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SAMMY La Reina Bruja
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Libro electrónico451 páginas6 horas

SAMMY La Reina Bruja

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"Sammy la Reina bruja es una historia que te lleva a combinar sucesos de la vida real con la fantasía que te invitan a imaginar y abren tu mente a otro mundo. Narra la historia de Sammy desde niña, junto a su familia y muestra con su crecimiento cada faceta y camb

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento16 may 2024
ISBN9781685747329
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    SAMMY La Reina Bruja - Ana Molano

    Portada de Sammy, la reina bruja hecha por Ana Molano

    SAMMY

    La Reina Bruja

    Ana Molano

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright, excepto breves citas y con la fuente identificada correctamente. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos e imágenes fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable por los derechos de los mismos.

    Publicado por Ibukku, LLC

    www.ibukku.com

    Diseño de portada: Ángel Flores Guerra Bistrain

    Diseño y maquetación: Diana Patricia González Juárez

    Copyright © 2024 Ana Molano

    ISBN Paperback: 978-1-68574-731-2

    ISBN Hardcover: 978-1-68574-733-6

    ISBN eBook: 978-1-68574-732-9

    Índice

    DEDICATORIA

    AGRADECIMIENTOS

    CAPÍTULO 1

    CAPÍTULO 2

    CAPÍTULO 3

    CAPÍTULO 4

    CAPÍTULO 5

    CAPÍTULO 6

    CAPÍTULO 7

    CAPÍTULO 8

    CAPÍTULO 9

    CAPÍTULO 10

    CAPÍTULO 11

    CAPÍTULO 12

    CAPÍTULO 13

    CAPÍTULO 14

    CAPÍTULO 15

    CAPÍTULO 16

    CAPÍTULO 17

    CAPÍTULO 18

    CAPÍTULO 19

    CAPÍTULO 20

    CAPÍTULO 21

    CAPÍTULO 22

    CAPÍTULO 23

    CAPÍTULO 24

    CAPÍTULO 25

    CAPÍTULO 26

    CAPÍTULO 27

    CAPÍTULO 28

    CAPÍTULO 29

    CAPÍTULO 30

    CAPÍTULO 31

    CAPÍTULO 32

    CAPÍTULO 33

    CAPÍTULO 34

    CAPÍTULO 35

    CAPÍTULO 36

    CAPÍTULO 37

    DEDICATORIA

    Dedicado a mis más grandes amores y a las personas que me han inspirado a ser mejor, a la fuente de todo lo hermoso que sale de m í como persona: Yessenia Jiménez Molano y Ana Valeria Rodríguez Jiménez, los amores más grandes de mi corazón.

    A mi adorada familia Molano Céspedes, por ser un soporte y un apoyo para mi vida.

    A toda mi familia.

    A Anselmo Flores G. por ser mi mano derecha, un gran apoyo en cada proyecto.

    A Sebastián Rodríguez Garzón, por ser incondicional y parte de mi familia, a quien quiero como un hijo.

    A mis amigos Gabriela del pilar Guauque, Yudi Liliana Sánchez y sus respectivas familias, por siempre estar y apoyar cada momento de mi vida, por más oscuro que pareciera.

    Y a todos esos amantes de la ficción, la magia, la intriga, a ti, que hoy tienes este libro en tus manos, con todo mi amor.

    AGRADECIMIENTOS

    Agradezco a Dios por todo lo que ha hecho en mi vida, por darme pruebas y facultades para superar cada obstáculo. Agradezco a Dios por su infinito amor, por demostrarme que todo se puede lograr cuando vamos de su mano.

    Agradecimientos especiales a Joseph Acosta y a María Elisa Herrera Molano, por su apoyo y por creer en este proyecto.

    Y mi más sincero agradecimiento a ustedes, que se toman el tiempo de entrar en esta historia, que está hecha con el más profundo amor para esos lectores apasionados.

    31 de octubre 11:30 p. m.

