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Repóquer de perdedores
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Libro electrónico82 páginas53 minutos

Repóquer de perdedores

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Cinco historias, cinco personajes que, siempre llevan la baza menor; aunque piensen que su jugada es buena, habrá, seguro, alguien en la partida que les supere y arrample con todas las fichas. Retornos gloriosos que, como de costumbre, no llegan a cuajar; amistades para las que ya es tarde; tipos duros que no pueden aguantar una mirada; adolescentes crueles; incluso pistolas que estallan en las manos...
De estos materiales se compone "Repóquer de perdedores", el último volumen de cuentos de José Ángel Mañas. El autor, con su habitual desenvoltura para mirar a nuestro alrededor, y su especial olfato para los tipos humanos, nos ofrece unas pinceladas breves, ágiles pero muy precisas de esta sociedad en que creemos llevar las de ganar pero lo que suele ocurrir es que quien tenemos delante acaba por llevarse a manos llenas nuestras fichas mientras nos dedica una irónica sonrisa.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 nov 2012
ISBN9788415414544
Repóquer de perdedores
Autor

José Ángel Mañas

José Ángel Mañas nació en Madrid en 1971. Su primera novela, "Historias del Kronen" fue finalista del Premio Nadal 1994 e inspiró una de las películas españolas más taquilleras de los noventa. Seleccionada por el diario El Mundo como una de las 100 mejores novelas españolas de todos los tiempos, "Historias del Kronen", se ha consolidado, por méritos propios, como un auténtico clásico contemporáneo, un punto de referencia ineludible en la literatura española contemporánea. Desde entonces ha publicado 9 novelas. "Mensaka" (1995), "Soy un escritor frustrado" (1997), "Ciudad rayada" (1998), "Sonko 95" (1999), "Mundo burbuja" (2001) y "Caso Karen" (2005). La más desconcertante, "El secreto del Oráculo" (2007), fue una ambiciosa recreación de la epopeya de Alejandro Magno. Con "La pella" (2008) y "Sospecha" (2010), las dos últimas, Mañas ha vuelto al universo realista que fue el escenario de sus primeros éxitos. Tres de sus novelas han sido adaptadas a la gran pantalla. De "Ciudad rayada" dejó dicho el crítico Rafael Conte: «un bloque verbal de primera magnitud, una verdadera creación lingüística tan poderosa como fascinante» donde «el lenguaje argótico y potente se eleva a unos niveles de creación artística desconocidos en nuestras letras»

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    Repóquer de perdedores - José Ángel Mañas

