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Charco
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CHARCO por Myrna Ivette Lugo Ramírez es una fascinante mirada al origen del Cuerpo Humano desde la perspectiva de los órganos. Los órganos usan su imaginación y autoconciencia para crear sus funciones y relaciones con otros para mantener el Cuerpo vivo. Sus similitudes son obvias, como también lo son sus diferencias, aunque ellos no las perciben con claridad. El mensaje de CHARCO es que no importa cuán diferentes seamos, las cosas que sabemos o hacemos, la humanidad siempre dependerá de otros. Esa es una poderosa razón para mostrar respeto y amabilidad a otros, ofreciendo oportunidades que incluyan todo tipo de talentos.

About the Author
Myrna Ivette Lugo Ramírez nació en el año 1977 en Hermosillo, México. Obtuvo la licenciatura de derecho en la Universidad de Sonora en el año 2000 y una maestría de justicia criminal en la Universidad de Boston en el año 2008. A la Señora Lugo le encantaba escribir ficción desde que cursaba la secundaria. Su inspiración nace de la naturaleza, la humanidad, y la justicia. Las historias de Lugo están enfocadas en la empatía, la inclusión, la diversidad, la generosidad, y en una forma creativa de hacer este mundo un lugar placentero y pacífico donde vivir. La Señora Lugo reside en Juneau, Alaska desde el año 2001.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento27 mar 2024
ISBN9798888127605
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    Charco - Myrna Ivette Lugo Ramirez

    NOTA PARA EL LECTOR

    Hay muchas similitudes entre el planeta tierra y el cuerpo humano, especialmente la conexión que comparten. La tierra nos alimenta, nos guía y nos protege de muchas formas. También nos mete en problemas y nos asegura que la solución de cada problema está en ella misma. La tierra, al igual que el cuerpo humano, es un misterio. Nos habla de diferentes formas: con cada amanecer, con vientos, con lluvia, con sequía y, lo mejor de todo es que nos permite experimentar su inmensidad. Cada cuerpo humano simboliza un diminuto planeta tierra que comparte con otros humanos sus habilidades únicas para complementar vacíos simultáneos.

    Muchas veces, la gente dice a otros:

    - Cada uno tiene lo que se merece.

    - Sabían que había consecuencias, y, aun así, lo hicieron.

    - Si lo hubieran hecho diferente, no estuvieran lamentándolo.

    También, se dicen a sí mismos:

    - Fue mi culpa. ¿Por qué lo hice?

    - Haré lo que sea para proteger lo que es mío.

    - No me arrepiento de nada. Si volviera a nacer, lo volvería a hacer.

    Nadie merece pasar por una situación injusta. Cada uno reacciona de acuerdo con la formación que ha recibido; sin embargo, el mundo en que vivimos posee lugares en los que somos bienvenidos, y hay otros en los que no lo somos. Hay lugares en los que fluimos y otros en los que dudamos. El tiempo no se detiene y tenemos que saber cómo administrarlo para que nos sea suficiente y cumplir nuestras metas. Las personas con quienes decidimos rodearnos son fundamentales para nuestro éxito o fracaso. Solo tenemos que confiar en nuestra intuición.

    El cuerpo humano está integrado por órganos y otras partes fundamentales que lo hacen un Cuerpo. Todos los órganos son esenciales porque están ligados entre sí, desde el órgano más simple, hasta el más complejo. Podemos vivir sin ciertas partes del cuerpo como el cabello, dientes, extremidades, apéndice, un riñón, parte del hígado, o parte de un pulmón, pero esto no significa que esas partes no sean necesarias. Supongamos que carecemos de ciertas partes del cuerpo, en ese caso, otros órganos tienen que esforzarse más de lo normal para desempeñar la función de la parte del cuerpo que carece, aunque no será con la misma habilidad y calidad. Lo que le pasa a un órgano o parte del cuerpo le afecta a todo el cuerpo. Si bien es cierto, tarde o temprano, nos vamos a morir, y esas personas, salvo muerte accidental, mueren dependiendo del estilo de vida que llevan y de las decisiones que toman. Por ejemplo, del número de horas que duermen, de los alimentos que consumen, de las actividades físicas y del trabajo que realicen, de los lugares que visiten, del trato que dan y que reciben. La muerte es simplemente la conclusión de ese estilo de vida.