    Elloi

    CAPÍTULO 1

    Entre truenos, relámpagos y rayos, en medio de una tempestad desbordada. Una anciana cruzaba un río caudaloso, con gran esfuerzo y sostenida de un bastón, llevaba en sus espaldas un bolso negro y caminaba con gran dificultad bajo la lluvia por el cauce de aquel cuerpo de agua... murmuraba entre los dientes una y otra vez:

    —¡Debo llegar a tiempo!, ¡debo llegar a tiempo! —Reflejando en su rostro gran preocupación.

    Al otro lado del río se mira una humilde casa hecha en moriche y encerrada en lonas de tela, con un suelo frío en tierra negra y algo húmedo. Se veía salir un humo espeso de aquella humilde vivienda, donde habitaban 8 niños, todos de edades secuenciales; acompañados por su padre, y una parturienta a punto de dar a luz, que no dejaba de quejarse. Aquella mujer estaba acompañada del temor, pues no había nadie que pudiera ayudarle en ese momento de dolor y tensión; Danmoll, su esposo, no era un hombre que le brindara tranquilidad, ni tampoco suficiente apoyo, él se sentía inútil ante la situación y muy nervioso.

    —Mariel, ¿qué hago?, ¿será que usted no se aguanta hasta mañana? —dice Danmoll sintiéndose abrumado.

    —No, Danmoll, ¡no puedo más! —dijo Mariel dando un grito de dolor—. ¡El bebé ya está por nacer! Vaya y llame a la vecina Juana.

    Juana era conocida como la comadrona, se le decía así a aquella persona que no era médico y ayudaba a asistir los partos. Mientras Danmoll se alistaba para salir, relampagueaba tan fuerte como si de verdad el firmamento se cayera a pedazos, se sentía temor acompañado de horror. un sin sabor y un frío que traspasaba hasta los huesos. Había en la casa un temor inexplicable, que invadía lo más profundo de todos sus habitantes.—¡Mami, tengo miedo! —gritaban angustiados aquellos niños mientras lloraban y corrían al lado de Mariel, al momento que se desprendían las ranas que brincaban encima de ellos, asustadas, como si algo las empujara hacia adentro de la vivienda. Con los relámpagos, se podían ver los sapos y ranas saltar dentro de casa y a los niños subidos en la cama de Mariel.

    Los truenos se oían cada vez más fuertes, como si se acercara el fin del mundo. se escuchaban los caballos relinchar y sus fuertes galopes, corrían asustados, como si huyeran de algo. Se observaban ovejas espantadas corriendo y era aún más inexplicable la extraña conducta de las aves, que al huir se sentían chocar entre los árboles, abrazados por esa fría oscuridad. Revoloteaban sin dirección, las velas se apagaban una y otra vez, la lluvia, con gran tempestad, transmitía desesperanza y un temor indescifrable. La parturienta lloraba y oraba al Dios de los cielos, con tal angustia llamaba a sus hijos para tranquilizarlos, pero ellos no hacían más que llorar y gritar.

    Mariel oraba con ellos diciendo:

    —Todo estará bien, vengan, mis niños, todo estará bien. Dios está con nosotros, oremos que todo esto ya pasará.

    Al paso de unos minutos, Danmoll salía hacia la puerta para buscar a la comadrona Juana, pero en ese preciso instante, aquella anciana que había cruzado el río caudaloso abre la puerta en medio de un relámpago; se iluminó la figura de aquella mujer, mojada por la lluvia, entrando a esa humilde vivienda dice:

    —¡Danmoll! Pásame agua caliente y paños ahora.

    Danmoll corrió obedeciendo a aquella mujer, muy sorprendido de verla en su casa en tan buen momento.

    Trataron de prender las velas y mecheros (que eran frascos con ACPM con un tipo de tela al que encendían) para alumbrar, pero fue imposible, la brisa seguía imparable arrastrando con todo a su paso. Hasta que finalmente, en medio de la oscuridad, se escucha un llanto de un bebe molesto. Los relámpagos no dejaban de sonar, ¡eran cada vez más fuertes!, alumbrando en medio de la oscuridad espesa.

    Un llanto molesto de un ser recién nacido, un trueno y un relámpago. mismo relámpago que deja ver el cuerpo del bebé, mostrando que en su lado izquierdo su piel era oscura como la noche negra y en su otra mitad de su cuerpo blanca como la luna plateada, con un brillo muy especial en sus ojos, ese brillo que solo tienen las personas que vienen a este mundo a hacer cosas grandiosas, para bien o para mal.

