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Cuentos Reales-Mágicos
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Libro electrónico66 páginas53 minutos

Cuentos Reales-Mágicos

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Información de este libro electrónico

Este es un compendio de cuentos del género del Realismo Mágico, escritos a lo largo de varios años. Con temas variados y jugando con el lenguaje y hasta el propio lector incorporándolo en la experiencia narrativa.

IdiomaEspañol
EditorialJon Ridan
Fecha de lanzamiento29 mar 2024
ISBN9798224780419
Cuentos Reales-Mágicos
Autor

Jon Ridan

Siempre me interesó escribir historias, incluso desde pequeño, y leer libros como El Mundo Perdido a los 12 años ciertamente no hicieron nada para cambiar mi opinión al respecto. Convertirse en escritor en mi país, Argentina, es bastante dificil así que decidí convertirme en un realizador cinematográfico (que es aún más dificil), pero escribir siempre fue mi parte favorita de ese proceso también. En 2007, con 20 años, auto-publiqué una antología de cuentos de terror. Después me perdí en la adultez y mi trabajo sin relación alguna con la escritura. Igualmente continué escribiendo, y ahora tengo dos novelas terminadas, muchos cuentos, y actualmente estoy escribiendo mi tercer novela.

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    Cuentos Reales-Mágicos - Jon Ridan

    Cuando comencé a armar este libro, me dije que no repetiría cuentos de otras colecciones (bueno, técnicamente una sola) y creo que logré cumplirlo. Una parte de mi aún quiere combinar ambos libros en una super colección de cuentos todo en uno, pero también debo recordar que más libros cortos crean más tráfico en internet que un solo libro inmenso. Cómo el deber pagar cuentas se apodera de nuestro arte, ¿no es verdad?

    Estos cuentos aquí presentes son cuentos de realismo mágico, con mi infaltable delirio personal. Todos los autores tenemos algo que nos define, y en mi caso creo que es la capacidad de dejarme llevar sin importar lo que es realmente posible. Espero que estos cuentos sean entretenidos para todos al leerlos... aunque lo único que puedo garantizar desde mi lugar, es que fue muy divertido escribirlos.

    Jon Ridan

    No me Importa

    No me importa, que se cague todo.

    La sociedad, los amigos, las primas hermosas, los padres, madres, novias, deseos, aspiraciones... los sueños mismos.

    Que se cague todo.

    Eso es lo que pasó por su cabeza. Eso es lo que pasa por la cabeza de todos cuando uno a veces simplemente intenta pensar en un par de tetas.

    El que diga que no lo pensó, miente.

    El que diga que sí, es un falso e hipócrita.

    Si tan a la mierda se mandaría a todo y a todos, ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué seguir hablándoles? ¿Por qué seguir levantándose para ir a un trabajo mediocre por un sueldo que apenas mantiene a uno por encima de la línea de la pobreza? Para no vivir en la calle, para no ser libre y vivir en el medio de un aislado descampado... Por miedo. Por eso.

    Y ese miedo es lo mismo que lo mantuvo a raya. Lo mismo que lo llevó adonde estaba parado ahora. A lo lejos, el humo de la chimenea del tren que a pesar de tener más de cien años nadie en el desgobierno de turno lo cambió. ¿Por qué seguir votando a los mismos de siempre que te mienten y te dejan con trenes a carbón cuando otros países tienen eléctricos?

    El pie amarrado fuertemente con la soga. Esta vez no iba a tener miedo. No iba a dejarse llevar por las efímeras emociones y sentimientos de su debilidad.

    Su debilidad... Su familia, sus amigos... Hasta su mascota. ¿Verá Enrique la nota que dejó para que cuide a su perro? No. No iba a cambiar de parecer. Era hora de dejar el miedo atrás de una puta vez.

    Levantó su mano cerrada en dirección al tren que se acercaba. Su dedo mayor bien alzado. Estaba marcando tendencia. ¿Cuántos views y likes tendría en este momento? Observó la cámara a un costado de las vías. El viejito de la tienda seguro no tenía idea del uso que iba a darle. Ni idea debía tener de lo que era un "streaming en vivo".

    Esta es mi declaración, susurró. ¡Esta es mi declaración!, exclamó.

    El tren se acercaba velozmente. A cada segundo más ruidoso. A cada segundo más presente.

    El miedo era lo único que quedaba dentro suyo. Quería saltar. Quería apagar la cámara. Quería llorar. Pero no podía. Gritó en la desolada vía mientras caía de rodillas. Se quería rendir. Pero no había salida. Hiciera lo que hiciera, no podía volver atrás. El tiempo no se detiene ante nada ni nadie. Y mucho menos lo haría para un cobarde así.

    Junto a la cámara estaban sus amigos. Sus padres. Su perro que dio un único y suave ladrido. Todos observaban la transmisión. Gente que no conocía. Gente que le quería. Gente que le odiaba. Observó directamente a la cámara. Lágrimas que salían de sus ojos a cataratas. El tren tocaba su bocina. El tren intentaba frenar. Un simple cerrar de ojos y pronto todo terminaría... Excepto en la era de la Internet. En la era de los medios digitales. Donde todo queda eternamente accesible en unos y ceros. Vivos y muertos. Buenos y malos. Y en el centro de todo, las personas que desde las sombras nos controlan y nos dicen qué pensar, cómo vestirnos, qué comer. Incluso lo que está bien y mal. Las nuevas modas. Lo que es sano y lo que no. Lo que es verdad, y lo que es mentira. Lo que es uno y cero.

    El video ya tenía superadas las mil quinientas millones de visitas. Y la

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