    Estar en el lugar correcto, en el tiempo correcto, con las personas correctas, es la clave para tener una vida armoniosa. Siempre hay barreras que se interponen en el proceso de lograr ese balance. ¿Cómo se puede identificar el lugar correcto? El lugar correcto es aquel que te hace sentir bienvenido, cómodo, y tu presencia es agradable con lo que se encuentra en él. Si ese lugar cumple estos tres requisitos, quédate. Si percibes lo contrario, aléjate. El tiempo correcto es aquel que llega por sí solo o buscándolo. Es cuando la oportunidad de hacer algo se presenta naturalmente y se hace posible con los medios disponibles en ese momento. Cuando las situaciones son forzadas, no aceptadas, o alteradas, es cuando se presume que no es el tiempo correcto para que eso ocurra. Las personas correctas son aquellas que muestran lealtad, que siempre procuran el bienestar de los demás, que arreglan las diferencias que pudieran existir entre ellos de manera amable, respetuosa y que no se aprovechan de su confianza. Cuando estos tres elementos coinciden en la vida, deben ser tomados seriamente y se debe hacer algo grandioso con ellos porque solo suceden pocas veces en la vida. De ahí la frase que dice: El universo conspiró a nuestro favor.

    Este libro está dedicado a la celebración de la diversidad, pues, sin ella, nuestras opciones serían limitadas. Esta multiplicidad se convierte en complicidad cuando conocemos y entendemos el comportamiento y funcionamiento de algunos órganos del cuerpo humano. Cada órgano narra un cuento de su origen, experiencias significativas y sus tropiezos más notables. Los órganos externan sus similitudes y roces con otras partes del cuerpo o con la vida misma y, a su vez, los transforman en desarrollo. Si los órganos tuvieran voz, ¿cómo se describirían a sí mismos? ¿De qué estarían hechos? ¿Qué tipo de vida elegirían tener dentro de un cuerpo? ¿Cuáles son las inquietudes que les gustaría dar a conocer? ¿Cuáles son las que guardarán herméticamente para que los humanos puedan descubrirlas por sí mismos? ¿Cuáles son las cosas que el humano cree saber de los órganos, y que de hecho desconoce?

    Este encuentro entre órganos despierta la forma más ocurrente de identificarse entre ellos mismos. Se dan cuenta de que sus vivencias, composiciones y funciones son similares, aun siendo tan diversos. Los órganos narran un poco de su historia, su creación, la razón por la que eligieron ser quien son, su relación con otros órganos, con la naturaleza y con acontecimientos cotidianos de la vida. Examinan los errores como aprendizaje crucial para obtener aciertos y analizan los errores innecesarios que se convierten en crisis irreversibles. Los órganos se comparan a sí mismos con hilos, semillas, molduras, geografía, con los cuatro elementos y con música para describirse a sí mismos y sus funciones. En esta historia, los órganos dejan algunos cabos sueltos para no revelar ciertos misterios o para confirmar lo que ya es bien sabido. Todos los órganos coinciden en que el principio está ligado al final, pues ambos son ciclos inseparables.

     I. SOY MI PROPIO INVENTO

    Antes de que los órganos fueran órganos, tuvieron que iniciar su proceso creativo. De hecho, no tienen forma; su composición es completamente líquida. Ese líquido es parte de un charco localizado en medio de la nada. El charco no tiene movimiento; el viento no circula frecuentemente en ese lugar. No hay personas ni animales que pasen cerca de él. Un día, cansado de estar inmóvil, se le ocurre una idea. Empieza a hacer movimientos en todas direcciones: de norte a sur, de este a oeste, movimiento circular, de arriba a abajo. No llega muy lejos, pero, aun así, está determinado a hacerlo todos los días y todas las noches hasta que suceda algo diferente.

    Pasan los días y los meses. El charco está encantado de ver que su agua está humedeciendo más allá de su marca original, quizá un par de centímetros más allá; de igual forma, para él es un logro colosal. De pronto, se da cuenta de que el trabajo de expandirse es cada vez más sencillo, tratando de llegar un poco más lejos que el día anterior. Esa oscilación le permite asomarse al otro lado del cerro, impulsándose como un columpio. Ese movimiento le da tiempo suficiente para visualizar lo que le rodea. En una de esas ocasiones, se acerca a un objeto duro y pesado, a lo que él le pregunta:

    —Hola. Mi nombre es Charco y vivo a tres pulgadas de aquí. Supongo que somos vecinos. ¿Quién eres tú?