    La partera tomó a la bebé en sus manos y salió con ella hacia la puerta del patio; en medio de la tempestad y gran oscuridad la ofrece a la noche como si le estuviera regalando algo al infinito, pronunciando frases ininteligibles se reía con una felicidad aterradora.

    Mariel reclama a su bebé asustada, preguntando:

    —¿Qué es?, ¿niña o niño? Pásame a mi bebé.

    La partera, que resulta ser suegra de Mariel, responde con gozo y júbilo:

    —¡Es niña! Es la heredera de mi linaje. —Esbozando una sonrisa malvada y dando carcajadas repetía estas frases una y otra vez.

    Mariel y Danmoll no entendieron lo que ella quiso decir, en realidad nadie lo entendió, sin embargo, no sentían confianza en ella... pues se notaba que sus intenciones eran impuras.

    Los papás reciben a su bebé en brazos, todos querían conocer a la nueva integrante y con mucha alegría la abrazaron y cargaron mientras se oía:

    —Es una niña muy hermosa.—Serás importante, mi amor, estás en este mundo para cosas grandes y maravillosas, mi pequeña Sammy —decretaba su madre con inocencia.

    Ya eran las doce en punto de la madrugada. En ese instante dejó de llover, dejó de relampaguear y tronar, los perros dejaron de aullar, todos los animales volvieron a su puesto, eran en punto las doce de un 31 de octubre, el mes y día de las brujas. En una casa donde se sentía la escasez y el hambre en familia, unos bellos niños, una madre dulce y buena y, además, un padre de mal carácter y agresivo, formado por una madre y un padre de dudosa reputación, llamados Antoniel y Elloi, con acciones que dejaban malos comentarios, huían como gitanos, pues eran perseguidos a causa del mal que hacían...

    Danmol

    CAPÍTULO 2

    Danmoll era uno de los hijos mayores de 20 hijos que tenían Elloi y Antoniel, padres y esposos, pero también primos hermanos que habían decidido vivir juntos como pareja. Esta relación trajo una generación de pecado y maldad.

    Danmoll y otro hermano eran diferentes a los miembros de su familia, pero aun así los acompañaba una maldición consanguínea, eran difíciles de comprender por su mal carácter y proceder. Para poder romper esa maldición Danmoll debía encontrar el verdadero amor y ser amado por una mujer y su descendencia.

    Esta problemática y particular familia decidió mudarse a un pueblo muy conocido por ser de buenas personas y trabajadoras, un pueblo de prosperidad y paz. Ellos debían marcharse antes de que fueran linchados por la comunidad donde habitaban, pues sus obras eran macabras y estaban siendo acusados y asediados por perturbar la paz y el funcionamiento de la comunidad.

    Al llegar la medianoche la familia de Danmoll salía del pueblo, esa noche habían desocupado su vivienda con la esperanza de salir siendo imperceptibles, pero fueron sorprendidos por la población donde les dieron de pedradas. Les gritaban:

    —¡Fuera de aquí, malditos desgraciados!

    —¡Ladrones y brujos!

    —¡Los vamos a quemar!

    La comunidad estaba cansada del mal obrar de esta familia, así que decididos los sacaron de su gente buscando calma.

    Elloi y Antoniel salieron con sus hijos en medio de la oscuridad en una carreta, unos a pie y otros a caballo rumbo hacia un pueblo llamado Cumai. En este pueblo, días más tarde empezaron a buscar empleo con la intención de conocer e indagar sobre esta comunidad, humilde y buena.

    Cumai era un lugar donde abundaba la comida, por tener tierras productivas. Su gente era trabajadora. Los nuevos poblanos escucharon sobre una familia muy especial por tener los mejores cultivos y animales, ellos se llamaban Francisco y Ana Mercy, quienes tenían tierras extensas y muy productivas.

    Una mañana alguien tocó la puerta de la casa de don Francisco.

