Decepciones y Causalidades en Leeds: Corazones Entrelazados, #3
Por Eli Key
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Este libro habla del amor y la amistad, pero también de la dolorosa realidad que comprende una separación. Un sueño roto que se pensaba auténtico. Una mentira disfrazada de romance. Y el encuentro redemido de un presente que ofrece oportunidades para un corazón extraviado que no pensaba encontrar nada en su camino.
Eli Key
Eli Key, de 22 años; oriunda de Gualeguaychú. Provincia de Entre Ríos, Argentina, es estudiante de marketing y trabaja como niñera para poder pagarse sus estudios. A partir de los doce años comenzó a escribir, y no fue hasta que leyó a Charlotte Brontë ya sus hermanas Anne y Emily, que comenzó a interesarse seriamente en la literatura. Después de conocer a Emily Dickinson; Richard Bach; Patrick Leigh Fermor; Megan Mayhew Bergman y Joan Didion, entre otros; se decidió a incursionar en ideas más decentes y prolijas, relativo a la narrativa y a las prolijidades de los textos. A partir de los dieciocho años, se arrojó de lleno a escribir todo cuanto pudiera salir de su pluma. Después de probar en varias plataformas digitales y de explorar los blogs, se decidió autopublicar en Draft2 Digital. Y mientras el país donde vive se debate en un mar de angustias y déficit económico; ella se esfuerza cuanto puede para depurar sus obras. La vida no es fácil, se hace lo que se puede con lo que se tiene, pero al final de una tormenta siempre sale el sol; es lo que dice siempre.
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Decepciones y Causalidades en Leeds - Eli Key
Decepciones y causalidades en Leeds
Corazones Entrelazados
Eli Key
© Todos los derechos reservados
Contenido
Prólogo
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
Prólogo
Mi adorable niña de Cerezos
Cierta vez tuve un sueño. Un sueño que se prolongó durante varias noches. Grandioso y poderoso, pleno de buena ventura. Soñé que hablaba para mis adentros, o reflexionaba quizá y en voz alta, narrando lo siguiente:
En esta primera noche, caminaré a oscuras y en silencio, y no habré de inquietarme por estas, ingenuas señales que percibo en lo más profundo de mis sentimientos, ni me desvelaré en las altas horas nocturnas. No; simplemente, iré en pos de las primeras huellas, esas que mi dulce niña de cerezos y mirada huidiza, tuvo el agrado de dejar, como migajas en el camino, el polen en las flores y la llovizna sobre un seco sendero.
Es tarde, y a diferencia de ayer, el ritmo de las horas ha cambiado. Estoy viviendo en la calma de una fe, confiando en el porvenir de las buenas noticias, y esta, es mi impresión de los hechos: estoy enamorado, enamorado de ella, de sus ojos y de sus labios. De toda su vida, desde su alma, hasta la fuerza misma de su voluntad. Su andar, y el sonido maravilloso de su voz. Ese timbre casi perfecto por el que puedo pasar horas y horas, escuchándolo.
─Hola Alex ─dijo con un leve destello en sus maravillosos ojos castaños y claros. Silencié mí boca después de eso. Ella, se limitó a sonreír, observando que su proximidad me había afectado─. ¿Te quedarás conmigo hoy...?
─Si ─atiné a decir─, me agradaría mucho.
Para mis adentros, y lo más íntimo, era todo lo que deseaba.
Lett, como gustaba llamarla, me vio directamente con su radiante y expresivo semblante.
─Yo, quiero interpretar lo que sientes ─dijo expectante─; y del mismo modo, deseo que tú también lo hagas conmigo, ¿puede ser eso posible?
─Me parece justo. Dado que no es mi intención obviar nada de lo que siento por ti. Te amo Lett, y para mí, es difícil de explicar cómo se dio todo, sin embargo, es lo que tengo y el destino me lo ha obsequiado. Eres un milagro para mí vida, y lo digo con certeza, porque jamás pensé enamorarme de alguien como tú.