    —Hola, me llamo Piedra. Por un instante, pensé que eras un espejismo, pues nunca te había visto mover como lo estás haciendo ahora.

    Charco se sorprendió de saber que Piedra se había percatado de su existencia, aun siendo inmóvil. Pero su alegría es aún más grande cuando se da cuenta de que Piedra es amigable. Ambos comienzan a charlar y a conocerse un poco.

    Charco prosigue:

    —He estado estancado por mucho tiempo, pero ya no aguanto más. Estar inmovilizado lastima todo. Esperar a que algo suceda es demasiado aburrido. Deseo poder saciar la sed a algún ser vivo o humedecer la tierra a mi alrededor antes de que me seque. Mi existencia no sirve de nada si no busco la oportunidad de humedecer algo antes de que sea demasiado tarde. Por eso me muevo lo más rápido que puedo, aunque sé que, con cada movimiento, me estoy secando más rápido.

    Piedra está escuchando atentamente y dice:

    —Ahora que sé que eres real y ahora que hemos tenido un acercamiento, me gustaría saber si puedo humedecerme un poco en tu agua. Estoy muriendo de sed.

    —Nada me haría más feliz que poder compartir mi agua contigo —dice Charco con emoción.

    Y así, Piedra se sumerge. Ambos se convierten en buenos amigos y empiezan a simpatizar en muchas cosas que tienen en común. Piedra, con el permiso de Charco, invita a otras piedras a que se humedezcan en él. A medida que más piedras se sumergen en él, el agua se divide, formando pequeños pozos. Todo tipo de piedras encuentran cabida en él, desde las más pequeñas y lisas hasta las más grandes y porosas. Ninguna es igual a otra, y todas quieren disfrutar de la frescura del charco.

    Con el paso de los días y con el movimiento constante, se empiezan a formar pequeñas estructuras. Estas se van moldeando con la arena del fondo; se forma un tipo de mapa, el cual modifica la forma original. Al poco tiempo de que Charco empieza a experimentar esos cambios, ciertas plantas silvestres empiezan a crecer a su alrededor, aunque no son parte de ese proyecto.

    —¿Quiénes son ustedes? —pregunta Charco.

    —Somos Hierbas. Disculpa por no preguntar si podíamos o no unirnos a tu diseño. Las piedras acarrearon nuestras semillas adheridas a ellas cuando se sumergieron en tu agua. Crecimos casi inmediatamente. Espero que no importunemos.

    —¡Claro que no! —responde Charco—. Al contrario, entre más variados seamos, el diseño será mejor. De esta manera, nos conocemos y aprendemos unos de otros. ¡Así que bienvenidas!

    Insectos también son atraídos por Hierba, explorando y tejiendo en ella. Todo sucede silenciosamente y está tomando forma. Partes de Charco tienen forma triangular; otras cuadradas, otras redondas y otras hexagonales. Cuando el agua es absorbida por estas masas de arena, piedras, y hierba, se escucha un ruido extraño. Ese ruido despierta el asombro de las formas en ese charco:

    —¿Qué es eso? —pregunta Triángulo sorprendido.

    —Soy yo —contesta Círculo.

    —¿Quién eres? O, mejor dicho, ¿quiénes somos? —pregunta exaltado Cuadrado.

    —No lo sé. Solo sé que somos varias formas en el mismo lugar. Ignoro la razón por la que estamos aquí —dice Hexágono.

    Así, con el pasar de los días y los meses, ninguna forma puede descifrar el propósito de su existencia ni su función, hasta que platicando entre ellas llegan a una conclusión:

    —Ya tenemos mucho tiempo sin movernos. No hacemos nada productivo, y solo vemos hacia arriba al cielo. ¿Será posible que, entre todas las formas en este charco, podemos hacer algo que nos permita ser algo más que un simple charco? —pregunta Cuadrado un poco inquieto.

    —¿Cómo qué? —pregunta Triángulo.

    —Algo que quisiéramos ser, hacer y experimentar. Quizá cada uno tiene el poder de crear su propio diseño y habilidades, y que juntos seamos una combinación de líderes —propone Cuadrado.