    —Patrón, hay un forastero preguntando por usted, dice que quiere conocer al dueño de tan bella hacienda —dijo uno de los trabajadores de confianza de la hacienda.

    Don Francisco salió a recibir la visita.

    —Muy buenos días —saluda el forastero; un hombre apuesto y de buena apariencia, bien vestido y gran actitud de aspecto varonil. Con frases amables diciendo al dueño de la hacienda:

    —Tenga usted un buen día, caballero —se presentó—. Mi nombre es Danmoll Romeiro.

    —Mucho gusto, joven, soy Francisco. Cuénteme, joven, ¿en qué puedo servirle?

    —Me gustaría que me diera la oportunidad de laborar en tan bella propiedad y hermosos cultivos, poder colaborar y aportar con mis manos apoyo a la producción de sus frutos, don Francisco. Nada me haría más feliz que poder laborar con usted, respetado señor.

    Don Francisco, hombre de buena fe, le invita a pasar a su casa a desayunar.

    —Pase usted, joven, siga y desayunamos, las costumbres de don Francisco eran que todo el que estuviera en su casa o llegara de visita se le servía alimento en horas puntuales de comidas.

    Él quería conocer más a Danmoll así que lo invita a pasar al comedor mientras lo interrogaban.

    —Cuénteme, joven, ¿qué sabe hacer usted?

    —Yo hago de todo lo que me manden, don Francisco, sembrar yuca, plátano, lo que usted me ponga a hacer —responde Danmoll entusiasmado.

    —Ahhh, ¡qué bien, muchacho!, ¿y de dónde es usted? —pregunta don Francisco.

    —Somos de un pueblo llamado Medellín. —Danmoll inspeccionaba todo a su alrededor como si quisiera ver algo más, se sentía inquieto.

    En la hacienda se encontraban 2 de los hijos de don Francisco, la bella esposa y sus criados. La esposa de don Francisco se llamaba Ana Mercy y tenían 5 hijas y 4 hombres, que habían sido formados con valores y excelentes profesiones. Sin embargo, Danmoll ese día solo pudo distinguir a los dos que estaban en casa: Juan Manuel y Luis Eduardo, quienes solo saludaron a Danmoll.

    Juan Manuel se presentó y le dijo:

    —Buenos días, amigo, ¿cómo está usted?

    —Buenos días, caballero, muy bien, ¿y usted?

    —Bien, sí, señor —responde amablemente Juan Manuel, tomando asiento para desayunar.

    A Danmoll le sirvieron el desayuno y al verlo quedó impactado y antojado: era un plato lleno de alimentos, entre ellos cuatro arepas rellenas de queso, un gran trozo de carne guisada, plátano verde asado, caldo con abundante papa y costilla de res, y de sobremesa chocolate y envuelto de maíz. Al ver tanta comida se sintió muy agradado y comió casi todo con tal gusto y sorprendido de ver tanta comida. Era de muy buen apetito y con ese desayuno quedó claro para Danmoll la abundancia y bienestar de aquel lugar, cosas que lo impresionaron.

    Los demás hijos de don Francisco se encontraban unos en la ciudad y otros en el pueblo, comprando la despensa para las necesidades de la hacienda. Finalmente, don Francisco, hombre bueno, le dice a Danmoll que le da la oportunidad de laborar en su hacienda, diciéndole:

    —Bueno, joven Danmoll, le voy a dar oportunidad aquí, su labor será coger los granos de café. En verdad es el mejor café de toda la región, debe comenzar mañana, traiga camisa de manga larga, sombrero y botas.

    Acordaron el pago (de hecho, un buen salario) y pactaron todo lo referido a su labor. Danmoll le agradece a don Francisco y se compromete a hacer su labor de la mejor manera y se despiden con un estrechón de manos.