─Yo también siento lo mismo. Te amo, y siento que mi alma está entrelazada a la tuya. Nos une una fuerza más allá de nuestra comprensión, incluso del tiempo y el espacio mismo.
Nos abrazamos sin decir nada más. Permitiendo que este instante fluyera en el interior.
En lo personal, pienso que cada encuentro en la vida, en especial, con aquella persona que amarás, es un momento único, perfecto, grandioso e inolvidable. Al punto de que raya en una imposible definición. Es lo que me sucedió con Lett, no lo programé, siquiera se dio a pensar, simplemente ocurrió, y fue un evento de adorable magnitud.
La situación que encerraba esa muy significativa experiencia, fue sorprendente y reveladora.
Siendo la mayor de sus hermanas, no intuí, al menos en un principio, que sería ella: el motivo de, por ese entonces, desesperado intento por enamorarme.
Y lo admito. Yo me arrojé a unas misteriosas aguas nunca antes exploradas. Y en el más claro de los conceptos, sucedió. Mis sentimientos se enfocaron en una supuesta flor del este, y creyendo que sería ella la depositaria de mi indigno amor, fui en su búsqueda. Hacia una ciudad llamada Gualeguaychú, ubicada en Argentina, un país austral en una lejana región del sur de nuestro planeta.
Cuán lejos estaba del verdadero objetivo, puesto que erré el blanco suponiendo que ella, sería la sugerida chica de mis sueños. Pero, oh confrontación, porque en términos de unos pocos momentos, caería en la cuenta de mi error. Tal atractiva y sensual señorita, jamás me correspondería. ¿Punto en mi contra? Nada de eso, simplemente no era la indicada.
En un principio resultó en una desilusión, y, dado que albergaba cierta esperanza de que fuese la correcta, no fue así. Como un muchacho al que le acaban de abrir los ojos a la cruda realidad, coloqué las manos en la cintura y aspiré con fuerzas, intentando contener mi enfoque. No obstante, y a pesar de que no sabía lo que pudiera pasar en el futuro ─continué─, más por inercia que por vocación.
Y en un rincón de la vida, oculta en una sencilla historia de sueños y anhelos, la encontré. ¡Por fin había hallado mi tesoro escondido! Un alma de luz redimida en la mañana.
La figura que sabía no era etérea, se presentaba real, genuina y viva, en esencia extraordinaria, elocuente como una cándida brisa al atardecer.
Como resultado, me enamoré sin pensarlo. Su fuego y pasión me envolvió con hilos de una lúcida frescura. Y nos convertimos en amantes y prodigiosos artistas de recreaciones y fantasías. ¿Quién lo creería? Solo el Cielo presenció ese maravilloso encuentro.
Mi corazón lo entendió, el suyo también, y ambos lo creímos. Solo estábamos los dos, y eso, es lo que, al fin y al cabo, comprendía el verdadero significado de estar enamorado. La distancia no interesó, y, a decir verdad, no sé cómo o por qué sucedió, pero, acababa de encontrar a la mujer que compartía lo mismo que yo portaba en mi interior: pasión por las letras, y el amor para expresarlo. Su llama ardería en mi vida, con la misma inspiración, que las antorchas de Maratón lo hicieron frente a Filípedes.
Lett habría de enseñarme a amar, y a decir, te amo; sin sentir la ridiculez que antes experimentaba, producto de la falta de amor y la escasez de comprensión por parte de quienes conocía e incluso de personas a quienes estimaba en gran manera. Por el contrario, ella, me enseñaría el fruto del verbo amar, y a Dios agradecería yo, por ese magnífico don obsequiado a este ingrato muchacho que solo buscaba enamorarse, y que muy poco sabía acerca de ese poderoso principio.
Hubo veces al comienzo de todo que, pensaba si esto no era más que una locura. Deambulaba con el corazón desconcertado o más bien, ansioso, dubitativo, y reflexionando en torno si era lo correcto o no. Por otro lado. ¡Estaba enamorado, de eso no cabía la menor duda, sin embargo, no podía comentárselo a nadie! Como decir a alguien, que amaba a una