    Todas las formas están asombradas con cada idea que surge. Las acomodan, combinan, modifican, desechan unas, toman otras, discuten, se rinden, llegan a un acuerdo y así pasan gran parte del día rompiéndose la cabeza. Filosofan con posibles ideas de diseño y propósito del plan.

    —A mí me gustaría estar en contacto con los elementos, tocar, sentir, descubrir todo lo que me rodea —dice Hexágono.

    —A mí me gustaría resolver problemas y dar órdenes. Eso se me da muy bien. Soy justo. —Dice Triángulo.

    —Yo quisiera bombear líquidos a los lugares donde más los necesitan. ¡Me gusta estar en constante movimiento! —exclama Cuadrado.

    —Bueno, a mí también me gusta estar siempre en movimiento, en contacto con la tierra, y me gustaría ser el soporte de todos ustedes —dice Círculo.

    —A mí me apasiona la comunicación, documentar eventos, y archivarlos para cuando se necesiten —añade otra forma.

    —A mí me encanta construir cosas, renovarlas, y embellecer lugares —plantea otra.

    Surgen muchas ideas, y antes de llevar estas ideas a la práctica, todos los participantes proponen ciertos requisitos para poder realizarlas.

    —Ninguno de nosotros podrá ver el diseño del otro. El diseño debe ser sobre nosotros mismos, lo que significa que nos autoinventaremos con los elementos que estén más cerca de nosotros. Podemos usar piedras, arena, plantas, semillas, y agua. Los mezclaremos y moldearemos hasta conseguir el diseño que se identifique con nuestra personalidad y con la labor que deseamos desempeñar. Tendremos la oportunidad de elegir nuestros propios hilos y texturas. Nadie más podrá ayudarnos a determinar nuestro diseño, pues cada uno tiene control exclusivo sobre el mismo —propone Triángulo.

    —Seremos seres autónomos con características y funciones únicas. Solo nosotros seremos responsables del producto final de esa obra de arte y tendremos el tiempo exacto para concluir cada diseño. Aunque, si nos distraemos, podríamos no terminarlo a tiempo. Los diseños son exclusivos. Sin embargo, tendrán mucho en común con los demás diseños, por estar hechos de los mismos materiales. Dependeremos de todo lo que nos rodea para poder funcionar. Aunque nadie puede hacer lo que cada uno hace, trabajar en conjunto dependerá del funcionamiento armónico del nuevo hogar, al que perteneceremos —recomienda Hexágono. Círculo se adelanta y pregunta:

    —¿Cómo le podemos llamar al nuevo hogar al que perteneceremos?

    Hay un murmullo prolongado. Luego, alguien exclama:

    —¿Qué les parece cuerpo?

    A todos les parece una fantástica idea: ¡De ahora en adelante, nuestro nuevo hogar será un cuerpo! Un cuerpo humano. Todas las formas asimilan esta idea, y algunas de ellas preguntan desconfiadas:

    —¿Y si quiero renunciar?

    —¿Y si no me gusta el proyecto?

    —¿Y si no congeniamos como equipo?

    Hay una pausa. Cuadrado responde:

    —Para que exista el orden en el cuerpo, debemos estar conscientes de lo siguiente:

    1. Viviremos rodeados de seres extraños y también de afines.

    2. Seremos vecinos por un tiempo.

    3. Nos comunicaremos constantemente a través de la naturaleza, físicamente, y los sentidos.

    4. Nuestra actitud será la energía reflejada durante todo el día, y podría cambiar si lo decidimos.

    5. Si alguien desconfía de nosotros o nos traiciona, esa forma lo estará haciendo a sí misma porque cohabitaremos en el mismo sitio. Lo que circula en un extremo eventualmente llegará al lado opuesto.

    6. Cada instante será un misterio. No tendremos conocimiento alguno de las intenciones de los demás o de las enfermedades contagiosas que pudieran compartir con nosotros.

    Triángulo coincide:

    —Me parece razonable. Si alguno de nosotros contrae alguna enfermedad, podemos hacer dos cosas: Primera, podríamos darle la bienvenida y aprender a vivir con ella. Segunda, podríamos confrontarla y hacer lo que esté a nuestro alcance para convencerla de que se retire. En general, las enfermedades y la adversidad tienen el fin principal de realizar una reconstrucción de hechos y hacer una modificación en nosotros. Son la búsqueda para encontrar y colocar las piezas perdidas en el lugar al que pertenecen. En pocas palabras, serán un mal necesario.