    Pasaron 8 días y don Francisco siempre estaba pendiente del bienestar de sus trabajadores con comida, meriendas y muy buena hidratación; se mostraba muy humano con todas las personas en sus cosechas. Un día, don Francisco envía a una de sus hijas mayores y, de hecho, la más hermosa o como le decía él «su tesoro más preciado».—Mariel, hija, vaya y lleve la merienda a los trabajadores, deben de estar hambrientos y sedientos —exclamó—. Ya sabes, hija, como dice el viejo refrán «el que trabaja no come paja ni bebe agua como el buey».Mariel respondía con amabilidad y obediencia:

    —Enseguida, padre...Mariel era una joven hermosa de larga y brillante cabellera como el sol, de rostro dulce y sonrisa amplia con mirada de ángel, así la describen quienes la conocían. Su cuerpo parecía el de una sirena, tan bella que todo quien la mirada solo podía admirarla. Pero la hacían más bella sus valores, era humana, atenta, respetuosa y siempre feliz.

    Cuando se despertaba en las mañanas cantaba con su dulce voz, las aves llegaban como si quisieran escucharla y corear junto a ella. Ella observaba el firmamento como si viera algo hermoso o conversara con los ángeles. Sus amigos y familiares decían que tenía sonrisa de ángel y siempre se veía con un sentido y servicio social.Mariel, obedeciendo la orden de su padre Francisco, se puso en marcha a llevar merienda a los trabajadores: agua de caña fría y arepas de maíz en un canasto. Cuando se acercaba al cafetal empezó a escuchar una melodía, alguien cantaba y mientras se iba acercando sentía un agrado y fascinación por su voz, como si la hubiera escuchado antes. Sentía felicidad, se acercó donde estaba el hombre que cantaba y descubrió un apuesto caballero.

    —Qué hombre tan guapo, y su voz tan melodiosa —pensaba Mariel.

    El apuesto hombre era Danmoll, se vieron fijamente.

    —Buen día, caballero —saluda Mariel—. ¿Desea usted merienda y algo de beber?

    Danmoll, casi paralizado ante tanta belleza y dulzura, solo pudo decir:

    —Buenos días, señorita. —Tomó la merienda rozando sus manos en las manos de tan dulce dama.

    No podía quitar la mirada de la bella Mariel y, a su vez, ella fijó sus ojos directos a los de Danmoll. Intrigada y nerviosa, sintió que ya nada podría ser igual, su corazón no dejaba de latir con tal fuerza que lo sentía salir de su pecho. algo mágico, quizás.

    Pasaron los días y Mariel no dejaba de pensar en aquel apuesto y mágico caballero. Su encuentro había cambiado su vida y su destino para siempre. Ella se sentía muy nerviosa de solo pensar en volver a verlo. Por su parte Danmoll tampoco dejaba de pensar en ella, solo preguntaba a los otros obreros quién era ella.

    —¿Quién es ese ángel?, ¿de dónde salió? —preguntó.—Ni la mires, es la hija de don Francisco, es su tesoro más preciado —responden los obreros.

    —¡Qué hermosura de mujer! —dijo Danmoll fascinado.

    Mariel

    CAPÍTULO 3

    Pasaron algunos días y Danmoll empezó a soñar con la bella Mariel, a su vez, ella también lo pensaba a todo momento.

    Un día Mariel volvió al cafetal a llevar la merienda y Danmoll había escrito una canción para ella en forma de poema. A medida que ella empezó a entrar al cafetal escuchó la voz de Danmoll tarareando una melodía en la cual se oía su nombre entre líneas.

    —¿Dónde andarás, mi bella Mariel? —Ella se acerca a él con una amable sonrisa.

    —¿Deseas merienda? —exclama con voz delicada.

    Danmoll, con una sonrisa coqueta y feliz, responde:

    —Gracias, señorita, cómo despreciar tal detalle de tan dulce y bella dama —preguntando continúa diciendo—. ¿Qué hace una bella dama tan pura y radiante trayendo merienda a obreros? —¿Y qué tiene de malo? Es un oficio con dignidad y humanidad —responde sencillamente Mariel.

    Entre sonrisas y risas, Danmoll la miraba como si quisiera robar de ella sus ojos y su boca, estaba tan impregnado con su voz y su perfume a rosas. Él no quería dejar de verla.

    Pasaron días y ella seguía visitando su cafetal. Todos los días se levantaban los dos pensando el uno en el otro. recordaban cada frase dicha y cada gesto, cada uno con deseos locos de un beso. Danmoll era un conquistador sin escrúpulos y Mariel, tímida e inocente, lo veía con los ojos del amor.