    1

    Mis manos son preciosas. Y no es porque lo diga yo. Lo dice todo el mundo. Hasta la chica que me hace la manicura, que ha visto muchísimas manos. O sea que no es pura vanidad: tengo unas manos preciosas. Me encanta verlas corretear por el teclado del piano; es como si tuvieran vida propia. ¡Son tan bonitas! Para enseñarlas procuro llevar las chaquetas un poco cortas, y siempre que me quedo en camisa, doblo cuidadosamente las mangas. También fumo mucho, que es otro modo de lucirlas. ¡Míralas! ¡Pero míralas! Tienes que admitir que son perfectas. Blancas, sin nada de vello, los huesos delicados. A ver ahora las tuyas. Enséñalas, anda. Ay, qué horror: tienes manos de mecánico. ¡Y qué uñas tan feas!, ¡y qué mugre! Si es que eres un bestia, no les prestas nada de atención. Tienes que cuidarlas más y hacerte la manicura de vez en cuando, chico. [...] ¿Por qué lo preguntas? Yo me dedico a esto durante el día y a la música durante la noche. ¡Claro que soy músico! ¿No has visto mis dedos? Son dedos de pianista. Pero, vamos a ver, ¿te la leo o no? Ya sé que es caro, pero tengo que ganarme la vida, corazón. Además, los del tarot no me dejan bajar el precio, sería competencia desleal... Vaya por Dios, ahí llega ese cuarteto de música clásica que se pone aquí todos los domingos. Siempre están desafinando. A veces me dan ganas de regalarles un afinador electrónico y decirles: mirad aquí, con la agujita en el centro, un La de cuatrocientas cuarenta pulsaciones. No te rías, que es verdad. Son malísimos. Pero, eso sí, son muy téc-ni-cos. Hay días que me tapo los oídos con algodoncitos y me acerco para verles mover las manos, ¡es algo tan hermoso! [...] Sí, claro. Se paga por anticipado, corazón. Muy bien, vamos con ello. Tienes una mano útil con dedos en forma de espátula —feísimos, por cierto—. Eres una persona práctica y trabajadora. En fin, que no eres un Einstein, cariño. Tienes una línea de la vida muy marcada —vivirás muchos añitos— y la línea del amor es prometedora —tendrás dos grandes amores—, te casarás, tendrás un hijo y... No, yo no tengo hijos. Tampoco tengo hermanos y mis padres murieron hace tiempo. Pero tengo amigos. Está Gina, que es cantante. Juntos, formamos una pareja estupenda. Ella pone la imagen y yo la música. Gina tiene unas manos hermosísimas. Aunque no tanto como las mías, claro. Si quieres que te hagan la manicura, ella es la mejor. Es divina. Huy, perdona, ya ves que se me ha pegado su manera de hablar. Ahora que me fijo: ¿qué te ha pasado en el pelo? Bueno, más vale ser calvo que tener cáncer, por ejemplo. Digo yo, ¿no? [...] Huy, huy, eres un chico peligroso. Tienes un pulgar muy cortito. A este pulgar se le llama el pulgar asesino porque... ¿¡Pero qué haces!? ¡AYY, AYY, AYYY! ¡SUÉLTAME LA MANO! ¡AYYY! ¡MIS DEDOS! ¡SOCORRO! ¡SOCORRO! ¡SOCORRO! ¡ESE! ¡EL CALVO QUE SE VA CORRIENDO! ¡ESE ES! ¡ME HA RETORCIDO LOS DEDOS! ¡ME HA ROTO EL MEÑIQUE! ¡LLAMAD A UNA AMBULANCIA! ¡POR FAVOR! ¡QUE ME VOY A DESMAYAR!

    2

    ¿Dónde estoy? Oh, mi mano: ¡me la han escayolado! ¡No me digas que me calme! Lloro si me da la gana, ¿te enteras? ¿Es que no te das cuenta? Es mi mano. ¡MI MANO! [...] Vale, vale. Me tranquilizo, me tran-qui-li-zo. Lo siento, ha sido la angustia. ¿Tanto me ha durado el desmayo? No puede ser. Tengo que hablar con el doctor. Es muy importante, ¿es que no lo entiendes? No, ya veo que no. Eres un poquito lela, ¿verdad, niña? Ah, ¿sí? Pues ¿sabes lo que te digo? [...] Oye, no te pases, ¿eh? Sé perfectamente cómo soy, tengo espejos en mi casa. Mira, o llamas a un médico ahora mismo, o me pongo a gritar. ¿Que no? Ya verás: ¡DOCTOR! ¡DOCTOR! ¡DOCTOR! ¡NO ME PIENSO CALLAR HASTA QUE VENGA EL DOCTOR! ¡¡¡DOCTOOOOR!!! [...] Me alegro de que haya venido, doctor. Las enfermeras casi me rompen la otra mano, intentando hacerme callar. Sé que me he puesto nervioso, pero es que... ¿Cuánto tiempo voy a tener que estar así? ¡Un mes! Eso es imposible. Soy pianista y tengo que actuar esta noche. No puedo estar un mes sin trabajar. Me voy a morir de hambre [...] Eso no le incumbe. Tuve un accidente, un accidente de coche. Pero no

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