· ¿Es posible preservar la confianza y la colaboración si fomentamos el debate?
· ¿Cómo cultivar una mentalidad receptiva y una cultura de tolerancia en el trabajo?
Cada vez que optamos por evitar una conversación difícil donde la persona que tenemos enfrente difiere con nuestros puntos de vista, nos estamos cerrando de antemano a intercambiar ideas, pensando que la razón únicamente nos asiste a nosotros.
En este episodio revisamos el aporte que hacen algunos estudios recientes respecto a cómo abordar situaciones donde el desacuerdo está presente y sobre todo de manera productiva.
Si algo caracteriza a los equipos de trabajos es que en general cada integrante tiene una trayectoria propia, experiencias únicas y personalidades distintas. En este sentido, corresponde al líder, realizar una gestión donde teniendo en cuenta que las perspectivas de los miembros son diferentes deba encauzar y alentar que el desacuerdo, una vez que las partes lo han manifestado, sea productivo, cuidando que el foco sea el trabajo y no las personas, que las diferencias lleven a una discusión reflexiva.
Según algunos datos de una encuesta realizada en 2021 que cubrió a un amplio espectro de empresas e industrias, que nos aportan Julia Minson y Francesca Gino, el 89% de los encuestados manifiestan que habían enfrentado situaciones de conflicto, lo cual en sentido estricto no es novedad, y que esta situación les demanda en promedio 3.5 horas a la semana tener que lidiar con esto. Es evidente, que el conflicto, desgasta y resta productividad al trabajo. Asimismo, solo un 39% de los encuestados señalaron que han sido entrenados o capacitados para gestionar los conflictos en el ámbito laboral, de ellos, un 96% se sintieron con mejores condiciones para hacer frente a los conflictos y un 73% más seguros al enfrentar desacuerdos y un 62% con la capacidad de transformar conflictos que tenían visos de ser destructivos en productivos. Es decir, en la medida que el personal recibe entrenamiento, ellos tienen un mejor desempeño al hacer frente a las disputas.
Si queremos utilizar en nuestra empresa un lenguaje más receptivo debemos trabajar para que nuestra cultura organizacional sea más tolerante, más integrada y menos divisiva.
Desechar las viejas prácticas de la confrontación en la organización e instaurar la cultura de la receptividad, lleva tiempo, sin embargo, lograr el cambio traerá beneficios que se reflejarán en el desempeño de la organización.