    Habían pasado ya 3 meses de amistad, donde se empezaron a encontrar más seguido, dieron rienda suelta a ese amor y pasión desenfrenada. Jugaban en el cafetal y corrían como niños, ella se escondía detrás de los arbustos retirados del cafetal y Danmoll la buscaba, todo era risa tras risa.

    —¿Dónde está mi sirena? —le silbaba entre risas.

    Siempre la encontraba y se tiraban a un arroyo que había cerca del arbusto, donde se amaban con gran locura, estaban enamorados sin retorno. Mariel se había entregado con todo su ser y gran pasión a Danmoll.

    Mariel confiesa a su hermana Anahí, una de las menores:—Estoy preocupada, tengo novio, es el joven Danmoll, el recolector de café. Estuvimos juntos, y he dejado de menstruar —dice Mariel preocupada.

    —¿Pero qué hiciste, Mariel?, debes visitar al médico, no esperes a que nuestro padre se entere —responde Anahí.

    Mariel hace caso a su hermana Anahí, visita al médico y se entera de que trae vida en su vientre.

    —Señorita Mariel, usted está alentada, está llena de vida —exclama con una gran sonrisa el médico—. ¡Trayendo vida! Usted está embarazada.

    —¿Cuánto tengo de embarazo?, esto no puede ser —le pregunta Mariel angustiada y exaltada. —Ella quedó desconcertada ante el diagnóstico del doctor, quien le dice que debe andar con cuidado.—Por fecha tienes 6 semanas de embarazo.

    Mariel llora y teme por sus padres, sabe que a ellos no les va a gustar la noticia, llora desesperada, no sabe qué hacer, pero tiene claro que Danmoll debe saberlo, pues es fruto del gran amor de los dos... que sus padres no lo aceptarían, pues no era bien visto que una dama sin casarse trajera hijos al mundo.

    Una tarde de juegos y amores, la bella Mariel entre llanto le dice:—Danmoll, debes saber algo: ¡¡Estoy embarazada!!

    —¿Cómo dices? —exclamó Danmoll—, ¿estás segura de lo que dices?

    —¡Sí!, ¡visité al médico! Él me lo ha confirmado.

    Danmoll la abraza y besa diciendo:—Amor mío, todo estará bien, cuida bien de mi muchacho hasta que llegue al mundo.

    —Amor, debes irte de la hacienda antes de que mis padres se enteren, debe ser pronto —responde ella.

    —No importa, Mariel, seguro don Francisco nos dejará vivir juntos —dice inmediatamente Danmoll.

    Pasaron días y el cuerpo de Mariel cambiaba al ritmo en que crecía un nuevo ser en su interior, por lo tanto decide contarle a sus padres, pues ya iba a entrar a 2 meses de embarazo. Cuando los padres de Mariel supieron se enojaron y decepcionaron.

    —¿Cómo se atrevieron a tanto, Mariel? No pensé que fuera capaz de actuar de esa manera, dañaron mi confianza, ese hombre no es digno de hacer parte de esta honrada familia —exclamó muy enojado—. Se metió con un don nadie, Mariel —gritaba temblando de ira y tristeza—. Él y su familia no son dignos de hacer parte de nosotros, son gente sin escrúpulos ni valores, ni siquiera se tomó usted la molestia de saber qué clase de personas son.Pues don Francisco ya había escuchado malos comentarios de la familia de Danmoll. Con enojo y determinación, los padres de Mariel tomaron la decisión de que debía irse de casa, don Francisco, entre llanto e impotencia, debía tomar esa decisión, pues no era un buen ejemplo para sus hermanas, Danmoll debía hacerse cargo de ella. Era tanta la decepción de don Francisco que los sacó de la hacienda inmediatamente y sin titubear.

    Mariel no conocía la procedencia de Danmoll y su familia, pero lo siguió ciegamente al pueblo con sus maletas, rentaron un cuarto mientras veían qué hacer. Danmoll lleva a Mariel a conocer su familia, Mariel no sabía lo que le esperaba.

