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Estado difuso
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Libro electrónico61 páginas48 minutos

Estado difuso

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Un grupo de científicos emprende un particular experimento para hallar y suprimir la maldad inherente a nuestro ser, con la certeza de que solo así podríamos alcanzar la perfección. Según las teorías del doctor a cargo del experimento, esto puede lograrse mediante la exploración del mundo interior de la mente; el lugar donde habita el denominado "Mal".

 

Tras fracasar en múltiples ocasiones con diferentes sujetos de prueba, quienes no lograron adentrarse más allá de los límites de la mente, encuentran a un nuevo sujeto que resulta prometedor.

 

Inspirado en las obras de John Lilly, Estado difuso es un corto, pero sustancioso relato de terror existencial que redefine el significado y la posible apariencia del Mal.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 may 2024
ISBN9798224854981
Estado difuso

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    Estado difuso - Esteban Figuerola

    1-DIARIO DE SIMON RUSSELL

    Fecha:—/—/——. ¿Qué es el mal? Antes creía que la respuesta era tan obvia que no valía la pena si quiera formulársela. Pero después de todo lo que he aprendido y experimentado, empiezo a dudar de mí mismo; de mis limitados conocimientos. Empiezo a creer que no soy la persona adecuada, y que estoy lejos de serlo. No escribo este diario porque me apetezca plasmar mis delirios en un papel. Lo hago porque forma parte del experimento en el que desempeño el rol más importante. Y aunque sé que las palabras escritas aquí pasarán por diferentes revisiones, y que quizás tachen o modifiquen detalles específicos como el día, el lugar y la hora, al menos siento la privacidad suficiente para expresarme y ser yo mismo. O al menos hasta que ya no lo sea.    

    Los sucesos de mi vida no son tan interesantes como me hacen pensar. Dicen que vieron algo en mí, y que por eso estoy aquí. Yo la verdad es que tengo la duda de que, o no me valoro lo suficiente, o me sobreestiman para lograr una respuesta que todavía no comprendo. El punto es que soy la persona indicada, aunque no tenga idea de por qué lo soy. Pero iré por parte para no entorpecerme demasiado.

    Nací en——-—en el año——. Hijo único, familia de clase media baja, padres divorciados. Estudios superiores sin terminar, y diferentes trabajos de medio tiempo. La vida nunca fue fácil para mí, y no justifico nada al decir esto, pero acabé cometiendo actos de los que estoy arrepentido. Nunca fue mi intención provocar esa muerte. Fue un acto desesperado, y como repito de nuevo, no busco justificarme. Sé cómo se pagan este tipo de crímenes, y la sociedad lo sabe más que yo. Fui juzgado, sentenciado y procesado. Terminé en una oscura celda, y hasta allí podría decirse que acabó la historia de mi pasado. Ahora me concentraré más en los sucesos que me llevaron a este presente.

    En el penal en el que estuve, a varios reclusos y a mí nos llevaron cada quien por separado a una especie de prueba psicológica. Recuerdo que me sentaron en un cuarto pequeño de interrogación. Una mujer de uniforme blanco empezó a hacerme diferentes preguntas tanto personales como cognitivas. Fueron más simples y menos incómodas de lo que esperaba. Al acabar fui regresado a mi celda, y dos días después, fui llevado al mismo sitio, siendo esta vez yo el único. Aquí ya no se encontraba la mujer que me hizo las preguntas, sino un hombre de mediana edad cuyo aspecto me resultó bastante inquietante, debo admitir. Se presentó ante mí con el nombre de—————-, pero dijo que me refiriera a él como Acrípides. Le pregunté qué era lo que quería de mí. Me dijo que iban a sacarme de prisión, a lo que yo reaccioné con más escepticismo que emoción. No creí que ese sujeto estuviera por encima de la orden de un juez, y yo no era nadie relevante como para que gastaran tiempo y dinero en una apelación. Pero el tal Acrípides me explicó que yo había sido elegido de entre numerosos reclusos de otras cárceles. Y que el convenio que ellos poseían les daba la autorización de sacar a cualquiera de la cárcel siempre y cuando estuviera en constante vigilancia.

    —No lo entiendo—le dije—¿Por qué yo?

    —Los resultados de tu prueba fueron interesantes—me contestó—Cumplen con los requerimientos que estamos buscando.

    —Aguarde... ¿me está diciendo que de entre numerosas personas a las que les hicieron también preguntas absurdas y sin mayor relevancia, solo yo quedé? —dije percibiendo que, o me tomaban el pelo, o buscaban engatusarme para llevarme a hacer algo de lo que iba a arrepentirme. De ser así, prefería quedarme en la cárcel.

    Acrípides se mostró tan tranquilo como alguien que no necesita ocultar nada.

    —No es la primera vez que hacemos estas pruebas, y ni tampoco has sido el único escogido. Cada resultado obtenido nos ha permitido segmentar mejor a los candidatos. Llegar

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