jeff.

    ¿Qué has hecho con Toby?

    Se está quedando con sus abuelos chinos este fin de semana, lo cual es afortunado, explicó Jeff. Hablé con él hace unos minutos y se estaba comiendo una sopa con fideos, champiñones y gambas, y su abuelo le está enseñando mandarín. Me encanta que tenga conocimientos de la cultura de su madre. Significa que él se aferra a algo de ella.

    ¿Qué habrías hecho si él no hubiera estado con sus abuelos?

    Ésa era una pregunta difícil para Jeff. Se había estado preguntando mucho últimamente sobre qué hacer a largo plazo sobre los cuidados de Toby. Sabía que a su hermano Lewis y a su pareja Seamus no les importaba cuidar de Toby. Ellos le adoraban y Toby también les adoraba. Pero eso no hacía que Jeff dejara de sentirse mal por ello. Lewis y Seamus tenían que vivir su propia vida. Ellos no deberían tener que pensar en el sobrino de Lewis antes de siquiera planear un fin de semana fuera.

    Nuestro Lewis y su compañero Seamus son muy buenos con nosotros y algunas veces también puedo confiar en mi vecina Pam, dijo Jeff. Sus dos hijos son los mejores amigos de Toby.

    Toby no parece ser infeliz por lo que le está tocando en este momento, dijo Rebecca. Parece un niño muy bien centrado a pesar de todo.

    Lo sé, dijo Jeff. Lo es y estoy agradecido por ello. Pero me preocupa la falta de estabilidad a largo plazo para él.

    Jeff, los niños se amoldan mucho mejor de lo que creen sus padres, dijo Rebecca. Y él recibe esa estabilidad de ti.

    También sé eso, dijo Jeff.

    ¿Has pensado en contratar una niñera?

    Bueno, tiene gracia, pero Lewis y Seamus tienen un compañero que está cualificado como niñera y quiere un puesto de trabajo donde poder vivir.

    Suena ideal.

    Sí... pero no sé.

    Jeff, no me digas que no quieres que tenga a un hombre como niñera.

    No seas ridícula. Me conoces y no tengo problemas con eso para nada.

    ¿Entonces cuál es el problema?

    Bueno, es sólo que Toby está rodeado de tíos, ya sabes. Yo, Lewis, Seamus. No tiene mujeres de forma regular en su vida. Un poco como su padre.

    Rebecca sonrió. Tiene a su profesora en el colegio, a su abuela china, y a Pam tu vecina. Y tú me tienes a mí, dijo ella, esperando que él viera algo en lo que había dicho aunque ella no estaba conteniendo la respiración. ¿Por qué no le das una oportunidad a ese chico y ves si funciona? Te dará la oportunidad de eliminar algo del estrés de tus hombros.

    Pensaré en ello, dijo Jeff, quien luego miró al edificio de tres pisos en forma de U con el gimnasio y la piscina adheridos. ¿No está esto un poco fuera de lugar? Quiero decir, ¿justo en medio de una de las zonas más deseables de Stockport? ¿Has estado alguna vez aquí?

    Sí, mi primo tuvo su banquete de bodas aquí hace un par de años, dijo Rebecca, quien se dio cuenta de que Jeff había desconectado una vez más la charla personal. No puedo decir que recuerde mucho aparte de que la fiesta fue muy buena, pero no recuerdo pensar que es como un montón de hoteles en Gran Bretaña en que te cobra un riñón por todo, pero la decoración debería haberse realizado hacía años y había suelos que crujían bajo horribles moquetas por todas partes.

    Y apuesto a que usan gajos de pomelo en lata para desayunar.

    Oh, eso es normal en hoteles británicos como este, dijo Rebecca sonriendo. Junto con la grasa sobre todo porque lo han dejado fuera demasiado tiempo, y las tostadas que saben a cartón por la misma razón.

    Es una lástima, porque me muero de hambre.

    Y yo también.

    El Agente Oliver ‘Ollie’ Wright había sido el primer miembro del equipo de Jeff en llegar a la escena y les guió hacia la parte trasera del hotel. Ollie se había convertido, junto con Rebecca, uno de los tenientes de más confianza de Jeff. Iba a asegurarse de que Ollie fuera ascendido porque era un policía muy bueno y no uno de esos tipos pelotas que trepan aun cuando sean incapaces de encontrar una gaviota en la costa.

    La patóloga June Hawkins levantó la vista y vio a Jeff, Rebecca y Ollie con sus trajes blancos, levantando la cinta que separaba la escena del crimen antes de caminar hacia ella.

    Bueno, es demasiado tarde para urgencias, eso es seguro, dijo June en su habitual forma inexpresiva. Tu víctima está realmente muerta, cariño.