    Los hermanos de Danmoll reciben la visita de Mariel, se vieron maleducados y murmuraban al tiempo que la veían con morbo y actitud grosera. Murmuraban en voz baja y se reían de ella. En ese mismo instante ella supo que no iba a ser fácil la relación familiar.

    Se sentó junto a Danmoll que aún se sentía muy molesto y ofendido por los comentarios de don Francisco y empezó a beber licor con sus hermanos.

    —¿Qué te pasa, hermano? —preguntó uno de ellos.

    —Pareciera que te hubieras comido un caldo de hiel ja, ja, ja, ja.

    Con grandes carcajadas todos los que estaban presentes se reían de Danmoll, mientras él empezó a beber más rápido diciendo frases hirientes de los padres y hermanos de Mariel frente a ella.

    —¿Cómo les parece? Mis suegritos y mis cuñados dicen que soy un don nadie, me gritó ese viejo hijo de puta. malnacidos de mis cuñados. ¿Qué creen? Lo máximo esos diez hombres honorables —decía Danmoll ofendido —me humillaron y me echaron como un perro, ni siquiera dejaron a su propia hija. ¡Viejo hijo de puta!

    Ella escuchaba en silencio y triste, extrañando a su familia y sus buenos hábitos. Solo podía callar y esperar que ese instante pasara pronto con dolor en su alma de escuchar tal cantidad de malas palabras, a lo que claramente ella no estaba acostumbrada. Solo en silencio cerraba sus ojos para no ver más a Danmoll molesto y una gran tristeza que no dejaba salir palabra alguna de su boca.

    CAPÍTULO 4

    Copa tras copa, pasó el tiempo y los padres de Danmoll llegaron a casa, don Antoniel y Elloi saludaron:—Buenas tardes, hijos míos —saludó con voz fuerte y observó a Mariel de arriba hacia abajo, inspeccionando.

    Mariel estira su mano y muy formal la saluda, al tiempo que estrecharon sus manos, sintió una energía negativa, sintió miedo de ella. No podía explicar esa extraña sensación hacia ella.

    Mariel se sentó al lado de Danmoll, lo tomó de la mano con angustia, solo quería salir corriendo de allí. Don Antoniel se acercó a Mariel y, con burla, tomó su mano y le dijo:

    —Bienvenida a la familia, bella mujer.

    Ella retiró su mano incómoda, solo quería salir de ahí. Danmoll seguía sentado y ella no tuvo más que sentarse junto a él sin emoción alguna, respondía las preguntas que allí le hacían indagando todo sobre ella y su familia.

    —Dígame, Mariel, ¿cuántos hermanos varones son y cuántas hermanas tiene? ¿Cuántos hay casados y cuántos solteros?, ¿y de qué edad? —preguntaba Elloi, viéndola fijamente a los ojos.

    Ella respondía con timidez y miedo, sentía que ellos eran malas personas. Logró convencer a Danmoll de volver al pueblo, al cuarto que habían alquilado.

    Salió muy preocupada de allí, pues no llevaba ninguna buena impresión de ellos, sabía que no era la familia con la que ella quería compartir.

    Después de dos días, Danmoll logró conseguir un nuevo empleo, y a los 15 días, llegada la tarde de un domingo Danmoll le propuso matrimonio a Mariel.—Mi querida Mariel, hoy le doy gracias a Dios por tu vida, quiero que formemos una familia feliz y en bendición de Dios. ¿Quieres casarte conmigo?Llevaba un anillo de compromiso del tallo de la rama de un árbol, con flores silvestres, a la madre de su hijo.

    —Te entrego este anillo, hecho con mis propias manos, con todo mi amor para ti. —Ella lo amaba con todo su ser, así que eso la hizo muy feliz.

    —Claro que acepto, amor mío, es el anillo más hermoso que mis ojos han visto, te amo —dijo con voz romántica, y, dándole un abrazo y un beso con gran pasión, lloraba y reía al tiempo.