    —Si después de haberlo intentado todo, deciden retirarse de este proyecto de vida, entonces lo aceptaremos. Aunque será muy doloroso verlos partir —acentúa Círculo.

    Después de una larga discusión y de responder a las preguntas de cada uno, llegan a un acuerdo.

    —Está bien, acepto. Solo porque me agrada la idea de ser quien soy y hacer lo que más me gusta —dice Hexágono.

    —Además, ya no seremos un charco sin propósito, sino una máquina creada por nosotros mismos, dándole vida a nuestro propio experimento. Seremos independientes y nos ayudaremos cuando estemos en apuros —afirma Cuadrado.

    —¡Qué maravilla! ¡Adiós, Charco! —declara Círculo.

    —Bien, ahora que ya tenemos en mente todos los detalles de nuestro diseño, empezaremos por presentarnos. Por favor, asígnense un nombre, descríbanse, y den una reseña de lo que serán capaces de hacer, desde que nacen hasta que mueren. Incluyan experiencias que les hayan dejado una huella profunda como habitantes del cuerpo, especialmente incluyan cuál será su peculiar contribución para el mundo —concluye Cuadrado.

    —¡Un momento! —grita una de las formas— ¿Qué seremos?

    Hay murmullos, y después de un breve silencio, alguien contesta:

    —¡Seremos órganos! Órganos del cuerpo humano.

    II. SANGRE

    Una de las formas raspa su garganta:

    —Si ustedes me lo permiten, yo empezaré. Mi nombre es Sangre. Como tengo una fecha de caducidad apretada, procedo a hacer una lista de las cosas que son mis prioridades. Y así, la lista es la siguiente:

    1. Aprender a identificarme y aceptarme por lo que soy.

    2. Conocer y analizar mi entorno constantemente.

    3. Evaluar mis capacidades y descubrir formas nuevas de evolucionarlas.

    4. Ser responsable de mis decisiones porque no siempre seré cortés.

    5. El tributo que quiero rendir por mi participación.

    Todas las formas están entumecidas al escuchar las primeras palabras del primer participante. Están atentas, procesando cada palabra y tratando de darle forma a ese órgano. Sangre continuó:

    —Mi diseño es un líquido que circula constantemente por todo el cuerpo para mantenerlo vivo. Me muevo ininterrumpidamente por medio de válvulas y pulsaciones. He elegido mezclar tinta roja con un poco de blanco como mi color. El rojo representa mi tibieza y es también el color de la tierra del charco de donde provengo. El blanco es el color que corrige mis imperfecciones cuando ambos nos mezclamos. Tengo la bondad de fluir, humedecer, limpiar, disminuir altas temperaturas, alcalinizar la acidez, oxigenar el lugar donde habito, resguardar el orden, y regresar a mi origen. Repito el mismo proceso una y otra vez durante el día. Dejo huella por donde paso, pues soy una tinta indeleble que se absorbe en cada uno de los órganos, protegiéndolos de la sequía y la enfermedad. Mi elección de este diseño está basada en que soy energética, social, y servicial. Viajo para llegar a todos los rincones de este ser y distribuir mis dones con todos los órganos. Soy corrediza y flexible, siempre dispuesta a unirme y separarme repetidamente, pues si me quedo quieta perezco. Estoy constantemente pintando el lienzo que plasma una historia única.

    Mi composición química consiste en glóbulos blancos, glóbulos rojos, y plaquetas suspendidas en el plasma. Los glóbulos rojos indican mi fortaleza, pues no cesaré de llevar información hasta el día en que otro glóbulo me reemplace. Los glóbulos blancos significan pureza, pues filtran la información negativa y la balancean. Las plaquetas me cierran el paso cuando hay una ruptura, previenen el desabasto, y ayudan a cicatrizar. Somos glóbulos totalmente diferentes; sin embargo, nuestro trabajo se ve comprometido si no unimos nuestras fuerzas. Tenemos historias y composiciones químicas distintas, y las entendemos a la perfección. Por esa razón, tenemos retos diferentes, y cuando nos unimos, logramos balancearlos.

    Supongamos que nos rechazamos por ser quien somos. En ese caso, no podríamos llevar la información que el cuerpo necesita, y eventualmente, este moriría. Circulamos al ritmo de cada latido, siempre en la misma dirección para llegar a tiempo a los sitios pendientes. Si llegáramos a tener

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