    ¿Masculino o femenino? preguntó Jeff.

    Masculino, respondió Jeff. Diría que estaba cerca de la treintena. No llevaba anillo de bodas, pero no todos los hombres casados los llevan.

    ¿Puedes decirme como murió, June? preguntó Jeff.

    Bueno, sus genitales han sido cortados. El pene y los testículos. El lote completo. Estamos registrando el área para ver si podemos encontrarlos. Ella retiró la sábana de encima del cuerpo y observó como los tres oficiales de policía se llevaban las manos a la boca y daban arcadas antes de volver a taparlo. Él habría muerto desangrado, o bien de dolor y conmoción por el hecho en sí.

    ¿Entonces piensas que podría haber estado vivo cuando realizaron la mutilación? preguntó Ollie.

    Bien podría haber sido, sí, dijo June. No hay señales de ataduras. No hay marcas de cuerdas alrededor de sus muñecas o tobillos, por ejemplo. Ahora él no se habría prestado como voluntario para este servicio en particular, así que supongo que probablemente fue drogado. Lo sabré de cierto, de un modo u otro, cuando vuelva al laboratorio para los análisis.

    Alguien debe haberle odiado de verdad, dijo Ollie.

    ¿O sexo pervertido que salió mal? sugirió Rebecca.

    Creo que ‘mal’ es quedarse cortos cuando ha sido destripado, dijo June sonriendo ante su propio ingenio como un mazazo.

    ¿Era un huésped del hotel o simplemente lo tiraron aquí? se preguntó Rebecca.

    ¿Entiendo que no has descubierto ninguna identificación en él, June? preguntó Jeff.

    No, cariño, lo siento, dijo June.

    ¿Cuánto tiempo dirías que ha estado muerto?

    No mucho, dijo June. Diría que tres o cuatro horas como mucho.

    Entonces es probable que nadie le haya denunciado como desaparecido aún, dijo Ollie.

    No, dijo Rebecca. Si ha estado aquí poco tiempo entonces alguien que viva cerca podría haber visto algo. No podían haber estado todos metidos en la cama. Haré que un equipo empiece a ir de casa en casa. Y también están los huéspedes del hotel. ¿Vio alguno de ellos algo si por casualidad estuvieran mirando por la ventana temprano?

    Me pondré a ello, señora, dijo Ollie, confiadamente.

    También necesitaremos hablar con los empleados del hotel, dijo Jeff. Imagino que algunos de los huéspedes de anoche ya se habrán marchado, pero podemos rastrearles y haré que policías uniformados estén en recepción y en los puntos de salida, para interrogar a todo el que salga desde ahora mismo. ¿Quién le encontró?

    Una joven chica polaca que trabaja aquí como camarera, dijo Ollie. Ella está en shock como podéis imaginaros, pero ella está dentro y parece que está bien para hablar.

    La dueña del hotel es una auténtica arpía, Jeff, dijo June. Podría haberle dado un puñetazo antes.

    Sí, puedo verificar eso sobre Mrs. Helen Curzon, señor, dijo Ollie. Ella ha estado poniendo las cosas difíciles para todo el mundo. A ella no parece importarle que esto sea una investigación de asesinato.

    ¿Y qué te parece? preguntó Rebecca mientras ella y Jeff caminaban hacia la puerta por la cocina del hotel. Ollie había dado la vuelta hacia el área de recepción para coordinar los esfuerzos del equipo de uniformados por tomarle declaración a los huéspedes del hotel.

    Creo que parece como algo personal, dijo Jeff. El asesino tenía una buena razón en su mente para mutilar a alguien de ese modo. Quien quiera que lo hiciera estaba intentando decir algo importante.

    Recuérdame que vaya a ese curso de hacer perfiles, dijo Rebecca.

    Sí, creo que deberías ir, dijo Jeff. Sería útil y se añadiría a tus habilidades detectivescas que ya son bastante perfectas.

    ¿Me estás halagando, señor?

    De verdad, DS Stockton, dijo Jeff sonriendo. El pensamiento nunca se me ha pasado por la cabeza.

    Helen Curzon estaba sentada en su oficina junto al mostrador de recepción, como si esperara que todo el mundo se moviera a su son sin preguntas. Jeff entendió que ella tenía cincuenta y pocos años. Tenía una figura elegante y llevaba un traje negro compuesto de chaqueta corta y falda hasta la rodilla. Su pelo ondulado era de color avellana y peinado hacia atrás, revelando una cara despejada con grandes ojos azul claro. Su blusa blanca abierta en el cuello parecía que procedía de una de las tiendas más caras de Manchester, y el conjunto

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