    En sus ojos se veía un brillo de júbilo y aun en medio de la escasez, se sentía la mujer más dichosa y feliz del mundo, pues, su amor por Danmoll llenaba todo su ser, por lo que aquellos lujos que tuvo en casa eran insignificantes para ella. Mariel era una mujer soñadora y feliz, ella soñaba con ver a su hijo en sus brazos, un cuarto con una cuna brillante lleno de arreglos especiales, ¡pero no tenía nada aún para ofrecer a su bebe más que sus sueños y su amor! Su mente solo la entretenía soñando despierta, para no sentir su pobreza con Danmoll.

    Él no era un hombre educado, por lo que tenía malas actitudes y se expresaba de forma inadecuada, grotesca y un tanto vulgar, cosas que se evidenciaron cuando entró en confianza con aquella delicada dama; ella empezó a notar estos comportamientos y se sorprendió, pues era una nueva faceta para ella, sin embargo, lo amaba y no le daba importancia a ciertos detalles, pues pensaba que esto pasaría o que era producto de los eventos del último tiempo.

    Mariel era una mujer dulce y muy tranquila, criada en fe y con la esperanza de que todo mejorara, se centró en el bebé que llevaba en su vientre. Trabajaba en embellecer su nido de amor con detalles sencillos pero llenos de amor; una tarde llegaron los padres de Danmoll a visitarlos.Elloi, en voz baja, llama a Danmoll.—Hijo, ayuda a tus hermanos a casarse con tus cuñados, mira que esa familia parece ser un buen partido para la nuestra.

    —No, madrecita, yo no les haría ese daño a mis hermanos —responde Danmoll con cara de enojo y un rastro de tristeza en su voz.

    Elloi, sorprendida con la declaración de su hijo, le pregunta:—¿Por qué dices eso, hijo? ¿Esa gente se atrevió a ofenderte?Él le cuenta que se sintió rechazado, ya que no aceptaron el amor que sentía por su Mariel, lo menospreciaron y, según él, lo habían humillado por su procedencia.

    Ella se sintió ofendida, enfurecida, tomó a su esposo de la mano y se fueron a su casa. En el camino Elloi le cuenta a Antoniel sobre la reciente confesión de su hijo.

    —¿Cómo le parece? Esa gente se está creyendo superior, tenemos que tomar cartas en el asunto, NADIE HUMILLA A UN HIJO NUESTRO, NADIE —exclamaba Elloi enojada, con la respiración agitada.

    Los padres de Danmoll usaban la magia negra, eran conocidos por esto, a Elloi la llamaban pitonisa y era temida por su poder, todos en el pueblo los conocían como hechiceros y malas personas. Ella era una mujer de un poder enorme maligno y no soportó el rechazo de los padres de Mariel, así que juró que acabaría con todos, con odio y decepción.—Esa familia se arrepentirá del momento en el que lastimaron a mi hijo, van a sufrir y se van a acordar de nuestro nombre, van a ser desgraciados y ellos sí van a morir miserablemente.

    CAPÍTULO 5

    Pasó un mes desde ese evento, y Mariel y Danmoll finalmente apresuraron los preparativos para la boda, pues el vientre de aquella enamorada ya crecía y su vestido de novia lo dejaría notar. Entre alegrías y angustias llegó el día más esperado de Mariel, su matrimonio.—Gracias a Dios, por fin llegó el día —dijo Mariel con gran felicidad mirando al cielo.

    Sus padres la acompañaron a la iglesia a las 9 a. m., ese sábado que sellarían el cambio de sus vidas, para siempre.

    Don Francisco amaba con todo su ser a su pequeña Mariel, él quiso acompañarla y advertirle sobre los padres de Danmoll. La abrazó y lloró con gran tristeza, diciéndole en secreto mientras la abrazaba con fuerza entre su pecho:—Hija mía, ten cuidado con Danmoll y su familia, tienen muy mal concepto de ellos todos en este pueblo, he averiguado y parece que son hechiceros —susurraba al oído de su hija—. Cuídate, hija, mi gran tesoro. Yo estaré para ti cuando me necesites, hija mía —siguió Francisco mientras lloraba y sentía que se quedaba sin aire.Salió de la iglesia, no quiso acompañarla a su festejo, no quería a Danmoll ni a su familia y sabía que no debía estar

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